Todas las pruebas de Ramos Padilla contra Stornelli
Por JUAN ALONSO
20 de diciembre de 2019
Procesado, embargado y sin permiso para salir del país, el fiscal federal Carlos Stornelli ya es oficialmente parte de la banda que extorsionaba testigos y hacía operaciones de inteligencia truchas junto al falso abogado Marcelo D’Alessio, espías de la AFI y el periodista Daniel Santoro. El juez considera probadas sus fechorías en siete casos. La defensa de Stornelli («le contestaba por cortesía» a D’Alessio) quedó destruida por la enorme cantidad de mensajes en la que acuerdan cometer actos ilícitos, que luego se concretan.
El juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla redactó una resolución de 534 páginas imputando al fiscal Carlos Stornelli de ser partícipe de una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal y la coacción de testigos. Según el magistrado, Stornelli violó la Ley de Inteligencia e incumplió los deberes de funcionario público. Fundó su enciclopédico dictamen en la persistente rebeldía mesiánica de Stornelli, que incluyó chicanas judiciales, sendos pedidos para evadir la competencia, cambio de abogados a último momento, y dilaciones varias centradas en el ancho mar del Derecho Penal.
Ahora el laberinto de Stornelli se complica cada día más. El juez Ramos Padilla dejó muy claro que no lo detiene con prisión preventiva –como hizo con los otros imputados Marcelo Sebastián D’Alessio, Hugo Rolando “Rolo” Barreiro, Aníbal Degastaldi y Ricardo Bogoliuk-, porque aún goza de fueros. Pero le trabó un embargo por 10 millones de pesos y le impidió salir del país. El otro fiscal procesado en la causa –aunque sin preventiva- es Juan Ignacio Bidone, quien fue suspendido por la autoridad provincial.
En una resolución repleta de prueba fáctica (mensajes escritos por D’Alessio y el fiscal en cuestión respaldada en documentos informáticos peritados por una División de la Prefectura Naval y técnicos enviados por la Corte) el juez Ramos Padilla elevó la responsabilidad al superior inmediato de Stornelli en la Procuración. Se trata del funcionario provisorio Eduardo Casal, que conserva encajonado un furibundo pedido de juicio político con suspensión incluida a Stornelli realizado por la Comisión Evaluadora. Los pares de Stornelli dijeron por mayoría que su comportamiento en la causa de Dolores fue poco decoroso. Casal lo sabe y pretende esperar hasta que la Cámara Federal de Mar del Plata confirme el procesamiento del fiscal amigo de Mauricio Macri. Algo que no inquieta en lo más mínimo al ex mandatario de ojos celestes, quien se fue a Qatar junto a su esposa Juliana Awada mientras cuatro de cada diez chicos padecen hambre en la Argentina. Lo que tampoco indigna a la ex ministra Patricia Bullrich, que en vez de ofrecer más leche y carne a los desamparados de su derechismo, promueve cascotes y el avatar del fraseo del odio campero.
Tal escena agobia al fiscal procesado. La Cámara Federal de Mar del Plata avalará la decisión del juez Ramos Padilla en unos días y el futuro es un pasillo angosto.
El tiempo se complejiza y hasta los relojes del fiscal podrían ser embargados.
Mientras tanto, tal como adelantó este portal el 13 de diciembre, el nuevo procurador elegido por el Presidente Alberto Fernández es el juez federal Daniel Rafecas.
Si se analizan los fallos de Rafecas y su evaluación de la prueba en causas de lesa humanidad, es evidente que Stornelli no podría durar un minuto en funciones.
El juez Rafecas asumirá entre marzo y abril de 2020, luego de que su pliego pase por el Congreso. Ya envió la declaración jurada y los antecedentes al Parlamento. La fotografía de Rafecas con el Presidente no cayó bien en el campamento guerrero del Grupo Clarín, que eligió atacarlo con un líbelo anónimo en su web que llevó impreso el tono de sonsonete (la máquina del mecanismo) del prestigiosísimo periodista Daniel Santoro -numerario de la escuadrilla perdida del falso abogado y espía free lance D’Alessio y también imputado en la voluminosa causa que instruye el juez Ramos Padilla en Dolores-. Ver la nota del diario.
“Relación bilateral”
En la página 67 del procesamiento, el juez Alejo Ramos Padilla resumió el accionar del fiscal Stornelli:
“(…) Llama la atención que la defensa del fiscal se encamine a sostener que muchos de los mensajes que le enviaba D’Alessio no volvían a ser retomados en las conversaciones de WhatsApp o que brindaba respuestas de cortesía. Ante las referencias directas y explícitas que una persona le realizaba directamente vinculadas con la realización de actos ilícitos, no parece razonable que la postura que ensaya el magistrado sea la de haber brindado supuestas respuestas de cortesía. Por el contrario, lo que se observa es no sólo –y nuevamente- una relación bilateral en la que es el propio Stornelli quien inicia en muchas ocasiones conversaciones –demostrando un interés personal que el imputado busca ahora desconocer- y efectúa requerimientos expresos que luego son contestados por su interlocutor con referencias expresas a maniobras vinculadas con labores de inteligencia ilegales. Ello da cuenta de un pacto mutuo entre ambos y no de expresiones descontextualizadas por parte de D’Alessio acerca de tópicos que no habían sido conversados con anterioridad entre ellos –ya sea telefónica o personalmente-. Abona esta tesitura la ausencia de expresiones de rechazo por parte de Carlos Stornelli a las prácticas que, en su propia tesis defensista, le propondría D’Alessio de forma unilateral. Por el contrario, las expresiones de Stornelli son reflejo de la bilateralidad en la comunicación con D’Alessio y de asentimiento expreso o, en última instancia, de aquiescencia.
Por lo demás, también llama la atención la continuidad de la relación en el tiempo y de sus comunicaciones –sin ninguna expresión de rechazo o distanciamiento-, así como las características de su vínculo con una persona que el propio imputado caracteriza como un ‘fabulador’”.
Resumiendo, diría Joaquín Sabina, Stornelli y D’Alessio mantenían un pacto bilateral para cometer acciones delictivas.
Pruebas
La imputación penal del juez Ramos Padilla a Stornelli se basó en los casos: Gas Natural Licuado (causa que tramitó en el Juzgado de Claudio Bonadío –querellado también en Dolores-), Brusa Dovat (ejecutivo de PDVSA), Terrorismo/Irán, Etchebest (otro empresario extorsionado), el abogado Ubeira («a sangre fría»), Castañón y Munín/Talevi.
El magistrado procesó al fiscal Stornelli porque consideró que es penalmente responsable de haber cometido delitos graves en siete hechos desglosados donde actuaron agentes inorgánicos y orgánicos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), hoy en proceso de descomposición.
Uno de esos sucesos infaustos protagonizado por el dúo dinámico Stornelli/D’Alessio fue el intento de realizarle una cámara oculta al abogado penalista José Manuel Ubeira. El letrado solía cenar con Stornelli y hasta se visitaban sin ser amigos. Claro que la piel de la momia se descompuso cuando Ubeira se enteró de que D’Alessio tenía una carpeta con la frase “Ubeira, a sangre fría”, por aquel clásico de Truman Capote que narró la masacre de una familia completa en Estados Unidos.
Eso, digamos, no le cayó en gracia a Ubeira, que se presentó en Dolores para saber cómo funcionó el plan macabro contra sus seres queridos y hoy es querellante.
Sin embargo, en la extensa perorata de su indagatoria (acto de defensa a la que escapó por meses como de la luz mala), Stornelli usó las primeras horas en leer un extenso mamotreto en letras mayúsculas, donde encima cuestionó una docena de veces la competencia del juez Ramos Padilla. En su rollo, Stornelli juró por Dios, Alá, Mahoma y los dioses vikingos que jamás quiso hacerle daño a Ubeira.
Advirtió que nunca encargó ese asunto ilegal a D’Alessio. Ramos Padilla le mostró y así consta en el acta, un mensaje del 28 de diciembre de 2018. Allí el santo D’Alessio le dijo al monaguillo Stornelli: “Yo llego el 6, le hago la cámara oculta y la presento en tu fiscalía por un tercero”. La pericia probó que se trató de una conversación bilateral. Lo que yacía en el fondo era nada menos que una operación de inteligencia ilegal que involucró al arrepentido estrellado Leonardo Fariña, quien en diálogo con Ubeira solía repetir a los ángeles que escuchan todo, que iba a cambiar su declaración sobre “la corrupción K” y otros cuentos de fantasía “M”.
La banda de arcángeles buenos escuchó ilegalmente a Ubeira y luego quiso instalar mediáticamente un presunto complot contra el señor Fariña. Todo aquello terminó en la nada. Salvo la furia mesurada de Ubeira, que piensa perseguir judicialmente a Stornelli y su séquito hasta el Valhalla.
“Comienza a finalizar uno de los períodos más negros desde la vuelta de la democracia –le dijo Ubeira a Nuestras Voces-. Nadie está por encima de la ley y sus primeros sirvientes son aquellos que juraron respetarla y sostenerla. El fiscal Stornelli se creyó por encima de todo y así terminó”.
Otra de las víctimas del clan de espías tercerizados de la AFI, con presuntos nexos en la embajada de Estados Unidos, fue el ex gerente de la compañía venezolana PDVSA en Argentina, Gonzalo Brusa Dovat, a quien D’Alessio llevó de las narices al despacho de Stornelli, lo obligó a declarar en una causa ilusoria, lo filmó en el despacho del fiscal sin ser abogado, y en el devenir lo paseó por el espinel de la tevé cercana a la AFI.
El juez Ramos Padilla consideró que el delito de Stornelli/D’Alessio es una coacción agravada por la calidad de funcionario del fiscal actuante. La primera nota exclusiva del entuerto inventado por su amigo D’Alessio la publicó Santoro en Clarín.
Hace tres meses repasé y publiqué cada una de las operaciones mediáticas y judiciales del periodista avalado por Héctor Magnetto y Elisa Carrió.
Teniendo en cuenta que el juez Ramos Padilla procesó a Stornelli es probable que una vez que la medida esté firme, avance con otros actores de la trama.
En el marco de una potencial ampliación de su indagatoria, Santoro podría ser procesado por asociación ilícita.
Desde Uruguay donde se exilió a raíz del escrache orquestado por Santoro, D’Alessio y Stornelli que le impidió conseguir empleo en el país, Brusa Dovat confía en la Justicia y espera salir de semejante pesadilla.
Lo propio anhela el principal denunciante Pedro Etchebest desde el exterior donde está radicado por razones de seguridad. Para Ramos Padilla la actitud de Stornelli en la extorsión de D’Alessio al empresario Etchebest quedó probada en el expediente.
Haciendo gala de su estilo publicitario a través de su teléfono celular, D’Alessio construyó el clima psicopático para que Etchebest ingresara en un estado de pánico: miedo al miedo.
Una meta que no logró.
Le dijo que estaba implicado en supuestas irregularidades en la compra de GNL y lo amenazó con ir a prisión.
Así se llegó a la reunión en Pinamar y se produjo la extorsión, basada en el acuerdo de diálogo peritados tras el encuentro de Stornelli con D’Alessio durante las vacaciones del fiscal en el verano pasado. “Se utilizó la estructura ilegal para crear la ilusión de un severo peligro de pérdida de la libertad y ofrecer los servicios ilegales para conjurar ese peligro”, subrayó el juez Ramos Padilla en el procesamiento a Stornelli. Y en esas circunstancias, D’Alessio le dijo a su amigo el fiscal: “De Pedro (Etchebest) me ocupo yo personalmente de avanzar con ese sujeto”.
Stornelli consintió ese mensaje mafioso.
La abogada Natalia Salvo, representante legal de Etchebest –maltratada al borde de la violencia de género por el periodista Santoro en sus panfletos donde abunda la letra K como un mantra- explicó el curso de la causa.
“Lo que hizo Ramos Padilla es encadenar cada uno de los falsos argumentos de la defensa de Stornelli que decía que la causa era un complot, que los chats eran falsos, incluso hasta la negación de la frecuente comunicación con D’Alessio. Básicamente dice que Stornelli fue una pieza fundamental de esta asociación ilícita. En tanto que el fiscal es miembro del Poder Judicial y para la introducción del espionaje ilegal usaron el engranaje de esa connivencia donde actuaron espías de toda índole. En la causa GNL, Stornelli permitió la declaración de D’Alessio que decía que era agente de la DEA. ¿Qué puede suceder? Stornelli podría ser desaforado y la pena que le podría caber sería de tres a diez años de prisión”.
La manía de Stornelli por el espionaje ilegal quedó revelada también en el caso del ex marido de su actual pareja, el piloto con ciudadanía peruana-estadounidense, Jorge Christian Castañón.
“El fiscal es quien pide y D’Alessio quien busca la información sobre Castañón. Lo que incluyó la frase en un intercambio en el que D’Alessio le contestó a Stornelli: ‘vos decidís si lo corto en USA o acá’, es decir, plantarle droga en la valija”, resumió Ramos Padilla.
Esto significó la utilización del espionaje en beneficio de un asunto personal que lo inquietaba demasiado. Los celos por el ex de su mujer. Claro que Stornelli se excusó en que su esposa habría padecido presuntos hechos de violencia, que de ninguna manera ameritaban el diálogo con D’Alessio para poner drogas en la valija de Castañón.
Según el procesamiento de Ramos Padilla, el fiscal admitió haberle pedido a D’Alessio esa operación insólita, pero lo justificó como dijimos. Pese a ello, Castañón ejerce su rol de padre y viaja de vacaciones con sus hijas. Ese dato demolió la coartada de Stornelli.
El montaje escandaloso de inteligencia ilegal de la banda de D’Alessio en Uruguay ya había sido descripto en términos generales por el juez federal Ramos Padilla a comienzos de año en el Congreso. Ahora el procesamiento volvió sobre aquel hecho, porque D’Alessio le preguntó en un chat a Stornelli si le interesaba un caso de “terrorismo” y el fiscal le respondió “me interesa”.
D’Alessio le envió material ilegal a Stornelli, cámaras ocultas a dirigentes políticos uruguayos y empresarios de varias nacionalidades. El falso abogado tenía el latiguillo de que se trataba de una “embajada paralela de Irán en Uruguay” y repetía como loro de que “Macri te va a premiar por esto”.
El móvil del espía D’Alessio era enlodar a compañías competidoras de sus contratantes en el rubro energético. Para ello no reparó en usar, esta vez, a Irán. Incluso siguió y espió a ciudadanos de ese país en Buenos Aires y Montevideo. Lo cual resulta gravísimo.
En su dictamen, Ramos Padilla evaluó que se trata de otra prueba concreta contra Stornelli, porque consintió el espionaje ilegal de D’Alessio y recibió su material fílmico y fotográfico, con el plan de abrir una causa federal trucha.
¿Arrepentido?
Esta causa nodal convirtió a un heredero de apellido mediático en un 007 de pacotilla que mencionó a ciertos hombres poderosos. ¿Por qué? Su vorágine ambiciosa lo tomó por asalto. No le fue mal: amasó una fortuna en millones de euros y dólares en guaridas fiscales a base de puro embuste.
Aunque una antigua frase resume el devenir de D’Alessio. “La sangre sirve sólo para lavar las manos de la ambición”, dijo Lord Byron.
Hay gente que no aprende jamás, por mucho que juramente arrepentirse.
Procesado, embargado y sin permiso para salir del país, el fiscal federal Carlos Stornelli ya es oficialmente parte de la banda que extorsionaba testigos y hacía operaciones de inteligencia truchas junto al falso abogado Marcelo D’Alessio, espías de la AFI y el periodista Daniel Santoro. El juez considera probadas sus fechorías en siete casos. La defensa de Stornelli («le contestaba por cortesía» a D’Alessio) quedó destruida por la enorme cantidad de mensajes en la que acuerdan cometer actos ilícitos, que luego se concretan.
El juez federal de Dolores, Alejo Ramos Padilla redactó una resolución de 534 páginas imputando al fiscal Carlos Stornelli de ser partícipe de una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal y la coacción de testigos. Según el magistrado, Stornelli violó la Ley de Inteligencia e incumplió los deberes de funcionario público. Fundó su enciclopédico dictamen en la persistente rebeldía mesiánica de Stornelli, que incluyó chicanas judiciales, sendos pedidos para evadir la competencia, cambio de abogados a último momento, y dilaciones varias centradas en el ancho mar del Derecho Penal.
Ahora el laberinto de Stornelli se complica cada día más. El juez Ramos Padilla dejó muy claro que no lo detiene con prisión preventiva –como hizo con los otros imputados Marcelo Sebastián D’Alessio, Hugo Rolando “Rolo” Barreiro, Aníbal Degastaldi y Ricardo Bogoliuk-, porque aún goza de fueros. Pero le trabó un embargo por 10 millones de pesos y le impidió salir del país. El otro fiscal procesado en la causa –aunque sin preventiva- es Juan Ignacio Bidone, quien fue suspendido por la autoridad provincial.
En una resolución repleta de prueba fáctica (mensajes escritos por D’Alessio y el fiscal en cuestión respaldada en documentos informáticos peritados por una División de la Prefectura Naval y técnicos enviados por la Corte) el juez Ramos Padilla elevó la responsabilidad al superior inmediato de Stornelli en la Procuración. Se trata del funcionario provisorio Eduardo Casal, que conserva encajonado un furibundo pedido de juicio político con suspensión incluida a Stornelli realizado por la Comisión Evaluadora. Los pares de Stornelli dijeron por mayoría que su comportamiento en la causa de Dolores fue poco decoroso. Casal lo sabe y pretende esperar hasta que la Cámara Federal de Mar del Plata confirme el procesamiento del fiscal amigo de Mauricio Macri. Algo que no inquieta en lo más mínimo al ex mandatario de ojos celestes, quien se fue a Qatar junto a su esposa Juliana Awada mientras cuatro de cada diez chicos padecen hambre en la Argentina. Lo que tampoco indigna a la ex ministra Patricia Bullrich, que en vez de ofrecer más leche y carne a los desamparados de su derechismo, promueve cascotes y el avatar del fraseo del odio campero.
Tal escena agobia al fiscal procesado. La Cámara Federal de Mar del Plata avalará la decisión del juez Ramos Padilla en unos días y el futuro es un pasillo angosto.
El tiempo se complejiza y hasta los relojes del fiscal podrían ser embargados.
Mientras tanto, tal como adelantó este portal el 13 de diciembre, el nuevo procurador elegido por el Presidente Alberto Fernández es el juez federal Daniel Rafecas.
Si se analizan los fallos de Rafecas y su evaluación de la prueba en causas de lesa humanidad, es evidente que Stornelli no podría durar un minuto en funciones.
El juez Rafecas asumirá entre marzo y abril de 2020, luego de que su pliego pase por el Congreso. Ya envió la declaración jurada y los antecedentes al Parlamento. La fotografía de Rafecas con el Presidente no cayó bien en el campamento guerrero del Grupo Clarín, que eligió atacarlo con un líbelo anónimo en su web que llevó impreso el tono de sonsonete (la máquina del mecanismo) del prestigiosísimo periodista Daniel Santoro -numerario de la escuadrilla perdida del falso abogado y espía free lance D’Alessio y también imputado en la voluminosa causa que instruye el juez Ramos Padilla en Dolores-. Ver la nota del diario.
“Relación bilateral”
En la página 67 del procesamiento, el juez Alejo Ramos Padilla resumió el accionar del fiscal Stornelli:
“(…) Llama la atención que la defensa del fiscal se encamine a sostener que muchos de los mensajes que le enviaba D’Alessio no volvían a ser retomados en las conversaciones de WhatsApp o que brindaba respuestas de cortesía. Ante las referencias directas y explícitas que una persona le realizaba directamente vinculadas con la realización de actos ilícitos, no parece razonable que la postura que ensaya el magistrado sea la de haber brindado supuestas respuestas de cortesía. Por el contrario, lo que se observa es no sólo –y nuevamente- una relación bilateral en la que es el propio Stornelli quien inicia en muchas ocasiones conversaciones –demostrando un interés personal que el imputado busca ahora desconocer- y efectúa requerimientos expresos que luego son contestados por su interlocutor con referencias expresas a maniobras vinculadas con labores de inteligencia ilegales. Ello da cuenta de un pacto mutuo entre ambos y no de expresiones descontextualizadas por parte de D’Alessio acerca de tópicos que no habían sido conversados con anterioridad entre ellos –ya sea telefónica o personalmente-. Abona esta tesitura la ausencia de expresiones de rechazo por parte de Carlos Stornelli a las prácticas que, en su propia tesis defensista, le propondría D’Alessio de forma unilateral. Por el contrario, las expresiones de Stornelli son reflejo de la bilateralidad en la comunicación con D’Alessio y de asentimiento expreso o, en última instancia, de aquiescencia.
Por lo demás, también llama la atención la continuidad de la relación en el tiempo y de sus comunicaciones –sin ninguna expresión de rechazo o distanciamiento-, así como las características de su vínculo con una persona que el propio imputado caracteriza como un ‘fabulador’”.
Resumiendo, diría Joaquín Sabina, Stornelli y D’Alessio mantenían un pacto bilateral para cometer acciones delictivas.
Pruebas
La imputación penal del juez Ramos Padilla a Stornelli se basó en los casos: Gas Natural Licuado (causa que tramitó en el Juzgado de Claudio Bonadío –querellado también en Dolores-), Brusa Dovat (ejecutivo de PDVSA), Terrorismo/Irán, Etchebest (otro empresario extorsionado), el abogado Ubeira («a sangre fría»), Castañón y Munín/Talevi.
El magistrado procesó al fiscal Stornelli porque consideró que es penalmente responsable de haber cometido delitos graves en siete hechos desglosados donde actuaron agentes inorgánicos y orgánicos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), hoy en proceso de descomposición.
Uno de esos sucesos infaustos protagonizado por el dúo dinámico Stornelli/D’Alessio fue el intento de realizarle una cámara oculta al abogado penalista José Manuel Ubeira. El letrado solía cenar con Stornelli y hasta se visitaban sin ser amigos. Claro que la piel de la momia se descompuso cuando Ubeira se enteró de que D’Alessio tenía una carpeta con la frase “Ubeira, a sangre fría”, por aquel clásico de Truman Capote que narró la masacre de una familia completa en Estados Unidos.
Eso, digamos, no le cayó en gracia a Ubeira, que se presentó en Dolores para saber cómo funcionó el plan macabro contra sus seres queridos y hoy es querellante.
Sin embargo, en la extensa perorata de su indagatoria (acto de defensa a la que escapó por meses como de la luz mala), Stornelli usó las primeras horas en leer un extenso mamotreto en letras mayúsculas, donde encima cuestionó una docena de veces la competencia del juez Ramos Padilla. En su rollo, Stornelli juró por Dios, Alá, Mahoma y los dioses vikingos que jamás quiso hacerle daño a Ubeira.
Advirtió que nunca encargó ese asunto ilegal a D’Alessio. Ramos Padilla le mostró y así consta en el acta, un mensaje del 28 de diciembre de 2018. Allí el santo D’Alessio le dijo al monaguillo Stornelli: “Yo llego el 6, le hago la cámara oculta y la presento en tu fiscalía por un tercero”. La pericia probó que se trató de una conversación bilateral. Lo que yacía en el fondo era nada menos que una operación de inteligencia ilegal que involucró al arrepentido estrellado Leonardo Fariña, quien en diálogo con Ubeira solía repetir a los ángeles que escuchan todo, que iba a cambiar su declaración sobre “la corrupción K” y otros cuentos de fantasía “M”.
La banda de arcángeles buenos escuchó ilegalmente a Ubeira y luego quiso instalar mediáticamente un presunto complot contra el señor Fariña. Todo aquello terminó en la nada. Salvo la furia mesurada de Ubeira, que piensa perseguir judicialmente a Stornelli y su séquito hasta el Valhalla.
“Comienza a finalizar uno de los períodos más negros desde la vuelta de la democracia –le dijo Ubeira a Nuestras Voces-. Nadie está por encima de la ley y sus primeros sirvientes son aquellos que juraron respetarla y sostenerla. El fiscal Stornelli se creyó por encima de todo y así terminó”.
Otra de las víctimas del clan de espías tercerizados de la AFI, con presuntos nexos en la embajada de Estados Unidos, fue el ex gerente de la compañía venezolana PDVSA en Argentina, Gonzalo Brusa Dovat, a quien D’Alessio llevó de las narices al despacho de Stornelli, lo obligó a declarar en una causa ilusoria, lo filmó en el despacho del fiscal sin ser abogado, y en el devenir lo paseó por el espinel de la tevé cercana a la AFI.
El juez Ramos Padilla consideró que el delito de Stornelli/D’Alessio es una coacción agravada por la calidad de funcionario del fiscal actuante. La primera nota exclusiva del entuerto inventado por su amigo D’Alessio la publicó Santoro en Clarín.
Hace tres meses repasé y publiqué cada una de las operaciones mediáticas y judiciales del periodista avalado por Héctor Magnetto y Elisa Carrió.
Teniendo en cuenta que el juez Ramos Padilla procesó a Stornelli es probable que una vez que la medida esté firme, avance con otros actores de la trama.
En el marco de una potencial ampliación de su indagatoria, Santoro podría ser procesado por asociación ilícita.
Desde Uruguay donde se exilió a raíz del escrache orquestado por Santoro, D’Alessio y Stornelli que le impidió conseguir empleo en el país, Brusa Dovat confía en la Justicia y espera salir de semejante pesadilla.
Lo propio anhela el principal denunciante Pedro Etchebest desde el exterior donde está radicado por razones de seguridad. Para Ramos Padilla la actitud de Stornelli en la extorsión de D’Alessio al empresario Etchebest quedó probada en el expediente.
Haciendo gala de su estilo publicitario a través de su teléfono celular, D’Alessio construyó el clima psicopático para que Etchebest ingresara en un estado de pánico: miedo al miedo.
Una meta que no logró.
Le dijo que estaba implicado en supuestas irregularidades en la compra de GNL y lo amenazó con ir a prisión.
Así se llegó a la reunión en Pinamar y se produjo la extorsión, basada en el acuerdo de diálogo peritados tras el encuentro de Stornelli con D’Alessio durante las vacaciones del fiscal en el verano pasado. “Se utilizó la estructura ilegal para crear la ilusión de un severo peligro de pérdida de la libertad y ofrecer los servicios ilegales para conjurar ese peligro”, subrayó el juez Ramos Padilla en el procesamiento a Stornelli. Y en esas circunstancias, D’Alessio le dijo a su amigo el fiscal: “De Pedro (Etchebest) me ocupo yo personalmente de avanzar con ese sujeto”.
Stornelli consintió ese mensaje mafioso.
La abogada Natalia Salvo, representante legal de Etchebest –maltratada al borde de la violencia de género por el periodista Santoro en sus panfletos donde abunda la letra K como un mantra- explicó el curso de la causa.
“Lo que hizo Ramos Padilla es encadenar cada uno de los falsos argumentos de la defensa de Stornelli que decía que la causa era un complot, que los chats eran falsos, incluso hasta la negación de la frecuente comunicación con D’Alessio. Básicamente dice que Stornelli fue una pieza fundamental de esta asociación ilícita. En tanto que el fiscal es miembro del Poder Judicial y para la introducción del espionaje ilegal usaron el engranaje de esa connivencia donde actuaron espías de toda índole. En la causa GNL, Stornelli permitió la declaración de D’Alessio que decía que era agente de la DEA. ¿Qué puede suceder? Stornelli podría ser desaforado y la pena que le podría caber sería de tres a diez años de prisión”.
La manía de Stornelli por el espionaje ilegal quedó revelada también en el caso del ex marido de su actual pareja, el piloto con ciudadanía peruana-estadounidense, Jorge Christian Castañón.
“El fiscal es quien pide y D’Alessio quien busca la información sobre Castañón. Lo que incluyó la frase en un intercambio en el que D’Alessio le contestó a Stornelli: ‘vos decidís si lo corto en USA o acá’, es decir, plantarle droga en la valija”, resumió Ramos Padilla.
Esto significó la utilización del espionaje en beneficio de un asunto personal que lo inquietaba demasiado. Los celos por el ex de su mujer. Claro que Stornelli se excusó en que su esposa habría padecido presuntos hechos de violencia, que de ninguna manera ameritaban el diálogo con D’Alessio para poner drogas en la valija de Castañón.
Según el procesamiento de Ramos Padilla, el fiscal admitió haberle pedido a D’Alessio esa operación insólita, pero lo justificó como dijimos. Pese a ello, Castañón ejerce su rol de padre y viaja de vacaciones con sus hijas. Ese dato demolió la coartada de Stornelli.
El montaje escandaloso de inteligencia ilegal de la banda de D’Alessio en Uruguay ya había sido descripto en términos generales por el juez federal Ramos Padilla a comienzos de año en el Congreso. Ahora el procesamiento volvió sobre aquel hecho, porque D’Alessio le preguntó en un chat a Stornelli si le interesaba un caso de “terrorismo” y el fiscal le respondió “me interesa”.
D’Alessio le envió material ilegal a Stornelli, cámaras ocultas a dirigentes políticos uruguayos y empresarios de varias nacionalidades. El falso abogado tenía el latiguillo de que se trataba de una “embajada paralela de Irán en Uruguay” y repetía como loro de que “Macri te va a premiar por esto”.
El móvil del espía D’Alessio era enlodar a compañías competidoras de sus contratantes en el rubro energético. Para ello no reparó en usar, esta vez, a Irán. Incluso siguió y espió a ciudadanos de ese país en Buenos Aires y Montevideo. Lo cual resulta gravísimo.
En su dictamen, Ramos Padilla evaluó que se trata de otra prueba concreta contra Stornelli, porque consintió el espionaje ilegal de D’Alessio y recibió su material fílmico y fotográfico, con el plan de abrir una causa federal trucha.
¿Arrepentido?
Esta causa nodal convirtió a un heredero de apellido mediático en un 007 de pacotilla que mencionó a ciertos hombres poderosos. ¿Por qué? Su vorágine ambiciosa lo tomó por asalto. No le fue mal: amasó una fortuna en millones de euros y dólares en guaridas fiscales a base de puro embuste.
Aunque una antigua frase resume el devenir de D’Alessio. “La sangre sirve sólo para lavar las manos de la ambición”, dijo Lord Byron.
Hay gente que no aprende jamás, por mucho que juramente arrepentirse.