On Dic 24, 2021
Rubén Armendáriz
Stanley tiene 38 años de experiencia como abogado litigante líder y 44 años de experiencia en el gobierno y el servicio público estadounidense. Biden lo había nominado el 6 de agosto, luego de un almuerzo que mantuviera en Buenos Aires el presidente argentino Alberto Fernández con Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden y una pieza clave de la Casa Blanca al momento de determinar los aliados y los enemigos de EEUU.
“Estoy agradecido por la oportunidad de servir a mi país”, dijo Stanley en un comunicado en el sitio The Dallas Morning News, donde destacó (no muy diplomáticamente) que “Buenos Aires no es un remanso de bajo riesgo. Argentina es una de las economías más grandes del hemisferio, un país devastado por la Covid-19 y la recesión”.
Al nuevo embajador le gusta la figuración y parece deslumbrarse con figuras de Hollywood. Su album de fotos acopia retratos con mediáticas Kim Kardashian o Reese Witherspoon, como con Joe Biden.
Su visión y misión
Y en un tono totalmente injerencista señaló que “Todos los argentinos deberían estar molestos por eso. Y creo que debería exigirse que este gobierno y el Poder Judicial enjuicien y averigüen quiénes son los responsables y se obtengan verdadera justicia”, en referencia al atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, aún sin resolverse, aunque el guión estadounidense insiste en culpar a los iraníes.
Después de las recientes críticas hechas por Stanley a la gestión de Alberto Fernández, en distintas áreas de gobierno ya intuyen que la relación requerirá mucho más que cintura diplomática. Y más que nunca, poca actividad tuitera de barricada de parte de ciertos funcionarios. Sobre todo cuando –como ya se su presupone–, reflote la cada vez más desdibujada imagen del fallecido Alberto Nisman, el fiscal de la causa AMIA, señala Ernesto Ise, editor-jefe de Diario Perfil.
Stanley tampoco se privó de señalar que será su propósito interferir en las relaciones económicas entre Argentina y China, poniendo especial énfasis en evitar que Argentina acceda a los últimos avances chinos en la tecnología de la comunicación.
Stanley aseguró en un documento presentado ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado (no en su exposición en vivo) que “a medida que EEUU Unidos ve una mayor competencia con China en Argentina y en otros lugares, haré que sea una prioridad ‘mantener los pies en el fuego’ (meter presión) especialmente cuando productos como la tecnología 5G están ingresando al mercado y permitiendo que China acceda todos los datos e información de los argentinos”.
Su historia profesional como letrado y su militancia dentro de la comunidad empresaria judía en Estados Unidos, lo acerca a la imagen de un lobista de intereses de grandes empresarios que a la de un diplomático de carrera. Stanley promete ingresar de lleno en la puja por alcanzar un acuerdo con el FMI, pero claramente del lado de una definición de la política macroeconómica que garantice, antes que nada, el repago de la deuda.
Para el analista Raúl Dellatorre, Stanley promete alinear a la Argentina con la línea más dura de la política estadounidense para Latinoamérica, que es la que se ordena a partir de la definición Caracas-La Habana-Managua como «eje del mal» y coloca a la Argentina como un terreno más del combate con China por la hegemonía mundial, tecnológica y de negocios, y promete una fuerte intervención local en este sentido.
En esta línea, expresa una continuidad con su antecesor en la embajada, Edward Prado, a quien destacados analistas internacionales le adjudicaron un rol central en la confección de la causa de los «cuadernos Gloria», esa megacausa sobre las coimas en las obras públicas, a través de la cual EEUU intentó desplazar a los empresarios de la construcción vinculados a capitales chinos y reemplazarlos por firmas estadounidenses.
Los que están más contentos son parte de la oposición. Con sus recientes comentarios críticos al gobierno, saben que tienen un aliado para hacer campaña. No sería la primera vez en la historia argentina que un gobierno estadounidense instale un embajador con perfil opositor. Los ArgenLeaks -los cables filtrados por Wikileaks sobre Argentina- , fueron develando la trama de cómo se construye el vínculo entre la clase dirigente local y la diplomacia con sede en Washington, y completan la escena.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Rubén Armendáriz
Marc Stanley, un diplomático, líder de la comunidad judía , filántropo de Dallas y por seis años presidente del Consejo Nacional Judío Democrático, fue el elegido por el presidente estadounidense Joe Biden para ocupar el cargo de embajador en Argentina que dejó vacante Edward Prado, el designado por el ex presidente Donald Trump.
El Senado de Estados Unidos lo confirmó el 18 de diciembre , pese a que a finales de octubre se despachara con una dura crítica de la gestión del gobierno del presidente argentino Alberto Fernández en materia económica. “La Argentina es un hermoso autobús turístico al que las ruedas no le están funcionando”, dijo un Stanley, con veleidades de virrey, como la calificó estrategia.la.
Arrogante, provocador, despectivo cercano al de Donald Trump y escasamente preocupado por disimular sus intenciones de injerencia en asuntos internos se mostró ante el Senado donde le reclamó al gobierno argentino «un plan macro que aún no tiene» para poder acordar el pago de la deuda con el FMI, y un alineamiento con su país para aislar a Venezuela y a Cuba.
El Senado de Estados Unidos lo confirmó el 18 de diciembre , pese a que a finales de octubre se despachara con una dura crítica de la gestión del gobierno del presidente argentino Alberto Fernández en materia económica. “La Argentina es un hermoso autobús turístico al que las ruedas no le están funcionando”, dijo un Stanley, con veleidades de virrey, como la calificó estrategia.la.
Arrogante, provocador, despectivo cercano al de Donald Trump y escasamente preocupado por disimular sus intenciones de injerencia en asuntos internos se mostró ante el Senado donde le reclamó al gobierno argentino «un plan macro que aún no tiene» para poder acordar el pago de la deuda con el FMI, y un alineamiento con su país para aislar a Venezuela y a Cuba.
Stanley tiene 38 años de experiencia como abogado litigante líder y 44 años de experiencia en el gobierno y el servicio público estadounidense. Biden lo había nominado el 6 de agosto, luego de un almuerzo que mantuviera en Buenos Aires el presidente argentino Alberto Fernández con Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de Biden y una pieza clave de la Casa Blanca al momento de determinar los aliados y los enemigos de EEUU.
“Estoy agradecido por la oportunidad de servir a mi país”, dijo Stanley en un comunicado en el sitio The Dallas Morning News, donde destacó (no muy diplomáticamente) que “Buenos Aires no es un remanso de bajo riesgo. Argentina es una de las economías más grandes del hemisferio, un país devastado por la Covid-19 y la recesión”.
Al nuevo embajador le gusta la figuración y parece deslumbrarse con figuras de Hollywood. Su album de fotos acopia retratos con mediáticas Kim Kardashian o Reese Witherspoon, como con Joe Biden.
Su visión y misión
En el Texas Jewish Post el periodista Jordan Rudner trazó un perfil de este abogado y como sería el escenario que le espera en Argentina. Y marcó los siguientes tópicos de su agenda:negociación argentina de la deuda que Mauricio Macri contrajo con el FMI; la relación de Argentina con China dado que ese país “invirtió mucho en los recursos minerales, la industria del gas natural y las exportaciones de soja”; la relación entre la comunidad judía y el gobierno que, donde se espera que Stanley asuma una posición.
Millonario y sin experiencia diplomática alguna, pero poderoso recaudador de fondos para la campaña presidencial de Joe Biden, Stanley anunció en el Congreso que planea «dialogar con líderes de todos los niveles del país para lograr que en el hemisferio se honren nuestros ideales». Es decir, promete injerencia en los asuntos internos, también, de Argentina.
En otro momento de su presentación, Marc Stanley, con escasa información o falseando intencionalmente la realidad, describió: «El comercio bilateral se redujo y algunas empresas de nuestro país están abandonando la Argentina debido a las barreras regulatorias. Seguiré dialogando con el gobierno argentino para abordar estos desafíos a medida que exploremos oportunidades para expandir el comercio estadounidense”.
La frase parece reiterar consignas de la oposición neoliberal y proestadounidense en la Argentina, pero la de sus posiciones más extremas y carente de fundamentos.
Stanley planteó su preocupación por el hecho que Argentina no se ha sumado a los Estados Unidos y a otros países en su agresión permanente contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero se manifestó complacido de que el gobierno argentino haya incluido a Hezbollah en su lista de organizaciones terroristas. “Planeo dialogar con líderes de todos los niveles para lograr que en el hemisferio se honren nuestros ideales”, adelantó.
Con respecto a la inflación, deuda y pobreza, Stanley señaló: “La deuda del FMI, 45 mil millones de dólares, es un gran problema, aunque es responsabilidad del liderazgo argentino elaborar un plan macro para devolver esto y aún tienen que hacerlo, por lo que dicen pronto llegarán a un acuerdo”.
Prosiguió marcando la agenda que piensa llevar a la Argentina: “Me complace que el presidente Alberto Fernández haya manifestado su descontento por el nombramiento (de Ahmad Vahidi) como ministro iraní de un conspirador, que ha financiado a Hezbollah y causado el terror en América del Sur”, señaló.
Millonario y sin experiencia diplomática alguna, pero poderoso recaudador de fondos para la campaña presidencial de Joe Biden, Stanley anunció en el Congreso que planea «dialogar con líderes de todos los niveles del país para lograr que en el hemisferio se honren nuestros ideales». Es decir, promete injerencia en los asuntos internos, también, de Argentina.
En otro momento de su presentación, Marc Stanley, con escasa información o falseando intencionalmente la realidad, describió: «El comercio bilateral se redujo y algunas empresas de nuestro país están abandonando la Argentina debido a las barreras regulatorias. Seguiré dialogando con el gobierno argentino para abordar estos desafíos a medida que exploremos oportunidades para expandir el comercio estadounidense”.
La frase parece reiterar consignas de la oposición neoliberal y proestadounidense en la Argentina, pero la de sus posiciones más extremas y carente de fundamentos.
Stanley planteó su preocupación por el hecho que Argentina no se ha sumado a los Estados Unidos y a otros países en su agresión permanente contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero se manifestó complacido de que el gobierno argentino haya incluido a Hezbollah en su lista de organizaciones terroristas. “Planeo dialogar con líderes de todos los niveles para lograr que en el hemisferio se honren nuestros ideales”, adelantó.
Con respecto a la inflación, deuda y pobreza, Stanley señaló: “La deuda del FMI, 45 mil millones de dólares, es un gran problema, aunque es responsabilidad del liderazgo argentino elaborar un plan macro para devolver esto y aún tienen que hacerlo, por lo que dicen pronto llegarán a un acuerdo”.
Prosiguió marcando la agenda que piensa llevar a la Argentina: “Me complace que el presidente Alberto Fernández haya manifestado su descontento por el nombramiento (de Ahmad Vahidi) como ministro iraní de un conspirador, que ha financiado a Hezbollah y causado el terror en América del Sur”, señaló.
Y en un tono totalmente injerencista señaló que “Todos los argentinos deberían estar molestos por eso. Y creo que debería exigirse que este gobierno y el Poder Judicial enjuicien y averigüen quiénes son los responsables y se obtengan verdadera justicia”, en referencia al atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina en 1994, aún sin resolverse, aunque el guión estadounidense insiste en culpar a los iraníes.
Después de las recientes críticas hechas por Stanley a la gestión de Alberto Fernández, en distintas áreas de gobierno ya intuyen que la relación requerirá mucho más que cintura diplomática. Y más que nunca, poca actividad tuitera de barricada de parte de ciertos funcionarios. Sobre todo cuando –como ya se su presupone–, reflote la cada vez más desdibujada imagen del fallecido Alberto Nisman, el fiscal de la causa AMIA, señala Ernesto Ise, editor-jefe de Diario Perfil.
Stanley tampoco se privó de señalar que será su propósito interferir en las relaciones económicas entre Argentina y China, poniendo especial énfasis en evitar que Argentina acceda a los últimos avances chinos en la tecnología de la comunicación.
Stanley aseguró en un documento presentado ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado (no en su exposición en vivo) que “a medida que EEUU Unidos ve una mayor competencia con China en Argentina y en otros lugares, haré que sea una prioridad ‘mantener los pies en el fuego’ (meter presión) especialmente cuando productos como la tecnología 5G están ingresando al mercado y permitiendo que China acceda todos los datos e información de los argentinos”.
Su historia profesional como letrado y su militancia dentro de la comunidad empresaria judía en Estados Unidos, lo acerca a la imagen de un lobista de intereses de grandes empresarios que a la de un diplomático de carrera. Stanley promete ingresar de lleno en la puja por alcanzar un acuerdo con el FMI, pero claramente del lado de una definición de la política macroeconómica que garantice, antes que nada, el repago de la deuda.
Para el analista Raúl Dellatorre, Stanley promete alinear a la Argentina con la línea más dura de la política estadounidense para Latinoamérica, que es la que se ordena a partir de la definición Caracas-La Habana-Managua como «eje del mal» y coloca a la Argentina como un terreno más del combate con China por la hegemonía mundial, tecnológica y de negocios, y promete una fuerte intervención local en este sentido.
En esta línea, expresa una continuidad con su antecesor en la embajada, Edward Prado, a quien destacados analistas internacionales le adjudicaron un rol central en la confección de la causa de los «cuadernos Gloria», esa megacausa sobre las coimas en las obras públicas, a través de la cual EEUU intentó desplazar a los empresarios de la construcción vinculados a capitales chinos y reemplazarlos por firmas estadounidenses.
Los que están más contentos son parte de la oposición. Con sus recientes comentarios críticos al gobierno, saben que tienen un aliado para hacer campaña. No sería la primera vez en la historia argentina que un gobierno estadounidense instale un embajador con perfil opositor. Los ArgenLeaks -los cables filtrados por Wikileaks sobre Argentina- , fueron develando la trama de cómo se construye el vínculo entre la clase dirigente local y la diplomacia con sede en Washington, y completan la escena.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)