Por Jorge Marchini, especial para NODAL
En 16/05/2022
A menos de seis meses para las elecciones, el dos vecs presidente de Brasil y precandidato por el Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, para enfrentar en octubre al actual mandatario Jair Bolsonaro, defendió la creación de una moneda única en América Latina, como parte de la ampliación de las relaciones entre los países de la región.
“No tenemos que depender del dólar”, dijo Lula en un discurso en el Congreso Electoral del Partido Socialismo y Libertad, en el que el partido de centroizquierda declaró su apoyo al expresidente para la votación de octubre.
Lula encabeza la expectativa generada ante las elecciones en octubre de terminar con la decadencia y el cansancio de la sociedad brasileña con el gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que intenta, con el apoyo del estamento milutar, de privatizar las mayores empresas estatales antes de finalizar su gobierno, entre ellas la petrolera Petrobras
Nuevos asesores, ¿nueva política?
Se debe tener en cuenta que la propuesta surgió de una iniciativa del banquero Gabriel Galípolo a partir de un artículo que firmó también el ex-candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad, en 2018 cuando Lula estaba proscrito. Galípolo está empeñado en reducir la tensión entre Lula y Faría Lima, quien es hoy símbolo del poderoso sector financiero, un signo del acercamiento de fuertes empresarios paulistas a la candidatura de Lula.
Economista de la Pontifica Universidad Católica de Sao Paulo, Gabriel Galípolo llamó la atención tras participar, con la diputada Gleisi Hoffmann, presidenta del PT, de un almuerzo con empresarios de Sao Paulo y ser calificado como uno de los nuevos economistas del círculo del expresidente, indicio de que el PT busca un discurso menos radical en la economía.
Obviamente, pese a que nada está decidido, las elecciones se mueven alrededor de la figura emblemática de Lula. Las encuestas le dan diferencia significativas, y por ende crecen las expectativas. sobre cómo sería un nuevo gobierno del PT.
La historia y las perspectivas
Un punto de partida para poner en perspectiva el anuncio, aun sin contar con muchos más detalles y solo la justificación breve de una moneda única es preguntarse si se tratar de una propuesta más pujante, realista e inclusiva que los intentos anteriores, sobre todo teniendo en cuenta que en gobiernos del PT hubo una distancia muy significativa entre los planteos positivamente integracionistas ( discursos, llamados permanentes , cumbres) y las realidades..
Hubo pasos muy importantes en los cuales la posición de.Brasil fue decisiva (negativa al ALCA en 2005, creación de UNASUR en 2008) quedaron subsumidos por la impresión de la falta de resultados concretos.
Además, Brasil priorizó otros vínculos, como los. BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y la participación independiente en el G-20, No fue casual el final del UNASUR en 2019, ya con el gobierno de Bolsonaro, que se disolviera sin pena ni gloria y sin despertar movilización ni protesta política o social.
Y, por supuesto la continuidad de la parálisis del MERCOSUR, al punto de plantearse su desarticulación ( firma de acuerdos de libre comercio, separación de Venezuela, propuestas de rebajas arancelarias unilaterales, etc).
Pese a lo previsible, los desequilibrios de las relaciones de Brasil con otros países de la región se ahondaron en esos años clave y la asimetría se hizo sentir claramente en la esfera comercial. Durante el período, Brasil amplió sus saldos comerciales con ocho de los once países sudamericanos, sobre todo con Argentina y Venezuela, seguidos por Paraguay, Perú y Ecuador.
El único déficit relevante en su balanza comercial fue con Bolivia, hecho derivado de la importación masiva de gas natural. De 2003 a 2010, la participación de América del Sur en las exportaciones brasileñas pasó del 13% al 18%, el saldo comercial aumentó un 450% y el volumen de comercio (exportaciones más importaciones) pasó de 17,8 miles de mlllones a 62,9 miles de millones de dólares.
Es de resaltar, de todas formas, que fue por la posición negativa dilatoria de Brasil en los gobiernos del PT que no fue posible avanzar en la puesta en marcha del Banco del Sur y otras propuestas de la que se llamaron entonces como. “nueva arquitectura financiera” (Fondo del Sur, moneda de cuenta “Sucre”), mientras la política brasileña priorizaba el posicionamiento del banco totalmente propio, el Bando Nacional de Desarrollo (BNDES).
Hoy hay un creciente reconocimiento que la significativa crisis internacional requiere de posiciones comunes del región, y sorprende, por lo tanto, que no haya mayores comentarios sobre una propuesta de tanta significación de un candidato presidencial brasileño con altísimas chances ganadoras.
Hasta ahora puede haber quedado sólo como un aviso o imagen de campaña de que Lula no se ha olvidado de la región donde conviven los brasileños. Pero es una referencia que no puede ser tomada a la ligera. Merece atención.
Entre el euro y el sur
El haber tomado como modelo el proceso de la formación del euro como modelo por parte de los autores del proyecto no parece muy feliz. Justamente, uno de los más serios problemas de la creación del euro fue el abandono con el acuerdo de Maastricht de 1992 de la introducción de políticas activas para lograr no ahondar asimetrías. entre los países europeos.
Hoy se han ahondado los abismos internos europeos entre países y regiones. La búsqueda de unidad en torno al conflicto en Ucrania debe ser leído también como intento de reafirmación regional, pero en guerra.
La idea del Sur a partir de la creación de un Banco Central Sudamericano con una capitalización inicial realizada por los países miembros, proporcional a sus participaciones en el comercio regional, en un marco aún de mucha mayor inestabilidad que la que se observaba a principios del siglo, podría no solo ahondar desequilibrios entre países más grandes y más pequeños, sino que no sería herramienta para afrontar a aceleración abrupta de dificultades comerciales y financieras que sufre la región.
Más aún, podría no solo no solucionar problemas, sino eventualmente ahondarlos y generar muy peligrosas tensiones intrarregionales.
Resulta muy significativo que, casi en paralelo con la propuesta del Sur, el actual ministro de Economía, el neoliberal Paulo Guedes, dijo que una divisa única para el Mercosur permitiría una mayor integración y una zona de libre comercio, y crearía una moneda que podría ser una de las “cinco o seis monedas relevantes en el mundo”.
Ante la política provocadora y de desarticulación de vínculos regionales llevada adelante por el gobierno de Bolsonaro, un nuevo gobierno del PT debería sacar elementalmente las debidas lecciones de las experiencias y priorizar propuestas regionales. La integración y la unidad regional no deben ser vistas como un sueño lejano sino como una necesidad urgente, inmediata, basados en propuestas realistas y consistentes, y no en meros discursos de ocasión.
Una agenda inmediata del esperado cambio político en Brasil no debe limitarse a una propuesta sin sustento o solo enunciativa de una moneda común. Resultaría regresivo suponer que en el actual marco de limitaciones los gobiernos de la región deberían ceder reservas para constituir el Sur. La experiencia del negativo rol del Banco Central Europeo y de las ataduras al euro que inhibieron una imprescindible política financiera activa independiente en una crisis como la de Grecia debiera ser aleccionadora.
Ni siquiera se ha puesto como referencia una unidad de cuenta para el intercambio comercial regional como sí lo intentó, aunque sin mucho éxito. el Sucre. De tal forma no se alcanzaría el propósito expresado por Lula de “no depender del dólar”.
El interrogante que queda abierto es si esta idea de la moneda común, Sur, sería superadora para afrontar los serias asimetrías que se ahondaron entre países grandes y más pequeños de la región en las últimas décadas más allá de los discursos y al positivo clima de fraternidad existente entre los principales líderes de la región, o un más de lo mismo que repitiera la frustración .
Muchas expectativas están puestas con plena justificación en la elección clave de octubre en Brasil. Es necesario un nuevo horizonte.
*Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
A menos de seis meses para las elecciones, el dos vecs presidente de Brasil y precandidato por el Partido de los Trabajadores (PT), Luiz Inácio Lula da Silva, para enfrentar en octubre al actual mandatario Jair Bolsonaro, defendió la creación de una moneda única en América Latina, como parte de la ampliación de las relaciones entre los países de la región.
“No tenemos que depender del dólar”, dijo Lula en un discurso en el Congreso Electoral del Partido Socialismo y Libertad, en el que el partido de centroizquierda declaró su apoyo al expresidente para la votación de octubre.
Lula encabeza la expectativa generada ante las elecciones en octubre de terminar con la decadencia y el cansancio de la sociedad brasileña con el gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que intenta, con el apoyo del estamento milutar, de privatizar las mayores empresas estatales antes de finalizar su gobierno, entre ellas la petrolera Petrobras
Nuevos asesores, ¿nueva política?
Se debe tener en cuenta que la propuesta surgió de una iniciativa del banquero Gabriel Galípolo a partir de un artículo que firmó también el ex-candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad, en 2018 cuando Lula estaba proscrito. Galípolo está empeñado en reducir la tensión entre Lula y Faría Lima, quien es hoy símbolo del poderoso sector financiero, un signo del acercamiento de fuertes empresarios paulistas a la candidatura de Lula.
Economista de la Pontifica Universidad Católica de Sao Paulo, Gabriel Galípolo llamó la atención tras participar, con la diputada Gleisi Hoffmann, presidenta del PT, de un almuerzo con empresarios de Sao Paulo y ser calificado como uno de los nuevos economistas del círculo del expresidente, indicio de que el PT busca un discurso menos radical en la economía.
Obviamente, pese a que nada está decidido, las elecciones se mueven alrededor de la figura emblemática de Lula. Las encuestas le dan diferencia significativas, y por ende crecen las expectativas. sobre cómo sería un nuevo gobierno del PT.
La historia y las perspectivas
Un punto de partida para poner en perspectiva el anuncio, aun sin contar con muchos más detalles y solo la justificación breve de una moneda única es preguntarse si se tratar de una propuesta más pujante, realista e inclusiva que los intentos anteriores, sobre todo teniendo en cuenta que en gobiernos del PT hubo una distancia muy significativa entre los planteos positivamente integracionistas ( discursos, llamados permanentes , cumbres) y las realidades..
Hubo pasos muy importantes en los cuales la posición de.Brasil fue decisiva (negativa al ALCA en 2005, creación de UNASUR en 2008) quedaron subsumidos por la impresión de la falta de resultados concretos.
Además, Brasil priorizó otros vínculos, como los. BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y la participación independiente en el G-20, No fue casual el final del UNASUR en 2019, ya con el gobierno de Bolsonaro, que se disolviera sin pena ni gloria y sin despertar movilización ni protesta política o social.
Y, por supuesto la continuidad de la parálisis del MERCOSUR, al punto de plantearse su desarticulación ( firma de acuerdos de libre comercio, separación de Venezuela, propuestas de rebajas arancelarias unilaterales, etc).
Pese a lo previsible, los desequilibrios de las relaciones de Brasil con otros países de la región se ahondaron en esos años clave y la asimetría se hizo sentir claramente en la esfera comercial. Durante el período, Brasil amplió sus saldos comerciales con ocho de los once países sudamericanos, sobre todo con Argentina y Venezuela, seguidos por Paraguay, Perú y Ecuador.
El único déficit relevante en su balanza comercial fue con Bolivia, hecho derivado de la importación masiva de gas natural. De 2003 a 2010, la participación de América del Sur en las exportaciones brasileñas pasó del 13% al 18%, el saldo comercial aumentó un 450% y el volumen de comercio (exportaciones más importaciones) pasó de 17,8 miles de mlllones a 62,9 miles de millones de dólares.
Es de resaltar, de todas formas, que fue por la posición negativa dilatoria de Brasil en los gobiernos del PT que no fue posible avanzar en la puesta en marcha del Banco del Sur y otras propuestas de la que se llamaron entonces como. “nueva arquitectura financiera” (Fondo del Sur, moneda de cuenta “Sucre”), mientras la política brasileña priorizaba el posicionamiento del banco totalmente propio, el Bando Nacional de Desarrollo (BNDES).
Hoy hay un creciente reconocimiento que la significativa crisis internacional requiere de posiciones comunes del región, y sorprende, por lo tanto, que no haya mayores comentarios sobre una propuesta de tanta significación de un candidato presidencial brasileño con altísimas chances ganadoras.
Hasta ahora puede haber quedado sólo como un aviso o imagen de campaña de que Lula no se ha olvidado de la región donde conviven los brasileños. Pero es una referencia que no puede ser tomada a la ligera. Merece atención.
Entre el euro y el sur
El haber tomado como modelo el proceso de la formación del euro como modelo por parte de los autores del proyecto no parece muy feliz. Justamente, uno de los más serios problemas de la creación del euro fue el abandono con el acuerdo de Maastricht de 1992 de la introducción de políticas activas para lograr no ahondar asimetrías. entre los países europeos.
Hoy se han ahondado los abismos internos europeos entre países y regiones. La búsqueda de unidad en torno al conflicto en Ucrania debe ser leído también como intento de reafirmación regional, pero en guerra.
La idea del Sur a partir de la creación de un Banco Central Sudamericano con una capitalización inicial realizada por los países miembros, proporcional a sus participaciones en el comercio regional, en un marco aún de mucha mayor inestabilidad que la que se observaba a principios del siglo, podría no solo ahondar desequilibrios entre países más grandes y más pequeños, sino que no sería herramienta para afrontar a aceleración abrupta de dificultades comerciales y financieras que sufre la región.
Más aún, podría no solo no solucionar problemas, sino eventualmente ahondarlos y generar muy peligrosas tensiones intrarregionales.
Resulta muy significativo que, casi en paralelo con la propuesta del Sur, el actual ministro de Economía, el neoliberal Paulo Guedes, dijo que una divisa única para el Mercosur permitiría una mayor integración y una zona de libre comercio, y crearía una moneda que podría ser una de las “cinco o seis monedas relevantes en el mundo”.
Ante la política provocadora y de desarticulación de vínculos regionales llevada adelante por el gobierno de Bolsonaro, un nuevo gobierno del PT debería sacar elementalmente las debidas lecciones de las experiencias y priorizar propuestas regionales. La integración y la unidad regional no deben ser vistas como un sueño lejano sino como una necesidad urgente, inmediata, basados en propuestas realistas y consistentes, y no en meros discursos de ocasión.
Una agenda inmediata del esperado cambio político en Brasil no debe limitarse a una propuesta sin sustento o solo enunciativa de una moneda común. Resultaría regresivo suponer que en el actual marco de limitaciones los gobiernos de la región deberían ceder reservas para constituir el Sur. La experiencia del negativo rol del Banco Central Europeo y de las ataduras al euro que inhibieron una imprescindible política financiera activa independiente en una crisis como la de Grecia debiera ser aleccionadora.
Ni siquiera se ha puesto como referencia una unidad de cuenta para el intercambio comercial regional como sí lo intentó, aunque sin mucho éxito. el Sucre. De tal forma no se alcanzaría el propósito expresado por Lula de “no depender del dólar”.
El interrogante que queda abierto es si esta idea de la moneda común, Sur, sería superadora para afrontar los serias asimetrías que se ahondaron entre países grandes y más pequeños de la región en las últimas décadas más allá de los discursos y al positivo clima de fraternidad existente entre los principales líderes de la región, o un más de lo mismo que repitiera la frustración .
Muchas expectativas están puestas con plena justificación en la elección clave de octubre en Brasil. Es necesario un nuevo horizonte.
*Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda, investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)