07 Septiembre 2020
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, más cerca de su soñado Brexit duroGentileza: @BorisJohnson
El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, volvió a sus provocaciones políticas con la amenaza a la Unión Europea (UE) de abandonar en octubre las negociaciones para un Brexit ordenado y de dejar sin efecto lo acordado sobre Irlanda del Norte, logrando así su promocionado divorcio duro en momentos en que su gobierno sigue siendo cuestionado por el manejo de la pandemia de coronavirus.
El primer ministro de Reino Unido se dispone a dejar sin efecto lo pactado sobre Irlanda del Norte, el punto más duro de la negociación con la UE, y tener su divorcio duro. Bruselas estalló en ira.
La tensión aumentó inmediatamente con Bruselas. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, advirtió que los compromisos firmados por Reino Unido "deben respetarse" y la presidenta de la Comisión Europea (CE, órgano ejecutivo de la UE), Ursula von der Leyen, subrayó que Londres está "obligado por la ley internacional" a aplicar el Tratado de Retirada.
En reacción a una información del diario Financial Times, según la cual Boris Johnson presentará el miércoles un proyecto de ley que "anularía" partes claves del acuerdo del Brexit, principalmente en lo relativo a la provincia británica de Irlanda del Norte, un vocero del ejecutivo admitió que se están "tomando medidas limitadas y razonables".
Su objetivo es "clarificar elementos específicos del protocolo de Irlanda del Norte en la legislación nacional, para eliminar cualquier ambigüedad y garantizar que el gobierno siga siendo capaz de cumplir sus compromisos con el pueblo norirlandés", afirmó.
Durante mucho tiempo este fue el principal escollo entre Reino Unido y la UE, ¿cómo evitar restablecer una frontera con la vecina República de Irlanda que podría amenazar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo que en 1998 puso fin a 30 años de sangriento conflicto?
"Sería una traición a lo ya acordado e infligiría un daño irreversible a nuestra economía y al acuerdo del Viernes Santo", dijo por su parte el Sinn Fein, exbrazo político del IRA que ahora participa en el gobierno autónomo norirlandés.
Tras años de durísimas negociaciones con Bruselas y caóticos enfrentamientos en el Parlamento británico, Reino Unido salió finalmente de la UE el 31 de enero cuando, gracias a la aplastante mayoría parlamentaria obtenida el diciembre anterior, Boris Johnson logró la aprobación de un acuerdo que establecía las condiciones del Brexit.
No obstante nada cambió en la práctica para los británicos, que se encuentran hasta finales de este año en un periodo de transición destinado a negociar su futura relación comercial con la UE, su principal socio comercial.
Pero esas conversaciones llevan meses estancadas en dos grandes cuestiones: los europeos quieren conservar su derecho a pescar en las aguas británicas y limitar las subvenciones públicas de Reino Unido a las empresas locales para evitar una competencia desleal.
Boris Johnson se niega a ambas y, para dejarlo claro, amenazó con dejar la mesa de negociación dando un portazo.
"Debemos llegar a un acuerdo con nuestros amigos europeos de aquí al Consejo Europeo del 15 de octubre para que entre en vigor antes de final de año", lanzó el primer ministro británico en un comunicado publicado en Twitter.
"No tiene sentido pensar en plazos que irían más allá. Si no logramos ponernos de acuerdo para entonces, no veo un acuerdo de libre comercio entre nosotros", amenazó el primer ministro conservador.
El martes comienza en Londres la octava ronda de contactos entre Barnier y su homólogo británico David Frost. Este lunes la prensa británica se preguntaba si la maniobra de Boris Johnson será un catalizador que dé paso a concesiones por parte de la UE o será un torpedo que hunda toda posibilidad de acuerdo.
Alemania, que preside este semestre la UE, está "convencida de que esto puede concluirse con éxito, pero al mismo tiempo se está preparando para la posibilidad de que no se llegue a tal acuerdo", afirmó el vocero de la canciller Angela Merkel.
Los temores renovados de una ruptura brusca en cuatro meses hicieron desplomarse la libra esterlina.
El primer ministro de Reino Unido se dispone a dejar sin efecto lo pactado sobre Irlanda del Norte, el punto más duro de la negociación con la UE, y tener su divorcio duro. Bruselas estalló en ira.
La tensión aumentó inmediatamente con Bruselas. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, advirtió que los compromisos firmados por Reino Unido "deben respetarse" y la presidenta de la Comisión Europea (CE, órgano ejecutivo de la UE), Ursula von der Leyen, subrayó que Londres está "obligado por la ley internacional" a aplicar el Tratado de Retirada.
En reacción a una información del diario Financial Times, según la cual Boris Johnson presentará el miércoles un proyecto de ley que "anularía" partes claves del acuerdo del Brexit, principalmente en lo relativo a la provincia británica de Irlanda del Norte, un vocero del ejecutivo admitió que se están "tomando medidas limitadas y razonables".
Su objetivo es "clarificar elementos específicos del protocolo de Irlanda del Norte en la legislación nacional, para eliminar cualquier ambigüedad y garantizar que el gobierno siga siendo capaz de cumplir sus compromisos con el pueblo norirlandés", afirmó.
Durante mucho tiempo este fue el principal escollo entre Reino Unido y la UE, ¿cómo evitar restablecer una frontera con la vecina República de Irlanda que podría amenazar el frágil acuerdo de paz del Viernes Santo que en 1998 puso fin a 30 años de sangriento conflicto?
"Sería una traición a lo ya acordado e infligiría un daño irreversible a nuestra economía y al acuerdo del Viernes Santo", dijo por su parte el Sinn Fein, exbrazo político del IRA que ahora participa en el gobierno autónomo norirlandés.
Tras años de durísimas negociaciones con Bruselas y caóticos enfrentamientos en el Parlamento británico, Reino Unido salió finalmente de la UE el 31 de enero cuando, gracias a la aplastante mayoría parlamentaria obtenida el diciembre anterior, Boris Johnson logró la aprobación de un acuerdo que establecía las condiciones del Brexit.
No obstante nada cambió en la práctica para los británicos, que se encuentran hasta finales de este año en un periodo de transición destinado a negociar su futura relación comercial con la UE, su principal socio comercial.
Pero esas conversaciones llevan meses estancadas en dos grandes cuestiones: los europeos quieren conservar su derecho a pescar en las aguas británicas y limitar las subvenciones públicas de Reino Unido a las empresas locales para evitar una competencia desleal.
Boris Johnson se niega a ambas y, para dejarlo claro, amenazó con dejar la mesa de negociación dando un portazo.
"Debemos llegar a un acuerdo con nuestros amigos europeos de aquí al Consejo Europeo del 15 de octubre para que entre en vigor antes de final de año", lanzó el primer ministro británico en un comunicado publicado en Twitter.
"No tiene sentido pensar en plazos que irían más allá. Si no logramos ponernos de acuerdo para entonces, no veo un acuerdo de libre comercio entre nosotros", amenazó el primer ministro conservador.
El martes comienza en Londres la octava ronda de contactos entre Barnier y su homólogo británico David Frost. Este lunes la prensa británica se preguntaba si la maniobra de Boris Johnson será un catalizador que dé paso a concesiones por parte de la UE o será un torpedo que hunda toda posibilidad de acuerdo.
Alemania, que preside este semestre la UE, está "convencida de que esto puede concluirse con éxito, pero al mismo tiempo se está preparando para la posibilidad de que no se llegue a tal acuerdo", afirmó el vocero de la canciller Angela Merkel.
Los temores renovados de una ruptura brusca en cuatro meses hicieron desplomarse la libra esterlina.