por Manlio Dinucci
RED VOLTAIRE | ROMA (ITALIA) |
El 11 de agosto de 2017, el presidente Donald Trump habló de recurrir a la opción militar contra Venezuela. Manlio Dinucci resalta en este artículo que no se trata de palabras al viento. El ejercicio militar Mobility Guardian, que acaba de realizarse en Estados Unidos con la participación de tropas de 25 países y observadores de otros 12, fue un ensayo de una proyección rápida de fuerzas de la OTAN ampliada.
Los proyectores político-mediáticos, enfocados sobre los desórdenes en Venezuela, dejan sin embargo en la sombra lo que sucede alrededor de ese país.
En la geografía del Pentágono, Venezuela está en el área del US Southern Command (SouthCom), uno de los 6 «mandos combatientes unificados» entre los que Estados Unidos divide el mundo.
El SouthCom [lo que los latinoamericanos llaman el “Comando Sur”], que abarca 31 países y 16 territorios de América Latina y el Caribe, dispone de fuerzas terrestres, navales y aéreas, además de tropas pertenecientes al US Marine Corps [Cuerpo de Marines de Estados Unidos], a las fuerzas especiales estadounidenses y de 3 unidades específicas: la Joint Task Force Bravo, acantonada en la base aérea de Soto Cano (Honduras), que organiza ejercicios multilaterales y otras operaciones; la Joint Task Force Guantanamo, acantonada en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba), que efectúa «operaciones de detención e interrogatorios en el marco de la guerra contra el terrorismo»; y la Joint Interagency Task Force South, acantonada en Key West (Florida, Estados Unidos), cuya misión oficial es coordinar las «operaciones antidrogas» en toda la región.
La creciente actividad del SouthCom indica que lo que declaró el presidente Trump el 11 de agosto –«Tenemos numerosas opciones para Venezuela, incluyendo una posible acción militar»– no es una simple amenaza verbal.
Una fuerza especial del Cuerpo de Marines, dotada de helicópteros de guerra, fue desplegada en Honduras en junio pasado con vista a varias operaciones regionales, con una duración prevista para 6 meses.
También en el marco del SouthCom se desarrolló en junio, en Trinidad Tobago, el ejercicio Tradewinds, con la participación de tropas de 20 países de América y del Caribe.
En julio, se desarrolló en Perú el ejercicio naval Unitas, con la participación de 18 países, y, en Paraguay, se realizó una competencia-ejercicio de fuerzas especiales de 20 países.
Del 25 de julio al 4 de agosto, cientos de oficiales de 20 países participaron en Panamax, ejercicio oficialmente destinado a la «defensa del Canal de Panamá».
Del 31 de julio al 12 de agosto se desarrolló en la Joint Base Lewis-McChord (en Washington) «el mayor y más realista ejercicio de movilidad aérea», con la participación de 3 000 hombres y de 25 socios internacionales, en particular de las fuerzas aéreas de Colombia y Brasil, que se ejercitaron en la realización de misiones diurnas y nocturnas con fuerzas de Estados Unidos, Francia y Reino Unido. El «escenario realista» es el de una gran operación aérea para el transporte rápido de tropas y armamento a la zona de intervención. En otras palabras, el ensayo de la intervención militar en Venezuela, el país que Trump amenazó.
La base principal sería la vecina Colombia, vinculada a la OTAN por un acuerdo de asociación desde 2013. Según la OTAN, «personal militar colombiano participó en numerosos cursos en la Academia de Oberammergau (Alemania) y en el Nato Defense College de Roma, participando también en numerosas conferencias militares de alto nivel».
Que ya existe un plan de intervención militar contra Venezuela es algo que confirmó el almirante Kurt Tidd, comandante del SouthCom. El 6 de abril de 2017, durante una audiencia en el Senado, el almirante declaraba que «la creciente crisis humanitaria en Venezuela podría hacer necesaria una respuesta regional».
Para hacer realidad la amenaza de Trump sobre la «opción militar» pudiera adoptarse, ahora en un contexto diferente, la misma estrategia que se aplicó en Libia y Siria: infiltración de fuerzas especiales y de mercenarios que echan leña al fuego de las tensiones internas provocando enfrentamientos armados; acusaciones de que el gobierno está masacrando a su propio pueblo y una «intervención humanitaria» que lleve a la creación de una coalición armada lidereada por Estados Unidos.
25 DE AGOSTO DE 2017
El 11 de agosto de 2017, el presidente Donald Trump habló de recurrir a la opción militar contra Venezuela. Manlio Dinucci resalta en este artículo que no se trata de palabras al viento. El ejercicio militar Mobility Guardian, que acaba de realizarse en Estados Unidos con la participación de tropas de 25 países y observadores de otros 12, fue un ensayo de una proyección rápida de fuerzas de la OTAN ampliada.
Los proyectores político-mediáticos, enfocados sobre los desórdenes en Venezuela, dejan sin embargo en la sombra lo que sucede alrededor de ese país.
En la geografía del Pentágono, Venezuela está en el área del US Southern Command (SouthCom), uno de los 6 «mandos combatientes unificados» entre los que Estados Unidos divide el mundo.
El SouthCom [lo que los latinoamericanos llaman el “Comando Sur”], que abarca 31 países y 16 territorios de América Latina y el Caribe, dispone de fuerzas terrestres, navales y aéreas, además de tropas pertenecientes al US Marine Corps [Cuerpo de Marines de Estados Unidos], a las fuerzas especiales estadounidenses y de 3 unidades específicas: la Joint Task Force Bravo, acantonada en la base aérea de Soto Cano (Honduras), que organiza ejercicios multilaterales y otras operaciones; la Joint Task Force Guantanamo, acantonada en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba), que efectúa «operaciones de detención e interrogatorios en el marco de la guerra contra el terrorismo»; y la Joint Interagency Task Force South, acantonada en Key West (Florida, Estados Unidos), cuya misión oficial es coordinar las «operaciones antidrogas» en toda la región.
La creciente actividad del SouthCom indica que lo que declaró el presidente Trump el 11 de agosto –«Tenemos numerosas opciones para Venezuela, incluyendo una posible acción militar»– no es una simple amenaza verbal.
Una fuerza especial del Cuerpo de Marines, dotada de helicópteros de guerra, fue desplegada en Honduras en junio pasado con vista a varias operaciones regionales, con una duración prevista para 6 meses.
También en el marco del SouthCom se desarrolló en junio, en Trinidad Tobago, el ejercicio Tradewinds, con la participación de tropas de 20 países de América y del Caribe.
En julio, se desarrolló en Perú el ejercicio naval Unitas, con la participación de 18 países, y, en Paraguay, se realizó una competencia-ejercicio de fuerzas especiales de 20 países.
Del 25 de julio al 4 de agosto, cientos de oficiales de 20 países participaron en Panamax, ejercicio oficialmente destinado a la «defensa del Canal de Panamá».
Del 31 de julio al 12 de agosto se desarrolló en la Joint Base Lewis-McChord (en Washington) «el mayor y más realista ejercicio de movilidad aérea», con la participación de 3 000 hombres y de 25 socios internacionales, en particular de las fuerzas aéreas de Colombia y Brasil, que se ejercitaron en la realización de misiones diurnas y nocturnas con fuerzas de Estados Unidos, Francia y Reino Unido. El «escenario realista» es el de una gran operación aérea para el transporte rápido de tropas y armamento a la zona de intervención. En otras palabras, el ensayo de la intervención militar en Venezuela, el país que Trump amenazó.
La base principal sería la vecina Colombia, vinculada a la OTAN por un acuerdo de asociación desde 2013. Según la OTAN, «personal militar colombiano participó en numerosos cursos en la Academia de Oberammergau (Alemania) y en el Nato Defense College de Roma, participando también en numerosas conferencias militares de alto nivel».
Que ya existe un plan de intervención militar contra Venezuela es algo que confirmó el almirante Kurt Tidd, comandante del SouthCom. El 6 de abril de 2017, durante una audiencia en el Senado, el almirante declaraba que «la creciente crisis humanitaria en Venezuela podría hacer necesaria una respuesta regional».
Para hacer realidad la amenaza de Trump sobre la «opción militar» pudiera adoptarse, ahora en un contexto diferente, la misma estrategia que se aplicó en Libia y Siria: infiltración de fuerzas especiales y de mercenarios que echan leña al fuego de las tensiones internas provocando enfrentamientos armados; acusaciones de que el gobierno está masacrando a su propio pueblo y una «intervención humanitaria» que lleve a la creación de una coalición armada lidereada por Estados Unidos.