16 ene 2019

UN DIVORCIO COMPLICADO

La Cámara de los Comunes rechazó la propuesta que la primera ministra había acordado con la Unión Europea. Duro revés de May en el Parlamento británico
Por Marcelo Justo
16 de enero de 2019




May sale de la residencia oficial en 10 Downing Street camino al Parlamento donde su plan de Brexit fue derrotado. Imagen: EFE


Con las dos terceras partes de la Cámara de los Comunes en contra, May señaló que si la oposición laborista convocase a una moción de censura, ella habilitaría el día de hoy para su debate y votación. Corbyn recogió el guante.

La primer ministro Theresa May sufrió una aplastante derrota en la votación parlamentaria sobre su acuerdo con la Unión Europea. Los números son dignos del Guinnes: 432 votos en contra, 202 a favor. Hoy las aguas del Brexit las navega el Titanic.


Con dos terceras partes de la Cámara de los Comunes en contra, May señaló que si la oposición laborista convocaba a una moción de censura, ella habilitaría el día de hoy para su debate y votación. “Necesitamos saber si este gobierno tiene el respaldo del Parlamento. Creo que lo tenemos, pero dada la escala e importancia del voto esta noche, es importante confirmarlo”, señaló May.

El líder del laborismo Jeremy Corbyn no podía más que recoger este guante algo envenenado, no sin antes descargar toda su batería de críticas al gobierno. “Esta es la peor derrota de un gobierno desde los años 20. Después de dos años de negociaciones infructuosas, el Parlamento ha dado su veredicto y este veredicto es decisivo. El gobierno ha perdido la confianza del Parlamento y por tanto, presento una moción de censura de este gobierno”, señaló Corbyn.

En caso de que el Parlamento le retire la confianza a May en la votación de esta noche, habrá un plazo de 15 días para la formación de un gobierno de coalición liderado por los conservadores o los laboristas. La actual aritmética parlamentaria sigue favoreciendo a los conservadores sobre los laboristas. Pero el caos que el Brexit ha desatado en la Cámara de los Comunes es tal que lo más probable es que los mismos diputados que le asestaron anoche a May una humillante derrota, le reiteren hoy su confianza.

En las elecciones de 2017 May tuvo que formar una alianza con el DUP, unionista de Irlanda del Norte,para conseguir una exigua mayoría parlamentaria. La líder del DUP, Arlene Foster, señaló anoche que le daría espacio al gobierno “para poder sacar adelante un plan que asegure un mejor acuerdo con la UE”. Así las cosas, Corbyn necesitaría que una decena de diputados rebeldes conservadores voten a favor de una censura. No es descabellado, pero sí improbable que se jueguen el pellejo con un voto que terminaría favoreciendo a sus archienemigos laboristas.

En caso de que el Parlamento le confirme su respaldo, la primer ministra señaló que “dialogaría con todos los diputados de todos los partidos para identificar qué se puede hacer para asegurar el apoyo del Parlamento a este acuerdo”. May añadió que era necesario buscar ideas que consiguieran suficiente respaldo en la Cámara y que al mismo tiempo fueran viables en la negociación con la UE.

El lunes May tiene que presentar una nueva propuesta al Parlamento. En un intento de jugar la carta de la unidad, la primer ministro dio un mensaje para los que votaron a favor y en contra de permanecer en la UE en el referendo de 2016. “Quiero asegurar que nuestra estrategia no es dejar avanzar el reloj para llegar a esa fecha y terminar sin acuerdo. Quiero asegurar también a los que votaron a favor del Brexit, que voy a cumplir con el mandato del referendo. Y al Parlamento le digo que cada día que pasa aumenta la incertidumbre, el encono y el rencor. Los británicos quieren resolver esta situación de una vez por todas”, dijo.

El problema es que el Parlamento está profundamente fragmentado. Los medios británicos han llegado a identificar 11 “tribus parlamentarias”, cada una con su estrategia y sus internas. Por cuestiones de espacio estas tribus se pueden condensar en cuatro grandes propuestas: los que están a favor del acuerdo negociado por May, los que no quieren ningún tipo de acuerdo (Brexit duro), los que desean un acuerdo muy similar al que el Reino Unido tiene aún hoy como miembro de la UE (Brexit suave) y los que favorecen un segundo referendo que incluya la posibilidad de permanecer en la UE.

Ningún grupo puede formar una mayoría propia, pero hay una potencial alianza de tres cuartas partes de la Cámara que rechaza por completo un Brexit duro. El problema es que si estos grupos no muestran suficiente flexibilidad, el Titanic seguirá avanzando hacia los témpanos del Brexit duro, posición de default a falta de acuerdo el 29 de marzo, fecha de la salida británica del bloque.

Una posibilidad es que la primer ministro pida una extensión de esta fecha a la UE. La Unión Europea ha insinuado que concedería esta extensión porque tampoco el bloque quiere el desbarajuste de un Hard Brexit. Pero por el momento, la pelota está en el caótico Parlamento británico.


Las claves del acuerdo de May con la Unión Europea
Lo que rechazó el Parlamento

Por Miguel Jorquera

La Cámara de los Comunes votó en contra el acuerdo de Retirada del Reino Unido de la Unión Europea. Este acuerdo, alcanzado el 25 de noviembre luego de casi dos años de negociaciones, es una suerte de divorcio luego de más de cuatro décadas de matrimonio británico-europeo.

El acuerdo establece un período de transición a partir de la fecha de salida - el 29 de marzo - que se extenderá en principio hasta diciembre de 2020, aunque podría ampliarse hasta 2022. En este período, mientras las partes negocian el futuro de la relación entre el Reino Unido y la UE, los británicos seguirán formando parte de la Unión Aduanera y el Mercado Unico, las dos columnas económico-sociales de la UE, aunque no serán miembros del bloque. Esto significa que habrá libre circulación de personas (inmigración), bienes, capitales y servicios entre ambos. El tema inmigratorio fue uno de los grandes catalizadores del Brexit.

El punto más álgido del acuerdo es el de la frontera entre Irlanda del Norte (parte del Reino Unido) y la República de Irlanda (parte de la UE). Para evitar que se vuelva a los controles fronterizos para el paso de mercancías y personas (algo que podría reiniciar el conflicto en Irlanda del Norte), el acuerdo propone que, si no se alcanzó un tratado de libre comercio una vez terminado el período de transición, se active una suerte de póliza de seguro llamada “Backstop”: hasta que se alcance una solución al problema fronterizo, el Reino Unido permanecerá en la Unión Aduanera e Irlanda del Norte seguirá las reglas del mercado único europeo. Según los críticos, esto eternizaría la permanencia del Reino Unido en la EU y constituiría una grave amenaza a la Unidad del Reino ya que Irlanda del Norte estaría económicamente mucho más cerca de la UE que de Gran Bretaña.

Como todo divorcio, la separación contiene un acuerdo financiero. El Reino Unido deberá pagar unas 39 mil millones de libras a la EU por todos los compromisos realizados cuando era miembro del bloque y por los que restan hasta que finalice el período de transición. Otro tema espinoso es el del derecho de los británicos que viven en la UE (un millón y medio de personas) y los europeos en el Reino Unido (unos tres millones). Ambas partes respetarán el derecho a residencia y trabajo de los ciudadanos de la EU y el Reino Unido que lleguen antes de que finalice el período de transición.

El acuerdo incluye una Declaración Política sobre la negociación para determinar qué tipo de relación futura tendrán a largo plazo. El objetivo es un tratado de libre comercio que, en el caso de la UE, suele requerir un mínimo de siete años de negociación. Dadas las pasiones que Europa parece encender en los normalmente impasibles británicos, las distintas variantes de Tratado que se negociarán, prometen un horizonte tan tormentoso como el que suele cubrir el cielo británico todos los inviernos.