MOSCU (Fyodor Lukyanov*)
29.11.2024
El actual enfrentamiento sobre Ucrania se está convirtiendo cada vez más en una confrontación directa entre Rusia y la OTAN, lo que plantea serias preocupaciones sobre el riesgo de una escalada nuclear.
En esta nueva fase, tanto Moscú como los principales miembros del bloque tienen capacidad nuclear, y la forma en que estas potencias se comunican entre sí se ha vuelto crucial. La cuestión es si se están enviando suficientes señales, si se están marcando adecuadamente las líneas rojas y si se está manteniendo la disuasión.
Durante la Guerra Fría, se fue desarrollando gradualmente un sistema de comunicación que garantizaba no sólo la paridad militar sino también el entendimiento mutuo. Se trataba de una combinación de herramientas de comunicación públicas y privadas, con énfasis en la interacción política discreta y los intercambios departamentales entre los encargados de adoptar decisiones. Si bien este sistema no era perfecto, contribuía a evitar malentendidos y a gestionar las tensiones.
Hoy la situación ha cambiado. La comunicación confidencial, que en su día era un elemento crucial para la disuasión nuclear, ha desaparecido casi por completo. En su lugar, todas las señales se transmiten públicamente, basándose en declaraciones abiertas y filtraciones a los medios de comunicación.
Este cambio dificulta la comprensión correcta de estos mensajes y la falta de confianza no hace más que complicar aún más la situación. En Occidente, las filtraciones y las declaraciones contradictorias crean un panorama turbio. En cambio, Rusia ha optado por ser lo más directa y oficial posible, con el objetivo de evitar la ambigüedad en su posición.
Sin embargo, no se sabe con certeza si este enfoque es eficaz. La disuasión depende de la credibilidad de las amenazas.La parte contraria debe creer que se cumplirán si es necesario. Sin embargo, ahora que este enfoque está en boca de todos, los responsables de las decisiones se enfrentan a desafíos adicionales.
La opinión pública moldea las políticas de maneras que pueden limitar el margen de maniobra. En consecuencia, el riesgo es que los líderes se sientan obligados a actuar en función de sus amenazas, no necesariamente porque quieran hacerlo, sino para demostrar que son creíbles.
La decisión de convertir este conflicto en una cuestión de política pública, en ausencia de una comunicación segura por canales secundarios, ha hecho que la disuasión sea más frágil. En lugar de simplemente señalar sus intenciones, ambas partes enfrentan ahora una mayor presión para actuar. Esta dinámica aumenta el peligro de una escalada accidental, ya que los líderes pueden sentirse obligados a cumplir sus amenazas para mantener la credibilidad.
El desmoronamiento de la diplomacia privada y el aumento de las amenazas públicas han hecho que el equilibrio nuclear sea más precario que nunca. Si continúa la trayectoria actual, el riesgo de escalada no hará más que aumentar y la estabilidad que existió durante la Guerra Fría puede parecer un recuerdo lejano
*Editor en jefe de Rusia en Asuntos Globales, presidente del Presidium del Consejo de Política Exterior y de Defensa y director de investigación del Club de Discusión Internacional Valdai.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias