OTHER NEWS (Editorial – Diario Red)
20.11.2024
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El poderoso mensaje de Sheinbaum en la cumbre del G20 en Río de Janeiro, además de por su contenido, es importante por el lugar político y geoestratégico desde donde se enuncia. El G20 es un exclusivo club de países fundado en 1999 como respuesta a varias crisis de ámbito global y que ha ido adquiriendo relevancia a partir de la gran crisis financiera de 2008.
El G20 está formado por 19 países que se cuentan entre los más poderosos y desarrollados del mundo, así como por la Unión Europea y la Unión Africana. Aunque el criterio de membresía es bastante cuestionable -son básicamente los miembros del G20 los que deciden quién es miembro del G20- y esto genera situaciones difícilmente explicables como que España, la decimoquinta economía del mundo, sea un invitado permanente en vez de un miembro de pleno derecho, lo cierto es que en las cumbres del G20 que tienen lugar todos los años los países autoelegidos como miembros del club -y también los invitados- cocinan las decisiones más determinantes para el futuro de la humanidad y del planeta.
Este año, el G20 ha tenido lugar los días 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro bajo la presidencia rotatoria de Brasil, quien ha situado como prioridades de la cumbre la inclusión social y la lucha contra el hambre, la transición energética y el desarrollo sostenible en sus aspectos sociales, económicos y medioambientales, y la reforma de las instituciones de gobernanza global.
Aunque, como es lógico, los medios de comunicación de cada uno de los países que participan suelen poner el foco en la actividad de sus propios jefes de gobierno -y, en España, los informativos han glosado este lunes y martes sobre la participación de Pedro Sánchez en la cumbre-, no conviene que dejemos pasar desde nuestro país el papel que ha jugado este año la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum. En primer lugar, por el contenido de los mensajes que dirigió al resto de los mandatarios.
En Río de Janeiro, Sheinbaum hizo un contundente alegato contra «las absurdas guerras» que «deben detenerse», llamó a «parar la economía de la destrucción que no lleva a ningún lado más que al sufrimiento» y afirmó que la política tiene que servir «para construir la paz y proteger a los desprotegidos, a los que sufren». Es importante destacar que estas palabras fueron pronunciadas delante de países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Alemania, los cuales apoyan de forma decidida el genocidio que está llevando a cabo Israel en la Franja de Gaza o la escalada bélica en Ucrania que puede llevar al planeta a la Tercera Guerra Mundial.
Ante dirigentes abiertamente reaccionarios, como el primer ministro de la India, Narendra Modi, la italiana Giorgia Meloni o el argentino Javier Milei, la presidenta de México no dudó en reafirmar la agenda social y de redistribución de la riqueza que representa la Cuarta Transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador y continuada por ella misma desde que asumiera recientemente el cargo. El planteamiento de que «la libertad está solo en el mercado» es un planteamiento falso, transmitió Claudia Sheinbaum al G20. «¿Cuál libertad? ¿La libertad para morir de hambre? Eso no es libertad, es olvido es deshumanización», afirmó la nueva presidenta de México, al tiempo que señalaba que no todo puede ser mercancía en nuestras sociedades y que los pueblos tienen derechos que están por encima del interés del mercado, como la paz, la alimentación saludable, la educación o la salud. «Desde nuestra perspectiva, es mejor promover la inclusión y la democracia en todos los ámbitos de la vida pública. Eso si es libertad», hizo saber a sus homólogos.
En el ámbito de la gobernanza global, Sheinbaum enfatizó que «vivimos en una era de profundos desafíos en lo que se refiere al medioambiente, la justicia social y la construcción de la paz». Sin embargo, añadió, el orden internacional que la humanidad ha creado «ha perdido su eficacia para ofrecer soluciones a las crisis [...] el sistema multilateral y el respeto al derecho internacional han perdido fuerza y hay falta de respuestas profundas en el accionar de las instituciones internacionales».
Este año, el G20 ha tenido lugar los días 18 y 19 de noviembre en Río de Janeiro bajo la presidencia rotatoria de Brasil, quien ha situado como prioridades de la cumbre la inclusión social y la lucha contra el hambre, la transición energética y el desarrollo sostenible en sus aspectos sociales, económicos y medioambientales, y la reforma de las instituciones de gobernanza global.
Aunque, como es lógico, los medios de comunicación de cada uno de los países que participan suelen poner el foco en la actividad de sus propios jefes de gobierno -y, en España, los informativos han glosado este lunes y martes sobre la participación de Pedro Sánchez en la cumbre-, no conviene que dejemos pasar desde nuestro país el papel que ha jugado este año la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum. En primer lugar, por el contenido de los mensajes que dirigió al resto de los mandatarios.
En Río de Janeiro, Sheinbaum hizo un contundente alegato contra «las absurdas guerras» que «deben detenerse», llamó a «parar la economía de la destrucción que no lleva a ningún lado más que al sufrimiento» y afirmó que la política tiene que servir «para construir la paz y proteger a los desprotegidos, a los que sufren». Es importante destacar que estas palabras fueron pronunciadas delante de países como Estados Unidos, Reino Unido, Canadá o Alemania, los cuales apoyan de forma decidida el genocidio que está llevando a cabo Israel en la Franja de Gaza o la escalada bélica en Ucrania que puede llevar al planeta a la Tercera Guerra Mundial.
Ante dirigentes abiertamente reaccionarios, como el primer ministro de la India, Narendra Modi, la italiana Giorgia Meloni o el argentino Javier Milei, la presidenta de México no dudó en reafirmar la agenda social y de redistribución de la riqueza que representa la Cuarta Transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador y continuada por ella misma desde que asumiera recientemente el cargo. El planteamiento de que «la libertad está solo en el mercado» es un planteamiento falso, transmitió Claudia Sheinbaum al G20. «¿Cuál libertad? ¿La libertad para morir de hambre? Eso no es libertad, es olvido es deshumanización», afirmó la nueva presidenta de México, al tiempo que señalaba que no todo puede ser mercancía en nuestras sociedades y que los pueblos tienen derechos que están por encima del interés del mercado, como la paz, la alimentación saludable, la educación o la salud. «Desde nuestra perspectiva, es mejor promover la inclusión y la democracia en todos los ámbitos de la vida pública. Eso si es libertad», hizo saber a sus homólogos.
En el ámbito de la gobernanza global, Sheinbaum enfatizó que «vivimos en una era de profundos desafíos en lo que se refiere al medioambiente, la justicia social y la construcción de la paz». Sin embargo, añadió, el orden internacional que la humanidad ha creado «ha perdido su eficacia para ofrecer soluciones a las crisis [...] el sistema multilateral y el respeto al derecho internacional han perdido fuerza y hay falta de respuestas profundas en el accionar de las instituciones internacionales».
En este sentido, instó al G20 a avanzar hacia una reforma de la gobernanza global más representativa, inclusiva, democrática y responsable y recordó que México, en 2023 y junto a otros países, ya presentó una propuesta de reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para «ampliar el número de asientos a regiones que han estado infrarrepresentadas como África, América Latina y el Caribe, y los pequeños estados insulares». Sheinbaum hace este planteamiento, además, desde la legitimidad que le otorga el formar parte de un movimiento político que ha reformado la Constitución para elegir a todo el Poder Judicial votando en las urnas, para blindar los derechos de las mujeres y una vida libre de violencia, o para reconocer como sujetos de pleno derecho a los pueblos y comunidades indígenas y afromexicanos.
Frente a los tambores de guerra y al asesinato de seres humanos y a la destrucción de países enteros para alimentar la industria militar, la presidenta de México exigió apostar por la paz. Frente al fundamentalismo del libre mercado, justicia social para erradicar la pobreza y reducir la desigualdad. Frente a los clubes opacos, elitistas y antidemocráticos que gobiernan sin normas el destino del mundo, instituciones globales abiertas, inclusivas, transparentes y basadas en el derecho internacional.
Este fue el poderoso mensaje de Claudia Sheinbaum en la cumbre del G20 en Río de Janeiro y, además de por su contenido, es importante por el lugar político y geoestratégico desde donde se enuncia. No solamente lo está diciendo una presidenta que ha ganado contundentemente las elecciones con el 60% de los votos y a más de 30 puntos de su rival, no solamente emite el mensaje la líder de un país que está llevando a cabo una de las transformaciones económicas y sociales más exitosas y más a la izquierda del continente, sino que además está hablando la presidenta de México; el país hispanohablante más grande del mundo, con un área que es cuatro veces la de España, una población que es más del doble y un PIB que supera en un 50% al de nuestro país a pesar de tener una renta per cápita significativamente más baja.
Si algo ha dejado claro la cumbre de Río de Janeiro es que Claudia Sheinbaum está dispuesta no solamente a continuar la Cuarta Transformación en su país sino también a ejercer un poderoso liderazgo internacional desde una de las principales potencias del mundo, y eso es una muy buena noticia.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias