Por Elena Llorente
3 de mayo de 2022
Imagen: AFP
Se firmaron acuerdos con Qatar, con Azerbaiján, Congo, Angola, Argelia y Egipto, se redujeron impuestos al consumo y se aprobó un impuesto a la renta extraordinaria de las petroleras.
Mientras Rusia amenaza con cortar inmediatamente la provisión de gas a Europa y ya lo hizo con Polonia y a Bulgaria porque no quieren pagar en rublos, Italia se prepara a afrontar la gran crisis que provocaría este desabastecimiento, que aquí toman como el arma rusa más usada en la guerra en Ucrania. Italia, cuya dependencia del gas ruso fue en 2021 del 38 por ciento del total de sus consumos, está rápidamente armando un programa alternativo que podría transformarla en este ámbito, según algunos diarios italianos, en líder de Europa.
“Si la Unión Europea quiere eliminar la provisión de gas ruso en los próximos meses, no hay motivo suficiente para no interrumpirla inmediatamente en vez de esperar a que Europa esté en grado de sustituirlo”, declaró el presidente de la Duma, la cámara baja del parlamento ruso, Vyacheslav Volodin. Y a esto se le agregó el anunció que hizo Gazprom, la empresa productora del gas ruso: desde enero, pleno invierno en Europa, Rusia disminuirá en un 27 por ciento su provisión de gas a Europa y va a aumentar en un sesenta por ciento el suministro a China a través del gasoducto Power of Siberia. Que Rusia decida suspender completamente su provisión de gas a Europa resulta bastante improbable, según algunos analistas, dado que Moscú depende mucho económicamente de los ingresos que recibe por esas ventas.
Para empezar a abordar este serio problema, que podría poner en crisis no sólo la producción industrial italiana sino a todas las familias, el gobierno del primer ministro Mario Draghi tomó varias decisiones como disminuir los impuestos a los carburantes y al gas. Hace una semana, el gobierno había aprobado un impuesto sobre las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas que se calcula fueron 40.000 mil millones de euros respecto al semestre anterior a la guerra en Ucrania.
Paralelamente, el gobierno inició negociaciones con varios países africanos y asiáticos productores de gas y de petróleo. Para esto, Draghi, el canciller Luigi Di Maio y el ministro de la Transición Ecológica Roberto Cingolani, viajaron y firmaron acuerdos con el Emirato Arabe del Qatar, con Azerbaiján, Congo, Angola, Argelia y Egipto.
Algunos expertos especulan que en el caso de que Rusia decida suspender su provisión de gas a Italia a partir del 1 de junio, faltarían unos 17.000 millones de metros cúbicos de gas, porque los acuerdos firmados por el gobierno Draghi sólo permitirían por ahora una sustitución parcial del gas. Entre ellos, el que enviará 2.500 millones de metros cúbicos prometidos por Azerbaijan antes de fin de año a través del gasoducto Trans Adriatic Pipline, que llega a Apulia, sureste de Italia, pasando por Turquía, Grecia y el mar Adriático.
Otros 9.000 millones de metros cúbicos de gas metano llegarán de Argelia, segundo proveedor a Italia después de Rusia. Esto prácticamente duplica la venta de gas argelino a la península, pero sólo desde 2024. Qatar ya provee gas a Italia pero ahora se ha comprometido a proporcionar otros 5.000 millones de metros cúbicos en 2023, Egipto agregaría otros 3.000 millones, Angola y Congo otros 6.000 millones. Otra misión italiana partirá con el mismo objetivo próximamente a Mozambique.
En los casos de Egipto, Angola y Congo al menos, se tratará de gas natural licuado que sería transportado en grandes naves especiales que atravesarán el Mediterráneo y que Italia ya posee, pero cuyo número espera poder aumentar próximamente. Desde el norte de África hay dos gasoductos importantes que atraviesan el Mediterráneo. Desde 2004 está en funciones Greenstream, proveniente de Libia y de 520 kilómetros de largo a casi 1.200 metros de profundidad, y que llega a Gela, en Sicilia. El segundo es Transmed, con dos mil kilómetros de largo, que conecta Argelia atravesando Túnez y que llega por el Mediterráneo hasta Mazara del Vallo, en Sicilia.
Se firmaron acuerdos con Qatar, con Azerbaiján, Congo, Angola, Argelia y Egipto, se redujeron impuestos al consumo y se aprobó un impuesto a la renta extraordinaria de las petroleras.
Mientras Rusia amenaza con cortar inmediatamente la provisión de gas a Europa y ya lo hizo con Polonia y a Bulgaria porque no quieren pagar en rublos, Italia se prepara a afrontar la gran crisis que provocaría este desabastecimiento, que aquí toman como el arma rusa más usada en la guerra en Ucrania. Italia, cuya dependencia del gas ruso fue en 2021 del 38 por ciento del total de sus consumos, está rápidamente armando un programa alternativo que podría transformarla en este ámbito, según algunos diarios italianos, en líder de Europa.
“Si la Unión Europea quiere eliminar la provisión de gas ruso en los próximos meses, no hay motivo suficiente para no interrumpirla inmediatamente en vez de esperar a que Europa esté en grado de sustituirlo”, declaró el presidente de la Duma, la cámara baja del parlamento ruso, Vyacheslav Volodin. Y a esto se le agregó el anunció que hizo Gazprom, la empresa productora del gas ruso: desde enero, pleno invierno en Europa, Rusia disminuirá en un 27 por ciento su provisión de gas a Europa y va a aumentar en un sesenta por ciento el suministro a China a través del gasoducto Power of Siberia. Que Rusia decida suspender completamente su provisión de gas a Europa resulta bastante improbable, según algunos analistas, dado que Moscú depende mucho económicamente de los ingresos que recibe por esas ventas.
Para empezar a abordar este serio problema, que podría poner en crisis no sólo la producción industrial italiana sino a todas las familias, el gobierno del primer ministro Mario Draghi tomó varias decisiones como disminuir los impuestos a los carburantes y al gas. Hace una semana, el gobierno había aprobado un impuesto sobre las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas que se calcula fueron 40.000 mil millones de euros respecto al semestre anterior a la guerra en Ucrania.
Paralelamente, el gobierno inició negociaciones con varios países africanos y asiáticos productores de gas y de petróleo. Para esto, Draghi, el canciller Luigi Di Maio y el ministro de la Transición Ecológica Roberto Cingolani, viajaron y firmaron acuerdos con el Emirato Arabe del Qatar, con Azerbaiján, Congo, Angola, Argelia y Egipto.
Algunos expertos especulan que en el caso de que Rusia decida suspender su provisión de gas a Italia a partir del 1 de junio, faltarían unos 17.000 millones de metros cúbicos de gas, porque los acuerdos firmados por el gobierno Draghi sólo permitirían por ahora una sustitución parcial del gas. Entre ellos, el que enviará 2.500 millones de metros cúbicos prometidos por Azerbaijan antes de fin de año a través del gasoducto Trans Adriatic Pipline, que llega a Apulia, sureste de Italia, pasando por Turquía, Grecia y el mar Adriático.
Otros 9.000 millones de metros cúbicos de gas metano llegarán de Argelia, segundo proveedor a Italia después de Rusia. Esto prácticamente duplica la venta de gas argelino a la península, pero sólo desde 2024. Qatar ya provee gas a Italia pero ahora se ha comprometido a proporcionar otros 5.000 millones de metros cúbicos en 2023, Egipto agregaría otros 3.000 millones, Angola y Congo otros 6.000 millones. Otra misión italiana partirá con el mismo objetivo próximamente a Mozambique.
En los casos de Egipto, Angola y Congo al menos, se tratará de gas natural licuado que sería transportado en grandes naves especiales que atravesarán el Mediterráneo y que Italia ya posee, pero cuyo número espera poder aumentar próximamente. Desde el norte de África hay dos gasoductos importantes que atraviesan el Mediterráneo. Desde 2004 está en funciones Greenstream, proveniente de Libia y de 520 kilómetros de largo a casi 1.200 metros de profundidad, y que llega a Gela, en Sicilia. El segundo es Transmed, con dos mil kilómetros de largo, que conecta Argelia atravesando Túnez y que llega por el Mediterráneo hasta Mazara del Vallo, en Sicilia.
El acuerdo con Estados Unidos
Italia asimismo podría obtener beneficios del acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea para importar gas norteamericano, firmado en marzo por el presidente Joe Biden y la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen. “Estados Unidos, junto con sus socios internacionales, va a trabajar para garantizar quince mil millones de metros cúbicos adicionales de gas natural licuado para Europa este año”, dijo el presidente en una conferencia de prensa conjunta con von der Leyen. También se dijo que el suministro anual estadounidense a Europa de 50.000 millones de metros cúbicos estaría disponible en 2030.
Como se calcula por las cifras anunciadas para este año, Italia no recibiría todo el gas que necesita para eliminar el ruso. En 2021, el gas ruso cubrió el 42 por ciento de las necesidades europeas y el 38 de las italianas, según el Ministerio de Desarrollo Económico italiano. Argelia es el segundo proveedor de gas a Italia (29,6 por ciento) Azerbaiján el tercero (9,4) y Qatar el cuarto (8,9).
En cuanto al gas natural licuado, las naves deberían llegar a alguna de las dos plataformas que tiene el país en los puertos de La Spezia y Livorno, ambos sobre el mar Tirreno. Pero se espera poder preparar otras plataformas en los próximos tres años en los puertos de Gioia Tauro, Calabria, y Porto Empedocle, Sicilia. En estas plataformas el gas, que fue licuado porque así su volumen se reduce unas 600 veces y es más fácil de transportar en naves, es transformado de nuevo en gas normal e introducido en los gasoductos de distribución o en depósitos de gas existentes a lo largo y ancho del país.
Otras medidas
Italia no sólo aumentó las compras de gas en el exterior sino que también decidió aumentar la producción nacional, multiplicando las perforaciones en Sicilia y en el mar Adriático. Pero el gobierno italiano sabe que para resolver el problema no se tratará sólo de importar más gas de otros países o incrementar la producción italiana sino que será necesario reducir el consumo. Y para eso, entre otras cosas, se estableció que las calefacciones de todo el país deberán disminuir de un grado la temperatura permitida, lo que disminuiría de hecho el consumo de gas a nivel nacional.
Se habla de una reducción necesaria cercana a los 7.000 millones de metros cúbicos. ¿Pero cómo? Por una parte será necesario reducir el consumo en las oficinas públicas, las casas y las fábricas, aseguran los expertos. Por la otra, aumentar la producción de energías alternativas como la difusión de los paneles solares pero también aumentar la capacidad de producción de al menos cuatro de las siete centrales eléctricas a carbón existentes en el país. Pero esto último seguramente no será bien visto por muchos a causa de la contaminación ambiental que esas centrales producen por el uso del carbón.