Por André Moreira Cunha y Andrés Ferrari Haines
En una entrevista al diario “O Globo” el 21 de noviembre, la líder del Frente Parlamentario Agropecuario y futura Ministra de Agricultura del flamante presidente Bolsonaro, Tereza Cristina, afirmó directamente: “Es hora de revisar el Mercosur”.
Esta declaración se suma a otras y a algunas designaciones en puestos claves del nuevo mandatario brasileño que, de confirmarse, tendrán fuerte impacto sobre el comercio exterior del país vecino, y por extensión, sobre la economía argentina.
Los designados futuros ministros de Economía, Relaciones Exteriores y Agricultura, anuncian un desinterés hacia quienes vienen siendo, exceptuando Estados Unidos, los principales socios comerciales de Brasil: China y otros países en Asia; Mercosur y demás sudamericanos, y países árabes y africanos.
En las últimas dos décadas el comercio exterior brasileño cambió radicalmente. Los países emergentes y en desarrollo pasaron a tener un peso enorme, mientras cayó el de sus socios más tradicionales, como Estados Unidos y la Unión Europea. Además, hubo una creciente especialización en la venta de commodities y mayor direccionamiento de la producción industrial para el mercado interno con pérdida creciente de participación de la industria en las exportaciones.
Radiografía del comercio externo brasileño
Algunos datos ilustran este cambio. Entre 1997 y 2017, las exportaciones de mercancías brasileñas más que cuadruplicaron, pasando de US $ 52 mil millones a US $ 217 mil millones. Esta expansión posibilitó que, en el comercio global, la participación de Brasil pase del 0,9% al 1,3%. Pero como esto se explicó fundamentalmente por exportaciones primarias a China, en realidad, la industria brasileña perdió market-share global, retrocediendo del 0,7% al 0,6%.
El destino de las ventas brasileñas también cambió: en 1997 sus principales socios eran la Unión Europea (28,4%), Estados Unidos (17,5%) y Mercosur (17,1%). Inclusive, con 24,1%, Sudamérica como un todo adquiría más exportaciones de Brasil que EEUU. Hasta octubre de este 2018, los principales mercados del país vecino fueron China, Hong Kong y Macao (27,9%), Unión Europea (17%), Estados Unidos (12%) y Mercosur (9,2%), otros asiáticos distintos de China (10,9%), Medio Oriente (4,1%) y África (3,4%).
Además, también se alteró significativamente la pauta exportadora. En 1997, predominaban los productos industriales (81,4%), especialmente los de media-baja, media y alta-tecnología (56,2%); ya en 2018, los productos agrícolas y minerales representaban el 41,4%. Manufacturas de baja intensidad tecnológica, fundamentalmente aquellas que procesan recursos naturales y/o son intensivas en trabajo, constituían otro 23%. Así, la industria de transformación de mayor complejidad tecnológica, vio su participación relativa en el comercio internacional caer a un tercio del total de las ventas.
Con Asia y la Unión Europea, básicamente, Brasil vende commodities agrícolas y minerales e importa manufacturas. Con países suramericanos y, en cierta medida, con Estados Unidos y con naciones de bajos y medianos ingresos de África y Oriente Medio, las exportaciones e importaciones son más equilibradas en cuanto a la presencia de bienes industriales en la pauta de ventas.
Las importaciones y el saldo comercial de Brasil también reflejan la importancia de China y otros países asiáticos. En 2018, China, Hong Kong y Macao representaron la mitad del saldo comercial acumulado hasta octubre. Sudamérica contribuyó con 24% y los países de Medio Oriente, 5%. Entre enero de 1997 y octubre de 2018, Brasil acumuló un saldo comercial de 489.000 millones de dólares. América del Sur explicó 34%, China, Hong Kong y Macao 25%; y la Unión Europea 14% —mientras que Estados Unidos apenas 1%.
Mercosur e industria brasileña
Las entidades que representan a la industria brasileña saben que la región constituye un nicho importante para sus exportaciones — y por eso lo consideran crucial por su temor a un avance de la competencia china. En consecuencia, la Confederación Nacional de la Industria (CNI) reaccionó inmediatamente cuando Paulo Guedes, futuro ministro de Economía, afirmó que el “Mercosur no es prioridad”, sentenciando en un comunicado que:
“Si el gobierno brasileño no da prioridad al Mercosur, o aún peor, si reduce el Arancel Externo Común de forma unilateral, el único ganador es China, que ya viene tomando el mercado brasileño en toda América del Sur … Pequeñas y medianas empresas, que exportan más a esos países, serán las más afectadas”.
A diferencia de la industria, para el sector de agro-negocios de Brasil, el Mercosur no resulta atractivo. Por eso, como representante del sector, la futura Ministra de Agricultura afirmó que: “El Mercosur, para Brasil, es desigual, principalmente para los productos de la agropecuaria”. A continuación, Tereza Cristina puntualizó que era hora de revisarlo, “haciendo un acuerdo, tal vez, más moderno y mejor”, o Brasil se retiraría, porque no puede continuar como está.
Dado que Brasil tuvo un saldo comercial acumulado de 80.500 millones de dólares en los últimos 21 años con el Mercosur —y de US $ 168 mil millones en América del Sur— parece casi imposible un acuerdo revisado que satisfaga a su nuevo gobierno, tomando en cuenta, también, lo que su economía representa en la región. Es decir, no parece haber mucho margen para que el Mercosur sobreviva bajo esa expectativa del próximo gobierno brasileño.
Si bien los industriales brasileños manifestaron desagrado con la posibilidad de que Brasil se retire del Mercosur, por otro lado, abrazaron el discurso liberal de Bolsonaro y de cortes de gasto público. Postura similar se observó de sus pares en Argentina, cuyo gobierno viene mostrando una ansiosa voluntad en firmar a toda costa un acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea. Así, parecería que el penoso Mercosur que persiste se quedó sólo y bajará las persianas, como vienen haciendo las industrias de la región desde la retomada neoliberal.
De esta manera, quedarían en pie los grupos regionales promovidos por los países que más discursean por el liberalismo económico global. En medio de la “guerra comercial”, los bloques comerciales (y políticos) se están reorganizando. Estados Unidos repactó el NAFTA y forzará nuevos términos en las relaciones con sus socios. La Unión Europea, en tiempos de Brexit y crisis económica, intenta reinventarse. China construye múltiples canales en sus relaciones bilaterales y regionales, participando activamente en todos los foros en los que logra tener espacio. El sudeste asiático no abandonó a la ASEAN, así como Rusia sigue como motor de su área de influencia.
Mientras tanto, los grandes países sudamericanos, fanatizados por sus discursos ideológicos que definen como “no ideológicos” y, por eso mismo, aferrados a una total falta de pragmatismo y de desprecio a la información sobre la realidad económica mundial histórica y actual, ciegamente avanzan en el sentido contrario. No es difícil apostar a quiénes les irá mejor y a quiénes peor.
Alai
30 noviembre, 2018
En una entrevista al diario “O Globo” el 21 de noviembre, la líder del Frente Parlamentario Agropecuario y futura Ministra de Agricultura del flamante presidente Bolsonaro, Tereza Cristina, afirmó directamente: “Es hora de revisar el Mercosur”.
Esta declaración se suma a otras y a algunas designaciones en puestos claves del nuevo mandatario brasileño que, de confirmarse, tendrán fuerte impacto sobre el comercio exterior del país vecino, y por extensión, sobre la economía argentina.
Los designados futuros ministros de Economía, Relaciones Exteriores y Agricultura, anuncian un desinterés hacia quienes vienen siendo, exceptuando Estados Unidos, los principales socios comerciales de Brasil: China y otros países en Asia; Mercosur y demás sudamericanos, y países árabes y africanos.
En las últimas dos décadas el comercio exterior brasileño cambió radicalmente. Los países emergentes y en desarrollo pasaron a tener un peso enorme, mientras cayó el de sus socios más tradicionales, como Estados Unidos y la Unión Europea. Además, hubo una creciente especialización en la venta de commodities y mayor direccionamiento de la producción industrial para el mercado interno con pérdida creciente de participación de la industria en las exportaciones.
Radiografía del comercio externo brasileño
Algunos datos ilustran este cambio. Entre 1997 y 2017, las exportaciones de mercancías brasileñas más que cuadruplicaron, pasando de US $ 52 mil millones a US $ 217 mil millones. Esta expansión posibilitó que, en el comercio global, la participación de Brasil pase del 0,9% al 1,3%. Pero como esto se explicó fundamentalmente por exportaciones primarias a China, en realidad, la industria brasileña perdió market-share global, retrocediendo del 0,7% al 0,6%.
El destino de las ventas brasileñas también cambió: en 1997 sus principales socios eran la Unión Europea (28,4%), Estados Unidos (17,5%) y Mercosur (17,1%). Inclusive, con 24,1%, Sudamérica como un todo adquiría más exportaciones de Brasil que EEUU. Hasta octubre de este 2018, los principales mercados del país vecino fueron China, Hong Kong y Macao (27,9%), Unión Europea (17%), Estados Unidos (12%) y Mercosur (9,2%), otros asiáticos distintos de China (10,9%), Medio Oriente (4,1%) y África (3,4%).
Además, también se alteró significativamente la pauta exportadora. En 1997, predominaban los productos industriales (81,4%), especialmente los de media-baja, media y alta-tecnología (56,2%); ya en 2018, los productos agrícolas y minerales representaban el 41,4%. Manufacturas de baja intensidad tecnológica, fundamentalmente aquellas que procesan recursos naturales y/o son intensivas en trabajo, constituían otro 23%. Así, la industria de transformación de mayor complejidad tecnológica, vio su participación relativa en el comercio internacional caer a un tercio del total de las ventas.
Con Asia y la Unión Europea, básicamente, Brasil vende commodities agrícolas y minerales e importa manufacturas. Con países suramericanos y, en cierta medida, con Estados Unidos y con naciones de bajos y medianos ingresos de África y Oriente Medio, las exportaciones e importaciones son más equilibradas en cuanto a la presencia de bienes industriales en la pauta de ventas.
Las importaciones y el saldo comercial de Brasil también reflejan la importancia de China y otros países asiáticos. En 2018, China, Hong Kong y Macao representaron la mitad del saldo comercial acumulado hasta octubre. Sudamérica contribuyó con 24% y los países de Medio Oriente, 5%. Entre enero de 1997 y octubre de 2018, Brasil acumuló un saldo comercial de 489.000 millones de dólares. América del Sur explicó 34%, China, Hong Kong y Macao 25%; y la Unión Europea 14% —mientras que Estados Unidos apenas 1%.
Mercosur e industria brasileña
Las entidades que representan a la industria brasileña saben que la región constituye un nicho importante para sus exportaciones — y por eso lo consideran crucial por su temor a un avance de la competencia china. En consecuencia, la Confederación Nacional de la Industria (CNI) reaccionó inmediatamente cuando Paulo Guedes, futuro ministro de Economía, afirmó que el “Mercosur no es prioridad”, sentenciando en un comunicado que:
“Si el gobierno brasileño no da prioridad al Mercosur, o aún peor, si reduce el Arancel Externo Común de forma unilateral, el único ganador es China, que ya viene tomando el mercado brasileño en toda América del Sur … Pequeñas y medianas empresas, que exportan más a esos países, serán las más afectadas”.
A diferencia de la industria, para el sector de agro-negocios de Brasil, el Mercosur no resulta atractivo. Por eso, como representante del sector, la futura Ministra de Agricultura afirmó que: “El Mercosur, para Brasil, es desigual, principalmente para los productos de la agropecuaria”. A continuación, Tereza Cristina puntualizó que era hora de revisarlo, “haciendo un acuerdo, tal vez, más moderno y mejor”, o Brasil se retiraría, porque no puede continuar como está.
Dado que Brasil tuvo un saldo comercial acumulado de 80.500 millones de dólares en los últimos 21 años con el Mercosur —y de US $ 168 mil millones en América del Sur— parece casi imposible un acuerdo revisado que satisfaga a su nuevo gobierno, tomando en cuenta, también, lo que su economía representa en la región. Es decir, no parece haber mucho margen para que el Mercosur sobreviva bajo esa expectativa del próximo gobierno brasileño.
Si bien los industriales brasileños manifestaron desagrado con la posibilidad de que Brasil se retire del Mercosur, por otro lado, abrazaron el discurso liberal de Bolsonaro y de cortes de gasto público. Postura similar se observó de sus pares en Argentina, cuyo gobierno viene mostrando una ansiosa voluntad en firmar a toda costa un acuerdo de libre comercio del Mercosur con la Unión Europea. Así, parecería que el penoso Mercosur que persiste se quedó sólo y bajará las persianas, como vienen haciendo las industrias de la región desde la retomada neoliberal.
De esta manera, quedarían en pie los grupos regionales promovidos por los países que más discursean por el liberalismo económico global. En medio de la “guerra comercial”, los bloques comerciales (y políticos) se están reorganizando. Estados Unidos repactó el NAFTA y forzará nuevos términos en las relaciones con sus socios. La Unión Europea, en tiempos de Brexit y crisis económica, intenta reinventarse. China construye múltiples canales en sus relaciones bilaterales y regionales, participando activamente en todos los foros en los que logra tener espacio. El sudeste asiático no abandonó a la ASEAN, así como Rusia sigue como motor de su área de influencia.
Mientras tanto, los grandes países sudamericanos, fanatizados por sus discursos ideológicos que definen como “no ideológicos” y, por eso mismo, aferrados a una total falta de pragmatismo y de desprecio a la información sobre la realidad económica mundial histórica y actual, ciegamente avanzan en el sentido contrario. No es difícil apostar a quiénes les irá mejor y a quiénes peor.
Alai