Mario Bergara: “Las políticas sociales del MIDES cuestan menos que la Caja Militar”
Feb 4, 2018
El presidente del Banco Central Mario Bergara destacó la solidez de la economía uruguaya y aseguró que todas las ramas del sistema financiero (bancos, seguros, fondos de pensión, mercado de valores, administradoras de créditos, etc.) muestran indicadores saludables en materia de la evolución de sus negocios, solvencia, liquidez, morosidad. Sostuvo que la estabilidad financiera permite afrontar riesgos relevantes, de baja probabilidad de ocurrencia, sin impactos negativos de magnitud y agregó que la inflación, dentro del rango objetivo, es muy saludable para los trabajadores y también para las empresas que requieren de un marco de estabilidad para proyectar sus negocios. “El desafío ahora es seguir en estos niveles y para eso es fundamental consolidar las expectativas de que la propia inflación continúe en el orden actual. Consiste en trabajar con la noción de que estamos en un escenario sostenible de inflación más baja que en años anteriores”. En entrevista con LA REPÚBLICA, Bergara se refirió a la competitividad y sostuvo que se debe trabajar para tener tarifas de servicios públicos y un “costo país” que contribuyan a la competitividad. Comentó que los planteos hechos por sectores agropecuarios “no son homogéneos” porque los sectores no lo son y agregó que. “el campo no es uno solo”. “Señaló que hay sectores reclaman un dólar más alto para exportar en mejores condiciones, pero otros no quieren que el dólar suba porque le venden al mercado interno y deben comprar insumos importados. Además están los que se han endeudado en dólares; si alguien que debe en dólares pide que el dólar suba, hay algo que no cierra demasiado, ¿no?”. Agregó que en los últimos meses, el dólar cayó mucho menos en nuestro país que en el contexto internacional, incluso ajustando por diferenciales de inflación y desde ese punto de vista, la capacidad competitiva de las empresas no tiene por qué haberse deteriorado.
Después de bastante tiempo en que la inflación se situaba por encima del rango objetivo, en 2017 cerró dentro del mismo.
-Efectivamente, hace ya varios meses que la inflación está dentro del rango objetivo y cerró el año de esa manera. Esto es muy saludable para los trabajadores y para aquellos que viven de un ingreso fijo, porque les permite mantener su poder de compra. También para las empresas, que necesitan un marco de estabilidad para proyectar sus negocios y tomar sus decisiones. El desafío ahora es seguir en estos niveles y para eso es fundamental consolidar las expectativas de que la propia inflación continúe en el orden actual. Consiste en trabajar con la noción de que estamos en un escenario sostenible de inflación más baja que en años anteriores.
Este factor afecta entonces las negociaciones salariales que serán muy importantes este año.
-Así es, entre otras cosas porque con los guarismos actuales de inflación, la inmensa mayoría de los correctivos salariales negociados en los Consejos de Salarios no van a operar. El salario real ha aumentado sensiblemente como fruto del proceso de negociación basado en los ajustes nominales y de la baja de la inflación. Este esquema fue positivo en la ronda anterior, los resultados lo legitiman y por lo tanto, hay que ser optimistas en que la nueva ronda de negociación va a ser razonable, balanceando aspectos como la necesidad de mejoras en rangos salariales bajos y la evolución de los niveles de empleo.
Otro objetivo de relevancia para el Banco Central refiere a la salud del sistema financiero.
-Todas las ramas del sistema financiero (bancos, seguros, fondos de pensión, mercado de valores, administradoras de créditos, etc.) muestran indicadores saludables en materia de la evolución de sus negocios, solvencia, liquidez, morosidad, etc. En algunos sectores, hay desafíos en materia de rentabilidad, principalmente por factores de carácter estructural. La aparición de las plataformas electrónicas implica desafíos a la forma en que se hacen los negocios, generando oportunidades y riesgos que deben ser comprendidos por los agentes y por el regulador, para lograr ese equilibrio entre permitir la innovación en el sector y otorgar las seguridades regulatorias a los usuarios del sistema. Nuestros análisis sobre la estabilidad financiera en el país nos permiten estar tranquilos en cuanto a que el sistema financiero está en condiciones de afrontar riesgos relevantes, de baja probabilidad de ocurrencia, sin impactos negativos de magnitud.
El año se inició con demandas de algunos sectores referidas a la caída de la competitividad y la baja rentabilidad.
-Esa preocupación es compartida, pero requiere algunas precisiones, porque competitividad y rentabilidad no son sinónimas. La competitividad está condicionada por cientos de factores y a la larga depende de la productividad de nuestras empresas. El tipo de cambio es uno de ellos que, si bien no es el único, no deja de ser muy importante. Algunos ponen el foco de los problemas en el dólar bajo. Si el dólar cae en Uruguay y no en el resto del mundo, la competitividad claramente empeora. Pero si cae en todos lados, eso no es necesariamente así. Sin ir más lejos, en los últimos meses, el dólar cayó mucho menos en nuestro país que en el contexto internacional, incluso ajustando por diferenciales de inflación. Desde ese punto de vista, la capacidad competitiva de nuestras empresas no tiene por qué haberse deteriorado. Sin embargo, aunque eso pase, la caída del dólar reduce ingresos a los sectores exportadores y al haber costos en moneda local que son bastante rígidos a la baja, lo que empeora es la rentabilidad. Las empresas pueden ser más competitivas con respecto al resto del mundo, pero tienen problemas de rentabilidad por costos locales que no se ajustan con un dólar declinante. Y además ayuda a explicar por qué en este contexto, las exportaciones están creciendo a tasas importantes (casi un 10% en 2017) y el saldo de la cuenta corriente es altamente positivo (más de 2% del PIB). Esta distinción es importante porque ubica los problemas (y por lo tanto las soluciones) en lugares diferentes.
¿Cómo sería eso?
-Si el problema es de desajuste cambiario con el mundo, las soluciones deben concentrarse en la política cambiaria. Si el problema es de desfasaje de costos en dólares, las soluciones deben concentrarse en la reducción de costos. Obviamente, no todos los sectores están en las mismas circunstancias. Por ejemplo, en los planteos hechos por sectores agropecuarios recientemente, no hay homogeneidad porque los sectores no son homogéneos. El “campo” no es uno solo. Algunos sectores reclaman un dólar más alto para exportar en mejores condiciones, pero otros no quieren que el dólar suba porque le venden al mercado interno y deben comprar insumos importados. Además están los que se han endeudado en dólares; si alguien que debe en dólares pide que el dólar suba, hay algo que no cierra demasiado, ¿no?
En la reducción de costos que Ud. menciona, ¿incluye las tarifas y el costo del Estado?
-Así es. Se debe trabajar para tener tarifas de servicios públicos y un “costo país” que contribuyan a la competitividad. Los servicios tienen que ser de calidad y para eso hay que invertir permanentemente. Lo mismo pasa con la infraestructura física y el capital humano, dos componentes fundamentales de la capacidad competitiva del país. Eso también requiere gasto público y esas son áreas que se han privilegiado en la última década en materia presupuestal. En general, las tarifas han evolucionado notoriamente por debajo de la inflación y sobre todo las referidas a comunicaciones y energía. También el gas-oil, que con las últimas medidas del gobierno está muy cerca de su valor de paridad de importación. Esto no quita que haya todavía mucho por hacer en materia de eficiencia y calidad del gasto público. El gobierno ha manifestado explícitamente su preocupación por el déficit fiscal y la necesidad de reducirlo en los próximos dos años. Hay muchos gastos que tienen mucha rigidez y sobre eso habrá que trabajar con un enfoque más estructural. Pero quiero agregar un comentario, referido a planteos que el problema está en el gasto de las políticas sociales. Me parece increíble que a esta altura del partido todavía se escuchen estos razonamientos que sólo pueden entenderse desde una matriz ideológica con la que discrepamos abiertamente. En lo personal, me siento uno más de los uruguayos que hemos comprendido cuáles son las prioridades y las preferencias que tenemos como sociedad. Sólo para tener una referencia, el gasto del conjunto de políticas del MIDES es menor que el déficit de la Caja Militar.
Algunos analistas plantean que la caída del dólar se debe a las políticas del Banco Central. ¿Usted no ve allí el origen del problema?
-Definitivamente no. Indudablemente, si el Banco Central y el gobierno emiten deuda en pesos nominales a tasas del 9 o el 10%, las tasas en el mundo son ridículamente bajas y el dólar está estable o cayendo, esa deuda es atractiva para inversores internacionales, sobre todo en este mundo inundado de dólares. Pero eso no quiere decir que el origen del problema esté en que el Banco Central pague tasas muy altas por sus títulos. El ingreso de dólares se debe esencialmente a las expectativas de estabilidad o caída del dólar en el mundo. Esto sucedió desde la crisis del 2008 hasta mitad del 2013 y luego desde fines de 2016. Entre 2013 y 2016, las expectativas eran al fortalecimiento de la divisa estadounidense y eso llevó, no sólo a que los capitales no vinieran, sino que incluso a que se fueran nuevamente hacia el mundo desarrollado. Y eso pasó cuando las tasas de interés que pagaba el Banco Central estaban muchísimo más altas!!!! Queda claro entonces que la raíz del problema del ingreso de capitales (y por lo tanto de la presión a la baja del tipo de cambio) no es la política del Banco Central sino las expectativas sobre el valor del dólar en los mercados internacionales, que obliga a reaccionar al BCU comprando dólares de manera masiva y colocando títulos como política monetaria ineludible para evitar impulsos inflacionarios.
¿La presión a la baja del dólar se debe sólo al ingreso de capitales?
-No, hay otros factores. Uno está condicionado por la misma variable: las expectativas del dólar a nivel internacional. Cuando se prevé un dólar al alza, los inversores institucionales (AFAP, bancos, empresas de seguros) redolarizan sus portafolios. Cuando se prevé un dólar a la baja, van en sentido contrario, reforzando la presión sobre el tipo de cambio. Eso es lo que pasó en estos años. Por poner un ejemplo, el fondo de pensiones administrado por las AFAP llegó a tener casi un 35% en dólares (el máximo legalmente permitido) el año pasado, porque creían que el dólar iba a subir a 36 o 38 pesos. Cuando esto no pasó y la perspectiva era que el dólar bajara, eso llevó a las AFAP a desdolarizar el fondo y hoy sólo el 12% está en dólares. Estamos hablando de un monto muy importante, cercano a los 3.000 millones de dólares. El otro factor es la entrada de dólares por exportaciones netas de bienes y servicios. Aquí hay que considerar el aumento de ventas al exterior así como los ingresos por turismo, que están siendo cada vez más voluminosos.
Entonces en ese contexto, ¿hay preocupaciones por la presión al atraso cambiario?
-Sin dudas. La preocupación que hemos tenido en esta materia es la que explica que el Banco Central haya adquirido casi 3.500 millones de dólares en 2017, una cifra históricamente enorme. Fue la forma de mitigar ese impulso a una apreciación excesiva de nuestra moneda. En este punto, permítanme enfatizar que nadie ha hecho más esfuerzos por sostener un dólar competitivo que el Banco Central.
¿Y en esta materia, cómo arrancó el 2018?
-Palo y palo. El Banco Central ha tenido que intervenir adquiriendo más de 500 millones de dólares solamente en el primer mes del año. Si las condiciones internacionales no se moderan, este año vamos a batir el récord de compras del año pasado. Las expectativas del dólar a nivel global son débiles. En el último tiempo, comparado con una canasta de monedas relevantes en el mundo, el dólar cayó casi un 7%, mientras que en Uruguay se redujo en sólo un 1%. Eso se debió esencialmente al accionar del BCU, que ha absorbido más del 70% de los dólares ofrecidos en el mercado. Pero también vale la pena agregar algunas reflexiones al análisis. Poníamos el énfasis que el año pasado, el Banco Central compraba los dólares que provenían principalmente de la entrada de capitales financieros, de la desdolarización del portafolio de las AFAP y de los ingresos del turismo. En lo que va de 2018, la tenencia de títulos del BCU por parte de no residentes prácticamente no ha crecido y la proporción del fondo de pensiones en dólares se ha estabilizado, por lo que los dos primeros factores no parecen estar presionando (circunstancialmente) al mercado de cambios. Como resultado, podríamos decir de manera caricaturesca que lo que el Banco Central está comprando en lo que va del año es esencialmente los ingresos de la temporada turística, que dicho sea de paso, está que explota.