26 may 2015

El Estado profundo estadounidense


Desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 hemos venido alertando a nuestros lectores sobre la existencia en Estados Unidos de un «Estado profundo», independiente de la Casa Blanca e incluso capaz de imponer su voluntad al ejecutivo. Se trata, a nuestro modo de ver, de una noción indispensable para la comprensión de la política estadounidense. La existencia de este «Estado profundo», oficialmente reconocida por la Casa Blanca, contradice la independencia misma del poder ejecutivo estadounidense. El profesor Peter Dale Scott –quien viene estudiándolo desde hace largos años– ha sacado a la luz la actividad del «Estado profundo» en 4 acontecimientos fundamentales. A ese tema ha dedicado un libro, que acaba de salir a la venta (en francés), y también este artículo donde retoma algunos de los argumentos que expone en ese volumen.
por Peter Dale Scott

RED VOLTAIRE | OTTAWA (CANADÁ) | 23 DE MAYO DE 2015
Las instalaciones de superficie de la ciudad-bunker de Mount Weather


Hace ya cierto tiempo que vengo analizando la Historia de Estados Unidos a la luz de lo que yo llamo los «acontecimientos profundos estructurales» (APE), como el asesinato del presidente Kennedy, el caso Watergate, el escándalo Irán-Contras (o Irángate) y el 11 de septiembre de 2001. Son hechos que desde el principio parecen rodeados de misterio. Por otro lado, implican sistemáticamente la realización de actos criminales o violentos y forman parte de los procesos clandestinos de los servicios de inteligencia. Por último, la consecuencia de esos hechos es que extienden la parte secreta del Estado y posteriormente dan lugar a todo tipo de disimulaciones sistemáticas en los grandes medios de prensa y en los archivos internos del gobierno [1].


A medida que profundizaba en el estudio de esos hechos, noté que compartían muchos puntos comunes. Eso refuerza la posibilidad de que esos hechos no sean resultado de intrusiones externas y fortuitas en la Historia de Estados Unidos sino más bien fruto de un proceso endémico y que provengan de una fuente común [2].


Existe, por ejemplo, un factor común entre el asesinato de Kennedy, el Watergate, el escándalo Irángate y el 11 de septiembre. Ese factor común es la implicación, entre bastidores, de individuos que participaron en el plan más secreto e importante de Estados Unidos para el manejo de situaciones de crisis.


Desde los años 1950, ese plan se conoce como programa de «Continuidad del Gobierno» (Continuity of Government o COG), más comúnmente designado en el Pentágono como «Proyecto Juicio Final». Como supervisores de la planificación altamente confidencial de la COG, un restringido número de sus planificadores lograron alcanzar altas responsabilidades. Ejemplo de ello son Donald Rumsfeld y Dick Cheney. Otros individuos, a quienes también mencionaré en este artículo, operaron en niveles inferiores de la red secreta de comunicaciones de ese programa.


Yo veo ese círculo de planificadores de la COG como uno de los numerosos elementos de lo que he optado por llamar el «Estado profundo estadounidense». También pertenecen a este Estado profundo agencias como la CIA y la NSA [3] y empresas privadas como Booz Allen Hamilton, que absorben –como contratistas– más de la mitad del presupuesto de los servicios de inteligencia estadounidenses [4]. Este Estado profundo incluye, finalmente, los poderosos bancos y otras multinacionales, cuyos intereses y opiniones están ampliamente representados dentro de la CIA y la NSA. Más que un elemento entre otros dentro de ese sistema de gobierno oculto, el grupo de planificación de la COG es particularmente específico ya que dispone del control exclusivo de un canal de comunicaciones que escapa al control del gobierno. Esa red puede penetrar hasta lo más profundo de la estructura social de Estados Unidos y manipularla o perturbarla de forma duradera. Estos temas aparecen analizados más detalladamente en mi libro, publicado en mayo de 2015, L’État profond américain.


La planificación de la COG fue autorizada inicialmente por los presidentes Truman y Eisenhower como preparación preventiva ante las consecuencias que podía tener un ataque atómico devastador que lograse decapitar el gobierno estadounidense. Por consiguiente, el grupo a cargo del desarrollo de la COG se planteó la adopción de medidas extremas, que incluyen lo que el periodista Alfonso Chardy llamó en 1987 la «suspensión de la Constitución» [5]. Sin embargo, en el caso del escándalo Irán-Contras (o Irángate), su red secreta de comunicaciones –que debía activarse sólo en caso de decapitación catastrófica del Estado– en realidad fue utilizada para burlar un embargo oficial sobre las ventas de armas a Irán, embargo que estaba en vigor desde 1979. El objetivo del presente artículo es estudiar la posibilidad de que esa red confidencial haya sido utilizada, no en función de sus objetivos supuestos sino de manera igualmente maliciosa, en noviembre de 1963, en el asesinato del presidente Kennedy.


Existe una abundante documentación sobre el uso ilícito de ese sistema alternativo de comunicaciones durante el caso Irán-Contras. El teniente coronel Oliver North supervisó las ventas de armas a Irán utilizando sus prerrogativas como oficial del Consejo de Seguridad Nacional a cargo de la planificación de la COG, bajo la cobertura de un Buró de Programación Nacional, supervisado a su vez por el entonces vicepresidente George Bush padre [6]. De esa manera, North y sus superiores podían utilizar la red de crisis de la COG, entonces designada como Flashboard, para organizar las ventas de armas a Irán, ya que era necesario ocultarlas no sólo al público sino también a otros sectores de la burocracia de Washington. Por consiguiente, cuando North enviaba a la embajada de Estados Unidos en Lisboa instrucciones urgentes sobre aquellas entregas de armas –órdenes que violaban directamente el embargo que prohibía dichas ventas– lo hacía utilizando el sistema Flashboard para evitar que lo supiesen el embajador y otros funcionarios hostiles.


El ejemplo documentado del caso Irán-Contras me permite aclarar tanto lo que pienso de quienes utilizaron la red de la COG como lo que no pienso sobre ellos. En primer lugar, no creo que un solo «equipo secreto» –para retomar la expresión del ex oficial del Pentágono L. Fletcher Prouty– haya utilizado durante décadas el sistema de la COG para manipular el gobierno de Estados Unidos desde el exterior. No existe, en el caso Irán-Contras, prueba alguna de que los superiores de North estuviesen al tanto de lo que hacía el teniente coronel. La única excepción era el director de la CIA, William Casey, y probablemente también lo sabía el entonces vicepresidente George Bush padre.


El hecho es que, en el caso Irán-Contras, un círculo muy restringido de altos responsables tenía acceso a una red secreta de alto nivel no sujeta a la supervisión gubernamental y la utilizó para poner en marcha un programa que contradecía la política oficial del Estado federal. Los miembros de ese círculo cedieron a la tentación de utilizar esa red altamente segura, que había sido concebida con otros fines. En mi libro La Route vers le nouveau désordre mondial [En español, “El camino hacia el nuevo desorden mundial”] explico que ese sistema fue utilizado nuevamente el 11 de septiembre de 2001 en función de la aplicación de las órdenes cruciales sobre las cuales la Comisión investigadora de esos acontecimientos no pudo encontrar ningún archivo [7]. No sabemos si ese dispositivo fue utilizado entonces para alcanzar objetivos ilícitos, como efectivamente sucedió en el caso Irán-Contras.


Lo cierto es que el programa de la red de crisis de la COG sobrevivió al despido de Oliver North por parte del presidente Reagan –en 1986–, como consecuencia del escándalo Irángate. En efecto, el desarrollo secreto de esa red prosiguió durante décadas. Se financió con varios miles de millones de dólares y un equipo, entre cuyos miembros se contaban Dick Cheney y Donald Rumsfeld, la supervisó entre 1982 y el año 2000.


Es importante subrayar que la participación de Dick Cheney y Donald Rumsfeld en ese comité se prolongó bajo 3 presidentes –Reagan, Bush padre y Bill Clinton– aunque ninguno de los dos ocupó funciones gubernamentales bajo la administración Clinton. Esa continuidad fue fundamental para un círculo tan secreto que existe muy poca documentación de archivo sobre sus actividades. Los planes de la COG fueron aplicados oficialmente por primera vez el 11 de septiembre de 2001, por parte del vicepresidente Cheney y del secretario de Defensa Rumsfeld –precisamente los dos hombres que los habían desarrollado a lo largo de 20 años. [8]


Estuviesen o no al tanto de lo que sucedía en el momento del caso Irán-Contras, lo cierto es que Cheney y Rumsfeld formaban parte del comité de planificación de la COG precisamente mientras North utilizaba esa red para vender armas a Irán. Aunque no existe un vínculo tan evidente como este entre el desarrollo de ese programa y el Watergate, salta a la vista la implicación de varios elementos de la COG.


En efecto, James McCord, uno de los “plomeros” del Watergate, era miembro de una pequeña unidad de la reserva de la US Air Force en Washington, unidad que dependía del Buró de Preparación de Urgencia (Office of Emergence Preparedness, OEP). La misión de aquella unidad consistía en «elaborar una lista de extremistas y tomar medidas de crisis (…) en periodo de conflicto armado» [9]. La unidad de McCord era parte del Programa de Seguridad de la Información en Tiempo de Guerra (Wartime Information Security Program, WISP). Estaba encargada de activar «los planes de urgencia para imponer la censura de prensa, del correo y de todas las telecomunicaciones (incluyendo las del gobierno), [así como la] detención preventiva de los civiles que representen “riesgos en materia de seguridad” internándolos en “campamentos” militares» [10]. Además, John Dean –quien fue probablemente el personaje central del Watergate– había participado en actividades secretas de la COG cuando fungía como adjunto del secretario de Justicia [11].


En el caso del asesinato del presidente Kennedy, me gustaría concentrarme en 2 individuos que trabajaron para la red de comunicaciones del Buró de Planificación de Urgencia (Office of Emergency Planning, OEP), rebautizado en 1968 como «Buró de Preparación de Urgencia» (la estructura de la que dependía James McCord). En 1982, volvió a cambiar de nombre y se convirtió en el «Buró de Programación Nacional» (National Program Office, NPO), donde Oliver North actuaba como el oficial especial del Consejo de Seguridad Nacional [12].


El primero de esos dos individuos es Winston Lawson. El día del asesinato de Kennedy, en Dallas, Winston Lawson era el “explorador” del Servicio Secreto [13] encargado de controlar –desde el auto que encabezaba la caravana presidencial– los canales de radio de su agencia activados en dicho convoy.


El otro individuo es Jack Crichton, un oficial de la reserva de la Inteligencia Militar. Junto al subdirector del Departamento de Policía de Dallas (DPD), George Lumpkin, este Jack Crichton seleccionó al intérprete de idioma ruso utilizado en el primer interrogatorio de Marina Oswald por la policía de Dallas. Marina Oswald era la esposa rusa de Lee Harvey Oswald, designado como presunto asesino del presidente Kennedy. Como veremos, las declaraciones de Marina Oswald en ese interrogatorio conducido por la policía de Dallas fueron falsificadas [14].


Lawson se ganó las críticas de los investigadores sobre el asesinato de Kennedy tanto por su extraña manera de actuar, antes y después de ese hecho, como por sus falsas declaraciones posteriores, realizadas algunas bajo juramento. Por ejemplo, después del asesinato, Lawson informó que varias motocicletas de la policía debían ser inicialmente desplegadas «a los lados derecho e izquierdo del automóvil del presidente» [15]. Sin embargo, en la mañana del 22 de noviembre, las órdenes iniciales fueron modificadas [16] de tal manera que las motocicletas rodaban «sólo detrás del vehículo presidencial» –como el propio Lawson afirmó ante la Comisión Warren [17]. El capitán Lawrence, funcionario de la policía de Dallas, declaró como testigo que las escoltas motorizadas que debían posicionarse a los lados del automóvil de Kennedy fueron redesplegadas detrás del vehículo por orden de Lawson [18]. Aquel cambio en el emplazamiento de la escolta motorizada dejó al presidente más expuesto a un posible fuego cruzado.


En la madrugada del 22 de noviembre, hallándose en el aeropuerto Love Field de Dallas, Lawson instaló en el vehículo que encabezaría la caravana presidencial la base del dispositivo de radio, cuyas frecuencias utilizaron todos los agentes del Servicio Secreto que operaban en el cortejo presidencial. Manejado por la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (White House Communications Agency, WHCA), ese canal de radio fue utilizado para tomar decisiones claves antes y después del asesinato de Kennedy. Sin embargo, contrariamente a los canales 1 y 2 del Departamento de Policía de Dallas, sus archivos nunca fueron entregados a la Comisión Warren ni a ninguna otra investigación posterior. Si la WHCA mantuvo en secreto esa grabación no fue porque careciese de importancia sino porque contenía informaciones extremadamente importantes.


Esta Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) se jacta en su sitio web de haber sido «un actor fundamental en la documentación del asesinato de Kennedy» [19]. Pero resulta difícil entender para quién se hizo esa compilación de archivos y por qué la Comisión Warren, el HSCA (House Select Committee on Assassinations) y el ARRB (Assassinations Records Review Board) no pudieron tener acceso a ella –lo cual es injustificable [20]


Como han escrito varios autores, la grabación de la WHCA contiene la «clave» del misterio nunca resuelto sobre quién fue el desconocido que, después de los disparos que abatieron al presidente Kennedy, redirigió el cortejo presidencial hacia el hospital Parkland. La importancia de esa orden aparentemente simple –sobre la cual existen muchos testimonios contradictorios– salta a la vista cuando leemos en la retranscripción de la comunicación radial de la policía de Dallas las insistentes órdenes de «cortar toda la circulación para la ambulancia que se dirige a Parkland código 3» [21]. Pero aquel vehículo no tenía nada que ver con el asesinato del presidente, que todavía no había sido anunciado en la radio del Departamento de Policía de Dallas. En realidad, aquella ambulancia había sido movilizada, 10 minutos antes de los disparos contra Kennedy, para socorrer a alguien que supuestamente se hallaba frente al Depósito de Libros Escolares de Texas (TSBD) y de quien se creía que había sufrido un ataque de epilepsia [22].


Lawson dijo después al Servicio Secreto que había oído a través de la radio «que [el cortejo] tenía que ir al hospital más próximo». También escribió que había «pedido al oficial Curry que se asegurara de que se avisara al hospital» y de que el «vehículo que encabezaba [el cortejo] ayud[ara] las motos a escoltar al presidente hasta (…) Parkland» [23]. Dicho de otra manera, después de haber oído algo en la transmisión de la WHCA, Lawson hizo que la limusina del presidente siguiera el itinerario ya abierto para el supuesto epiléptico. (En su testimonio, muy preciso, ante la Comisión Warren, Lawson no da ninguna información sobre el hecho que aquel itinerario se había abierto con anterioridad. Por el contrario, declaró que el cortejo tenía que «detener autos, [que sus miembros] sacaban [las] manos por las ventanillas y hacían sonar sirenas y cláxones para abrirse paso» [24].


El canal de radio de la WHCA que utilizaron Lawson y sus colegas estaba en contacto directo con la base de esa misma agencia en Mount Weather, Virginia. Se trataba de la instalación militar de la red de la COG. Desde ese lugar, las comunicaciones del Servicio Secreto se retransmitían a la Casa Blanca a través de los «numerosos sistemas de comunicaciones que conectan Mount Weather con la Casa Blanca y con “Raven Rock” –el “Pentágono subterráneo” situado 100 kilómetros al norte de Washington– al igual que con prácticamente cada unidad del US Army desplegada a través del mundo» [25].


Jack Crichton, el jefe de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar en Dallas, también era parte de esa red de la COG dirigida desde la base de Mount Weather. Crichton estaba en aquel entonces a cargo de la inteligencia en el seno de la Protección Civil de Dallas, que tenía su base en un Centro de Operaciones de Crisis subterráneo (Operating Emergency Center, OEC). Como informó Russ Baker, «dado que debía permitir garantizar la “Continuidad del Gobierno [COG] en caso de ataque, [el OEC] había sido completamente equipado con material de comunicaciones» [26]. Hoy en día, todo recuerdan con hilaridad aquel programa, que aconsejaba a los niños meter la cabeza debajo de sus mesas en caso de ataque nuclear [27]. Pero en 1963, la protección civil era una de las responsabilidades de crisis confiadas al Buró de Planificación de Urgencia (OEP). Y es por esa razón que Jack Crichton y el agente Lawson del Servicio Secreto podían estar en contacto directo con la red de comunicaciones de urgencia del OEP, con sede en Mount Weather.


Jack Crichton resulta muy interesante ya que, junto al subdirector del Departamento de Policía de Dallas George Lumpkin, fue quien designó al intérprete –proveniente de la comunidad de rusos de derecha– para interrogar a Marina Oswald (Lumpkin era también oficial miembro de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar). El intérprete designado fue Ilya Mamantov, quien tradujo las declaraciones de Marina Oswald durante su primer interrogatorio –el 22 de noviembre– en el Departamento de Policía de Dallas. Las declaraciones atribuidas a Marina Oswald en aquel primer interrogatorio fueron utilizadas rápidamente para respaldar lo que yo llamo «el relato primario», donde se afirmaba que Rusia y/o Cuba estaban detrás del asesinato de Kennedy. Aún hoy, ciertas fuentes de la CIA todavía sostienen esas acusaciones.


Como resumió el FBI, la versión que dio Mamantov del testimonio de Marina Oswald vinculó a Lee Harvey Oswald con un arma que había adquirido en la URSS:


«Marina Oswald indicó que Lee Harvey Oswald poseía un fusil que había utilizado en Rusia alrededor de un año antes. En el garaje [de la casa de Ruth Paine,] ella vio lo que presumió fuera la misma arma en una sábana (…) Marina Oswald declaró que, el 22 de noviembre, le mostraron un fusil en el Departamento de Policía de Dallas (…) Afirmó que era de color oscuro como el que ella había visto, pero que no recordaba su tamaño.» [28].


Esos detalles tan específicos –según los cuales Marina había declarado haber visto un fusil oscuro y sin mira telescópica– fueron confirmados en una declaración bajo juramento, firmada por la interesada y por Mamantov [29] y recogida por el oficial del Departamento de Policía de Dallas B.L. Senkel [30]. Fueron nuevamente corroborados por Ruth Paine, quien había asistido a la entrevista con Mamantov [31]. Fueron igualmente confirmados la noche siguiente al término de un nuevo interrogatorio a Marina Oswald, realizado por el Servicio Secreto y traducido por Peter Gregory –muy amigo de Mamantov. Pero una transcripción de esa entrevista revela que la fuente de aquellos detalles no fue Marina Oswald sino el propio Gregory:


«(P): “¿Qué arma era? ¿Un fusil o una pistola? Simplemente, ¿qué tipo de arma era? ¿Puede ella responder a esta pregunta?”

(R) “Era un arma.”

El señor Gregory le preguntó: “¿Puede usted describirla?”

OBSERVACIÓN: [Marina Oswald:] “No puedo describirla porque para mí todos los fusiles se parecen.”

Traducción de Gregory: “Dice que no puede describirla. Era una especie de fusil oscuro, como cualquier otro fusil corriente…”

[Marina,] en ruso: “Tenía una prominencia (o un abultamiento pero nunca vi la mira a través [de la sábana].”

Traducción de Gregory: “Dice que había un abultamiento pero que no había mira –no tenía mira para apuntar.”» [32].


No sólo debemos concluir de esto que Gregory falsificó el testimonio de Marina («todos los fusiles se parecen») sino que su amigo Mamantov hizo lo mismo. Ante la Comisión Warren, Mamantov afirmó después, no menos de 7 veces, que Marina había utilizado la palabra «oscuro» para describir aquel fusil.


En Dallas, otros testigos declararon que el arma de Oswald no tenía mira telescópica hasta que el mismo Oswald encargó a Dial Ryder, un armero de esa ciudad, que le instalara una. El Informe Warren refutó de manera elaborada esa afirmación, a pesar de que había sido corroborada, y sus autores concluyeron que «la autenticidad de la factura de reparación» utilizada para probar esto «suscitaba serias dudas» [33].


Ese punto en específico nos permite deducir lo que la Comisión Warren no quería ver: los indicios de un complot tendiente a deformar los testimonios de Marina y, potencialmente, a asimilar el arma de Lee Harvey Oswald a un fusil oscuro y sin mira telescópica que tenía en la URSS. El hecho que Mamantov deformara así las palabras de Marina nos lleva a preguntarnos por qué Jack Crichton y el subdirector del Departamento de Policía de Dallas George Lumpkin –oficiales ambos de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar– designaron a este individuo como intérprete de Marina. Esa preocupación se refuerza ante el hecho que B.L. Senkel, el oficial del Departamento de Policía de Dallas que recogió bajo juramento el testimonio de Marina, tenía como pareja al policía F.P. Turner. Fue este último quien obtuvo la controvertida factura de reparación del fusil [34], y Senkel y él mismo habían pasado la mayor parte del 22 de noviembre con el subdirector Lumpkin. En efecto, Senkel y Turner acompañaban al subdirector Lumpkin en el vehículo de mando del cortejo presidencial mientras Lumpkin se comunicaba con Winston Lawson, quien se hallaba en el vehículo que encabezaba la caravana, rodando detrás de ellos.


Todo ello me hace pensar que, en los actos de Crichton y Lawson –de quienes ya sabemos que eran parte de la red de comunicaciones de crisis de la COG en Dallas–, podemos notar un conjunto de comportamientos sospechosos que implican a Lumpkin y a otros sectores, o lo que podríamos calificar como comportamientos de conspiradores. Esos repetidos intentos de implicar a Oswald en un «relato primario» que acusaba a la URSS de estar detrás del asesinato de Kennedy me llevan a proponer una hipótesis sobre la cual no dispongo de prueba ni de explicación alternativa: es posible que alguien, a través de la red de la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA), haya sido la fuente que describía un sospechoso exactamente con las mismas características físicas erróneas (178 centímetros de estatura y 75 kilogramos de peso) que aparecían en los expedientes del FBI y de la CIA sobre Lee Harvey Oswald. Esta descripción física errónea constituye un elemento importante pero no se ha explicado nunca.


Hay que subrayar que no se conoce ninguna otra fuente que haya atribuido a Oswald tales características físicas, muy precisas, después del asesinato de Kennedy. Por ejemplo, cuando fue arrestado e inculpado en Dallas –el mismo día del asesinato– la policía lo fichó como un individuo de 1 metro 75 centímetros y 59 kilogramos de peso en el registro que acompaña sus huellas digitales [35]. La primera referencia a 1 metro 78 centímetros de estatura y 75 kilogramos de peso provenía de su madre Marguerite, quien lo describió así al agente del FBI John Fain, en mayo de 1960, cuando su hijo residía en Rusia [36].


Después de los disparos contra Kennedy, el oficial del Departamento de Policía de Dallas que dio aquella descripción errónea a través del canal de radio de la policía fue el inspector Herbert Sawyer, quien supuestamente oyó esa descripción frente el Depósito de Libros Escolares de Texas pero fue incapaz de identificar ni describir al testigo fuente de tal descripción [37]. Los autores del Informe Warren afirmaron categóricamente que esa fuente era Howard Brennan [38]. Según ellos, en la tarde del 22 de noviembre, Brennan «identificó a Oswald durante la sesión de identificación como la persona que más se parecía [al tirador] de la ventana. Pero declaró que no podía identificarlo formalmente» [39]. Existen, sin embargo, muchas razones para dudar de esas acusaciones, empezando por las contradicciones que aparecen en los testimonios del propio Brennan –como cuenta Anthony Summers en su libro Conspiracy, pp.109-10. Por otro lado, el experto Ian Griggs afirmó con argumentos sólidos que Brennan nunca vio a Oswald aquella noche en la sala de identificación del Departamento de Policía de Dallas (Archivos de la policía sitúan a Oswald en 3 sesiones de identificación el 22 de noviembre, lo cual corroboran varios testimonios. Pero no podemos encontrar pruebas de que Brennan haya participado en ninguna de ellas) [40].


Existe otra razón concreta para dudar que Brennan fuese realmente la fuente de aquella identificación. En efecto, el propio Brennan declaró después, ante la Comisión Warren, que él mismo había visto al sospechoso en el Depósito de Libros Escolares de Texas «de pie y apoyándose en el reborde de la ventana de la izquierda [en el quinto piso del edificio]». Al pedírsele que describiera lo que había visto de aquel individuo, Brennan respondió: «Probablemente pude observarlo de cuerpo entero, desde las caderas. Pero mientras estaba disparando, [me parece haberlo visto] por encima de la cintura.» [41].


Este descuido en las palabras de Brennan llama la atención sobre el problema fundamental que plantea esta descripción: Es difícil concebir que alguien pueda estimar la talla y peso de un hombre que sólo estaba parcialmente visible en una ventana del quinto piso. Por consiguiente, tenemos razones objetivas para pensar que esa descripción pudo venir de otra fuente y no de Brennan. Sabiendo que esos detalles corporales sólo corresponden con los que aparecen en los expedientes del FBI y de la CIA sobre Oswald, parece justificado pensar que esa fuente desconocida se basó en expedientes secretos del gobierno.


El 22 de noviembre, como pudimos comprobar, se produjo una interacción entre los canales [de radio] de la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) y del Departamento de Policía de Dallas gracias al dispositivo portátil de la WHCA que Lawson había instalado en el vehículo que encabezaba el cortejo presidencial [42]. A través de la radio de la policía, ese vehículo estaba en contacto con el vehículo-piloto, que iba delante y donde viajaba el subdirector del Departamento de Policía de Dallas Lumpkin –oficial de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar [43]. Paralelamente, como ya hemos visto, aquel dispositivo de la WHCA estaba en contacto con el centro neurálgico de la COG, en Mount Weather, Virginia. Y esta base disponía de los sistemas de comunicación confidenciales capaces de transmitir información proveniente de los expedientes secretos de inteligencia sin que ningún otro sector del gobierno fuese alertado de ello.


Abramos ahora un instructivo paréntesis sobre el contexto del asesinato del presidente Kennedy. Hoy está claramente comprobado que, en 1963, Kennedy estaba tan inquieto ante «la amenaza de una traición de la extrema derecha» que convenció al realizador hollywoodense John Frankenheimer «de adaptar al cine [la novela] Siete días de mayo» [44]. En Siete días de mayo, «un carismático oficial superior, el general de la fuerza aérea de Estados Unidos James Mattoon Scott, tiene intenciones de organizar un golpe de Estado. (…) Según su plan, una unidad combatiente secreta del US Army llamada ECOMCON (Emergency COMmunications CONtrol) toma[ría] el control de las redes de telefonía, radio y televisión, mientras que los elementos sediciosos dirig[irían] el ejército, los medios [de prensa] y sus estaciones en el Congreso desde “Mount Thunder” (una base de la COG inspirada en la de Mount Weather)».


Es también de público conocimiento que, en 1963, el presidente Kennedy había causado gran descontento entre la derecha del tablero político, en gran parte debido a su voluntad cada vez más evidente de acercamiento a la Unión Soviética. El complot que se describe en la novela Siete días de mayo y en su adaptación cinematográfica refleja las inquietudes de los liberales ante generales como Edwin Walker, quien había dimitido en 1961 después de que Kennedy criticara su activismo político en el seno del ejército de Estados Unidos. Walker había divulgado entre sus soldados documentos de la extremadamente conservadora John Birch Society y les había dado instrucciones para que votaran por determinados candidatos de derecha [45]. Pero podemos suponer que Kennedy no tenía pruebas concretas sobre un golpe de Estado fomentado desde Mount Weather. De haberlas tenido, es poco probable que se hubiese conformado con estimular el rodaje de un largometraje de ficción.


Es importante señalar que, a pesar de que los elementos de la COG como la base de Mount Weather estuviesen vinculados al Pentágono, el correspondiente «gobierno de la sombra» no estaba en lo más mínimo bajo control del ejército. Al contrario, el presidente Eisenhower se había asegurado de que la dirección del ejército fuera diversa y elitista, de manera que entre sus planificadores se encontraran algunos de los principales jefes de empresas de Estados Unidos –como el presidente de CBS Frank Stanton [46]. Por lo que se sabe sobre la conducción de la COG durante las décadas posteriores a la elección de Ronald Reagan, en 1981, ese «gobierno de la sombra» todavía incluía varios presidentes de transnacionales, como Donald Rumsfeld y Dick Cheney, así como 3 ex directores de la CIA: Richard Helms, James Schlesinger y George Bush padre [47].


En 1987, Alfonso Chardy escribió que ese «casi gobierno paralelo», que permitió a Oliver North dirigir las operaciones clandestinas del caso Irán-Contras, también había desarrollado «un plan de urgencia secreto [,] que proponía la suspensión de la Constitución, transfiriendo el control de Estados Unidos a la FEMA» [48]. Ese mismo año, North fue interrogado sobre esa acusación durante las audiencias parlamentarias sobre el Irángate; pero Daniel Inouye, el senador que presidía aquella Comisión del Congreso, le impidió responder esa pregunta en sesión pública.


Más tarde, después de haber investigado sobre el poderoso grupo de planificación de la COG, la CNN lo calificó de «gobierno oculto [basado en Estados Unidos y] del que ustedes no saben nada» [49]. El periodista y autor James Mann subrayó su continuidad militarista, que no se modificó en nada durante las alternancias presidenciales en la Casa Blanca:


«Cheney y Rumsfeld eran, en cierta medida, elementos del dispositivo de seguridad nacional permanente pero enmascarado de Estados Unidos, que vive en un mundo donde los presidentes se suceden pero donde su país se mantiene en guerra perpetua.» [50].


Yendo mucho más lejos, el reportero Andrew Cockburn citó una fuente del Pentágono para demostrar que durante la presidencia de Clinton un grupo de planificadores de la COG se componía, por primera vez, «casi exclusivamente de halcones republicanos». Según la fuente de Cockburn, de muy alto nivel, «“se podría hablar de un gobierno secreto a la espera su turno. La administración Clinton se mantuvo extraordinariamente indiferente a eso, [no tenían] idea alguna de lo que allí sucedía”» [51].


La descripción que aquel alto responsable del Pentágono hacía de los planificadores de la COG como «un gobierno secreto que esperaba su turno» durante la presidencia de Clinton –equipo del que todavía formaban parte Cheney y Rumsfeld– está muy cercana a la definición de una «facción» o de una «camarilla» (o sea, de un grupo unido por un pacto secreto para provocar un cambio o derrocar un gobierno). Durante la presidencia de Jimmy Carter pudo observarse una situación similar. En aquel momento, varios de los futuros protagonistas del Irángate –como George Bush padre y el ex oficial de la CIA Theodore Shackley– se vincularon con jefes de servicios secretos extranjeros en lo que se ha dado en llamar el Safari Club. Su objetivo común era «colaborar fuera de la supervisión del Congreso y de la agencia con [el embajador de Estados Unidos en Irán y ex director de la CIA Richard] Helms, así como con sus hombres más leales» [52]. Esa red comenzó a apoyar fuerzas de guerrillas en África –como la UNITA de Jonas Savimbi en Angola–, sabiendo que aquellas operaciones no contarían con apoyo de la CIA, encabezada sucesivamente por William Colby y Stansfield Turner bajo la administración Carter [53].


Algunas figuras claves del Safari Club –como el jefe de la inteligencia exterior de Francia (SDECE) Alexandre de Marenches– colaboraron con el director de la CIA William Cassey, George Bush padre y Theodore Shackley en lo que se ha dado en llamar la «contrasorpresa republicana» de octubre de 1980, cuyo objetivo era impedir la reelección de Jimmy Carter. Aquel plan consistía en hacer fracasar los intentos de la Casa Blanca por repatriar los rehenes de la embajada de Estados Unidos en Teherán antes de la elección presidencial negociando, entre los republicanos y los iraníes, un acuerdo favorable para ambas partes. Finalmente, los rehenes fueron liberados sólo horas después de la investidura del presidente Reagan, el 20 de enero de 1981 [54].


Aquel golpe bajo de los republicanos fue el tercer acontecimiento profundo estructural en la Historia reciente de Estados Unidos, después del asesinato del presidente Kennedy y del Watergate, pero antes del Irangate y del 11 de septiembre. Aquellos contactos ilícitos con Irán fueron iniciados en 1980 por lo que podríamos llamar el «grupo de la contrasorpresa de octubre» que acabamos de describir. Para retomar un término utilizado por Alfonso Chardy, aquella fue la «génesis» de las ventas de armas del Irán-Contras, que fueron supervisadas por los planificadores de la COG/Mount Weather entre 1984 y 1986 [55].


En una importante entrevista con el periodista de investigación Robert Parry, el oficial retirado de la CIA Miles Copeland afirmó que una «CIA dentro de la CIA» había inspirado aquel golpe bajo de 1980 porque había «llegado a la conclusión de que Carter tenía que salir de la presidencia por el bien del país», según los términos del propio Copeland [56]. Copeland declaró abiertamente a Robert Parry que él mismo compartía la opinión de que Jimmy Carter «representaba un gran peligro para la nación». Y el ex agente del Mossad Ari Ben-Menashe declaró a Parry que el propio Copeland en realidad era el «instigador» del acuerdo «armas por rehenes» adoptado en 1980 y que él había «negociado la cooperación de los republicanos con Israel» [57]. Finalmente, Copeland y su cliente Adnan Khashoggi, de quien era consejero, contribuyeron a iniciar las ventas de armas a Irán de 1984-1985 –con ayuda de Theodore Shackley.


Sin embargo, al igual que Fletcher Knebel, quien en su libro Siete días de mayo subestimó la preeminencia militar de la COG en la administración de Mount Weather, Copeland pudo haberse equivocado sobre la exclusividad del papel de la CIA en el grupo de la contrasorpresa de octubre. En mi libro La Route vers le nouveau désordre mondial, yo sugerí que esa red de la CIA estaba vinculada al «Proyecto Alfa», que trabajaba entonces con David Rockefeller y el Chase Manhattan Bank sobre los temas vinculados a Irán. En aquella época, aquel desconocido círculo estaba bajo la supervisión de John J. McCloy, un personaje clave del establishment en Washington [58].


Concluiré este artículo citando nuevamente a James Mann, según quien la administración de la COG en Mount Weather era para Estados Unidos un «dispositivo de seguridad nacional permanente pero disimulado (…) en un mundo donde los presidentes se suceden pero donde su país está en guerra perpetua.» [59]. Como hemos analizado, ese liderazgo oculto estaba garantizado por una red de ex cuadros de la CIA y de dirigentes civiles. Así que invito a mis lectores a plantearse la posibilidad de que ciertos elementos de ese círculo hayan podido constituir un «gobierno secreto a la espera de su turno», no sólo durante las presidencias de Clinton –en los años 1990– o de Carter –en 1980– sino también durante la administración Kennedy, en noviembre de 1963.


Peter Dale Scott






[1] Peter Dale Scott, L’État profond américain: la finance, le pétrole et la guerre perpétuelle [En español, “El Estado profundo estadounidense: la finanza, el petróleo y la guerra perpetua] (Éditions Demi-Lune, Plogastel-Saint-Germain, 2015), p.1.


[2] Una relación exhaustiva de las anomalías cuya existencia podemos comprobar tanto en el asesinato de John F. Kennedy como en los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 aparece en el libro de Peter Dale Scott, The War Conspiracy: JFK, 9/11, and the Deep Politics of War (Skyhorse, New York, 2013), pp.341-96.


[3] La NSA o National Security Agency (Agencia de Seguridad Nacional), es el órgano de la inteligencia estadounidense a cargo de la intercepción y escucha ilegales de las comunicaciones, incluyendo las redes internacionales de comunicaciones, actividades encubiertas reveladas en 2013 por el contratista estadounidense Edward Snowden, hoy refugiado en Rusia. Nota de la Red Voltaire.


[4] Tim Shorrock, Spies for Hire (Simon & Schuster, Nueva York, 2008), p.6.


[5] Alfonso Chardy, “Reagan Aides and the Secret Government”,Miami Herald, 5 de julio de 1987: «Algunos de los principales consejeros del presidente Reagan manejaron lo que era prácticamente un gobierno paralelo fuera de las agencias y ministerios tradicionales del gabinete, y lo hicieron desde el inicio de la administración Reagan, según las conclusiones de los investigadores del Congreso y de la administración.»


[6] Al interrogar a Oliver North, el jurista de la comisión investigadora sobre el escándalo Irán-Contras, Arthur Liman, le «hizo repetir (…) que esa maniobra destinada a desviar la atención había sido idea de[l director de la CIA William] Casey» (Arthur Liman, Lawyer: A Life of Counsel and Controversy, Public Affairs, Nueva York (1998), p.341).


[7] James Bamford, A Pretext for War: 9/11, Iraq, and the Abuse of America’s Intelligence Agencies (Doubleday, Nueva York, 2004), p.72.


[8] Peter Dale Scott, La Route vers le nouveau désordre mondial: 50 ans d’ambitions secrètes des États-Unis (Éditions Demi-Lune, París, 2010), pp, 294-6, pp.301-14.


[9] Bob Woodward y Carl Bernstein, All the President’s Men (Simon and Schuster, Nueva York, 1974), p.23.


[10] Bob Woodward y Carl Bernstein, All the President’s Men(Simon and Schuster, Nueva York, 1974), p.23.


[11] John Dean, Worse Than Watergate: The Secret Presidency of George W. Bush (Little Brown, Nueva York, 2004), p.120. Asimismo, Howard Baker –el republicano más importante de la Comisión investigadora del Senado sobre el Watergate en 1973– fue integrado después a la dirigencia secreta de la COG (CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991).


[12] James Mann, Rise of the Vulcans: The History of Bush’s War Cabinet (Viking, Nueva York, 2004), p.142.


[13] El Servicio Secreto de Estados Unidos, (US Secret Service) es la agencia a cargo, fundamentalmente, de garantizar la protección física del presidente de Estados Unidos así como de los principales funcionarios y personalidades de ese país. Dependió del Departamento del Tesoro hasta 2003, año en que pasó a formar parte del Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security) creado bajo la administración de George W. Bush después de los hechos del 11 de septiembre de 2001. NdlRV.


[14] Audiencias de la Commisión Warren, Volumen 9, p.106 (o 9 ACW p.106); Peter Dale Scott, Deep Politics and the Death of JFK(University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1966), pp.275-6; Russ Baker, Family of Secrets: The Bush Dynasty, the Powerful Forces That Put It in the White House, and What Their Influence Means for America (Bloomsbury Press, Nueva York, 2009), pp.119-22.


[15] 17 ACW p.605 (ou 17 ACW p.605).


[16] 3 ACW p.244.


[17] 4 ACW p.338; cf. 21 ACW pp.768-70.


[18] 7 ACW pp.580-1; cf. 18 ACW p.809, 21 ACW p.571.


[19] «White House Communications Agency», Signal Corps Regimental History,.


[20] En los años 1990, WHCA proporcionó al ARRB varios testimonios sobre las comunicaciones del 22 de noviembre de 1963 entre Dallas y Washington (Expedientes de la WHCA, NARA #172-10001-10002 en NARA #172-10000-10008). El ARRB también trató de que la WHCA le entregara las cintas originales no alteradas de las conversaciones desde el avión presidencial (Air Force One) durante el regreso de Dallas, también correspondientes al 22 de noviembre de 1963 (Varias versiones editadas y condensadas de esas cintas han estado disponibles desde los años 1970 en la biblioteca Lyndon Baines Johnson, en Austin, Texas.). Pero ese intento fue infructuoso: «Las numerosas solicitudes escritas y orales del Comité de Estudios a la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) fueron infructuosas. La WHCA no fue capaz de mostrar ni un solo archivo que aclarase el origen de las cintas editadas» Ver Assassinations Records Review Board: Final Report, capítulo 6, parte 1, p.116.


[21] 17 ACW p.395.


[22] 17 ACW pp.394-95, p.23; ACW p.841; 17 ACW p.368, p.395; Scott, Deep Politics and the Death of JFK, pp.273-4, p.278. El supuesto epiléptico abandonó la ambulancia en cuanto llegó al hospital Parkland (Comisión Warren, documento n°1245, pp.6-10).


[23] 17 ACW p.632; cf. 21 ACW p.580. Testimonio del agente especial [del Servicio Secreto] Winston E. Lawson, 17 ACW p.632; Scott, Deep Politics and the Death of JFK, p.278.


[24] 4 ACW p.354


[25] Richard Pollock, «The Mysterious Mountain», The Progressive, marzo de 1976; cf. “Mount Weather’s ‘Government-in-Waiting’”.


[26] Russ Baker, Family of Secrets, p.121.


[27] Dee Garrison, Bracing for Armageddon: Why Civil Defense Never Worked (Oxford University Press, Nueva York, 2006), p.46.


[28] 24 ACW p.219.


[29] 24 ACW p.249.


[30] 3 ACW p.82.


[31] Comisión Warren, pieza acusatoria n°1778, 23 ACW pp.383-4.


[32] Comisión Warren, pieza acusatoria n°1778, 23 ACW pp.383-4.


[33] Informe Warren, p.317 (o RW p.317).


[34] 24 ACW p.328.


[35] Ficha de huellas dactilares de Lee Harvey Oswald, 17 ACWp.308. El peso corporal máximo de Oswald fue 68 kilogramos cuando salió del Cuerpo de Marines, en 1959 (19 ACW p.584, p.595).


[36] Informe del FBI redactado por el agente especial Fain, 12 de mayo de 1960, 17 ACW p.706. En ese mismo informe, Marguerite nombró al padre de Oswald como «Edward Lee Oswald», pero su verdadero nombre era Robert Edward Lee Oswald (RW pp.669-70).


[37] Testimonio del inspector Herbert Sawyer, 6 ACW pp.321-2: «No recuerdo si era un hombre blanco o si era joven o viejo.» Cf. Cinta grabada del canal 2 de la policía de Dallas a las 12 horas y 25 minutos (23 ACW p.916).


[38] RW p.5.


[39] RW p.145.


[40] Ian Griggs, «Did Howard Leslie Brennan Really Attend an Identification Lineup? ».


[41] 3 ACW p.144.


[42] Testimonio de Winston Lawson (Secret Service), 17 ACWp.630: «Pregunté al oficial Curry por el lugar de estacionamiento del vehículo de cabecera [que se hallaba en el aeropuerto Love Field de Dallas] e instalé [en el vehículo] una radio portátil de la WHCA que [seguidamente] comprobé.»


[43] «El vehículo de cabecera estaba en contacto (…) con el vehículo-piloto a través de la radio de la policía, y con la limusina presidencial gracias a los radios portátiles del Servicio Secreto.» Pamela McElwain-Brown, “The Presidential Lincoln Continental SS-100-X”,Dealey Plaza Echo, Vol.3, n°2, p.23 (radio de la policía); Scott, Deep Politics and the Death of JFK, pp.272-5 (Lumpkin).


[44] David Talbot, Brothers: The Hidden History of the Kennedy Years(Free Press, Nueva York, 2007), p.148.


[45] Jonathan M. Schoenwald, A Time for Choosing: The Rise of Modern American Conservatism (Oxford University Press, Nueva York, 2001), pp.100-2.


[46] Hope Yen, «Eisenhower Letters Reveal Doomsday Plan: Citizens Tapped to Take Over in Case of Attack », AP, 21 de marzo de 2004.


[47] Ver, por ejemplo Mann, Rise of the Vulcans, pp.138-40 (Cheney y Rumsfeld); CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991 (Helms).


[48] Al interrogar a Oliver North, el jurista de la Comisión Investigadora sobre el Irán-Contras, Arthur Liman, le «hizo repetir (…) que esa maniobra de distracción era una idea [del director de la CIA William] Casey» (Arthur Liman, Lawyer: A Life of Counsel and Controversy [Public Affairs, Nueva York, 1998], p.341). Cf. The “October Surprise” Allegations and the Circumstances Surrounding the Release of the American Hostages Held in Iran: Report of the Special Counsel to Senator Terry Sanford and Senator James M. Jeffords of the Committee on Foreign Relations, Senado de Estados Unidos, Volumen 4, p.33 («grupo de la contrasorpresa de octubre»).


[49] CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991.


[50] Mann, Rise of the Vulcans, p.145.


[51] Andrew Cockburn, Rumsfeld: His Rise, Fall, and Catastrophic Legacy (Scribner, Nueva York, 2007), p.88.


[52] Joseph J. Trento, Prelude to Terror: The Rogue CIA and the Legacy of America’s Private Intelligence Network (Carroll & Graf, Nueva York, 2005), p.61.


[53] Piero Gleijeses, Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria and the Struggle for Southern Africa, 1976-1991 (The University of North Carolina Press, Chapel Hill, 2013), pp.66-8; Elaine Windrich, «The Laboratory of Hate: The Role of Clandestine Radio in the Angolan War», International Journal of Cultural Studies3(2), 2000.


[54] Alfonso Chardy, «Reagan Aides and the Secret Government»,Miami Herald, 5 de julio de 1987: «Bajo la dirección de Richard Allen –el consejero en política exterior del equipo de campaña [de Reagan]–, aquel grupo se creó porque [los republicanos temían] que Carter lograse sacar del sombrero una “sorpresa de octubre”, como un acuerdo de último minuto para que los rehenes fuesen liberados antes de la elección del 4 de noviembre [de 1980]. Una de las primeras gestiones del grupo fue organizar un encuentro con un hombre que decía representar a Irán, que proponía liberar a los rehenes [después de la elección de] Reagan. Allen –[su] principal consejero (…) en materia de seguridad nacional– y otro asistente de campaña llamado Laurence Silberman revelaron en abril [pasado] ese encuentro al Miami Herald. Afirmaron que McFarlane, quien era por entonces uno de los adjuntos en la Comisión senatorial sobre las fuerzas armadas, lo organizó y participó en el. Este último [McFarlane] se convirtió después en consejero de Seguridad Nacional de Reagan y tuvo un papel central en el escándalo Irán-Contras. Allen y Silberman aseguraron haber rechazado la oferta de liberar a los rehenes [después de la elección de] Reagan. (El iraní en cuestión era Hushang Lavi. Después de su muerte, Robert Parry pudo confirmar, gracias a la agenda del difunto, que aquel encuentro había tenido lugar.)


[55] Alfonso Chardy, «Reagan Aides and the Secret Government»,Miami Herald, 5 de julio de 1987.


[56] «America’s False History Allows the Powerful to Commit Crimes Without Consequence», entrevista de Robert Parry por Mark Karlin, Truth Out, 15 de enero de 2013.


[57] Robert Parry, Trick or Treason: The October Surprise Mystery(Sheridan Square Press, Nueva York, 1993), p.175.


[58] Scott, La Route vers le nouveau désordre mondial, pp.124-7, p.132-3. Un personaje clave del «Proyecto Alfa» fue Archibald Roosevelt, un jubilado de la CIA y amigo de Copeland, quien en 1980 era enemigo de Carter y empleado del Chase Manhattan Bank.


[59] Mann, Rise of the Vulcans, p.145.

¿Cómo será el Medio Oriente después del acuerdo entre Washington y Teherán?


Todos los actores del «Medio Oriente ampliado» esperan con angustia el momento de saber lo que Washington y Teherán han acordado sobre el futuro de cada uno de ellos. Y como nadie lo sabe, todos los interesados se pierden en conjeturas sobre la mejor manera de sobrevivir y se preparan para los cambios de situación que podrían estar por venir. Thierry Meyssan explica en este trabajo su visión del futuro. por Thierry Meyssan


RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 18 DE MAYO DE 2015


 
¿Qué estarán diciéndose John Kerry y Mohammad Javad Zarif?


La reunión del Consejo de Cooperación del Golfo que tuvo lugar el 14 de mayo en Camp David, Estados Unidos, fue la última etapa antes de la firma, el 30 de junio próximo, del acuerdo negociado entre Washington y Teherán.

Públicamente, las monarquías del Golfo no podían hacer otra cosa que expresar satisfacción por un regreso a la paz. Pero, al igual que todos los protagonistas de la región, esas monarquías estaban preguntándose quién saldrá perdiendo con la aplicación de las cláusulas secretas del acuerdo y querían anticiparse a la nueva distribución del juego regional.

El presidente estadounidense Barack Obama se negó a firmar un tratado que garantice el mantenimiento de los actuales regímenes. Por su parte, las delegaciones de las monarquías del Golfo se negaron a firmar un texto que no garantice la perennidad de sus Estados. Finalmente, Estados Unidos les concedió la categoría de «aliados importantes no miembros de la OTAN» y “aceptó”… venderles una astronómica cantidad de armas.

Washington ha alimentado durante años el mito de que la República Islámica de Irán quiere dotarse del arma nuclear, derrocar todos los regímenes árabes y exterminar la población israelí. Pero en marzo de 2013, el presidente Barack Obama y el Guía de la Revolución iraní Ali Khamenei nombraron emisarios para emprender conversaciones secretas en Omán [1]. Al cabo de 2 años de negociaciones bilaterales, Washington y Teherán se pusieron de acuerdo para desbloquear las conversaciones multilaterales del llamado «Grupo 5+1». Ahora todo el mundo reconoce que Irán no está interesado –desde 1988– en conseguir la bomba atómica, aunque prosiguió algunas investigaciones sobre el uso militar de las técnicas civiles en materia de energía nuclear. El 30 de junio, los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania deberían –por fin– levantar el embargo contra Irán y Estados Unidos restituiría inmediatamente un 25% de los fondos iraníes bloqueados, o sea 50 000 millones de dólares. Ese mismo día, Washington y Teherán se repartirían el Medio Oriente ampliado mediante una especie de nuevo Sykes-Picot, algo así como un Yalta regional.
¿Cuáles pudieran ser las cláusulas de esa distribución?

El papel de los intelectuales es tratar de comprender –y explicar– el mundo que nos rodea. Ante esta situación, ese papel es tratar de pronosticar cómo será la región después del acuerdo.

Pero nadie se arriesga a expresar su opinión. En primer lugar, porque son altas las posibilidades de equivocarse. Y también porque, cualesquiera que sean las hipótesis formuladas, lo más seguro es que todas provocarán la cólera de ambos bandos ya que la lógica de este tipo de acuerdo consiste en dar un vuelco radical a estrategias anteriores y, por consiguiente, en traicionar a algunos aliados, algo que nadie puede reconocer públicamente.

Como me considero a mí mismo una persona libre que lucha por determinados principios y no por serle simpático a alguien, me arriesgaré aquí a plantear algunas hipótesis. Y dado que sólo dispongo de la información accesible a todo el mundo, invito a los demás a meditar sobre lo siguiente:

Inicialmente, Washington había previsto repartirse el «Medio Oriente ampliado» con Rusia. Ese fue el tema central de la conferencia Ginebra 2, en junio de 2012. Pero, ante la recuperación del poderío ruso, Estados Unidos concluyó que no podía confiar el papel de gendarme regional a un Estado cuya ambición no es convertirse en subimperio sino llegar a ser un polo independiente. Así que Washington se volvió hacia Irán. Por consiguiente, el objetivo estratégico de Washington con este acuerdo es devolver a Irán el papel que ya ejerció en tiempos del Shah: el papel de gendarme regional. Al aceptar ese papel, Teherán renunciaría al ideal antiimperialista del imam Khomeiny. En efecto, cuando volvió a su país, Khomeiny dedicó su primer discurso a exhortar el ejército a dejar de servir los intereses de los anglosajones y a ponerse al servicio de la libertad de los pueblos.

Para hacerla aceptable a los ojos de la opinión pública, la firma del acuerdo tiene que traducirse en un cese del fuego lo más amplio posible, lo cual implicala división de la región en zonas de influencia. Al mismo tiempo, el acuerdo debe alcanzar los 2 objetivos estratégicos de Estados Unidos: garantizar simultáneamente la seguridad de Israel y el control de los recursos energéticos. Irán tendría, por tanto, que admitir que las monarquías del Golfo, el reino de Jordania y eventualmente el de Marruecos formen una «Fuerza Común Árabe», bajo los auspicios de la Liga Árabe pero bajo el mando militar de Israel [2]. Por su parte, Estados Unidos aceptaría que Irak, Siria y Líbano fuesen «estabilizados» por Irán.

Como en todo acuerdo clásico de repartición, se trata de priorizar la estabilidad a expensas del cambio, o sea admitir que las fronteras sólo pueden «rediseñarse» recurriendo a la negociación y no a la fuerza. Así que Estados Unidos tendría que abandonar la estrategia del caos que ha venido aplicando desde 2001 [3]. Por su parte, Irán tendría que renunciar a exportar su Revolución.

Rusia, que sería la única potencia capaz de hacer fracasar ese acuerdo, no intervendría porque ha preferido replegarse hacia el espacio ex soviético [4]. Mientras tanto, China verá con dolor como su aliado iraní se le escapa entre las manos mientras que Estados Unidos sigue desarrollando su dispositivo militar en Extremo Oriente.
Las posibles consecuencias de este acuerdo

Ya en este momento es posible anticipar las eventuales consecuencias de esas hipótesis, entre ellas:

la caída del gobierno de Netanyahu y su reemplazo por una coalición que cumpla –con 18 años de retraso– los acuerdos de Oslo;

el reconocimiento mundial del Estado palestino y, al mismo tiempo, por parte del Fatah y del Hamas, el abandono del derecho inalienable del pueblo palestino al regreso a su tierra, concesión que se haría a cambio de una discreta compensación financiera;

la salida de Hassan Nasrallah y de Saad Hariri de la vida política;

la paz en Siria, pero sin la posibilidad de explotar el gas para financiar su reconstrucción.

Este cese del fuego dejará a Washington y Teherán las manos libres para actuar a su antojo dentro de sus respectivas zonas de influencia, aunque dando por sentado que Irán no será considerado par sino vasallo de Estados Unidos. Irán tendría así la posibilidad de imponer sus hombres en los gobiernos de Irak, Siria y Líbano. Por su parte, Washington tratará de derrocar una tras otra cada una de las monarquías del Golfo, exceptuando la de Qatar, y de reemplazarlas por la Hermandad Musulmana.

Thierry Meyssan

[1] «Lo que usted n sabe sobre los acuerdos entre Estados Unidos e Irán», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 6 de abril de 2015.

[2] «La Fuerza «Árabe» de Defensa Común », por Thierry Meyssan,Red Voltaire , 20 de abril de 2015.

[3] «Nominación del nuevo estratega del Pentágono», Red Voltaire, 17 de mayo de 2015.

[4] «Línea directa con Vladimir Putin», por Thierry Meyssan,Red Voltaire, 4 de mayo de 2015.

“La socialdemocracia se alineó con la economía neoliberal”

 ETIENNE BALIBAR, FILOSOFO FRANCES, UN EUROPEO “FEDERALISTA”

Balibar asegura que la socialdemocracia no ha logrado inventar un modelo social que pueda competir con el curso actual de la globalización y sustituir y renovar el viejo orden del Estado de Bienestar. “Ahora tenemos el resultado a la vista”, subraya.

 Por Patricio Porta

Decenas de personas hacen fila para verlo. Algunos quedarán afuera. Las entradas para escucharlo se agotaron en tiempo record. No se trata de una estrella de rock, pero casi. Es que la visita a Buenos Aires de Etienne Balibar, que coincide con el 50º aniversario de la publicación de Para leer El Capital, el célebre libro que coescribió junto a su maestro Louis Althusser, despierta mucho interés entre quienes buscan respuestas a la crisis de representación y al auge del racismo en Europa. Y no son pocos.
En la conferencia que dio en la sala Solidaridad del Centro Cultural de la Cooperación, con su capacidad colmada, el filósofo francés se sinceró: “Soy un federalista europeo. Y la razón de mi pesimismo es que este federalismo está fracasando y tiene menos justificaciones y posibilidades de realización. Hay fuerzas de diversos tipos, invenciones a la hora de hacer política en parte de la población europea. Existen buenas razones para pensar eso en las iniciativas del tipo de Podemos, en España, aunque están muy localizadas en estos momentos. O en la victoria de Syriza”, se ilusiona. Balibar alertó sobre los estragos que está causando la desigualdad en Europa, que amenaza con dividir virtualmente al continente. El filósofo francés habló con Página/12 sobre el crecimiento de la ultraderecha en Francia, el terrorismo islamista, la islamofobia, la crisis de la socialdemocracia europea y los desafíos del gobierno de Alexis Tsipras en Grecia.

–¿Cómo explica el ataque a la redacción de Charlie Hebdo? ¿Es producto de las tensiones étnicas al interior de Francia o más bien una consecuencia del terrorismo internacional?

–No se puede separar ambas cuestiones. Este tipo de acontecimiento tiene generalmente un conjunto muy complejo, para no decir confuso, de orígenes, muy viejos algunos y muy recientes otros, algunos internos y otros externos. Lo importante y preocupante, en cierto sentido, es que el gobierno y la población tienen dificultad en aceptar que la frontera entre el interior y el exterior ya no marca una diferencia absoluta. Hay jóvenes ingleses y franceses de origen no musulmán que han ingresado en la red del Estado Islámico (EI). Pero en Francia específicamente se reclutan, en su mayoría, jóvenes de origen árabe o de Africa del norte que no soportan la condición de marginación y de discriminación social y étnica en la que viven. El crecimiento de la desigualdad en término de recursos, de posibilidades de empleo y de acceso a los bienes culturales más esenciales ha alcanzado niveles sin precedentes. Y eso trae consecuencias catastróficas para todos. Es una explicación, no una justificación. Por otro lado, está claro que la guerra que existe hace decenas de años en Medio Oriente está tomando progresivamente una dimensión global. Algunos hablan de guerra civil mundial, es decir, no es ya una guerra entre un campo y otro, Occidente y Oriente, sino un conflicto multilateral entre fuerzas religiosas, fuerzas militares, regímenes dictatoriales con intervenciones exteriores que, como vemos, es una de las mayores catástrofes históricas. En esta situación han aparecido elementos fundamentalistas que adquieren una capacidad de organización y de atracción importante. Para comprender lo que pasó hay que tener en cuenta estos dos elementos: la situación interna en Europa y Africa del Norte y la conversión gradual de la guerra en Medio Oriente en un fenómeno de terrorismo global.

–¿Cree que el Frente Nacional de la familia Le Pen es una amenaza real para la democracia francesa?

–Sí, es una amenaza real y muy preocupante. Para gente como yo, que entramos en la política de manera activa y con fuerte compromiso en la época de la guerra de Argelia, cuando el pueblo argelino luchaba por la liberación del colonialismo francés, el hecho de que un grupo político cuyos líderes y cuya inspiración están directamente vinculados con una especie de revancha poscolonialista, contra la independencia de Argelia, es una cosa terrible. Ahora se presenta como una fuerza cada vez más influyente. No es interesante hacer predicciones. Está claro que el Frente Nacional se ha ido implantando progresivamente en la población francesa en los últimos años como consecuencia de la crisis, de la desestabilización y de la falta de perspectiva para gran parte de la sociedad, incluso para parte de la clase obrera. La deslegitimación creciente de la clase política francesa y del sistema europeo contribuye a esta situación. La ley electoral que tenemos en Francia es muy poco democrática, es una ley de mayorías, y eso va a producir obviamente un efecto de golpe en la cara. El Frente había logrado crecer sin haber construido alianzas con otros partidos. Fue más o menos excluido del juego político y si bien contaba con los votos, no tenía ningún representante en el Parlamento. Ahora la situación va a cambiar en una dirección totalmente opuesta, porque con los progresos que han hecho van a ganar más representantes.

–El presidente François Hollande no puede revertir los bajos índices de popularidad de su gestión. Nicolas Sarkozy, en tanto, manifestó su intención de volver a la presidencia, pero está salpicado por distintos escándalos de corrupción. ¿Piensa entonces que Marine Le Pen y su partido tienen posibilidades de ganar las elecciones generales en 2017?

–Saber si van a llegar al poder es otra cuestión. Mi respuesta personal es probablemente que no por una serie de razones. Pero aunque no accedan al poder se convertirán en una fuerza con capacidad de presión notable, con mayor influencia en los programas de los otros partidos. No sólo en el partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Popular, sino también en el Partido Socialista con el primer ministro Manuel Valls. El modo en que nuestro propio gobierno está aplicando ya medidas de discriminación que son parte del programa del Frente Nacional, con la idea de que si lo hacen los socialistas a su modo, de una forma menos sucia, podrán contener la influencia de Le Pen, es un completo absurdo y una muestra del poder del Frente Nacional.

–En los últimos años han aumentado considerablemente los actos de antisemitismo e islamofobia en Francia. El primer ministro Valls presentó esta semana un plan para combatir el racismo y las expresiones antisemitas. Según declaró, va a involucrar a maestros, profesores, asistentes sociales, asociaciones civiles e instituciones judiciales en colegios, barrios vulnerables y hasta en Internet. Esto demuestra la gravedad del problema. ¿Por qué cree que se ha llegado a esta situación en un país con una tradición republicana, pluralista y multiconfesional?

–Republicana, sí. Multiconfesional, no. La tradición republicana no tiene las capacidades internas de resistencia a ciertos prejuicios racistas. De por sí no es suficiente. Pero quiero decir que es muy importante mencionar al antisemitismo y a la islamofobia, porque incluso los discursos oficiales en este momento no lo hacen. El gobierno francés acaba de proponer una serie de medidas sobre educación y represión de actos de violencia relacionados con el racismo y el antisemitismo. Naturalmente, hay que mencionar el antisemitismo. No soy de los que no toman en serio el crecimiento del antisemitismo en Francia. Pero racismo y antisemitismo no son una fórmula honesta. Se usa una terminología que evita nombrar la islamofobia. Hay toda una polémica en los círculos políticos e intelectuales, una presión muy fuerte de republicanos que argumentan que el término islamofobia no es aceptable. Según dicen estos señores y estas señoras, la expresión confunde las cosas. Por un lado, los ataques contra árabes y musulmanes, y por otro lado, la cuestión de saber si uno puede criticar al Islam como religión. Y como sería muy importante mantener la posibilidad de esa crítica, la noción de islamofobia no debe ser aceptada.

–¿Ese argumento ganó más adeptos tras el atentado a Charlie Hebdo?

–Sí, pero es una vergüenza. Es una tontería impedir que se mencionen juntos al antisemitismo y a la islamofobia. Porque introduce una discriminación al interior de la lucha contra las discriminaciones. No mencionar a la islamofobia, que es el fenómeno más preocupante en este momento, es una vergüenza. La llamada concepción republicana francesa de la laicidad siempre tuvo divergencias y diversas orientaciones internas. Algunos me reprocharon como marxista defender una concepción liberal, pero en este caso estoy a favor de esa concepción, para la cual la noción de laicidad significa que todas las religiones tienen el mismo derecho de existir, manifestarse y desarrollarse no sólo en la esfera privada sino también abiertamente en la sociedad y que el Estado no tendría que intervenir. Esa concepción está en los orígenes de las famosas leyes laicas de finales del siglo XIX, y está siendo cada vez más suprimida a causa de una concepción intolerante y represiva que sostiene que el papel del Estado es eliminar las manifestaciones de pertenencia a comunidades religiosas. El velo completo es una cosa discutible en la esfera pública por una cantidad de razones. Pero el velo normal, quiero decir, en la cabeza de las mujeres musulmanas, como decisión personal de señalar su pertenencia al Islam es una cosa que, según mi pensamiento, una laicidad liberal no puede suprimir. El gobierno francés y parte de la sociedad han ingresado a un camino de represión continua que hace que el multiconfesionalismo no exista realmente.

–La crisis económica que atraviesa Europa ha golpeado a la socialdemocracia, que a lo largo de todo el continente encuentra dificultades para legitimarse en el poder, como el caso del Partido Socialista francés. ¿Considera que la socialdemocracia podrá encontrar una alternativa a las políticas de austeridad que predominan en Europa?

–Sería un milagro. Hay aspectos coyunturales. Uno puede especular por qué Hollande después de su elección no esperó dos o tres años, como el gobierno de François Mitterrand, para convertir su programa inicial en otro de compromiso con las fuerzas dominantes del neoliberalismo. Porque lo hizo inmediatamente el día después de su elección. Después de una visita a la canciller alemana Angela Merkel, había hecho creer al pueblo francés que quería impulsar un cambio de orientación en las políticas europeas y volvió en realidad alineado completamente con las posiciones alemanas. Está bien, los dirigentes alemanes defienden e imponen su orientación política. Habría que conocer entonces algunos elementos secretos. Pienso que la presión por parte de los inversores fue enorme desde el primer momento. Amenazaron con cortar el flujo de inversiones extranjeras en la industria francesa. Hubo una correlación de fuerzas. Pero eso no basta como explicación. El fondo es que la socialdemocracia, como sabemos todos, se ha alineado con la concepción neoliberal de la economía actual. Hace tres semanas, Martin Schulz, líder de la socialdemocracia en el Parlamento europeo, explicaba que Europa tenía la posibilidad de convertirse en una gran potencia en el mercado mundial. Y es claro que desde este punto de vista los problemas sociales no son menores. Es decir, la socialdemocracia no ha logrado inventar un modelo social que pueda competir con el curso actual de la globalización y sustituir y renovar el viejo orden del Estado de Bienestar. Ahora tenemos el resultado a la vista. Uno de los aspectos culturales de la crisis en Europa es la falta de perspectiva sobre la globalización. Europa es incapaz de actuar como una fuerza alternativa mundial en el proceso de globalización.

–El triunfo de Tsipras en Grecia parece delinear un nuevo rumbo en Europa, o al menos el esbozo de una alternativa a las políticas de endeudamiento y a los partidos tradicionales. Podemos, una fuerza surgida tras la crisis, podría dar una sorpresa en las próximas elecciones generales en España. ¿Cómo evalúa estas experiencias?

–Tsipras es un tipo bravo. Pero son procesos diferentes. El problema para Podemos es llegar al poder ya sea solo o más probablemente con otros partidos. Si ocurriera, sería para mí una señal interesante e importante de que verdaderamente hay un conflicto político en Europa y hay fuerzas renovadoras. Pero no es algo que se da por hecho. Está claro que una de las metas de las estructuras de poder actuales en Europa, que el filósofo alemán Jürgen Habermas llama de modo extraordinario “federalismo ejecutivo posdemocrático”, que es la troika, es aplastar a la experiencia griega antes de que las elecciones tengan lugar en España.

–Para aleccionar a los españoles.

–Para no correr el riesgo. El caso de Syriza es distinto, porque está en el poder nacional y se encuentra en este momento en una pulseada con la estructura de poder europea. Más allá de su electorado inicial, tiene un gran apoyo del pueblo griego. Deben llegar a compromisos, que son criticados por la extrema izquierda, una cosa que me parece absurda y muy negativa. Porque ya son tratados de traidores por esos compromisos, algo que es fundamental. Hay una tendencia en la extrema izquierda que quiere aprovechar el caso griego para lograr una disolución del sistema europeo posnacional, que sería una catástrofe para los mismos griegos. No digo que haya que apoyar al gobierno de Tsipras sin ningún espíritu crítico, pero hay que considerar las dificultades de crear una alternativa en Europa.

–Si nos ponemos reduccionistas, las alternativas a conservadores y socialdemócratas son Syriza o el Frente Nacional de Le Pen.

–Es un poco simplificador, pero es cierto si se considera a Europa como un todo. Si la alternativa no surge en la izquierda, entonces lo va a hacer en la derecha.
http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-273424-2015-05-25.html

25 may 2015

ENTREVISTA A FRANCISCO SANCHEZ NAVA, SOBREVIVIENTE DEL ATAQUE EN IGUALA, MEXICO


“Quieren hacer desaparecer la escuela normal de Ayotzinapa”

El estudiante de 19 años pudo escapar a las balas de los policías municipales el 26 de septiembre pasado, cuando los agentes se llevaron a 43 compañeros, que aún no aparecen. Sánchez Nava reconstruye aquella jornada trágica y pide justicia.
 Por Mercedes López San Miguel

Es un estudiante de segundo año de la Escuela Normal de Ayotzinapa, de 19 años, pero por sobre todo es un sobreviviente. Francisco Sánchez Nava pudo escapar de las balas de los policías municipales de Iguala, en el estado de Guerrero, en la noche del 26 de septiembre pasado, cuando los agentes se llevaron a 43 compañeros y desde entonces no aparecen.
Un manto de impunidad cubre el caso que traspasó las fronteras de México y que puso en evidencia las relaciones entre el Estado y el crimen organizado. El joven Sánchez Nava, que está en Buenos Aires junto a tres familiares de compañeros normalistas reclamando verdad y justicia, dialogó con Página/12 sobre el trauma que vivió aquella trágica jornada y la represión que se viene aplicando a los estudiantes que defienden sus derechos.
Ayotzinapa sufre. Y ese dolor se ve en la mirada de Francisco, un chico que por momentos se indigna y por otros hace silencio sentado en un rincón del espacio que la agrupación social Pañuelos en Rebeldía cedió para el evento. Acaba de concluir el acto de presentación en Buenos Aires de la llamada Caravana 43 Sudamérica y el estudiante vuelve sobre su testimonio. “Ayotzinapa es una escuela normal donde estudiamos los hijos de los campesinos. A las siete de la mañana desayunamos, después entramos a clase. A las tres y media terminamos de estudiar y a las cuatro tenemos que trabajar la tierra, sembramos maíz, arroz, frijol, y también alimentamos vacas, cerdos, gallinas, para sostener nuestra economía. El Estado (de Guerrero) nos hace llegar 50 pesos al día para las tres comidas, eso no alcanza ni para una comida hoy en México. Terminada la actividad de campo, regresamos a la (escuela) normal, donde los compañeros de tercero y cuarto nos dan una plática de cómo este sistema nos explota, cómo somos pisoteados por un gobierno corrupto”.
En la noche del 26 de septiembre creció más la rabia hacia el gobierno y hacia el sistema. Un pueblo que se levantó para exigir justicia y la aparición con vida de los 43 estudiantes. Francisco recuerda cómo empezó todo el horror. “Los estudiantes salimos a las cinco de la tarde para hacer actividades de boteo (recaudar fondos), fuimos a Huitzuco para instalarnos en la autopista y pedir una moneda a los choferes que pasaban. Terminamos la actividad a las siete y media. Nos trasladamos en tres autobuses, íbamos de regreso a la normal, y teníamos que pasar por la ciudad de Iguala. A mitad de camino llegaron policías municipales con sus patrullas y dispararon directamente a los autobuses. Unos compañeros se bajaron y fueron a preguntar por qué estaban disparando, a decirles que éramos estudiantes, que nos dejaran pasar. Los municipales se retiraron”.
Se dijo que los estudiantes querían realizar disturbios en el acto de la mujer del alcalde José Luis Abarca, María de los Angeles Pineda, y por eso aparecieron los policías en escena. Francisco lo desmiente. “¡Oiga, no! Cuando llegamos a Iguala el acto había acabado. No había nada.”
El joven se toma la cabeza, mira hacia abajo, y prosigue. “Seguimos avanzando. Pero al entrar a la calle que nos llevaba hacia la escuela nos interceptó una patrulla de la policía municipal y los compañeros del primer bus se bajaron, para mover la patrulla y que nos permitieran el paso, y entonces los municipales les dispararon directamente. Es ahí que fue herido el compañero Aldo Gutiérrez, que está en estado vegetativo. Lo hirieron a otro. Siguieron disparando. La patrulla se trasladó hacia el tercer autobús, donde viajaban los 43 compañeros, los bajaron a golpes y los subieron a la patrulla, como si fueran unos delincuentes. Se los llevaron”, dijo y se lamentó no haber podido hacer nada.
Los policías que fueron detenidos luego confesarían que entregaron a los alumnos al cartel Guerreros Unidos. Para la Justicia mexicana, los integrantes de Guerreros Unidos asesinaron a los jóvenes e incineraron los restos en un basural del vecino municipio de Cocula. Una versión oficial que los padres y sobrevivientes no creen, dado que los peritos argentinos que trabajaron en el lugar no encontraron identificaciones entre los restos recuperados y los 43 normalistas. El 11 de mayo, expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidieron al gobierno de Enrique Peña Nieto que se reanude la búsqueda de los estudiantes.
Francisco cuenta que los uniformados quisieron hacer un trato para que la represión quedara impune. “Los municipales no querían llamar a la ambulancia sin antes negociar: para que no dijéramos que fueron ellos. Nosotros les dijimos que no negociábamos. Se fueron, dejando a nuestros dos compañeros heridos. Después nosotros llamamos a la ambulancia.”
¿Por qué les dispararon? El joven sobreviviente cree que los policías sabían que eran estudiantes de Ayotzinapa. “El motivo es que quieren hacer desaparecer a la normal. Que saben que es la piedra en el zapato de Guerrero, les estorba, porque los estudiantes manifestamos por nuestros derechos. Porque los policías y las autoridades salen de cacería, matan a gente pobre que levanta la voz”.
Francisco rememora y busca referencias horarias para reconstruir lo vivido. Sería la una de la madrugada del día 27 cuando llegaron los medios de comunicación y los estudiantes que quedaron decidieron dar una conferencia de prensa. “En ese momento apareció una camioneta roja con gente de civil y detrás las patrullas municipales. Nos empezaron a disparar directamente. Es ahí cuando le dieron al compañero Julio César Mondragón. Le dieron también a otro compañero. Ambos murieron”.
En cuanto pudieron, salieron corriendo. “Llegamos a una calle donde no había salida. Cuando quisimos correr en otra dirección e hirieron al compañero Daniel en la mandíbula, lo levantamos, lo llevamos cargando y le pedíamos a la gente que nos ayudara. Nos perseguían los policías. Llegamos a una clínica y el doctor no quiso atendernos, le pedimos que al menos nos refugiara, nos abrió. Pero después supimos que había llamado a los militares del batallón 27, que se encuentra a 20 minutos de ahí.
Todo sucedió en un ritmo vertiginoso. “Llegaron los militares, entraron a los golpes, gritándonos, que si éramos hombrecitos, que si teníamos huevos, que lo teníamos merecido porque éramos unos revoltosos. Les rogábamos a los militares que nos pidan una ambulancia para el compañero herido. Los militares no lo hicieron, tuvieron tres horas reprimiéndonos, y se retiraron después. ‘Salven su pellejo’, dijeron”.
A las ocho de la mañana estaban declarando en la procuraduría general de Iguala, y a las diez conocieron la peor de las noticias: apareció el cuerpo de Julio César Mondragón desfigurado, le habían quitado los ojos, lo habían quemado. El saldo de Ayotzinapa es de seis estudiantes muertos, cinco heridos de gravedad, y la desaparición forzada de 43, el alcalde de Iguala y su esposa presos como presuntos autores intelectuales de los hechos, además de cien detenidos entre policías locales y narcos.
“Lo que ocurrió el 26 y 27 de septiembre es un crimen de Estado. Exigimos al gobierno mexicano que se esclarezca el caso” sostiene Francisco.
Sin embargo, la administración de Peña Nieto señala que ante la gravedad de los hechos, el gobierno federal condujo las investigaciones “que han derivado en los avances para esclarecer el caso (ver recuadro).
No es la primera vez que atacan a estudiantes de Ayotzinapa, denuncia el joven. “El 12 de diciembre de 2011, el Estado quería recortar las 150 matrículas a cien, y los compañeros se organizaron y fueron a la capital de Guerrero, a Chilpacingo, donde hicieron una protesta pacífica, tomando la Autopista del Sol. Ahí el entonces gobernador Angel Aguirre ordenó a sus fuerzas desalojar la autopista a como diera lugar; los compañeros fueron desalojados a los tiros. Mataron a Echeverría y Pino”. Hasta la fecha, esas muertes quedaron impunes”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-273444-2015-05-25.html

CIRCULOS CONCENTRICOS

ARGENTINA

La timba

 Por Washington Uranga

Se ha hablado mucho y de manera insistente del “círculo rojo” aparentemente constituido por personajes que desconfían de los resultados de las urnas y, desde las sombras, pretenden influir en la vida política mediante presiones y extorsiones en favor de sus intereses. No me consta la existencia del “círculo”, ni si es apropiado el nombre que se le asigna. Tampoco podría identificar a sus integrantes, aunque no sería difícil deducir quiénes son eventuales candidatos a participar de esa supuesta organización conspirativa. No hay duda de que existe. Y es fácil comprender el sentido que le atribuyen quienes, intentando ponerle transparencia a la vida política y ciudadana, advierten y denuncian las operaciones secretas.
Integrantes o no del “círculo rojo”, es a toda vista una realidad que representantes del poder económico quieren ejercer presión para conformar, de cualquier forma, una alianza que se oponga al actual gobierno y que impida la continuidad del Frente para la Victoria. No importa que tengan o no ideas en común, sus coincidencias pasan por el espanto ante el kirchnerismo. Intentan reeditar lo ocurrido en el 2013, aunque encuentran el obstáculo evidente de que en las elecciones que se avecinan se disputan cargos ejecutivos, comenzando por la Presidencia, y en estas circunstancias el ciudadano razona más su voto, analiza los pro y los contra, hace balance y, sobre todo, trata de cuidar lo logrado. La versión de los voceros periodísticos de “la militancia contra” es que “la gente” no razona y, falta decir “lamentablemente”, la economía está mejor. Así es más difícil inclinar la balanza en contra del Gobierno sólo con apelaciones al sentimiento o los golpes de efecto, que es todo lo que tiene la oposición conservadora que no logra (no quiere, no puede, es incapaz... da lo mismo) articular ideas y propuestas.
El intento de reeditar el armado mediático del “grupo A” con todos los opositores no funcionó en su momento. Se diluyó por las contradicciones internas, las peleas y, sobre todo, por la falta de una idea articuladora, una propuesta de país. Quedó demostrado que “estar en contra” no constituye, por sí mismo, ninguna propuesta. Aunque pueda servir coyunturalmente para agrupar. Las verdaderas alianzas políticas no son meramente electorales. Necesitan tiempo, perseverancia y, sobre todo, legitimidad política.
Los representantes de los grupos de poder quieren, de todos modos, a Macri y a Massa bajo el mismo paraguas. Entienden que ésa es la única alternativa para derrotar al Frente para la Victoria. Mandan mensajes, hablan directamente y presionan. ¿Cómo? Usando el poder del dinero, quitando los respaldos económicos para las campañas y amenazando con “bajar” a quien se resista. Suman, para este fin, el poder de los medios de comunicación que controlan o son aliados, pero que en ambos casos obran como poderoso brazo mediático de los mismos intereses. Mandan a sus columnistas estrella a escribirles el guión a los candidatos advirtiendo que la desobediencia los hará caer en desgracia. Basta leer, ver y escuchar la “cadena nacional de medios privados”.
Como en la timba, esos emperadores que descreen de la democracia y que desconfían del voto ciudadano hacen sus apuestas, juegan su dinero en contra del Gobierno. Pero, con sentido mafioso, no están dispuestos a perder. Los quieren juntos y están decididos a ejercer todo su poder para lograrlo. En estos días tiran sus cartas definitivas. Paradójicamente, el mayor obstáculo lo representan hoy por hoy los candidatos sobrevivientes, los que ellos mismos ayudaron a construir después de descartar segundas líneas. Macri se sabe ganador en cualquier interna y no está dispuesto a ceder terreno. Sus asesores le aseguran que su única posibilidad de victoria es profundizando su discurso opositor. Se trata de decir que no a casi todo, sin debatir nada, sin comprometerse tampoco a nada ni presentar un proyecto. No es necesario, dicen. Basta con estar en contra para capitalizar de esta forma “la bronca” y el “rechazo” de “la gente” (no hablan de ciudadanos) contra el Gobierno. La apuesta (seguimos con la timba) es a que Massa finalmente se baje (o lo tiren) para unificar todo el voto opositor.
El hombre de Tigre se siente traicionado y hasta pierde el rictus de la sonrisa permanente que sus publicistas le fabricaron para la campaña. En un momento consideró que había sido tocado por la varita mágica del poder. Pero los números no le favorecen. “El cambio justo” no les sirve ni a unos ni a otros. Y aunque sabe que no llega, que los números no le dan, extorsiona con la idea de que en una eventual segunda vuelta en la que él ya no juegue, gran parte de los votos peronistas que lo acompañan podrían estar más cerca de Scioli que de Macri. Ese es su único argumento. Para salir de la encrucijada amenaza a los radicales con romper acuerdos locales o provinciales de los que participan tanto la UCR, como el PRO y el FR y en los cuales los principales beneficiados serían los radicales para retener espacios de poder.
Es un juego de fuerzas que puede extenderse hasta último momento antes de presentar los candidatos y las listas. Pero aquellos que quieren “que esto se termine” (sean o no del “círculo rojo”) parecen estar dispuestos a invertir pero no a timbear su dinero. No quieren correr riesgos. Y por ahora Macri corre con mejores chances que Massa. Aunque no vale hacer números... está claro que es una “inversión” que rinde más. Y para el “círculo rojo” la política poco tiene que ver con el bien común y sólo importa si está en función de mayor dinero para sus propios bolsillos.