2 sept 2022

RECURSOS FATIDICOS

«Guerra mundial de gas», uno de los factores de la destrucción de Siria


OTHER NEWS (Por Nazanín Armanian*)
01.09.2022



Imagen: ACNUR



El 19 de enero de 2011, Siria e Irán firmaron un acuerdo para construir el Gasoducto de Amistad, de 2.000 kilómetros que llevaría el gas natural iraní desde el campo de South Pars, el más grande del mundo y que comparte con Qatar en el Golfo Pérsico, al mediterráneo sirio cruzando Irak. Irán, la primera reserva mundial de gas, pretendía, también, alcanzar los mercados europeos, en una segunda fase del proyecto.

Arabia Saudí y Qatar, de forma paralela, habían diseñado un gaseoducto también al Mediterráneo, con el objetivo de reemplazar a Rusia. Para ello, deberían derrocar al régimen «chiita» de Damasco, impidiendo el plan de Teherán.

A ninguno le dio tiempo para terminar los detalles de sus estudios: empezaron a estallar los primeros coche-bombas en Damasco (que «coincidieron» con el traslado de Robert Ford, el embajador de EEUU en Irak a Siria), y luego todo se desmoronó.

El aplastamiento de las protestas ciudadanas contra las políticas de la dictadura de Bashar Al Asad fue aprovechado, tanto por los regímenes igual de corruptos y déspotas de la región, como por el imperialismo estadounidense. El plan de Washington en Oriente Próximo ha sido y es eliminar los rivales de Israel (que no ha dudado de utilizar a Daesh, como la palanca) para «siempre» convirtiéndolos en estados fallidos y mini-estados débiles, vía su desintegración en líneas religiosos y étnicas. Hasta hoy lo ha conseguido con Irak, Libia y Siria, que no es poco.

El ruido tanto de las bombas como de la inventada «crisis de refugiados» ocultaron las 1+12 razones (y aquel gaseoducto fue uno de ellos), de una docena de países que intervinieron en el conflicto.

El gas y el petróleo sirio

Las reservas de gas en este país no eran considerables (ostentaba el puesto número 40 en la categoría mundial), hasta el descubrimiento de 1.700 millones de barriles de petróleo y 3.5 billones de metros cúbicos de gas natural, en 2009, en el Mediterráneo Oriental, que comparte con Israel, Chipre, Líbano y Gaza. Con el actual nivel de consumo ciudadano, el Gobierno sirio calcula que, incluso sin este hallazgo, había bastante gas para abastecer al país para los próximos 64 años. Sin embargo, la guerra, cuyos principales beneficiarios han sido EEUU, Israel y Rusia, ha privado a Siria de sus recursos fósiles. El país árabe-kurdo, que era autosuficiente tanto en la producción de electricidad como en el combustible diésel para sus fábricas, ahora depende del gas egipcio, que le llega del Gasoducto Árabe de 1.200 kilómetros, que cruza Jordania y Líbano. La parte siria del gaseoducto ha sido atacada varias veces con bombas y cohetes dejando a la mayoría de los hogares, así como hospitales y otros espacios públicos, con unas pocas horas de electricidad por día. La carestía de combustible obliga a millones de niños a recorrer kilómetros a pie para llegar al colegio, y llevar abrigo y gorro en casa en los duros inviernos sirios.

Bajo el pretexto de que «Gaza está gobernado por un grupo terrorista, el Hamas», «Siria es una dictadura» o que «en el gobierno del Líbano participan los terroristas de Hizbolá», Israel ha conseguido, por el momento, privar a sus vecinos de recursos que les corresponden legalmente.

El saqueo de los recursos sirios


«Siempre he dicho: quédate con el petróleo[sirio]. Y queremos quedarnos con el petróleo, 45 millones de dólares al mes», dijo sin rubor el presidente de EEUU, Donald Trump, en octubre de 2019, como si de un vulgar jefe bandido se tratara. La cifra coincidía exactamente con la que en 2015 el propio EEUU denunció como las ganancias del grupo terrorista Daesh de la venta del petróleo sirio. Según Damasco todo el petróleo que se produce actualmente en el este de Siria, -que está bajo el control de EEUU y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) que patrocina-, unos 70.000 barriles al día, está siendo robado por EEUU, y exige, junto con China y Rusia, detener de inmediato la exportación ilegal de productos agrícolas y petróleo sirios.

En 2015, Rusia acusó a Turquía de ser el socio comercial de miles de millones de dólares del atraco de Daesh al gas sirio. El viceministro de Defensa ruso, Anatoly Antonov, señaló directamente a la familia de Tayyeb Erdogan de estar involucrados en el negocio: «su hijo dirige una de las mayores compañías de energía, y su yerno ha sido nombrado ministro de energía», reveló.

Siria alberga unos 2.500 millones de barriles de petróleo en el este del país, cerca de la frontera con Irak. La industria petrolífera, que siempre es pública, ha estado bajo el control de la familia corrupta de Assad, que contrataba a compañías (principalmente europeas) como Shell y Total para su explotación. Antes de la guerra, Siria producía 406.000 barriles por día.

Entre 2014 y 2017 fueron los grupos terroristas «yihadistas» que se quedaron con el petróleo sirio: los trasladaban en camiones cisterna a otro de sus patrocinadores, Turquía, y una vez refinado, los turcos destinaban el Oro Negro del pueblo sirio al consumo interno o a la exportación por los puertos de Ceyhan o Dortyol rumbo a mercados europeos, que obviamente sabían su procedencia, a pesar de las sanciones occidentales sobre los productos de este país.

Las severas sanciones de EEUU y Europa (intensificadas con la «Ley César», en 2019), que aparentemente pretendían «obligar a Asad a que respete los derechos humanos» (mientras reciben en la alfombra roja a los jeques destripadores saudíes), en realidad tenían el objetivo de destruir y desgarrar a la sociedad siria y quedarse con sus recursos naturales.

El 16 de agosto, los medios sirios que, en una sola semana, 398 camiones con bandera de EEUU y llenos del petróleo de contrabando pasaron el cruce ilegal de Al-Walid o Al-Mahmoudieh a Irak, para descargarlos en sus bases militares, en este otro país, la tercera reserva mundial del petróleo, colonizado por EEUU e Irán, desde 2003.

Donde hay algo de petróleo, gas y agua, el Ejército de EEUU (y también de Francia, Reino Unido y Alemania) ha instalado una base militar, un total de 24, según Rusia, rodeando como anillo la parte oriental del país: El campo de petróleo Al-Omar, el más grande en Siria, que en 2010 producía 30.000 barriles, y también tiene una importante instalación de gas, fue severamente dañado por los ataques de EEUU, hasta que en 2017 ha sido ocupado por sus tropas, que nada más llegar expulsaron a los vecinos, y confiscaron sus casas de la zona Zhiban, para levantar allí otra de sus bases ilegales: en los campos de petróleo y gas en las provincias de Deir ez-Zor y Haskeh; Al-Shadadi; Haql al-Omar; Tal Bédar, cerca de la presa Al-Basl; Hemus, a pocos kilómetros al aeropuerto de Qamishli; la de Al-Madinah Al-Riyaziyah, etc., etc., el imperialismo hace su agosto.

En 2020, y como señal de que EEUU, el bombero pirómano, que ha creado el «yihadismo universal» con cinco propósitos, planea mantener la ocupación de Siria para un largo tiempo y romperla en pedazos, el gobierno norteamericano concedió un permiso a la empresa compatriota Delta Crescent, para firmar con las FDS un contrato de explotación y exportación de petróleo del norte de Siria. 

Delta, según el diario estadounidense Político, había sido denunciado en Dakota del Norte por contratar seguridad privada sin licencia y reprimir las protestas contra el oleoducto Dakota Access. El atraco a mano armada y a plena luz del día de estos recursos obligó a la compañía saudí Aramco a desmentir las noticias de la agencia de noticias turca Anadolu de haber enviado ingenieros (junto con Egipto) a los campos de petróleo de Al-Omar, montados en los helicópteros estadounidenses, en una misión oficial para desarrollar y rehabilitar aquellos pozos.

En cuanto a Rusia, desde su entrada militar en el conflicto sirio en 2015, ha firmado contratos para la extracción de gas y petróleo sirios en el mar Mediterráneo, donde ha instalado su única base militar en Oriente Próximo, ubicada en la ciudad de Tartus.

EEUU también se lleva el trigo sirio: la provincia de Hasaka, el mayor productor de trigo del país situada en Este del Éufrates, está ocupada por los invasores. Desde allí, los cereales robados son transportados a Irak para su venta o el consumo de los soldados. Antes de la guerra, este país exportaba a Europa parte de los 4 millones de toneladas de trigo que producía, ahora las tiene que comprar en el extranjero.

Hoy es Turquía quien planea atacar el norte de Siria, bajo el oxidado pretexto de desmantelar bases terroristas, con el fin de anexionarse la región rica del país vecino. Pero, EEUU no se irá de Siria, desde donde pretende crear un (imposible) Estado kurdo, uniendo esta región con la zona kurda de Irak, y así desintegrar ambos países, tras organizar un otro baño de sangre.


La guerra ha matado alrededor de medio millón de sirios, ha desmontado la vida de 17 millones de seres humanos, causando además unas pérdidas directas e indirectas de 105.000 millones de dólares a la nación. Hoy, la guerra continúa: cada semana el país es bombardeado por Israel y EEUU, que intentan eliminar a sus rivales iraníes. Ya fuera de los focos de los medios, los sirios se preparan para combinar el hambre que sufren con el frío invernal que se avecina, sin alimentos ni combustibles suficientes.

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*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line Público. Fuente: http://www.nazanin.es/, Público.es



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