Por Emilio Godoy
MADRID, 15 dic 2019 (IPS) -
Los decepcionantes pasos que se dieron en la cumbre climática para cumplir con el Acuerdo de París dejó aplazada una excesiva tarea para el poco plazo que queda antes de su entrada en vigor, mientras el tiempo apremia para contener el recalentamiento del planeta.
La 25 Conferencia de las Partes (COP25) de las Naciones Unidas sobre cambio climático concluyó este domingo 15 en Madrid sin acuerdos preponderantes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que los seres humanos lanzan a la atmosfera y que están detrás del incremento de las temperaturas.
“No escuchamos de los grandes contaminadores compromisos que nos alejen” de una emergencia climática, pues “solo vinieron a obstaculizar los avances”, dijo a IPS Vanessa Pérez-Cirera, directora de la delegación del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) en la COP25, en alusión a las posturas de Australia, Arabia Saudita, Brasil, China, Estados Unidos, Japón e India.
La COP25, cuyo lema fue “Tiempo de actuar”, se centró en cinco temas, los dos primeros el financiamiento a las políticas climáticas nacionales y las reglas para los mercados de reducción de emisiones, plasmados sin especificar esquemas en el artículo 6 del Acuerdo de París, suscrito en 2015 y que se aplicará desde diciembre de 2020.
También fueron protagonistas la preparación de la actualización de las disminuciones de emanaciones y los recursos del Mecanismo Internacional de Varsovia sobre Pérdidas y Daños, conocido como WIM y diseñado para ayudar a las regiones azotadas por desastres climáticos con sus secuelas.
El texto final de la COP25, aprobado por el plenario y en la que las decisiones son consensuadas, solo reitera “con gran preocupación la urgente necesidad de abordar la importante brecha entre el efecto agregado de los esfuerzos de mitigación de las Partes en términos de emisiones globales anuales” de GEI para 2020.
El documento, bajo el título de “Chile-Madrid, tiempo de actuar”, también resalta “la urgencia de una mayor ambición para asegurar los mayores esfuerzos de mitigación y adaptación” de todos los países, sin instarlos a presentar metas climáticas más ambiciosas.
Los mercados de carbono, el mayor fracaso
Sobre la operación de los mercados de carbono, la parte clave del funcionamiento del Acuerdo de París cuyo cumplimiento debe comenzar en 2020, las partes no lograron avances respecto a la transparencia de los registros y evitar la duplicación de reducciones, vale decir que tanto un país vendedor como uno comprador no reporten la contracción como propia.
Además, tampoco resolvieron la transferencia de los créditos de carbono de los tres mercados de carbono creados por el Protocolo de Kyoto (PK) de 2005, a los mecanismos contenidos en el Acuerdo de París, como lo desean naciones como Australia, Brasil y China.
El PK, que expirará al entrar en vigor el Acuerdo de París, estipula que los países industrializados que tenían metas obligatorias de reducción de los GEI podían, para lograrlo, adquirir compensaciones de tecnologías limpias de naciones del Sur en desarrollo.
Los esquemas del PK implican la posibilidad de transferir más de 15 000 millones de bonos, que equivalen a más de 20 000 millones de toneladas de dióxido de carbono, y que debilitarían cualquier política de control de las emisiones contaminantes, según varios análisis.
El financiamiento para pérdidas y daños ocasionados por la crisis climática tampoco presenta adelantos, pues las partes solo acordaron llamados a que países, organizaciones privadas y fondos de inversión contribuyan con aportes al Fondo Verde para el Clima (FVC) para que prosiga con el apoyo a proyectos climáticos.
Pero para ese fin, el FVC debería contar con 100 000 millones de dólares anuales a partir de 2020, y hasta ahora solo ha logrado una muy pequeña fracción de ese monto de parte de los donadores.
Temas como el funcionamiento del mercado de carbono y la gobernanza del Mecanismo de Varsovia quedaron postergados para la COP26, que se celebrará en la ciudad escocesa de Glasgow, en Gran Bretaña, en noviembre de 2020. Antes habrá reuniones negociadoras Londres y Roma.
Ciencia choca contra política
La COP25 ignoró a la ciencia que pide aumentar las metas climáticas para estabilizar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados respecto al periodo preindustrial, y las masivas movilizaciones mundiales, entre ellas de la juventud, que se extendieron por el mundo este año.
Pero al menos el plenario sí aprobó el Plan de Acción de Género, que estuvo a un tris de descarrilamiento y que contiene provisiones a favor de mujeres indígenas, financiamiento con enfoque de género y tecnologías inclusivas.
En Madrid, donde el tema de la contaminación de los océanos tuvo también atención preponderante, se dieron cita 29 000 personas, entre unos 50 jefes de Estado y de gobierno, 1 500 periodistas y representantes de 196 delegaciones oficiales y de organizaciones de la sociedad civil.
Las negociaciones, que comenzaron el día 2, se prolongaron un día y medio más, e una prorroga que la convirtió en la COP más larga de estas conferencias climáticas.
En la COP25, América Latina fue incapaz de liderar las negociaciones hacia resultados que respondieran a la emergencia climática.
Chile, que presidió la COP pero debió ceder la sede a España por su crisis social y política interna, careció de capacidad política para acercar a las partes, México envió una delegación de segundo nivel y Brasil se alineó con los sospechosos usuales de obstruir cualquier avance.
La Unión Europea (UE) tampoco pudo imponer su peso colectivo frente a China, Estados Unidos o India, los tres mayores emisores del planeta.
“Tenemos que comprometernos a mejorar las ambiciones climáticas, es una decisión crítica para nuestro futuro. La acción climática es un asunto existencial para los pequeños estados insulares”, declaró a IPS Omar Figueroa, ministro de Agricultura, Pesquería, Silvicultura, Ambiente, Desarrollo Sostenible e Inmigración de Belice, a IPS.
Belice preside la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, integrada por 44 países altamente vulnerables a la crisis climática.
En su Reporte de Brecha de Emisiones 2019, ONU Medio Ambiente alertó de la necesidad de recortar las emisiones anualmente en 7,6 por ciento entre 2020 y 2030 para cumplir con mantener el aumento de la temperatura en 1,5 grados centígrados, establecido en el Acuerdo de París.
El mundo está fuera del camino con los objetivos de contraer 45 por ciento de los GEI para 2030 y ser carbono neutral en 2050.
Una muestra de ello es que solo Gabón y Nepal, cuya responsabilidad por la emergencia climática es nula, se apegan a la meta de reducción de 1,5 grados, dentro de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés), los planes climáticos voluntarios para cumplir con el Acuerdo de París en cuanto a reducción de emisiones.
Las medidas de Bután, Costa Rica, Etiopía y Filipinas implican un aumento de 2,0 grados, mientras que las políticas del resto de países califican de “insuficiente” a “críticamente insuficiente”, según la plataforma Monitoreo de la Acción Climática.
Más de 70 países ya anunciaron su intención a mejorar sus NDC, y 73 naciones, 14 regiones, 398 ciudades, 786 empresas y 16 inversores privadas cuentan con programas de transición hacia la neutralidad de carbono para 2050.
Además, la UE anunció el 11 de diciembre su nuevo pacto verde destinado a lograr la neutralidad del carbono en 2050, vale decir que capture tantos GEI como los que emita.
“Esta proceso ha demostrado que un puñado de países quieren dictar la agenda de muchos, con los grandes defraudando a los pequeños. El hecho de que Estados Unidos y China ya no cooperen con la lucha contra la crisis climática perjudica no solo a las negociaciones, sino también a la economía real”, cuestionó Mónica Araya, directora de la no gubernamental Costa Rica Limpia.
“Brasil y México también están defraudando a los países más pequeños al venir y salir de Madrid con las manos vacías”, sentenció.
Este artículo contó con el respaldo del Programa Latinoamericano de Cobertura Periodística COP25.
Edición: Estrella Gutiérrez
La 25 Conferencia de las Partes (COP25) de las Naciones Unidas sobre cambio climático concluyó este domingo 15 en Madrid sin acuerdos preponderantes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que los seres humanos lanzan a la atmosfera y que están detrás del incremento de las temperaturas.
“No escuchamos de los grandes contaminadores compromisos que nos alejen” de una emergencia climática, pues “solo vinieron a obstaculizar los avances”, dijo a IPS Vanessa Pérez-Cirera, directora de la delegación del Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) en la COP25, en alusión a las posturas de Australia, Arabia Saudita, Brasil, China, Estados Unidos, Japón e India.
La COP25, cuyo lema fue “Tiempo de actuar”, se centró en cinco temas, los dos primeros el financiamiento a las políticas climáticas nacionales y las reglas para los mercados de reducción de emisiones, plasmados sin especificar esquemas en el artículo 6 del Acuerdo de París, suscrito en 2015 y que se aplicará desde diciembre de 2020.
También fueron protagonistas la preparación de la actualización de las disminuciones de emanaciones y los recursos del Mecanismo Internacional de Varsovia sobre Pérdidas y Daños, conocido como WIM y diseñado para ayudar a las regiones azotadas por desastres climáticos con sus secuelas.
El texto final de la COP25, aprobado por el plenario y en la que las decisiones son consensuadas, solo reitera “con gran preocupación la urgente necesidad de abordar la importante brecha entre el efecto agregado de los esfuerzos de mitigación de las Partes en términos de emisiones globales anuales” de GEI para 2020.
El documento, bajo el título de “Chile-Madrid, tiempo de actuar”, también resalta “la urgencia de una mayor ambición para asegurar los mayores esfuerzos de mitigación y adaptación” de todos los países, sin instarlos a presentar metas climáticas más ambiciosas.
Los mercados de carbono, el mayor fracaso
Sobre la operación de los mercados de carbono, la parte clave del funcionamiento del Acuerdo de París cuyo cumplimiento debe comenzar en 2020, las partes no lograron avances respecto a la transparencia de los registros y evitar la duplicación de reducciones, vale decir que tanto un país vendedor como uno comprador no reporten la contracción como propia.
Además, tampoco resolvieron la transferencia de los créditos de carbono de los tres mercados de carbono creados por el Protocolo de Kyoto (PK) de 2005, a los mecanismos contenidos en el Acuerdo de París, como lo desean naciones como Australia, Brasil y China.
El PK, que expirará al entrar en vigor el Acuerdo de París, estipula que los países industrializados que tenían metas obligatorias de reducción de los GEI podían, para lograrlo, adquirir compensaciones de tecnologías limpias de naciones del Sur en desarrollo.
Los esquemas del PK implican la posibilidad de transferir más de 15 000 millones de bonos, que equivalen a más de 20 000 millones de toneladas de dióxido de carbono, y que debilitarían cualquier política de control de las emisiones contaminantes, según varios análisis.
El financiamiento para pérdidas y daños ocasionados por la crisis climática tampoco presenta adelantos, pues las partes solo acordaron llamados a que países, organizaciones privadas y fondos de inversión contribuyan con aportes al Fondo Verde para el Clima (FVC) para que prosiga con el apoyo a proyectos climáticos.
Pero para ese fin, el FVC debería contar con 100 000 millones de dólares anuales a partir de 2020, y hasta ahora solo ha logrado una muy pequeña fracción de ese monto de parte de los donadores.
Temas como el funcionamiento del mercado de carbono y la gobernanza del Mecanismo de Varsovia quedaron postergados para la COP26, que se celebrará en la ciudad escocesa de Glasgow, en Gran Bretaña, en noviembre de 2020. Antes habrá reuniones negociadoras Londres y Roma.
Ciencia choca contra política
La COP25 ignoró a la ciencia que pide aumentar las metas climáticas para estabilizar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados respecto al periodo preindustrial, y las masivas movilizaciones mundiales, entre ellas de la juventud, que se extendieron por el mundo este año.
Pero al menos el plenario sí aprobó el Plan de Acción de Género, que estuvo a un tris de descarrilamiento y que contiene provisiones a favor de mujeres indígenas, financiamiento con enfoque de género y tecnologías inclusivas.
En Madrid, donde el tema de la contaminación de los océanos tuvo también atención preponderante, se dieron cita 29 000 personas, entre unos 50 jefes de Estado y de gobierno, 1 500 periodistas y representantes de 196 delegaciones oficiales y de organizaciones de la sociedad civil.
Las negociaciones, que comenzaron el día 2, se prolongaron un día y medio más, e una prorroga que la convirtió en la COP más larga de estas conferencias climáticas.
En la COP25, América Latina fue incapaz de liderar las negociaciones hacia resultados que respondieran a la emergencia climática.
Chile, que presidió la COP pero debió ceder la sede a España por su crisis social y política interna, careció de capacidad política para acercar a las partes, México envió una delegación de segundo nivel y Brasil se alineó con los sospechosos usuales de obstruir cualquier avance.
La Unión Europea (UE) tampoco pudo imponer su peso colectivo frente a China, Estados Unidos o India, los tres mayores emisores del planeta.
“Tenemos que comprometernos a mejorar las ambiciones climáticas, es una decisión crítica para nuestro futuro. La acción climática es un asunto existencial para los pequeños estados insulares”, declaró a IPS Omar Figueroa, ministro de Agricultura, Pesquería, Silvicultura, Ambiente, Desarrollo Sostenible e Inmigración de Belice, a IPS.
Belice preside la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, integrada por 44 países altamente vulnerables a la crisis climática.
En su Reporte de Brecha de Emisiones 2019, ONU Medio Ambiente alertó de la necesidad de recortar las emisiones anualmente en 7,6 por ciento entre 2020 y 2030 para cumplir con mantener el aumento de la temperatura en 1,5 grados centígrados, establecido en el Acuerdo de París.
El mundo está fuera del camino con los objetivos de contraer 45 por ciento de los GEI para 2030 y ser carbono neutral en 2050.
Una muestra de ello es que solo Gabón y Nepal, cuya responsabilidad por la emergencia climática es nula, se apegan a la meta de reducción de 1,5 grados, dentro de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés), los planes climáticos voluntarios para cumplir con el Acuerdo de París en cuanto a reducción de emisiones.
Las medidas de Bután, Costa Rica, Etiopía y Filipinas implican un aumento de 2,0 grados, mientras que las políticas del resto de países califican de “insuficiente” a “críticamente insuficiente”, según la plataforma Monitoreo de la Acción Climática.
Más de 70 países ya anunciaron su intención a mejorar sus NDC, y 73 naciones, 14 regiones, 398 ciudades, 786 empresas y 16 inversores privadas cuentan con programas de transición hacia la neutralidad de carbono para 2050.
Además, la UE anunció el 11 de diciembre su nuevo pacto verde destinado a lograr la neutralidad del carbono en 2050, vale decir que capture tantos GEI como los que emita.
“Esta proceso ha demostrado que un puñado de países quieren dictar la agenda de muchos, con los grandes defraudando a los pequeños. El hecho de que Estados Unidos y China ya no cooperen con la lucha contra la crisis climática perjudica no solo a las negociaciones, sino también a la economía real”, cuestionó Mónica Araya, directora de la no gubernamental Costa Rica Limpia.
“Brasil y México también están defraudando a los países más pequeños al venir y salir de Madrid con las manos vacías”, sentenció.
Este artículo contó con el respaldo del Programa Latinoamericano de Cobertura Periodística COP25.
Edición: Estrella Gutiérrez