19 dic 2021

FINAL ABIERTO TRATANDO DE EVITAR EL KASTIGO

 Chile, entre la reacción autoritaria y la alternativa progresista. La segunda vuelta en las elecciones de este domingo

Por Marco Teruggi

19 de diciembre de 2021






La avenida la Alameda, en Santiago, que desemboca sobre la Plaza Baquedano está cubierta de afiches, pintadas, consignas de la revuelta y contra José Antonio Kast. Son largas cuadras que muestran lo que fueron meses de un estallido del cual quedan fragmentos, interpretaciones, protestas cada último día de la semana para pedir por la liberación de quienes fueron detenidos. Este viernes no es la excepción: la Plaza, ahora llamada Dignidad, con un pedestal ya sin la estatua de Baquedano, es escenario de una concentración con cacerolas, banderas mapuches, chilenas, creatividad y, como siempre, represión.
Esa Plaza, a partir del 18 de octubre del 2019 y durante algunos meses, fue epicentro de las manifestaciones más grandes de la historia reciente de Chile. Sin ese suceso no estaría hoy en pie una Convención Constitucional, conformada en julio de este año, para debatir una nueva Constitución, así como seguramente no estarían en segunda vuelva Gabriel Boric y Kast, que se enfrentarán este domingo en una elección con una trascendencia mayor para saber cómo seguirá la crisis abierta dos años atrás que, por el momento, no tiene cierre.

Las campañas de ambos candidatos terminaron el jueves en Santiago. Ese día estuvo marcado por la noticia del fallecimiento de la viuda del dictador Augusto Pinochet, Lucía Hiriart. “Ha muerto en la impunidad, pese al profundo dolor y división que causó al país, Lucía Hiriart, hoy día desde acá quiero entregar nuestro respeto, nuestra conciencia, a todas las víctimas de la dictadura de la que fue parte y símbolo, hoy estamos aquí porque trabajamos por la justicia y por la vida digna”, afirmó Boric al tomar la palabra en un acto con gran asistencia.

“Esta elección va a estar apretada, y además el candidato del frente ya está avisando que va a desconocer los resultados, a diferencia de nosotros, confiamos en la sabiduría del pueblo de Chile, y vamos a defender los resultados en cada mesa, por lo tanto, cada uno que está acá que llame a cada uno de sus familiares, de sus amigos, para que tengamos apoderados en todas las mesas de Chile”, sostuvo Boric, antecedido por su jefa de campaña, Izkia Siches, y músicos, como la rapera Ana Tijoux.

Kast, por su parte cerró su campaña, acompañado de su familia, iniciando con el racconto de su campaña que comenzó con cerca del 8% de intención de voto, lo llevó a terminar primero el 21 de noviembre y disputar la presidencia este domingo. “La noticia es que hoy día estamos empatados, pero les tengo una gran noticia, el domingo vamos a ganar con una diferencia importante (…) Chile es y será un país en libertad”, afirmó en el acto. El candidato, quien no habla de dictadura, sino de “gobierno autoritario”, al referirse a Pinochet, anunció ante la prensa que no asistiría al funeral de Hiriart.

El vínculo de Kast con el pinochetismo fue parte de la campaña. El candidato intentó esconder sus vínculos con, por ejemplo, militares acusados por crímenes de lesa humanidad, como Miguel Krassnoff, condenado a 800 años de prisión, a la vez que negó que su padre haya sido miembro del partido Nazi, como reveló la agencia AP. La historia y las ideas de Kast fueron un elemento central para movilizar a un voto contra él, que tomó forma y fuerza entre la primera y segunda vuelta, y, a su vez, le dio a la campaña de Boric un nuevo dinamismo, con espontaneidad, actos públicos, gran concurrencia.

Esa campaña anti-Kast fue impulsada desde numerosos espacios, en particular de lo que en las izquierdas chilenas se conoce como “el campo de octubre”, en referencia al conjunto diverso de actores que encabezaron el estallido del 2019, tuvieron un proceso de radicalidad callejera, organización territorial, y un momento de fuerza electoral con la elección de los constituyentes en mayo del 2020. Ese universo heterogéneo, con un sector con imaginario y ensayo de radicalidad, sin dirigencia clara, líquido, en conflicto con Boric por su firma del Acuerdo de Paz Social y Nueva Constitución en noviembre del 2015, perdió finalmente fuerza en las calles. A partir de la segunda vuelta parece haber recuperado despliegue al ser parte de la campaña centralmente contra la amenaza que representa Kast.

¿Ese aporte hará parte de la diferencia necesaria a favor del candidato de Apruebo Dignidad? Es una de las posibilidades en un contexto donde el factor de la participación, en particular juvenil podría resultar determinante. El 21 de noviembre votó apenas el 47.7 por ciento del padrón, un número menor al pico alcanzado en el Plebiscito por la nueva Constitución, en noviembre del 2020, donde votó el 50.95, en el marco de una democracia de baja participación electoral.

La perspectiva de una victoria de Boric o Kast significa el ingreso a dos escenarios marcadamente diferentes. La promesa de orden y mano dura enunciada por Kast, con acogida social en un marco de crisis e incertidumbre, se daría frente a otra parte de la sociedad que, si bien disminuyó el nivel de protesta, no está desmovilizada. El candidato de extrema derecha, a su vez, se ha opuesto al proceso de una nueva Constitución, aunque Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia y parte de su comando, afirmó que en caso de ganar “va a respetar esa votación” y estará viendo si será una “Convención sensata o no”. El texto que emane de la Convención Constitucional deberá ser aprobado por un plebiscito que debería ocurrir pasada la mitad del 2022.

Una victoria de Boric, respaldado por el centro político, como la ex presidenta Michelle Bachelet, abriría paso seguramente a un escenario nacional también marcado por inestabilidades, en particular si opta por avanzar sobre determinados pilares del orden dominante fundado por Pinochet y sostenido durante los treinta años siguientes de democracia. El resultado del domingo será determinante para saber si la mayoría votante habrá optado por una reacción conservadora y autoritaria, o por una propuesta progresista, con renovación dirigencial y una promesa anti-neoliberal. Las consecuencias serán profundamente diferentes para el proceso abierto con la crisis del 2019, que pone en juego lo que varios denominan como una “segunda transición”.