Por Rosa Miriam Elizalde
En 09/03/2023
En 09/03/2023
Meta ha vuelto a hacer de las suyas. Desactivó 363 cuentas de Facebook de usuarios cubanos, además de 270 páginas y 229 grupos, así como 72 de Instagram. La operación abarcó otras redes sociales como YouTube, TikTok y Twitter, e incluyó cientos de páginas de ciudadanos de Bolivia. Como suele ocurrir, golpeó a dos gobiernos de izquierda sin aportar ninguna prueba de violación de las políticas de comunidad de las plataformas.
¿Qué hay de nuevo en esta razia? Poco, en realidad. No es la primera vez que ocurre. La transnacional de Mark Zuckerberg está bajo los dictados de figuras del gobierno estadunidense, en particular de grupos asociados a la banda cubanoestadunidense de Florida. El director de asuntos públicos de Facebook, Álex Burgos, trabajó antes para el senador Marco Rubio y fue su jefe de campaña en 2016. Poner a Burgos a velar por la transparencia y la libertad de expresión en la selva de Facebook es como pedirle a la zorra que cuide de las gallinas, y otro signo de decadencia de la empresa.
El ataque contra países que no son del agrado de Washington expresa en su versión más prosaica la metástasis que corroe a Meta. No es un signo de fuerza, sino de extrema debilidad de la plataforma. El anuncio de las cuentas bloqueadas de Cuba y Bolivia intenta desviar la atención de la nueva ronda de despidos en la empresa, que probablemente afectará entre 5 por ciento y 10 por ciento de sus empleados. Una sangría que no es nueva. Los recortes ya ocurrieron dentro de Facebook en noviembre, cuando Meta promulgó su primer despido masivo, deshaciéndose de 11 mil trabajadores.
Frances Haugen, ex jefa de producto en el equipo de integridad cívica de Facebook, recomendaba la semana pasada a potenciales inversionistas del sector de las telecomunicaciones que se alejaran lo más posible de Meta. Desde hace dos años, ella ha venido denunciado a la empresa por ser, además de un peligro financiero, un problema social que amenaza la salud mental y la vida cívica de los ciudadanos en todo el mundo.
En 2021, Haugen entregó miles de documentos internos de Facebook al Congreso para respaldar este punto de vista ante paneles de legisladores atónitos.
¿Qué hay de nuevo en esta razia? Poco, en realidad. No es la primera vez que ocurre. La transnacional de Mark Zuckerberg está bajo los dictados de figuras del gobierno estadunidense, en particular de grupos asociados a la banda cubanoestadunidense de Florida. El director de asuntos públicos de Facebook, Álex Burgos, trabajó antes para el senador Marco Rubio y fue su jefe de campaña en 2016. Poner a Burgos a velar por la transparencia y la libertad de expresión en la selva de Facebook es como pedirle a la zorra que cuide de las gallinas, y otro signo de decadencia de la empresa.
El ataque contra países que no son del agrado de Washington expresa en su versión más prosaica la metástasis que corroe a Meta. No es un signo de fuerza, sino de extrema debilidad de la plataforma. El anuncio de las cuentas bloqueadas de Cuba y Bolivia intenta desviar la atención de la nueva ronda de despidos en la empresa, que probablemente afectará entre 5 por ciento y 10 por ciento de sus empleados. Una sangría que no es nueva. Los recortes ya ocurrieron dentro de Facebook en noviembre, cuando Meta promulgó su primer despido masivo, deshaciéndose de 11 mil trabajadores.
Frances Haugen, ex jefa de producto en el equipo de integridad cívica de Facebook, recomendaba la semana pasada a potenciales inversionistas del sector de las telecomunicaciones que se alejaran lo más posible de Meta. Desde hace dos años, ella ha venido denunciado a la empresa por ser, además de un peligro financiero, un problema social que amenaza la salud mental y la vida cívica de los ciudadanos en todo el mundo.
En 2021, Haugen entregó miles de documentos internos de Facebook al Congreso para respaldar este punto de vista ante paneles de legisladores atónitos.
Los correos internos de la plataforma que ella mostró prueban cómo la cúpula de Facebook sabía que la consultora Cambridge Analytica robaba los datos de usuarios desprevenidos para manipular al electorado en favor del Brexit, en Reino Unido, y de Donald Trump, en Estados Unidos.
Hace apenas dos meses Meta acordó pagar 725 millones de dólares para resolver una acción legal por violación de datos vinculada a Cambridge Analytica, y es ésta la mayor compensación monetaria que se ha logrado en una demanda colectiva por violación de la privacidad, según los abogados involucrados en el caso.
Los correos de Frances Haugen prueban que Mark Zuckerberg está perfectamente enterado de que sus algoritmos premian los contenidos más tóxicos, favorecen el discurso de odio y amplifican las campañas de desinformación, de limpieza étnica y de fraude electoral. También, que tiene las herramientas para evitarlo y ha decidido no usarlas para mantener a buen ritmo sus colosales ganancias.
Sin embargo, la suerte ya no acompaña a Zuckerberg. En 2022 el crecimiento de Meta se desaceleró significativamente, con la plataforma social agregando un poco menos de 50 millones de usuarios activos. Para un hombre que dijo a la revista Time en 2014 que su objetivo era conectar a todos los humanos del planeta, esta caída es significativa y preocupa a sus accionistas e inversores. La compañía hoy está valorada en su nivel más bajo desde 2017 y ha tenido pérdidas por cerca de 700 mil millones de dólares en el último año.
Por si fuera poco, el Metaverso de Zuckerberg es un proyecto nebuloso y una apuesta extraña que ha perdido interés. Pese a las apuradas promesas de inversiones de miles de millones de dólares, la contratación de ejércitos de desarrolladores para crear el futuro de Internet y el marketing que intentaba generar la profecía autocumplida de una Internet inmersiva, el Metaverso se ha ido a pique, los despidos están a la orden del día y toda la compañía parece estar al borde del naufragio, dando manotazos de ahogado contra Cuba y Bolivia. Meta en plena metástasis.
* Periodista y escritora cubana. Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana” y “Chávez Nuestro”, entre otros
Los correos de Frances Haugen prueban que Mark Zuckerberg está perfectamente enterado de que sus algoritmos premian los contenidos más tóxicos, favorecen el discurso de odio y amplifican las campañas de desinformación, de limpieza étnica y de fraude electoral. También, que tiene las herramientas para evitarlo y ha decidido no usarlas para mantener a buen ritmo sus colosales ganancias.
Sin embargo, la suerte ya no acompaña a Zuckerberg. En 2022 el crecimiento de Meta se desaceleró significativamente, con la plataforma social agregando un poco menos de 50 millones de usuarios activos. Para un hombre que dijo a la revista Time en 2014 que su objetivo era conectar a todos los humanos del planeta, esta caída es significativa y preocupa a sus accionistas e inversores. La compañía hoy está valorada en su nivel más bajo desde 2017 y ha tenido pérdidas por cerca de 700 mil millones de dólares en el último año.
Por si fuera poco, el Metaverso de Zuckerberg es un proyecto nebuloso y una apuesta extraña que ha perdido interés. Pese a las apuradas promesas de inversiones de miles de millones de dólares, la contratación de ejércitos de desarrolladores para crear el futuro de Internet y el marketing que intentaba generar la profecía autocumplida de una Internet inmersiva, el Metaverso se ha ido a pique, los despidos están a la orden del día y toda la compañía parece estar al borde del naufragio, dando manotazos de ahogado contra Cuba y Bolivia. Meta en plena metástasis.
* Periodista y escritora cubana. Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana” y “Chávez Nuestro”, entre otros