BUENOS AIRES (Infobae / Alberto Amato)-04.04.2023
Foto: Martin Luther King pronuncia su famoso discurso "Tengo un sueño" frente al Monumento a Lincoln durante la Marcha de la Libertad en Washington en 1963 / Infobae
El 4 de abril de 1968 un hombre blanco asesinó a este luchador contra la segregación racial. Su último discurso en Memphis que funcionó como un testamento. Cómo fueron sus últimas horas desde su llegada a Memphis y su último acto público. El misterio sobre la autoría intelectual del atentado
Debe haber sospechado que lo iban a matar. Su último discurso público es, casi, un anticipo de su muerte, un testamento dicho con la certeza perturbadora de su final inminente. Lo pronunció el 3 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee, en aquellos Estados Unidos sacudidos y carcomidos por la discriminación racial contra la que Martin Luther King luchaba sin cuartel. Habló ante un grupo de obreros de la recolección de residuos, en huelga por mejoras sociales, por mejores salarios, por una vida más digna.
Esa tarde, King dijo a aquellos hombres que si bien amaba vivir una vida larga, estaba preparado para lo que podía ocurrirle porque: "¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!". Al día siguiente, a las seis y un minuto de la tarde, yacía derrumbado en el balcón que daba a la calle de su habitación 306 del Hotel Lorraine: la bala de punta blanda de un rifle Remington calibre 30.06, disparado desde muy cerca le había atravesado el mentón, destrozado la mandíbula inferior, los músculos del cuello y, finalmente, desgarrado la médula espinal. Una hora después, a las siete y cinco de la tarde, un forense lo declaró muerto en el Hospital St. Joseph de Memphis.
Luther King, preparado para morir
Es curioso, pero los líderes políticos conviven con la idea de que pueden morir asesinados. Es un riesgo asumido. Por lo menos lo era en aquellos años y lo fue al menos hasta el asesinato en 1995 del primer ministro israelí Isaac Rabin, que había intuido su destino, como lo había intuido antes el primer ministro egipcio, Anwar El Sadat, asesinado en 1981. También es curioso que Rabin y Sadat, como Luther King, habían sido galardonados con el Nobel de la Paz.
El 21 de noviembre de 1963, el entonces presidente de Estados Unidos, John Kennedy, dijo a los agentes del servicio secreto que velaban por su seguridad que ese día podía haber sido muy fácil matarlo: "Cualquier tipo con un rifle con mira telescópica pudo hacerlo", dijo. Al día siguiente estaba muerto, la cabeza destrozada por un fuego cruzado que barrió la Plaza Dealey, en Dallas, Texas. El 5 de junio de 1968, dos meses después del asesinato de King, Robert "Bobby" Kennedy, hermano de John, dijo a los suyos horas antes de la convención del partido Demócrata reunida en el Hotel Ambassador de Los Ángeles: "Allí afuera acabo de ver a los dos tipos que me van a matar". Antes de las doce de la noche, yacía en el piso de la cocina del hotel, baleado en la cabeza. Murió en la madrugada del 6.
¿Quién era Martin Luther King para estar tan seguro de su muerte violenta? Un pacifista. Y un luchador contra la segregación racial, un defensor de los derechos sociales de los negros, que no tenían casi ninguno en aquellos convulsionados años 60 que prometían la luz y quedaron sumidos en la oscuridad. En Estados Unidos, la segregación racial que había tenido un clímax de violencia en los años 50, con linchamientos públicos, persecuciones y asesinatos de miembros destacados de la población negra, se había agudizado sobre todo en los años del gobierno de Kennedy que pugnaba por sancionar una ley que permitiera votar a los negros sobre todo en el Sur, el viejo territorio esclavista que había librado la Guerra de Secesión contra el Norte entre 1861 y 1865.
En esos años, los chicos negros no podían ir a escuelas para blancos. Tampoco podían asistir a los servicios religiosos en iglesias "blancas"; ni podían entrar a ciertos locales, bares o almacenes, señalados con un letrero "Only white people - Sólo para gente blanca". En las estaciones de micros y de trenes, los bebederos públicos estaban divididos en dos, uno señalado por un letrero: "Colored people". Los empleos eran otorgados según el color de la piel, y sólo los peores estaban destinados a los negros, al igual que los peores sueldos; el índice de desocupación de los negros era el doble que el de los blancos; en los micros y colectivos, los negros debían sentarse en la parte trasera porque la delantera estaba reservada a los blancos; presenciar un partido de básquet interracial, como es tan común ver hoy, no era posible porque, además, las universidades, semillero de los deportistas profesionales, también impedían estudiar a los negros. Además, en los años 60, la organización terrorista conocida como Ku Klux Klan, racista y xenófoba, perseguía, amenazaba y asesinaba a la población negra más esclarecida.
Cuando Kennedy aligeró las normas de inscripción en el registro de votantes, una condición indispensable para poder votar, en muchos estados sureños decidieron tomar examen a quienes quisieran inscribirse. Las pruebas consistían en preguntas sobre idioma, historia y ciencia o en preguntas específicas sobre artículos de la Constitución de Estados Unidos, todos dirigidos a una población condenada al analfabetismo por las estrictas normas raciales que regían la educación.
El caso de Rosa Parks
En 1955, Emmet Till un chico negro de catorce años, había sido linchado y quemado vivo por haber silbado, supuestamente, al paso de una mujer blanca. Ese ese año también habían muerto asesinados el pastor activista George W. Lee y Lamar Smith, un activista por los derechos civiles. En diciembre, una mujer negra, Rosa Parks, se sentó en la parte delantera de un micro en Montgomery, Alabama, y se negó a cederlo a un hombre blanco y marchar a sentarse parte trasera con una lógica de hierro: "Estoy cansada". Fue a parar a la cárcel.
Fue entonces, Martin Luther King, que un joven reverendo negro de veintiséis años, declaró un boicot a la compañía de micros. También fue a parar a la cárcel. El boicot duró trescientos ochenta y dos días. Los negros organizaron un sistema de viajes compartidos o iban a pie hasta sus lugares de trabajo: muchos caminaban más de treinta kilómetros. La casa de King fue atacada con bombas incendiarias el 30 de enero de 1956, al igual que la del reverendo Ralph Abernathy, que actuaba codo a codo con King; cuatro iglesias negras fueron destruidas también por bombas incendiarias. Los boicoteadores fueron perseguidos y apaleados por el KKK, pero los cuarenta mil negros de Montgomery siguieron adelante hasta que el 13 de noviembre de 1956 la Corte Suprema declaró ilegal la segregación en autobuses, escuelas y otros sitios públicos.
Para entonces, Luther King ya estaba en la mira del FBI, dirigido por J. Edgar Hoover, que desataría sobre él una brutal campaña de hostigamiento y de amenazas que se prolongó durante más de una década y solo terminó cuando King fue asesinado. Su larga lucha por los derechos civiles de los afroamericanos había vivido sus días más difíciles en Birmingham, Alabama, una ciudad con el treinta y cinco por ciento de su población negra que era al mismo tiempo la cuna de la segregación racial: la ciudad no tenía ni policías, ni bomberos, ni comerciantes, ni directores de escuela ni de bancos, ni empleados de bancos que fuesen negros. Una mujer negra no podía trabajar para un empleador blanco; la población blanca duplicaba el nivel de vida de los afroamericanos, que solo podían trabajar en artesanías, en oficios manuales o en las acerías de Alabama. Cincuenta atentados racistas en quince años, nunca aclarados, que costaron muchas vidas negras, le habían dado a la ciudad de Birmingham un nombre que los blancos pronunciaban con ironía: "Bombingham"
En Birmingham fue preso King el 13 de abril de 1962 y desde la cárcel escribió su famosa "Letter from Birmingham Jail - Carta desde la cárcel de Birmingham" un ensayo que definía y resumía su larga lucha contra la segregación. Su mujer, Coretta King, la hizo pública y recibió el apoyo directo del presidente Kennedy y de su mujer, Jacqueline. King fue liberado una semana después
El 28 de agosto de 1963, Luther King convocó una monumental Marcha por el Trabajo y la Libertad, que planteaba demandas específicas: el fin de la segregación racial en las escuelas públicas; una legislación sobre derechos civiles, que Kennedy había impulsado en junio de ese mismo año, otra ley que prohibiese la discriminación en el mundo laboral, protección policial para los activistas por los derechos civiles y un salario mínimo de dos dólares para todos los trabajadores sin distinción. Fue allí, frente al monumento a Abraham Lincoln, donde pronunció su legendario discurso "Yo tengo un sueño". Tal fue el impacto de la marcha y de las conmovidas palabras de King, que al finalizar el acto, Kennedy, que recibió a King junto a los principales dirigentes del movimiento anti segregación, quiso saber: "Reverendo, ¿de dónde sacó esas ideas sobre la libertad?" Y King: "De sus discursos, señor presidente".
Nobel de la Paz para Luther King
Al año siguiente, King fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Su lucha siguió, cada vez más intensa, hasta lograr la Ley de Derechos civiles, sancionada por Lyndon Johnson después del asesinato de Kennedy. Esa era la figura, conocida y respetada en todo el mundo, que en febrero y marzo de 1968 llegó a Memphis. Había estado en la ciudad a finales de enero de ese año, para apoyar a los trabajadores afroamericanos de los servicios sanitarios y de recolección de residuos que exigían un salario igual al de los blancos y similares condiciones de trabajo. Por ejemplo, los días de mal tiempo, las empresas pagaban el viaje de los trabadores blancos a sus casas. Pero no los pagaban a los negros que ni siquiera tenían acceso a las duchas, reservadas a los blancos.
Para respaldar la huelga, King había planeado en Memphis una manifestación similar a la de Washington, cinco años antes. La preparaba para fines de abril y aspiraba a reunir a más de las doscientas mil personas que escucharon su "Yo tengo un sueño" en Washington, con lo que, pensaba, iba a volver a dar visibilidad al drama inacabado de la segregación. Si bien la Ley de Derechos civiles había ayudado a eliminarla en parte, restaban leyes sociales que mejoraran el acceso a la vivienda, a los empleos y a la atención médica de los negros.
Las últimas horas de Luther King con vida
La mañana del 3 de abril, Martin Luther King llegó al aeropuerto de si ciudad natal, Atlanta, para viajar a Memphis. Ya sentado en el avión, vio cómo la tripulación de la aeronave corría de un lado a otro. De pronto llegaron policías con perros rastreadores y el avión fue evacuado: una amenaza de bomba dirigida contra King había obligado al despliegue de las fuerzas de seguridad. No había bomba, pero quedó el miedo. El vuelo llegó a Memphis con una hora y media de retraso y con un Luther King visiblemente nervioso. No era la primera amenaza que recibía, pero esta lo preocupó mucho. "Estaba aterrorizado", confió luego Joseph Rosenbloom en su libro "Redemption: Martin Luther King's last 31 hours - Redención - Las últimas 31 horas de Martin Luther King".
Pese a todo, King decidió hablar a los trabajadores en huelga esa misma noche, la última de su vida, en el Templo Mason. Una tormenta tremenda se desató sobre Memphis y King pensó que nadie iría a escucharlo. Pero el templo estaba repleto y, mientras el aguacero caía sobre el techo de chapa del edificio, King pronunció su último discurso. Subió al estrado sin apuntes y sin papeles, tal como era su costumbre. Fue un largo discurso, atravesado por la emoción; hizo un largo balance de su actividad, recordó, "Queremos ser libres", su compromiso con los derechos civiles y sociales de la población negra. Es, aún hoy, una pieza oratoria estremecedora. Sobre el final, habló del incidente de la mañana y trazó las bases de lo que sería su testamento, lo hizo con una angustia disimulada apenas por el fervor.
"No importa lo que pase ahora. Partí de Atlanta esta mañana y mientras estábamos en el avión , éramos seis, el piloto dijo por el sistema de comunicación, 'Perdonen por el atraso, pero tenemos al doctor Martin Luther King en el avión. Y para asegurar que todos los bolsones fueran revisados y asegurar que nada estuviera mal, tuvimos que revisar todo cuidadosamente. Y tuvimos el avión resguardado, y con vigilancia toda la noche.' Y luego llegué a Memphis. Y algunos comenzaron a decir amenazas, o hablar acerca de las amenazas que circulaban por ahí, o sobre lo que me pasaría con algunos de nuestros hermanos blancos enfermos. Bueno, yo no sé lo que pasará ahora; vienen días difíciles, pero de verdad, ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no lo tomo en cuenta. Como cualquier persona, me gustaría vivir una larga vida. La longevidad tiene su lugar. Pero eso no me preocupa ahora. ¡Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios! Y Él me ha permitido subir a la montaña. Y he mirado y he visto la Tierra Prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que ustedes sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida. Así que esta noche estoy feliz.
Su últimos discurso
No hay nada que me perturbe. ¡Yo no le tengo miedo a ningún hombre! ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!"
Lo ovacionaron largo rato. Sus palabras son recordadas hoy como "I've been to the Mountaintop - Yo he estado en la cima de la montaña". En su libro, Rosenbloom revela que ni bien terminó de hablar, King sintió que le faltaba el aire y que se le nublaba la vista. "Casi cae al suelo, cada paso le costaba mucho trabajo, tambaleaba. Estaba rendido Lo ayudaron a sentarse en una silla, en la parte trasera del estrado. Parecía desinflado. Estaba completamente agotado. Sobre el final, recurre a su propia mortalidad, habla de su temor a morir en forma violenta. Estaba aterrorizado."
Exhausto, King se fue a su hotel, modesto y reservado solo para afroamericanos. A la mañana siguiente, junto a un grupo de pastores y ayudantes, trabajó en los detalles de la marcha sobre Memphis. En la tarde, King se bañó, y se vistió con traje y corbata porque estaba invitado a una comida esa misma noche en casa del pastor Samuel "Billy" Kyles, de Memphis. Luego, a las seis de la tarde, salió al balcón de su habitación, la 306. Entonces sonó un disparo y King cayó herido de muerte.
Las investigaciones dijeron luego: "En el momento en que la bala entró en su cuerpo, el doctor King estaba en la barandilla del balcón para hablar con los colegas de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur", que ocupaban en el estacionamiento del hotel. Era verdad. Entre ellos King distinguió al cantante Ben Branch, que iba a participar de un acto programado para la noche. King le pidió entonces que no se olvidara de incluir "Take my hand, precious Lord". "Es una linda canción", dijo. Y se oyó el disparo. Enseguida, el cuerpo de King fue rodeado por sus colegas pastores: la sangre brotaba espesa desde la mejilla y King estaba inconsciente. Lo llevaron al St. Joseph Hospital y murió una hora después.
¿Quién mató a Luther King?
El crimen estuvo rodeado siempre de misterio, de pistas falsas y de teorías conspirativas de lo más variadas, El entonces jefe de policía de Memphis, Frank Holloman, dijo que el disparo había sido hecho desde la ventana del cuarto de baño, público, de una pensión muy modesta, en South Main Street, justo frente al motel en el que se hospedaba King. Allí había reservado una habitación James Earl Ray, un convicto de cuarenta años que había fugado en 1967 de una cárcel de Missouri.
Los escasos testigos del crimen habían visto a un sospechoso que vestía de negro, o con ropa muy oscura y camisa blanca, que había huido de la pensión con una gran caja en la mano, alargada y de cartón, que luego tiró en la calle, antes de subir "a un auto azul con el que escapó junto a otros tres hombres blancos". En esa caja alargada encontró la policía el rifle Remington con el que se hizo el disparo contra King.
El jefe Holloman y su par de bomberos afirmaron que Ray había ocupado su habitación en la pensión, con un único baño para todos los huéspedes, en la tarde del 3, poco antes de que King decidiera ir al Templo Mason. La policía se lanzó a la búsqueda y captura del misterioso coche azul. Como muestra de lo que sería la investigación del crimen, hasta se dio una diferencia gramatical sobre el sitio desde donde se hizo el disparo. Mientras algunos testigos decían que la bala había sido disparada "desde los arbustos cercanos a la pensión", otros sostuvieron que el disparo había sido hecho "desde la pensión, vecina a los arbustos". De todos modos, de forma inexplicable, los famosos arbustos fueron cortados tres días después del crimen.
James Earl Ray fue detenido por Scotland Yard en el aeropuerto de Londres el 8 de junio, dos meses después de la muerte de King. Tenia intenciones de volar a Bélgica para viajar luego a Zimbabwe, que hoy es un país pero entonces era la capital de Rhodesia. Antes de Londres, Ray había pasado en su huida por Portugal. Nunca quedó del todo claro como un fugitivo de una prisión de Missouri pudo costear un viaje que lo hizo cruzar el Atlántico y todavía tenía capital suficiente para viajar a África del sur.
Luego de los trámites de extradición, Ray compareció ante un juez de Memphis en marzo de 1969. Confesó ser el asesino de King, una confesión que le evitó la silla eléctrica, y fue condenado a noventa y nueve años de cárcel. Tres días después, quiso retirar su declaración, no tuvo éxito, y dijo, lo sostuvo hasta su muerte, que había sido un chivo emisario de una conspiración más grande.
La historia de James Earl Ray es un capítulo aparte. Murió en la cárcel el 23 de abril de 1998, a los setenta años, y treinta años y diecinueve días del asesinato de King. Alegó siempre inocencia y pidió un nuevo juicio que lo aclarara todo. Antes de morir, pidió hablar con un miembro de la familia King. Lo hizo su hijo Dexter que luego apoyó en público los esfuerzos finales de Ray para ser juzgado de nuevo.
En 2004, un seguidor de Luther King que era en 1968 uno de sus jóvenes asistentes, el reverendo Jesse Jackson, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, sostuvo de alguna forma una de las tantas teorías conspirativas sobre la muerte de Luther King: "Hubo saboteadores que quisieron interrumpir la marcha (sobre Memphis) Dentro de nuestra propia organización encontramos a una persona muy importante que estaba en la lista de gente pagada por el gobierno. Así que la infiltración interna, los saboteadores por afuera y el ataque de cierta prensa... Yo nunca creí, ni voy a creer, que James Earl Ray tenía el motivo, el dinero y la capacidad de movilidad suficiente para asesinar a King él solo. Nuestro gobierno estaba muy involucrado y creo que, de alguna forma, facilitó la ruta de escape de Ray".
Martin Luther King, el hombre que presintió su asesinato, murió sin saber que la muerte, otro tipo de muerte, lo rondaba acechante. Según su biógrafo, Taylor Branch, la autopsia reveló que el corazón de King, que tenía treinta y nueve años, era el de una persona de sesenta.
La larga lucha le había ajado el alma.
Foto: Martin Luther King pronuncia su famoso discurso "Tengo un sueño" frente al Monumento a Lincoln durante la Marcha de la Libertad en Washington en 1963 / Infobae
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