22 oct 2021

MAREA ROJA EN ASCENSO


La reunificación de Taiwán con China, posible escenario de un conflicto entre potencias

Oswaldo Espinoza

21/10/2021







La confrontación total entre un bloque proestadounidense y un bloque prochino, desencadenado por el conflicto por el control de Taiwán, implicaría un escenario apocalíptico.


El centro de atención mundial se mueve con miradas de preocupación hacia Taiwán como posible escenario de conflicto, que inicialmente sería entre los dos lados del estrecho que reclaman el nombre de China, es decir, entre la República Popular China continental y la república de China con sede en la isla de Formosa, la cual es considerada como una provincia renegada con intenciones secesionistas e independentistas, simplemente inaceptables para el gigante asiático, que asume a la isla como parte inalienable de una sola China; no obstante, la preocupación global no se basa en un conflicto regional que plantea como una solución (cada vez más probable), la invasión, ocupación y reunificación de Taiwán por la vía militar, no, de hecho la alerta generalizada se enciende ante la posibilidad de un escenario de guerra que involucre a múltiples y poderosos actores de la geopolítica global, convirtiendo un conflicto regional en una hipotética III guerra mundial.

En primer lugar hay que entender que la isla de Formosa, que se había perdido en manos de Japón hasta el final de la II guerra mundial, se convirtió en el último refugio de Chiang Kai-shek, el partido nacionalista del Koumintang y más de un millón de sus seguidores, luego de ser derrotados en la guerra civil por Mao Zedong y el Partido Comunista Chino en 1949; con el apoyo occidental y el reconocimiento de la ONU hasta 1971, cuando el máximo organismo multilateral reconoce a la República Popular China, y a Taiwán como parte inalienable de China, y le restituye su lugar permanente en el consejo de seguridad de las naciones unidas, un reconocimiento que se mantiene firme y es seguido por una inmensa mayoría de países, incluyendo a los Estados Unidos que reconoció a la RPC en 1979 luego de acuerdos para contener a la URSS en el marco de la guerra fría, desde entonces, USA ha seguido lo que conoce como ambigüedad estratégica con China, lo cual quiere decir, que mantiene su reconocimiento diplomático a la RPC, al tiempo que apoya comercial y militarmente a Taiwán, alentando sus propósitos secesionistas.

La importancia de reunificar Taiwán para la gran China, tiene un alcance considerable en todas las esferas geopolíticas vitales para el gigante asiático, tanto en el político, histórico, económico y militar; la posición estratégica de la isla frente a las costas continentales chinas, y sus posición política actual alineada con los intereses del occidente colectivo, contribuyen decisivamente a mantener a China prácticamente encerrada dentro de la conocida primera cadena de islas del pacifico, que van desde los archipiélagos mayores del sudeste asiático hasta Japón, limitando seriamente la proyección oceánica del gigante; recuperar Taiwán equivale a retirar un tapón en ese cerco de contención, dándole un acceso directo a la gran océano, en primer lugar a su flota comercial, en segundo a su enorme y creciente flota armada y submarina, sin depender tanto de permisos de tránsito por estrechos y aguas territoriales de otros estados, haciendo a China, un tanto menos vulnerable a las políticas de contención y bloqueo.

La República Popular China nunca ha renunciado a la reintegración de la isla por cualquier vía, incluyendo la militar, el problema para la RPC con la implementación de esta vía siempre fue históricamente de capacidades, por cuanto para una potencia inminente terrestre como la China de hasta hace unas tres décadas el estrecho de mar que la separa de la isla renegada constituía un obstáculo extraordinario, situación perfectamente aprovechada, no solo por Taiwán, sino también por sus aliados, sobre todo por EEUU que no dudo en demostrar poder y musculo naval en cada una de las crisis del estrecho; ahora bien, esas limitaciones pertenecen al pasado y ahora China ha desarrollado, en forma impresionante, sus capacidades defensivas y ofensivas, ya no solo en tierra, sino también en el aire, el espacio y sobre todo navales, incluyendo las capacidades de guerra anfibia, imprescindibles para una operación como la planteada en Taiwán, último aspecto este que se completará con la puesta en servicio de los LHD (portahelicópteros) tipo 075 y su equipamiento, aún sin confirmar oficialmente, con helicópteros de ataque pesado Ka-52K Katrán de fabricación rusa los cuales están especialmente configurados para la guerra naval y no tienen equivalente real en el complejo industrial militar chino; las incursiones concurrentes de la aviación de la PPC en números que varían entre días de unos cuantos cazas a más de 50 aviones entre cazas, bombarderos, antisubmarinos, e inteligencia, incluyendo los modernos J-16D de ataque electrónico, son a la vez, una demostración de fuerza con un mensaje claro a la isla de que las capacidades actuales son suficientes para implementar la vía militar, así como una advertencia disuasoria y respuesta a la injerencia de potencias extranjeras, como Estados Unidos y el Reino Unido, con la intención de contrarrestar las incursiones aéreas y navales de estos estados exógenos de la región, asegurando que habrá respuesta firme y que no existe del lado chino temor a la confrontación armada, como puede constatarse en la línea de discurso sobre el tema de Taiwán que manejan tanto el presidente Xi Jiping, su canciller y ministro de defensa, así como las autoridades del PCCH.

Haciendo una conclusión preliminar podría decirse que el asunto no es si China reunificará a Taiwán, aún por la vía militar de ser necesario, o no, sino cuando, y sobre este asunto ya hay predicciones de los propios protagonistas; así por ejemplo para el ministro de defensa de la isla Chiu Kuo-cheng, China estará en plena capacidad de atacar Taiwán para 2025, es decir en apenas 4 años a partir de ahora; por su parte el almirante de la Armada estadounidense Philip Davidson considera que el plazo es de 6 años, y ese es el tiempo aproximado que se requiere para que estén plenamente en servicio los 3 LHD tipo 075. Obviamente la posibilidad se torna cada día más real y cercana, lo que hace que la presidenta de la isla Tsai Ing-wen lance voces de alerta a todo occidente advirtiendo que no defender Taiwán traería consecuencias catastróficas a el actual orden mundial, lo cual nos abre una segunda línea de análisis sobre el involucramiento de aliados y vecinos de Taiwán en una hipotética confrontación con la RPC y sus probables aliados, desencadenando la perspectiva de una inadmisible guerra mundial con consecuencias inasumibles.

En este escenario se plantean posibles alineaciones de bloques de potencias confrontadas en una guerra total, pero en realidad el análisis no es tan simple, aunque si potencialmente peligroso; en primer lugar EEUU mantiene su ambigüedad estratégica con las dos chinas, manteniendo el reconocimiento diplomático de la RPC y apoyando cada vez más descaradamente a Taiwán, promoviendo el reconocimiento diplomático de estados vasallos estadounidenses (aun cuando él mismo no lo hace) y las relaciones comerciales con la isla, pero sobre todo en el plano militar, con la venta de armas de carácter defensivo según lo autoriza su ley de relaciones con Taiwán, aunque evitando e incluso prohibiendo las armas más modernas y sofisticadas como los aviones de 5ta generación F-35 por temor a que caigan en manos chinas después de la reunificación, y más recientemente con la información del The Wall Street Jornal, afirmando que las fuerzas especiales de EEUU han estado entrenando en secreto a los militares de Taiwán para confrontar una invasión China, probablemente a través de operaciones de fuerzas especiales anfibias que realizarían labores de sabotaje del otro lado del estrecho contra barcos e instalaciones de la República Popular China.

Ahora también se escuchan voces en el Congreso de USA para abandonar la ambigüedad estratégica, declarando abiertamente que Estados Unidos intervendría en caso de una invasión de China, implicando el rompimiento automático con la RPC, que considera el problema de Taiwán como un asunto exclusivamente interno, convirtiéndose de facto en una declaración de guerra además de en una catástrofe económica, dada la imbricada y estrecha relación entre la economía de ambas potencias, por lo que esta iniciativa política no debería prosperar; convencidos de su excepcionalismo, los legisladores asumen que bastará con el anuncio oficial de apoyo a Taiwán en un conflicto con China, para que los chinos se asusten a muerte y renuncien para siempre a sus aspiraciones de reunificación. A fin de cuentas a EEUU le conviene mantener la tensión alta en el estrecho y utilizar a Taiwán como una de las puntas de lanza en la política de contención de China, lo cual no significa que el tío Sam este oficial y firmemente comprometido con la defensa de la isla, como lo demuestra la reciente llamada de Biden a Xi para disminuir las tensiones, una llamada que duro horas, y dejó claro que EEUU quiere que Taiwán siga siendo una molestia geopolítica importante para China por el mayor tiempo posible pero sin llegar a comprometerse en un conflicto por la isla; esto es así y Taiwán lo sabe, por eso las declaraciones de la presidenta Tsai, otro tanto puede decirse de Japón que luego de afirmar estar comprometido con la isla, ha declarado que estudiarán la situación para definir sus movimientos.

Sobre la vecindad de China, es necesario apuntar algunos aspectos fundamentales, pues si bien es cierto que la mayoría de los estados del área, especialmente los del mar de China, mantienen importantes diferendos territoriales con la RPC, y se encuentran políticamente alineados con occidente, también están estrechamente vinculados con el gigante asiático en materia económica y comparten con él mecanismos de integración multilateral de primer orden, de los cuales obtienen beneficios para su economía actualmente y con enormes perspectivas de futuro, pero que también los convierten en estados interconectados e interdependientes con la poderosa economía China; mecanismos como el RCEP (Asociación Económica Integral regional), conformado por los 10 estados de la Asociación de estados del Sudeste Asiático ASEAN, más las gigantescas economías de China, Japón y Corea del Sur, además de Australia y Nueva Zelanda; se trata de una asociación que reúne los tres 30, que dan cuenta de su peso en la economía global: 30% de la población mundial, el 30% del comercio y el 30% del PIB mundial; Además ahora China ha solicitado su admisión al CPTPP (Acuerdo Integral y Progresista de Asociación Transpacífico), el antiguo TPP abandonado por Trump, que aun siendo más pequeño que el RCEP, cubre una mayor área, incluyendo a la otra orilla del océano con la participación de México, Perú y Chile. 

Si sumamos a ellos la iniciativa en marcha de la Franja y la Ruta, que además de la integración comercial incluye la construcción y desarrollo de infraestructura, se entenderá que con tal nivel de interdependencia y las perspectivas futuras con China, resulta poco probable que los miembros de la ASEAN y los demás estados de la región, por más diferencias políticas, rencores históricos, y por más preocupados que estén por el poder del gigante asiático, se arriesguen a participar en una guerra total contra una súper potencia que tienen justo al lado, cuando el inquisidor del conflicto no termina de comprometerse y en todo caso se encuentra seguro en su hemisferio, lejos del escenario de batalla, siempre y cuando la guerra se desarrolle en forma convencional (sin el empleo de armas nucleares), las consecuencias en vidas civiles, equipos, infraestructuras, ambientales y económicas; durante el conflicto y después del mismo las sufrirían los estados de la región, que independientemente del lado en que luchen y del resultado final terminarían debilitados como región, favoreciendo la prolongación de la hegemonía occidental, aun si resultara derrotado el bloque de Estados Unidos.

Es precisamente Estados Unidos quien está creando el escenario del conflicto, contando con que sean sus aliados, vasallos y estados de la región los que hagan los mayores sacrificios; para ello crea el Quad (EEUU, Japón, India y Australia) y AUKUS (Australia, Reino Unido y Estados Unidos) como mecanismos militares dirigidos contra China, al tiempo que trata de forzar a más estados de la región, aun contra sus intereses económicos nacionales, a elegir un lado, o mejor dicho su lado, y comprometerse a alinearse contra China, por lo que espera que Corea del Sur ceda a sus pretensiones y se una al QUAD, a sabiendas que la India mantiene su principio de equilibrio estratégico y difícilmente se comportará como los estados vasallos de la OTAN; de hecho así como India forma parte del QUAD con EEUU, también integra la OCS (Organización de Cooperación de Changai) junto con Rusia, Pakistán, Irán y la propia China, entre otros estados de Asia central con los que viene de realizar ejercicios de defensa antiterrorista recientemente. Todos estos mecanismos militares de países de la región o exógenos alineados con EEUU para contener a China, no significan, automáticamente, un frente común dispuesto a entrar en una guerra total contra China, y sus potenciales aliados, por defender a Taiwan.

Si bien la jugada de EEUU parece estar claramente expuesta y su alineación de fuerzas anti chinas, están aparentemente definidas, del otro lado está una China cada vez más fuerte y dispuesta, que sabe que aún tiene vulnerabilidades, pero que no está ansiosa por buscar o crear alianzas militares desesperadas, en cambio extiende una red de relaciones comerciales, diplomáticas, políticas y militares por toda la región, asegurando siempre que la relación sea beneficiosa para todas las partes, y evitando una relación de vasallaje o sumisión hegemónica. Ahora bien de lo que si estamos hablando en el caso de China es de relaciones estrechas de cooperación en materia de defensa, que sin llegar a ser alianzas militares formales, si representan compromisos de complementariedad en el terreno político y militar; entre estas relaciones, la más importante es con Rusia, que si bien, como han declarado Putin y Xi, por ahora no es necesario entablar una alianza militar formal, si representa el compromiso de complementar algunas de las debilidades mutuas; hasta ahora esa complementariedad se ha traducido en ejercicios militares conjuntos con un alto nivel de interoperabilidad de sus fuerzas y tecnologías, tanto en territorio chino como en tierras rusas, además Rusia ha compartido con los Chinos tecnologías y recursos para reforzar su capacidad de vigilancia, alerta temprana y defensa antimisiles, área en la que Rusia está por delante de los asiáticos y resulta muy necesaria para la RPC; no sabemos hasta qué punto real ha llegado esta política complementaria en defensa actualmente, pero en opinión de este autor, pronto podrán verse una mayor integración en tecnologías aéreo espaciales, navales y de inteligencia y guerra electrónica, con China contribuyendo de alguna forma con su poderosa industria de construcción naval a fortalecer la debilitada flota de superficie de Rusia, y a los rusos apoyando a China en sus capacidades submarinas, sobre todo ahora que el marco de AUKUS, los EEUU transmitirán la tecnología de submarinos nucleares a Australia, representando una grave amenaza para una China cuya flota y tecnologías en materia de submarinos nucleares se encuentra por detrás de la estadounidense y rusa; es posible que veamos desarrollos conjuntos de investigación y desarrollo de equipos militares, como ya ocurre con proyectos civiles (incluyendo los de aviones de pasajeros); solo tome en cuenta que la impresionante industria naval china aun no domina el desarrollo de reactores nucleares de aplicación naval al nivel de Rusia, y su poderosa industria aeroespacial aún tiene problemas con el desarrollo de motores más confiables y poderosos para aviones y helicópteros, por otro lado Rusia aún no ha recuperado las capacidades de producción naval de la URSS, la flota sigue viviendo de una herencia soviética que se agota, y la industria avanza lentamente en la reconstrucción, es aquí donde el apoyo de la inmensa industria naval china podría solucionar los problemas de producción hasta que la capacidad de la industria nacional rusa se recupere. Es este escenario de complementariedad de debilidades y fortalezas reciprocas lo que aterra a EEUU y sus aliados, pero es precisamente el cerco y acoso planteado por USA y sus aliados lo que hace que los lazos Ruso-Chinos se estrechen cada vez más, aun si no llegara a una alianza formal (en la que ninguno de los dos estados aceptaría algún tipo de sumisión como en el modelo de la OTAN), un fortalecimiento mutuo entre estos gigantes simplemente aterra al occidente colectivo; demás está decir que si hay algo que Estados Unidos quiere evitar es una guerra contra Rusia y China a la vez, porque según sus propios cálculos, es una pelea que no podrán ganar, sin importar quien se ponga de su lado.

Otros actores con los que china mantiene estrechas relaciones de defensa son Corea del Norte y Pakistán; el estado ermitaño y el pakistaní se encuentran en zonas de seguridad vitales, haciendo de colchón defensivo contra amenazas poderosas como Japón, Corea del Sur y la India; el poder militar de ambos aliados hipotéticos, siendo relativamente inferior al de sus adversarios potenciales, sigue siendo suficiente para preocuparlos, además no hay que olvidar que ambos estados son potencias nucleares y misilisticas. En todo caso aun siendo estos aliados potenciales de China en materia defensiva, es poco probable que sean involucrados por los chinos en un conflicto por Taiwán, que se considera un asunto exclusivamente interno, y su participación del lado chino en caso de una conflagración que escale a toda la región tampoco está garantizada, a menos que los aliados de Estados Unidos (India y Corea del Sur por ejemplo) los ataquen en forma preventiva, obligando a su ingreso pleno en la confrontación.

En Conclusión, podemos decir que el peor de los escenarios que resultaría en una apocalíptica confrontación total entre un bloque proestadounidense, encabezado por EEUU, Reino Unido, Australia, Japón, Corea del Sur, India, agrupados en QUAD y AUKUS, además de algunos estados de la ASEAN como Vietnam, y europeos del bloque de la OTAN, y un bloque prochino, bajo el liderazgo de China conformado por Rusia, Corea del Norte, Pakistán, Irán, además de estados de Asia central de la OTSC y el sudeste asiático, también miembros de la ASEAN, resulta honestamente poco probable, y menos aún que el detonante de esta hipotética tercera guerra mundial sería una operación militar china para la reunificación de Taiwán por la vía militar, hecho que ocurrirá inevitablemente en esta década según todos los expertos. Para Estados Unidos Taiwán sirve como mecanismo de contención para retrasar el ascenso chino lo más que pueda, pero cuando China proceda con la reunificación, habrá, protestas, quejas, notas diplomáticas, discursos en la ONU, retiro de embajadores y sanciones, muchas sanciones, pero al final China habrá roto el cerco de la primera cadena de isla y continuará su ascenso, EEUU lo sabe pero tratará de retardar este curso con su política de máxima presión, contención, disuasión, el peligro aquí reside en un error de cálculo, en un exceso inaceptable en esas políticas y estrategias que crucen las líneas rojas y que puedan convertir un conflicto local por la reunificación de una provincia renegada con la gran China, en una escalada que nos lleve al peor de los escenarios, con consecuencias lamentables para toda la humanidad.

https://www.alainet.org/es/articulo/214159