Por Nicolás Lynch
En 27/09/2024
El espectáculo bochornoso que hemos visto estos días: un gobierno con las manos manchadas de sangre que decreta tres días de duelo nacional por un autócrata golpista que fue condenado por la Corte Suprema de la República por ladrón y asesino. Sumado al desfile de políticos áulicos que otrora condenaron al dictador pero que prefieren robar cámara hoy para ver si alguien los recuerda mañana.
Y los programas de la prensa concentrada, cotidianamente llenos de mentiras pero que decidieron ahora, casi todos al unísono, contar una gran mentira sobre los supuestos logros de los años de Fujimori. En fin, se trata de un gobierno y unos políticos de un orden que ojalá esté llegando a su fin y al que sólo le queda de adorno el 5% de las encuestas. Todo esto no es sino un desfile elaborado por una memoria al revés, la comprobación de que toda memoria es poder y que esta historia la están escribiendo los que se creen vencedores.
La brutal regresión que fue el golpe del cinco de abril de 1992 y la constitución fraudulenta consecuente se puede ver en sus resultados. El más importante, que la casta colonial y sus aliados extranjeros han recapturado el poder que algunos arrestos reformistas como el velasquismo pusieron en duda y eso ha servido para que el excedente vuelva sin cortapisas a sus bolsillos. Es más, a esta recaptura no le ha ido muy diferente que a otras: está reventando por la exposición de la corrupción que impulsó el fujimorismo y continuaron los siguientes gobiernos. El capitalismo salvaje ha terminado siendo un capitalismo de amigotes, en el que se expolia al estado, con un discurso anti-estado, vía las relaciones de clase existentes.
El tan mentado éxito económico, que en su mejor momento triplicó el PBI con relación a 1990, se ha repartido acorde con la recaptura producida. Humberto Campodónico nos señala que la relación entre las utilidades empresariales y el ingreso producto del trabajo, la famosa “boca de cocodrilo” se hace dos veces más grande entre 1991 y 2010, de ser una diferencia de 21 puntos pasa a ser una diferencia de 42 puntos porcentuales.
Félix Jiménez, asimismo señala que entre 2003 y 2012 salió más capital del que entró al país, de los 56 mil millones de dólares que entraron, se repatriaron 74 mil millones, con una descapitalización para el país de 18 mil millones de dólares. Por último, luego de casi 35 años de modelo neoliberal, la informalidad se mantiene en 75% de la PEA, abonando no solo a la misma informalidad sino también a la ilegalidad que vemos campear en el país. En síntesis, una economía reprimarizada, desindustrializada, extranjerizada y monopolizada; pero lo que es peor sin trabajo ni salarios dignos para los peruanos.
¿Qué nos deja hacia el futuro? Un legado de crisis política y desarreglo económico. La crisis política actual es la crisis del orden producto del golpe del cinco de abril, que transitó de dictadura a democracia limitada el 2000, pero que jamás pudo democratizar el estado capturado por los grandes intereses económicos. Ello ha hecho que esta derecha bruta y achorada, hoy en el poder, quiera solucionar la actual crisis política por la vía autoritaria, con represión a la movilización social y desconocimiento de los derechos más elementales de los ciudadanos como es el derecho a la vida. Esto es muy importante a remarcar porque los defensores de este orden siempre quieren achacar la crisis a los que plantean soluciones, especialmente soluciones de fondo, a la gravísima regresión ocurrida con el fujimorismo, sin fijarse en las varias décadas que han tenido el poder.
En esta batalla por la memoria y a la postre por el poder, los hechos hablan por sí solos, y debemos tomarlos como punto de partida para otra versión de los acontecimientos que nos ponga en camino a la construcción de un orden democrático.
*Sociólogo peruano. Analista de Otra Mirada.
Otra Mirada
En 27/09/2024
El espectáculo bochornoso que hemos visto estos días: un gobierno con las manos manchadas de sangre que decreta tres días de duelo nacional por un autócrata golpista que fue condenado por la Corte Suprema de la República por ladrón y asesino. Sumado al desfile de políticos áulicos que otrora condenaron al dictador pero que prefieren robar cámara hoy para ver si alguien los recuerda mañana.
Y los programas de la prensa concentrada, cotidianamente llenos de mentiras pero que decidieron ahora, casi todos al unísono, contar una gran mentira sobre los supuestos logros de los años de Fujimori. En fin, se trata de un gobierno y unos políticos de un orden que ojalá esté llegando a su fin y al que sólo le queda de adorno el 5% de las encuestas. Todo esto no es sino un desfile elaborado por una memoria al revés, la comprobación de que toda memoria es poder y que esta historia la están escribiendo los que se creen vencedores.
La brutal regresión que fue el golpe del cinco de abril de 1992 y la constitución fraudulenta consecuente se puede ver en sus resultados. El más importante, que la casta colonial y sus aliados extranjeros han recapturado el poder que algunos arrestos reformistas como el velasquismo pusieron en duda y eso ha servido para que el excedente vuelva sin cortapisas a sus bolsillos. Es más, a esta recaptura no le ha ido muy diferente que a otras: está reventando por la exposición de la corrupción que impulsó el fujimorismo y continuaron los siguientes gobiernos. El capitalismo salvaje ha terminado siendo un capitalismo de amigotes, en el que se expolia al estado, con un discurso anti-estado, vía las relaciones de clase existentes.
El tan mentado éxito económico, que en su mejor momento triplicó el PBI con relación a 1990, se ha repartido acorde con la recaptura producida. Humberto Campodónico nos señala que la relación entre las utilidades empresariales y el ingreso producto del trabajo, la famosa “boca de cocodrilo” se hace dos veces más grande entre 1991 y 2010, de ser una diferencia de 21 puntos pasa a ser una diferencia de 42 puntos porcentuales.
Félix Jiménez, asimismo señala que entre 2003 y 2012 salió más capital del que entró al país, de los 56 mil millones de dólares que entraron, se repatriaron 74 mil millones, con una descapitalización para el país de 18 mil millones de dólares. Por último, luego de casi 35 años de modelo neoliberal, la informalidad se mantiene en 75% de la PEA, abonando no solo a la misma informalidad sino también a la ilegalidad que vemos campear en el país. En síntesis, una economía reprimarizada, desindustrializada, extranjerizada y monopolizada; pero lo que es peor sin trabajo ni salarios dignos para los peruanos.
¿Qué nos deja hacia el futuro? Un legado de crisis política y desarreglo económico. La crisis política actual es la crisis del orden producto del golpe del cinco de abril, que transitó de dictadura a democracia limitada el 2000, pero que jamás pudo democratizar el estado capturado por los grandes intereses económicos. Ello ha hecho que esta derecha bruta y achorada, hoy en el poder, quiera solucionar la actual crisis política por la vía autoritaria, con represión a la movilización social y desconocimiento de los derechos más elementales de los ciudadanos como es el derecho a la vida. Esto es muy importante a remarcar porque los defensores de este orden siempre quieren achacar la crisis a los que plantean soluciones, especialmente soluciones de fondo, a la gravísima regresión ocurrida con el fujimorismo, sin fijarse en las varias décadas que han tenido el poder.
En esta batalla por la memoria y a la postre por el poder, los hechos hablan por sí solos, y debemos tomarlos como punto de partida para otra versión de los acontecimientos que nos ponga en camino a la construcción de un orden democrático.
*Sociólogo peruano. Analista de Otra Mirada.
Otra Mirada