25 sept 2020

CARA DE PIEDRA EN CAMPAÑA

Abuchearon a Donald Trump en la despedida a la jueza Ginsburg. El mandatario visitó la Corte Suprema, donde descansan los restos de la magistrada

25 de septiembre de 2020


Trump y su esposa Melania hicieron una visita fugaz a la sede de la Corte Suprema. Imagen: EFE


Una multitud abucheó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante su visita a la Corte Suprema, donde hay una capilla ardiente con los restos de la jueza Ruth Bader Ginsburg, fallecida el viernes pasado y a la que el mandatario quiere reemplazar antes de las elecciones de noviembre. El presidente volvió a agitar el fantasma de un posible fraude en los comicios del próximo tres de noviembre.

También se negó a confirmar que entregará el mando si es derrotado. 
 y su esposa Melania hicieron una fugaz visita a la sede del máximo tribunal, en cuya escalinata principal se encuentra el féretro de la célebre jueza, un verdadero icono del movimiento feminista en Estados Unidos. El miércoles, y luego de conocerse una nueva encuesta que lo mantiene ocho puntos abajo del candidato demócrata Joe Biden en la intención de voto, Trump volvió a agitar el fantasma de un posible fraude en los comicios del próximo tres de noviembre. También se negó a confirmar que entregará el mando si es derrotado. En paralelo, la bronca en las calles no cesa. La policía de la ciudad estadounidense de Louisville, Kentucky, arrestó a 127 personas en las protestas antirracistas del miércoles, convocadas después de que un jurado decidiera no imputar por homicidio a ninguno de los tres policías que mataron este año a una trabajadora de salud afroamericana, Breonna Taylor, que estaba desarmada dentro de su casa.

Esta vez cubiertos con tapabocas, Trump y la primera dama se situaron a ambos lados del ataúd de Ginsburg y guardaron un minuto de silencio, mientras los abucheos de la multitud congregada frente al Supremo se hacían cada vez más fuertes. "¡Votemos para que se vaya!", corearon los ciudadanos una y otra vez, hasta que el presidente dio media vuelta e ingresó en el edificio judicial para luego marcharse. Quienes le gritaban eran las decenas de personas que esperaban en la fila para acercarse al féretro de Ginsburg, y que cuando se acercó la limusina del presidente también exclamaron: "¡Respeta su deseo!". Con esa frase se referían al mensaje que la magistrada dejó escrito antes de morir, en el que expresaba que su "deseo más ferviente" era "no ser reemplazada hasta que haya un nuevo presidente".

Hasta la muerte de Ginsburg, los conservadores tenían una mayoría de cinco a cuatro en el tribunal que decide sobre asuntos de la vida de los estadounidenses esenciales como el derecho a portar armas, el derecho al aborto, asuntos migratorios o temas vinculados al acceso a la salud. Si Trump llena la vacante para este puesto vitalicio, la Corte podría quedar anclada en el terreno conservador durante décadas. La mayoría republicana en el Senado confirmó que tiene los votos para aprobar a la nominada de Trump, incluso antes de saber de quién se trata.

"Creo que esto (las elecciones) acabará en el Tribunal Supremo, y creo que es muy importante que tengamos nueve jueces", había dicho Trump el miércoles durante una reunión con fiscales generales de varios estados del país en la Casa Blanca. Inmediatamente dio las razones: "Es mejor si aprobamos a una nueva jueza antes de las elecciones, porque creo que este fraude que están preparando los demócratas, este fraude acabará frente al Tribunal Supremo de Estados Unidos".

El contexto de las últimas declaraciones de Trump tienen que ver también con el último sondeo de intención de voto realizado por la NBC, The Wall Street Journal y Telemundo, que indica que Biden tiene un 51 por ciento de apoyo frente a un 43 por ciento del actual mandatario. La ventaja se amplía en el denominado "voto hispano", un sector de la población estadounidense en la que el demócrata cuenta con un respaldo del 62 por ciento, frente a un 26 para el republicano.

Protesta contra la brutalidad policial

En tanto el malestar asciende en la ciudad de Louisville, Kentucky, donde dos policías resultaron heridos y 127 manifestantes fueron detenidos en una protesta antirracista, luego de que un jurado decidiera no imputar por homicidio a los policías que mataron a una trabajadora de salud afroamericana, Breonna Taylor. Brett Hankison, uno de los tres agentes involucrados en el ataque a Taylor, fue imputado por poner en peligro la vida de los demás, en este caso tres vecinos de la víctima. Pero ni Hankison ni los otros dos policías que efectuaron los disparos que mataron a Taylor fueron inculpados por el homicidio de la enfermera de 26 años, una decisión "escandalosa e insultante", según el abogado de la familia de la víctima, Ben Crump.