Aldo Mas
07/02/2020
manifestación de agricultores alemanes contra las medidas ecológicas del Gobierno de Angela Merkel. EFE
El sector primario de Alemania y Francia lleva ya tiempo movilizado. Las empresas galas y germanas de la gran distribución han sido señaladas como responsables de las quejas de los agricultores y ganaderos. La red de supermercados alemana Edeka ha sido protagonista de una fuerte y reciente polémica en el país de la canciller Angela Merkel. Con carteles gigantes, Edeka, uno de los actores importantes de la gran distribución en Alemania, se jactaba de ofrecer "los precios más bajos". "El comer se ha ganado un precio: el más bajo", se leía en los mensajes de la cartelería de Edeka.
Junto a firmas internacionales especialmente conocidas por sus ofertas como Aldi o Lidl, Edeka lucha en un mercado altamente competitivo en Alemania. De hecho, la distribución de alimentos en suelo teutón se caracteriza por la presencia de abundantes y grandes actores. Lidl, Aldi, Rewe, Edeka, Netto o Penny son sólo algunos de ellos. Todos, en general, hacen buen negocio gracias a esa idea de ofrecer alimentos a buen precio, es decir, al "más bajo", según los términos de Edeka.
Sin embargo, esos prósperos negocios no parecen repercutir del todo positivamente sobre los productores de los alimentos que ofertan Lidl y compañía en sus estanterías. De lo contrario, los agricultores y ganaderos alemanes no estarían movilizados pidiendo, entre otras cosas, "precios justos" para sus productos.
Esta reivindicación ha tomado recientemente la forma de protestas con cientos de tractores circulando por el centro de Berlín. Una idéntica movilización marcó el tráfico a finales del pasado año en París, cuando los agricultores galos bloquearon con sus tractores el Boulevard Périphérique, la gran autopista de entrada de la capital francesa.
Las impactantes imágenes de cientos de tractores bloqueando las arterias de París y Berlín - las grandes metrópolis del continente europeo - han generado ya algunos resultados políticos. En Alemania, la canciller Angela Merkel se reunía esta semana con los responsables de la gran distribución en la Cancillería Federal. La idea de la jefa del Ejecutivo germano era trabajar para "establecer una relación justa" entre productores y distribuidores de manera que agricultores y ganaderos puedan ganarse la vida "lo suficiente", según los términos que manejan Merkel y sus ministros.
Protesta de ganaderos franceses por los precios de la leche. EFE
Un estudio muy citado estos días en Alemania a cargo del Thünen-Institut – un centro especializado en la investigación sobre la vida en las zonas rurales – da cuenta de la dinámica negativa en la que han entrado los productores de alimentos germanos. Según el citado estudio, publicado en 2018, por cada euro que un consumidor gasta en alimentos en Alemania, 21 céntimos van a parar al productor. En 1998, el productor recibía 25 céntimos por cada euro consumido en el supermercado.
En esta situación tiene mucho que ver con que Lidl, Aldi, Rewe y Edeka representen un 85% del mercado teutón de la distribución, según datos de la autoridad federal de competencia. Si esto no fuera un problema, Merkel no se habría reunido el lunes con los representantes de los grandes distribuidores. Sin embargo, de la reunión no surgieron grandes ideas ni grandes soluciones.
07/02/2020
manifestación de agricultores alemanes contra las medidas ecológicas del Gobierno de Angela Merkel. EFE
El sector primario de Alemania y Francia lleva ya tiempo movilizado. Las empresas galas y germanas de la gran distribución han sido señaladas como responsables de las quejas de los agricultores y ganaderos. La red de supermercados alemana Edeka ha sido protagonista de una fuerte y reciente polémica en el país de la canciller Angela Merkel. Con carteles gigantes, Edeka, uno de los actores importantes de la gran distribución en Alemania, se jactaba de ofrecer "los precios más bajos". "El comer se ha ganado un precio: el más bajo", se leía en los mensajes de la cartelería de Edeka.
Junto a firmas internacionales especialmente conocidas por sus ofertas como Aldi o Lidl, Edeka lucha en un mercado altamente competitivo en Alemania. De hecho, la distribución de alimentos en suelo teutón se caracteriza por la presencia de abundantes y grandes actores. Lidl, Aldi, Rewe, Edeka, Netto o Penny son sólo algunos de ellos. Todos, en general, hacen buen negocio gracias a esa idea de ofrecer alimentos a buen precio, es decir, al "más bajo", según los términos de Edeka.
Sin embargo, esos prósperos negocios no parecen repercutir del todo positivamente sobre los productores de los alimentos que ofertan Lidl y compañía en sus estanterías. De lo contrario, los agricultores y ganaderos alemanes no estarían movilizados pidiendo, entre otras cosas, "precios justos" para sus productos.
Esta reivindicación ha tomado recientemente la forma de protestas con cientos de tractores circulando por el centro de Berlín. Una idéntica movilización marcó el tráfico a finales del pasado año en París, cuando los agricultores galos bloquearon con sus tractores el Boulevard Périphérique, la gran autopista de entrada de la capital francesa.
Las impactantes imágenes de cientos de tractores bloqueando las arterias de París y Berlín - las grandes metrópolis del continente europeo - han generado ya algunos resultados políticos. En Alemania, la canciller Angela Merkel se reunía esta semana con los responsables de la gran distribución en la Cancillería Federal. La idea de la jefa del Ejecutivo germano era trabajar para "establecer una relación justa" entre productores y distribuidores de manera que agricultores y ganaderos puedan ganarse la vida "lo suficiente", según los términos que manejan Merkel y sus ministros.
Protesta de ganaderos franceses por los precios de la leche. EFE
Un estudio muy citado estos días en Alemania a cargo del Thünen-Institut – un centro especializado en la investigación sobre la vida en las zonas rurales – da cuenta de la dinámica negativa en la que han entrado los productores de alimentos germanos. Según el citado estudio, publicado en 2018, por cada euro que un consumidor gasta en alimentos en Alemania, 21 céntimos van a parar al productor. En 1998, el productor recibía 25 céntimos por cada euro consumido en el supermercado.
En esta situación tiene mucho que ver con que Lidl, Aldi, Rewe y Edeka representen un 85% del mercado teutón de la distribución, según datos de la autoridad federal de competencia. Si esto no fuera un problema, Merkel no se habría reunido el lunes con los representantes de los grandes distribuidores. Sin embargo, de la reunión no surgieron grandes ideas ni grandes soluciones.
Servicio de reclamaciones para productores
La ministra de Agricultura, la también cristianodemócrata Julia Klöckner, se esforzaba el lunes en presentar como un avance la próxima creación de un servicio de reclamaciones en el que los productores podrán dar cuenta de sus quejas ante prácticas de dumping en los precios. También está previsto que Klöckner protagonice próximamente visitas a las explotaciones agrícolas germanas para acercarse a las preocupaciones del sector. Pero hay quien ve con ojos críticos esas iniciativa, especialmente desde el ecologismo.
Un ejemplo es Martin Hoffstätter, responsable de temas para la agricultura de Greenpeace Alemania. Él dice a eldiario.es que, aunque "Merkel invite a los agricultores a que le cuenten sus problemas y Klöckner responsabilice a la gran distribución de estos problemas porque esas empresas presionan mucho en materia de precios, eso no tiene ningún efecto sobre la situación del sector primario". "Lo que han hecho Merkel y la ministra hasta ahora son llamamientos que dan cuenta de que quieren dirigirse a los agricultores, pero en Alemania falta una idea de dónde debe estar el sector primario en 20 ó 30 años", añade Hoffstätter.
A su entender, Merkel y compañía han entendido el potencial de las movilizaciones de los agricultores y ganaderos viendo las manifestaciones ocurridas en Francia. "Merkel ha visto que, en Francia, las protestas de la gente del campo se han traducido en movilizaciones de 'chalecos amarillos', y ese escenario quería evitarse aquí, pero para evitarlo de verdad hace falta una política de verdad y tener una visión sobre el sector", apunta Hoffstätter.
La ministra de Agricultura, la también cristianodemócrata Julia Klöckner, se esforzaba el lunes en presentar como un avance la próxima creación de un servicio de reclamaciones en el que los productores podrán dar cuenta de sus quejas ante prácticas de dumping en los precios. También está previsto que Klöckner protagonice próximamente visitas a las explotaciones agrícolas germanas para acercarse a las preocupaciones del sector. Pero hay quien ve con ojos críticos esas iniciativa, especialmente desde el ecologismo.
Un ejemplo es Martin Hoffstätter, responsable de temas para la agricultura de Greenpeace Alemania. Él dice a eldiario.es que, aunque "Merkel invite a los agricultores a que le cuenten sus problemas y Klöckner responsabilice a la gran distribución de estos problemas porque esas empresas presionan mucho en materia de precios, eso no tiene ningún efecto sobre la situación del sector primario". "Lo que han hecho Merkel y la ministra hasta ahora son llamamientos que dan cuenta de que quieren dirigirse a los agricultores, pero en Alemania falta una idea de dónde debe estar el sector primario en 20 ó 30 años", añade Hoffstätter.
A su entender, Merkel y compañía han entendido el potencial de las movilizaciones de los agricultores y ganaderos viendo las manifestaciones ocurridas en Francia. "Merkel ha visto que, en Francia, las protestas de la gente del campo se han traducido en movilizaciones de 'chalecos amarillos', y ese escenario quería evitarse aquí, pero para evitarlo de verdad hace falta una política de verdad y tener una visión sobre el sector", apunta Hoffstätter.
Una Ley Macron ineficaz
En Francia se aprobó a finales de 2018 a iniciativa del presidente francés Emmanuel Macron una ley que tenía como intención equilibrar las relaciones entre productores de alimentos y distribuidores. Concretamente, esa ley buscaba, por un lado, frenar la venta de productos agrícolas en la gran distribución a precios muy inferiores (más del 10%) a los de producción y, por otro lado, se pretendía reequilibrar la negociación comercial entre grandes distribuidores y productores.
Sin embargo, esa "Ley Macron" - como se conoce en Francia - no parece haber resuelto los problemas del campo francés. "Hay productos que los productores franceses aún venden perdiendo dinero. Por ejemplo, la leche", dicen a eldiario.es desde Francia fuentes del sindicato agrícola Confédération paysanne. En esta organización denuncian incluso que las medidas han acabado significando un aumento del precio de venta a los consumidores sin que haya una repercusión positiva para los productores.
De ahí que algo más de 1.000 tractores bloquearan París el pasado mes de noviembre. El diario progresista galo L'Humanité ha titulado de forma contundente sobre los efectos de esa iniciativa del presidente francés: "La Ley Macron no ha terminado con el chantaje de los distribuidores". Y de ahí también que organizaciones como la Confédération paysanne se definan "en lucha".
En Alemania, Merkel todavía no tiene su 'ley'. Sus problemas con el campo están lejos de haber terminado.
En Francia se aprobó a finales de 2018 a iniciativa del presidente francés Emmanuel Macron una ley que tenía como intención equilibrar las relaciones entre productores de alimentos y distribuidores. Concretamente, esa ley buscaba, por un lado, frenar la venta de productos agrícolas en la gran distribución a precios muy inferiores (más del 10%) a los de producción y, por otro lado, se pretendía reequilibrar la negociación comercial entre grandes distribuidores y productores.
Sin embargo, esa "Ley Macron" - como se conoce en Francia - no parece haber resuelto los problemas del campo francés. "Hay productos que los productores franceses aún venden perdiendo dinero. Por ejemplo, la leche", dicen a eldiario.es desde Francia fuentes del sindicato agrícola Confédération paysanne. En esta organización denuncian incluso que las medidas han acabado significando un aumento del precio de venta a los consumidores sin que haya una repercusión positiva para los productores.
De ahí que algo más de 1.000 tractores bloquearan París el pasado mes de noviembre. El diario progresista galo L'Humanité ha titulado de forma contundente sobre los efectos de esa iniciativa del presidente francés: "La Ley Macron no ha terminado con el chantaje de los distribuidores". Y de ahí también que organizaciones como la Confédération paysanne se definan "en lucha".
En Alemania, Merkel todavía no tiene su 'ley'. Sus problemas con el campo están lejos de haber terminado.