Perú: Si el país los repudia, ¿por qué siguen allí?
Por Nilo Meza M.
En 27/03/2023
En 27/03/2023
En la ciudad de Juliaca, región Puno, los manifestantes exigieron justicia para los fallecidos el 9 de enero en medio de las protestas sociales en contra del gobierno de Dina Boluarte.
La impunidad (70 muertos sin investigación), ilegitimidad (sin respaldo ciudadano) y dictadura (control ciudadano a sangre y fuego) se afirman en el poder político que usurpa la derecha sin haber ganado las elecciones.
Según las encuestadoras IPSOS, IEP y CPI(1), en promedio, más del 74% de la ciudadanía desaprueba la gestión del Ejecutivo liderada por Dina Boluarte. El 91% repudia al Congreso de la República. Mientras que, contra lo que afirman estos “poderes”, el 57% de la población quiere una Asamblea Constituyente y el 82% quiere adelanto de elecciones en 2023. Los datos tienen un margen de error del 2.8% y un grado de confiabilidad que alcanza casi el 96%.
Las multitudinarias marchas en el campo y la ciudad, decenas de vías de comunicación interrumpidas, abucheos y expulsiones de ministros de los locales (preparados como fortines de defensa “contra la turba”) donde discursean con “soluciones” a la crisis, etc., dan fe de las cifras de las encuestadoras. El gobierno no repara que el torpe populismo puesto en marcha con dádivas, regalos y bonos monetarios terminan enardeciendo más a los ciudadanos que se siente insultados en su dignidad, mientras la “amenaza de rebelión” madura con ritmos y velocidades propios.
Y, sin embargo, el Ejecutivo y Legislativo siguen allí sin inmutarse ante el rechazo ciudadano, disponiendo y legislando como si en el Perú no estuviera pasando nada. La burocracia dirigida por Dina Boluarte, en cínica coordinación con el Congreso dirigido por un ex militar acusado de violación de derechos humanos, decidieron ignorar la situación encargándole al Ejército y la Policía “el orden y la seguridad” a sangre y fuego, mientras ellos se dedican a justificar por todos los medios su objetivo de quedarse hasta el 2026.
Son más de 100 días de protesta popular, con visos de rebelión en Puno y Cusco. No hay señales de que la convulsión social amaine. En todas partes exigen la renuncia de Dina Boluarte y el cierre del Congreso, adelanto de elecciones y Asamblea Constituyente. Todos los analistas, incluso oficialistas, coinciden en señalar que las dimensiones y alcances de la movilización superan la de “la marcha de los cuatro suyos” que expulsó a Alberto Fujimori y, largamente, la que destituyó a Manuel Merino.
Entonces, ¿Por qué la protesta popular de los 100 días no ha tenido la eficacia que tuvo en los casos mencionados? Aquí, algunas respuestas.
1.- “Salvo el poder todo es ilusión”. La derecha política y empresarial es consciente del significado de la frase. Por eso han logrado apoderarse del Poder Político, Poder Judicial, Tribunal Constitucional y el Poder Militar, lo que garantiza una dictadura cívico-militar con poderes suficientes para neutralizar el movimiento de masas, no importa si para ello haya sido necesario cegar la vida de 70 peruanos. Además, ese edificio político-judicial-militar, tiene el respaldo explícito de EEUU.
2.- Lo mismo, pero en sentido contrario, la frase “salvo el poder todo es ilusión” cobra plena vigencia cuando vemos la amenaza de derrota del movimiento popular cuando no se tiene Poder Político ni Económico. un movimiento popular, huérfano de ese poder, no asegura victorias. Si, además, el movimiento no tiene una estructura orgánica que le permita nuclear sus más diversas expresiones, entonces la derrota cobra inminencia. Si, para colmo, el movimiento no tiene una dirección política firme, entonces la amenaza de derrota cobra ribetes de realidad.
3.- La ANP y la CONULP intentan, a su manera, procesar el significado de aquella frase mirándose uno al otro. Por su desempeño, parece que no lo entienden y de allí su vanidad y soberbia que los lleva por rumbos separados. Ni uno ni el otro terminan por comprender que no es suficiente para “tumbarse el poder de Dina y Otárola” la voluntad de “salir a las calles”, de “tomar las carreteras”, etc.
Tampoco es suficiente la valentía de hombres y mujeres que, heroicamente, “pusieron el pecho” ante la represión criminal. Está demostrado que no es suficiente el “movimiento por el movimiento” cuando la lucha está planteada en términos políticos y se pone en cuestión el Poder.
4.- El sindicalismo y el gremialismo, auspiciado por la CGTP y cobijado en la ANP, no logra superar su fragmentación y anomia a las que los ha llevado el neoliberalismo. Por otro lado, el frentismo y el regionalismo, activando el mecanismo de la “auto convocatoria” dieron vida a la CONULP.
Ambas centrales se hicieron cargo, de facto, de la “conducción” de la protesta popular reclamando para sí “derechos y razones” no solo para liderar las luchas en curso sino para rechazar de plano la “presencia de partidos políticos”, salvo del PCP que sigue controlando la debilitada CGTP. Lo concreto es que la actuación de estas dos “cabezas”, en lugar de fortalecer la unidad del movimiento popular, terminó debilitándolo y los demonios de la división rondaron otra vez los fueros populares. La derecha aplaudía y, cínicamente, alentaba la “democratización” del movimiento popular.
5.- Los partidos políticos que se reclaman de izquierda, no aprendieron las lecciones de 30 años de lucha popular. En las elecciones del 2021, Perú Libre y Pedro Castillo a la cabeza, creyeron burdamente que habían “conquistado el Poder”. Muy pronto se dieron cuenta, tras la fulminante “borrachera del poder”, que llegar al gobierno no les daba control del Poder que, entre otros, requería de organización y liderazgo político de las que carecían los “ganadores”.
El Poder seguía en manos de la derecha política y empresarial. El apoyo popular que Castillo y Perú Libre tuvieron fue dilapidado de la peor manera. La izquierda, salvo Juntos por el Perú y Nuevo Perú, aupados al oficialismo, tomó distancia del gobierno de Castillo donde eran cada vez más evidentes los procesos de corrupción que se sumaban a la mediocridad de su desempeño. La catástrofe política del gobierno de “izquierda” que arrastraría a toda la izquierda solo era cuestión de tiempo y, cuando menos se esperaba, llegó con el golpe fallido del 7 de diciembre de 2022.
6.- El rol de la prensa ha sido fundamental en la estrategia de la derecha para sostener a Dina Boluarte. Convirtiendo verdades en mentiras, o tergiversándolas en favor de la dictadura cívico-militar, la prensa concentrada logró instalar una sensación de desconcierto y desazón en las masas poniendo en duda los objetivos de su lucha y, de manera simultánea, amplificando las “bondades” del “imperio de la ley”.
Relativizó las masacres que cobraron casi 70 vidas. La prensa alternativa, en una lucha desigual, no tuvo la fuerza suficiente para contrarrestar ese gigantesco aparato publicitario que, si el más mínimo pudor, se puso al servicio de la dictadura.
Notas
(1) IPSOS (Investigación de mercados y opinión), IEP (Instituto de Estudios Peruanos), CPI (Compañía Peruana de Estudios de Mercado y Opinión)
*Economista peruano, conferencista y consultor en Relaciones Internacionales e Integración de Fronteras
Otra Mirada
La impunidad (70 muertos sin investigación), ilegitimidad (sin respaldo ciudadano) y dictadura (control ciudadano a sangre y fuego) se afirman en el poder político que usurpa la derecha sin haber ganado las elecciones.
Según las encuestadoras IPSOS, IEP y CPI(1), en promedio, más del 74% de la ciudadanía desaprueba la gestión del Ejecutivo liderada por Dina Boluarte. El 91% repudia al Congreso de la República. Mientras que, contra lo que afirman estos “poderes”, el 57% de la población quiere una Asamblea Constituyente y el 82% quiere adelanto de elecciones en 2023. Los datos tienen un margen de error del 2.8% y un grado de confiabilidad que alcanza casi el 96%.
Las multitudinarias marchas en el campo y la ciudad, decenas de vías de comunicación interrumpidas, abucheos y expulsiones de ministros de los locales (preparados como fortines de defensa “contra la turba”) donde discursean con “soluciones” a la crisis, etc., dan fe de las cifras de las encuestadoras. El gobierno no repara que el torpe populismo puesto en marcha con dádivas, regalos y bonos monetarios terminan enardeciendo más a los ciudadanos que se siente insultados en su dignidad, mientras la “amenaza de rebelión” madura con ritmos y velocidades propios.
Y, sin embargo, el Ejecutivo y Legislativo siguen allí sin inmutarse ante el rechazo ciudadano, disponiendo y legislando como si en el Perú no estuviera pasando nada. La burocracia dirigida por Dina Boluarte, en cínica coordinación con el Congreso dirigido por un ex militar acusado de violación de derechos humanos, decidieron ignorar la situación encargándole al Ejército y la Policía “el orden y la seguridad” a sangre y fuego, mientras ellos se dedican a justificar por todos los medios su objetivo de quedarse hasta el 2026.
Son más de 100 días de protesta popular, con visos de rebelión en Puno y Cusco. No hay señales de que la convulsión social amaine. En todas partes exigen la renuncia de Dina Boluarte y el cierre del Congreso, adelanto de elecciones y Asamblea Constituyente. Todos los analistas, incluso oficialistas, coinciden en señalar que las dimensiones y alcances de la movilización superan la de “la marcha de los cuatro suyos” que expulsó a Alberto Fujimori y, largamente, la que destituyó a Manuel Merino.
Entonces, ¿Por qué la protesta popular de los 100 días no ha tenido la eficacia que tuvo en los casos mencionados? Aquí, algunas respuestas.
1.- “Salvo el poder todo es ilusión”. La derecha política y empresarial es consciente del significado de la frase. Por eso han logrado apoderarse del Poder Político, Poder Judicial, Tribunal Constitucional y el Poder Militar, lo que garantiza una dictadura cívico-militar con poderes suficientes para neutralizar el movimiento de masas, no importa si para ello haya sido necesario cegar la vida de 70 peruanos. Además, ese edificio político-judicial-militar, tiene el respaldo explícito de EEUU.
2.- Lo mismo, pero en sentido contrario, la frase “salvo el poder todo es ilusión” cobra plena vigencia cuando vemos la amenaza de derrota del movimiento popular cuando no se tiene Poder Político ni Económico. un movimiento popular, huérfano de ese poder, no asegura victorias. Si, además, el movimiento no tiene una estructura orgánica que le permita nuclear sus más diversas expresiones, entonces la derrota cobra inminencia. Si, para colmo, el movimiento no tiene una dirección política firme, entonces la amenaza de derrota cobra ribetes de realidad.
3.- La ANP y la CONULP intentan, a su manera, procesar el significado de aquella frase mirándose uno al otro. Por su desempeño, parece que no lo entienden y de allí su vanidad y soberbia que los lleva por rumbos separados. Ni uno ni el otro terminan por comprender que no es suficiente para “tumbarse el poder de Dina y Otárola” la voluntad de “salir a las calles”, de “tomar las carreteras”, etc.
Tampoco es suficiente la valentía de hombres y mujeres que, heroicamente, “pusieron el pecho” ante la represión criminal. Está demostrado que no es suficiente el “movimiento por el movimiento” cuando la lucha está planteada en términos políticos y se pone en cuestión el Poder.
4.- El sindicalismo y el gremialismo, auspiciado por la CGTP y cobijado en la ANP, no logra superar su fragmentación y anomia a las que los ha llevado el neoliberalismo. Por otro lado, el frentismo y el regionalismo, activando el mecanismo de la “auto convocatoria” dieron vida a la CONULP.
Ambas centrales se hicieron cargo, de facto, de la “conducción” de la protesta popular reclamando para sí “derechos y razones” no solo para liderar las luchas en curso sino para rechazar de plano la “presencia de partidos políticos”, salvo del PCP que sigue controlando la debilitada CGTP. Lo concreto es que la actuación de estas dos “cabezas”, en lugar de fortalecer la unidad del movimiento popular, terminó debilitándolo y los demonios de la división rondaron otra vez los fueros populares. La derecha aplaudía y, cínicamente, alentaba la “democratización” del movimiento popular.
5.- Los partidos políticos que se reclaman de izquierda, no aprendieron las lecciones de 30 años de lucha popular. En las elecciones del 2021, Perú Libre y Pedro Castillo a la cabeza, creyeron burdamente que habían “conquistado el Poder”. Muy pronto se dieron cuenta, tras la fulminante “borrachera del poder”, que llegar al gobierno no les daba control del Poder que, entre otros, requería de organización y liderazgo político de las que carecían los “ganadores”.
El Poder seguía en manos de la derecha política y empresarial. El apoyo popular que Castillo y Perú Libre tuvieron fue dilapidado de la peor manera. La izquierda, salvo Juntos por el Perú y Nuevo Perú, aupados al oficialismo, tomó distancia del gobierno de Castillo donde eran cada vez más evidentes los procesos de corrupción que se sumaban a la mediocridad de su desempeño. La catástrofe política del gobierno de “izquierda” que arrastraría a toda la izquierda solo era cuestión de tiempo y, cuando menos se esperaba, llegó con el golpe fallido del 7 de diciembre de 2022.
6.- El rol de la prensa ha sido fundamental en la estrategia de la derecha para sostener a Dina Boluarte. Convirtiendo verdades en mentiras, o tergiversándolas en favor de la dictadura cívico-militar, la prensa concentrada logró instalar una sensación de desconcierto y desazón en las masas poniendo en duda los objetivos de su lucha y, de manera simultánea, amplificando las “bondades” del “imperio de la ley”.
Relativizó las masacres que cobraron casi 70 vidas. La prensa alternativa, en una lucha desigual, no tuvo la fuerza suficiente para contrarrestar ese gigantesco aparato publicitario que, si el más mínimo pudor, se puso al servicio de la dictadura.
Notas
(1) IPSOS (Investigación de mercados y opinión), IEP (Instituto de Estudios Peruanos), CPI (Compañía Peruana de Estudios de Mercado y Opinión)
*Economista peruano, conferencista y consultor en Relaciones Internacionales e Integración de Fronteras
Otra Mirada