Dylann Roof. Foto: Reuters.
Por Pablo Pardo, enviado especial a Charleston (EEUU)
Tras su matanza, Roof logró huir de las inmediaciones de la iglesia Madre Emanuel y la policía, el FBI y otras agencias federales iniciaron la caza al hombre. Carson Cowles, un tío del joven agresor, lo reconoció en las imágenes de vídeo que publicaron las autoridades, en las que se veía a Roof entrando en el templo. El joven, detenido hace tres meses por posesión de drogas, tenía un retrato suyo en las redes sociales vestido con una cazadora con la bandera de la Sudáfrica del apartheid y la de Rhodesia (actual Zimbabue) bordadas. Estos dos regímenes son muy admirados en Estados Unidos por los grupos de odio que promueven la supremacía blanca.
Los Estados Unidos de Barack Obama, el primer presidente negro de ese país, retrocedieron ayer al pasado más siniestro de su Historia con el que ha sido el mayor atentado motivado por cuestiones raciales en más de nueve décadas. Aunque no existe un registro oficial, la cifra de nueve afroamericanos muertos a tiros ayer mientras la iglesia Madre Emanuel, en la ciudad de Charleston, en Carolina del Sur, es la más alta en un ataque de estas características desde que en la ciudad de Tulsa, en Oklahoma, 300 negros fueron asesinados en marzo de 1921.
El objetivo del presunto autor de la masacre -Dylann Storm Roof, un blanco de 21 años que fue detenido ayer por la tarde en el vecino estado de Carolina del Norte- no parece haber sido sólo matar. También ha sido aterrorizar. Solo así se explica que Roof dejase escapar a una mujer.
“Le perdonó la vida, le dijo: ‘Te voy a salvar, para que cuentes lo que pasó‘”, según declaró ayer el presidente de la oficina de Charleston de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, según sus siglas en inglés), el grupo más antiguo de defensa de los derechos de los afroamericanos de Estados Unidos.
Según la cadena de televisión ABC, una niña de cinco años también se salvó, pero porque, en un tremendo alarde de sangre fría, se hizo la muerta. Otra persona estaba ayer en el hospital, herida, pero fuera de peligro. Los otros nueve asistentes al oficio religioso habían muerto.
Esas nueve víctimas de la matanza exceden a cualquier ataque con una motivación similar del que se tenga noticia en las últimas décadas. En 2012, un cristiano blanco asesinó en el estado de Michigan a seis miembros de la comunidad sij a los que confundió con musulmanes por sus barbas y sus turbantes. En 2006, un musulmán mató a seis judíos en Seattle. En 1963, el Ku Klux Klan -una organización blanca, protestante, conservadora y antisemita- asesinó a cuatro niñas al dinamitar una iglesia en la ciudad de Birmingham, en Alabama.
Ninguna de esas matanzas alcanza el nivel de la de Charleston. Según la versión más extendida de los hechos, Roof entró en el templo y permaneció allí cerca de una hora, hasta que empezó a disparar con una pistola. Un familiar de uno supervivientes declaró a los medios que el presunto asesino gritó “¡Estáis violando a nuestras mujeres, estáis tomando al asalto nuestro país, tenéis que iros!”. Según la CNN, añadió: “Estoy aquí para matar negros“.
Es una frase que conecta con lo más profundo de la mentalidad estadounidense. La obsesión de los blancos de ese país con la supuesta violencia sexual y machista de los negros marca la Historia del país. La violación de una blanca por un negro es el eje del argumento de la película El nacimiento de una nación, de David W. Griffith, uno de los filmes más importantes del siglo XX.
Cuando el entonces presidente de EEUU, el demócrata Woodrow Wilson, vio la cinta, comentó: “Lo más triste es que lo que aquí se narra es cierto”. La muerte de dos niñas blancas en 1944 fue lo que hizo que el afroamericano George Stinney fuera llevado a la silla eléctrica en, precisamente, Carolina del Sur. Stinney era tan pequeño que para poder ejecutarlo tuvieron que sentarlo encima de una Biblia, a fin de ponerle los amarres y electrodos necesarios para la electrocución.
Las presuntas relaciones sexuales entre el adolescente negro Emmett Till, de 14 años, y una mujer blanca, provocaron el linchamiento hasta la muerte de éste en el año 1955. Esos actos han disminuido, pero no han desaparecido completamente. Las autoridades estadounidenses han declarado que la raza fue un factor determinante en el asesinato por ahorcamiento de Lennon Lacy, un joven de 17 años que tenía una novia blanca. El cadáver de Lacy fue encontrado en agosto pasado. El estado en el que se produjo el crimen, de nuevo, Carolina del Sur.
La matanza de la iglesia de Madre Emanuel, como se la conoce afectuosamente en Charleston, encaja dentro de esa historia de violencia de Carolina del Sur, el estado en el que está la Universidad Bob Jones, un centro académico protestante en el que hasta el mismo año 2000 estuvieron prohibidos, por razones presuntamente religiosas basadas en la Biblia, los noviazgos entre personas de diferentes razas. Hasta el arma de fuego parece tener cierta historia, porque podría haber sido un regalo de su padre por su cumpleaños, hace dos meses.
En Estados Unidos hay entre 290 y 310 millones de armas de fuego, lo que equivale aproximadamente a una por habitante. Sin embargo, la tenencia de pistolas, escopetas y fusiles de asalto está muy concentrada, como revela el hecho de que el 20% de la población tenga el 65% de las armas de fuego.
La propia iglesia de la matanza es una muestra de ese pasado. El templo forma parte de la Iglesia Afroamericana Metodista Episcopal (AME, según sus siglas en inglés), la primera confesión religiosa para negros de Estados Unidos. Madre Emanuel fue cerrada y quemada hasta los cimientos en el siglo XIX, bajo la sospecha de que sirviera de escenario para planear rebeliones de esclavos. Incluso hoy, su impacto político y cultural sigue.
Su pastor, Clementa Pickney, era un miembro demócrata del Congreso del estado, y el afroamericano más joven en la historia de Carolina del Sur elegido para ese cargo. Hasta que el jueves cayó con sus fieles bajo las balas en otro episodio de racismo en EEUU.
En los ultimos 10 meses EEUU se ha visto sacudido por cada vez más tensiones raciales entre los blancos, que son el 63% de la poblacion, y los negros, que son el 12%. Violencia policial -en Ferguson, Cleveland, Baltimore, Nueva York y Dallas, entre otros sitios-, manifestaciones a veces violentas de afroamericanos y, en general, suspicacias mutuas, han dejado claro que Estados Unidos no es, como muchos de sus ciudadanos pensaban, una sociedad “post racial” o con “racismo residual”.
Terrorismo doméstico
Richard Cohen, la principal organización que lucha en favor de los derechos de las minorías de toda condición en Estados Unidos, el Centro Legal para la Pobreza en el Sur, declaró el jueves a EL MUNDO que “desde el 11-S, nuestro país ha estado obsesionado con la amenaza del terrorismo yihadista, pero la horrorosa tragedia de la iglesia de Emmanuel nos recuerda la creciente amenaza del terrorismo doméstico“. Según Cohen, “desde el año 2000 hemos visto un aumento en el número de los grupos que fomentan el odio, grupos basados en la Rafa y la etnia. Aunque su número a disminuido algo en los últimos dos años, todavía se encuentran en un nivel históricamente alto”.
(Tomado de El Mundo)