22 ene 2015

Las guerras encubiertas

PIERO GLEIJESES / 

La CIA guarda sus archivos con ferocidad. Sabemos mucho acerca de algunas operaciones encubiertas durante la Guerra Fría. De las demás, sabemos sólo los contornos difusos. Y seguramente hay operaciones sobre las que somos totalmente inconscientes.


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PIERO GLEIJESES / REBELION 
Hay diferentes tipos de operaciones encubiertas – propaganda, acción política, influencia económica, paramilitares. Este ensayo se centra en las operaciones paramilitares, las que incluyen el “uso no reconocido de la fuerza, o la asistencia a quienes perpetúan o resisten el uso de la fuerza.” (Godson, 158) No examina las operaciones lanzadas en Indochina porque eran ansilares a un esfuerzo mayor de la guerra en Vietnam. Algunas operaciones paramilitares buscaban el derrocamiento de un gobierno extranjero; otras trataron de aplastar las revueltas que amenazaban regímenes amigos o de hostigar a gobiernos extranjeros hostiles sin esperar derrocarlos.
Con la excepción de Gerald Ford y Jimmy Carter, durante la Guerra Fría todos los presidentes de Estados Unidos lanzaron al menos una operación encubierta para derrocar a un gobierno extranjero. Con la excepción de Harry Truman, ninguno puso en marcha una operación paramilitar encubierta en Europa. “La Guerra Fría fue una contienda que consistió en hacer boxeo sombra en áreas de importancia marginal,” escribe la historiadora Nancy Mitchell: “porque la guerra real en lugares que realmente contaban – Berlín, Washington y Moscú – era imposible de ganar” (Mitchell, 67). Como el Presidente Dwight Eisenhower entendió cuando los altos funcionarios de la CIA le instaron a ayudar a los rebeldes húngaros que luchaban contra el régimen comunista a finales de 1956, el riesgo de desencadenar una guerra con la Unión Soviética era demasiado grande. Europa estaba fuera de los límites. Las operaciones paramilitares estadounidenses durante la Guerra Fría se pusieron en marcha en el Tercer Mundo.
Existe un cliché sobre Truman: él se opuso a operaciones paramilitares. “Mientras Truman permaneció como presidente”, ha escrito el historiador H.W. Brands, “los agentes encubiertos tuvieron que contentarse con actividades modestamente intrusivas como la canalización de fondos secretos a partidos políticos anti-comunistas de Europa occidental.” (Brandss, 60).
Esto es profundamente erróneo. Como el ex Director de Inteligencia Central (DCI) Richard Helms señaló, “Truman dio el visto bueno en un buen número de decisiones para las operaciones encubiertas de las que en años después dijo que no sabía nada.” (Helms, 1989) Estas decisiones incluyeron muchas operaciones paramilitares detrás de la Cortina de Hierro con el objetivo fortalecer las fuerzas de resistencia y hostigar a la Unión Soviética, así como las operaciones para acosar a China durante la Guerra de Corea. Una tenía una meta más grandiosa: derrocar al gobierno de Albania.
La ruptura de Stalin con Tito en 1948 parecía presentar a Occidente una gran oportunidad; el régimen albanés se mantuvo leal a la Unión Soviética y lanzó una purga sangrienta contra numerosos partidarios de Tito en el Partido Comunista de Albania y en las fuerzas armadas. Albania se convirtió en un aislado puesto avanzado soviético en el Mediterráneo: sus únicas fronteras terrestres eran con Yugoslavia, repentinamente hostil, y Grecia, un cliente de Estados Unidos. Al otro lado del mar Adriático estaba otro cliente de Estados Unidos, Italia.
Los británicos inventaron el plan, y convencieron a los estadounidenses de unirse: juntos entrenarían exiliados de Albania y los infiltrarían dentro de ese país, donde podrían impulsar el fuerte movimiento anticomunista e inspirar a una población con ganas de rebelarse. La operación, que se inició en 1949, se basó en una inteligencia defectuosa e ilusiones: las fuerzas de resistencia eran débiles y la población pasiva. El desastre era inevitable. Uno tras otro los equipos enviados por los estadounidenses y los británicos fueron eliminados, pero más fueron enviados. Cientos de albaneses murieron. “Pocas veces una operación de inteligencia ha ido tan resueltamente de un desastre a otro”, señaló un estudioso. (Winks, 399) En 1953 el gobierno de Eisenhower puso fin al empeño temerario.
Los años de Eisenhower fueron una edad de oro para la CIA. Eisenhower compartía la afición de Truman por las operaciones paramilitares, vertió recursos en la agencia, y nombró a Allen Dulles como DCI. Allen era el hermano menor de John Foster Dulles, Secretario de Estado de Eisenhower y asesor de política exterior de la mayor confianza. Los dos hermanos estaban en constante y fácil comunicación; a menudo, después de un día de trabajo, Allen pasaba por casa de Foster para repasar asuntos pendientes. Nunca un Secretario de Estado y un Director de la CIA disfrutaron una relación tan cerrada. Esto molestó a algunas personas: “Es una relación que sería mejor no tuviera que existir”, comentó el presidente de un comité nombrado por Eisenhower para investigar la agencia. Eisenhower no estuvo de acuerdo: “Parte del trabajo de la CIA es extensión del trabajo del Departamento de Estado.” (Doolittle, 1954)
Mientras bajo Truman las operaciones paramilitares encubiertas fallaron persistentemente, bajo Eisenhower dos de las tres operaciones para derrocar gobiernos tuvieron éxito: en Irán en 1953 y Guatemala en 1954. Estos dos éxitos realzaron el prestigio de la CIA entre los que los conocieron. El fracaso de la agencia para derrocar al gobierno de Indonesia en 1957-1958 no atenuó su brillo.
El derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz en Guatemala es una de las pocas operaciones paramilitares encubiertas sobre la que el gobierno de EEUU ha desclasificado un rico tesoro de documentos. Estos documentos demuestran que la inteligencia estadounidense en Guatemala durante los años de Eisenhower era muy buena. La CIA informó de que Arbenz era o un comunista o un compañero de viaje; que sus asesores más cercanos eran los comunistas, y que eran el motor detrás del programa de reforma agraria exitosa de Arbenz. (100.000 familias – un sexto de la población de Guatemala – recibieron la tierra que necesitaban desesperadamente.) La Inteligencia de Estados Unidos también informó que no había infiltración comunista en las fuerzas armadas de Guatemala. Esto, también estaba en lo cierto.
La CIA no afirmó que existía el peligro de un golpe comunista en Guatemala – y no hay ninguna indicación de que los políticos estadounidenses incluso plantearan la pregunta. Dado el desequilibrio de poder entre los Estados Unidos y Guatemala, el costo de destruir el gobierno de Arbenz era tan bajo que no se molestaron en contemplar cualquier alternativa – como aprender a convivir con un gobierno pro-comunista que respetaba las libertades políticas en un grado inusual en América Latina.
Una fuerza de unos 250 exiliados patrocinados por la CIA invadió Guatemala en junio de 1954. El ejército de Guatemala podría haberlos aplastado con facilidad, pero no se atrevió: los exiliados eran los apoderados de los Estados Unidos, y si el ejército de Guatemala los derrotaba, ¿qué haría Eisenhower a continuación? Él enviaría tropas estadounidenses – esto es lo que la estación de la CIA en Guatemala, la embajada de Estados Unidos y la misión militar estadounidense dijo a los guatemaltecos. El mismo mensaje fue pregonado día tras día por los medios de la oposición guatemalteca. “¿Cómo podrían los líderes de Guatemala imaginar que Estados Unidos toleraría un nido de enemigos en su propia puerta?”, preguntó un destacado periodista guatemalteco que trabajó en estrecha colaboración con la CIA. “Alemania … sigue ocupada, y también lo está Japón – y nosotros lo estaremos también, pobres tontos que ni siquiera producimos fuegos artificiales, mucho menos la munición para una resistencia simbólica.” (Marroquín Rojas, 1954) En los Estados Unidos ningún órgano de la gran prensa y ningún miembro del Congreso – Demócrata o Republicano- abogagó por tratar de convivir con la Guatemala de Arbenz.
Cuando comenzó la invasión de exiliados, el ejército guatemalteco se negó a luchar; en lugar de ello se volvió contra Arbenz y lo obligó a renunciar. El líder de los invasores, que habían sido elegidos a dedo por la CIA, se convirtió en el nuevo presidente de Guatemala.
El derrocamiento de Arbenz aseguró a la administración de Eisenhower que el hemisferio era seguro – hasta 1959, cuando Fidel Castro tomó el poder en Cuba. Los Estados Unidos respondieron al desafío de Castro en la forma en que siempre trató con molestias en su patio trasero: con violencia. Por órdenes de Eisenhower, la CIA comenzó a tramar el derrocamiento de Castro. En abril de 1961, tres meses después de la inauguración de John Kennedy, 1.300 insurgentes entrenados por la CIA irrumpieron en una playa de Cuba, en Bahía de Cochinos. Sólo para rendirse en masa.
La derrota en Bahía de Cochinos añadió un elemento de veneno personal a la cruzada de Kennedy contra Cuba. Al rechazar la oferta de Castro de conversar acerca de un modus vivendi entre los dos países, “regañó” al Subdirector de Planes de la CIA Bissell por estar “sentado en su culo y no hacer nada acerca de deshacerse de Castro y el régimen de Castro.” (Estados Unidos, Senado, 141). Las peraciones paramilitares de la CIA contra Cuba no disminuyeron hasta 1965.
Atormentados por el temor a una segunda Cuba, los gobiernos de Kennedy y Johnson participaron en operaciones encubiertas en varios otros países de América Latina para socavar grupos o gobiernos que consideraban suevemente comunistas. Para el final de la administración de Johnson, el espectro de una segunda Cuba en el hemisferio se había desvanecido, pero luego, en 1970, Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales de Chile. Allende fue un demócrata sincero, pero él era un socialista, encabezó una coalición que incluyó al Partido Comunista, y era amigo de Fidel Castro. Para el presidente Richard Nixon y para Henry Kissinger su ascenso a la presidencia fue una bofetada a los Estados Unidos y un terrible ejemplo para América Latina. Se comprometieron a acabar con él. Técnicamente, los militares chilenos actuaron por su cuenta cuando se derrocó a Allende el 11 de septiembre de 1973, pero, como dijo Kissinger, mediante la realización de una campaña de desestabilización y la ayuda a los grupos antigubernamentales, la CIA había “creado las condiciones tan grandes como fuera posible [para un golpe de estado ].” (Kissinger, 1973).
Desde finales de 1950 hasta principios de 1970, el foco de las operaciones paramilitares de la CIA estaba en Indochina contra los vietnamitas del Norte y en el hemisferio occidental en contra de Castro. Pero cuando dieciséis países africanos obtuvieron su independencia en 1960, un nuevo frente se abrió. África se convirtió, en palabras de la Secretaria de Estado, Christian Herter, en “un campo de batalla de primer orden.” (Gleijeses, 2002, 6)
Durante las próximas dos décadas, Estados Unidos participó en dos importantes operaciones paramilitares en África. En 1964-65 el presidente Lyndon Johnson trató de derrotar una revuelta en el antiguo Congo Belga contra el régimen corrupto y represivo que Eisenhower y Kennedy habían impuesto al país. La CIA reclutó un ejército de 1.000 mercenarios blancos, los armó, les proporcionó el apoyo logístico indispensable e incluso organizó una fuerza aérea mercenaria para bombardear y ametrallar a los rebeldes. Los mercenarios perpetraron atrocidades masivas y aplastaron la revuelta.
La otra operación paramilitar importante fue en 1975 en Angola, donde Pretoria y Washington trabajaron juntos para aplastar un movimiento de izquierda. Con la connivencia de Washington, las tropas sudafricanas invadieron el país y casi tuvieron éxito en la instalación de los líderes amistosos en Luanda – pero luego 36.000 soldados cubanos inundaron Angola y empujaron a las tropas sudafricanas fuera.
Jimmy Carter no lanzó grandes operaciones paramilitares hasta la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979. A continuación, él expandió el programa de ayuda no letal a la muyahidines afganos, que había aprobado en julio de 1979, a un gran total de 60 millones de dólares que incluía “todo tipo de armas y apoyo militar. “(Gates, 251)
Para la CIA la presidencia de Reagan fue otra edad de oro, una vuelta a los años de Eisenhower. El dinero y la mano de obra fluyeron a la agencia. Además, por primera vez desde Eisenhower, el ICD, William Casey, fue miembro del círculo íntimo del presidente. Hubo, sin embargo, dos diferencias significativas entre las épocas de Eisenhower y Reagan. El Congreso, cuya supervisión de la agencia había sido laxa, ahora quería estar en el bucle; y la prensa de Estados Unidos ya no estaba en silencio.
No hay leyes que hayan impedido a la prensa estadounidense informar sobre las operaciones encubiertas, pero su silencio en las tres primeras décadas de existencia de la CIA es sorprendente. Tomemos, por ejemplo, el derrocamiento de Arbenz en Guatemala. La mano de los Estados Unidos era evidente. La propia CIA informó que la prensa europea occidental era prácticamente unánime en la conclusión de que la agencia había diseñado la caída de Arbenz. En las palabras del Inspector General de la CIA, “La hoja de parra era muy transparente, raída.” (Kirkpatrick, 1989) insuficientemente raída, sin embargo, para la prensa estadounidense. Cuando se trataba de explorar el papel de Estados Unidos en el otoño de Arbenz, los periódicos de Estados Unidos, o ignoraron el asunto o rechazaron de plano cualquier insinuación de que el gobierno de Estados Unidos había ayudado a los rebeldes.
Ese fue el patrón, la misma “disciplina” fue evidente en 1957-1958 durante la operación contra Indonesia, en las semanas previas a la Bahía de Cochinos, en 1964-1965, durante la operación en el antiguo Congo Belga, y en 1975 en Angola.
Aún más sorprendente que el silencio de la prensa de Estados Unidos es el fracaso de los historiadores al tomar nota de ello. Con la excepción de los análisis de Bahía de Cochinos y de un libro acerca de la operación de Indonesia, ningún historiador jamás menciona la complicidad de la prensa. Por lo tanto, no hay una explicación de esta autocensura.
Para la década de 1980 la prensa había cambiado. Había tres grandes operaciones paramilitares en los años de Reagan – en Afganistán, Angola y Nicaragua – y la prensa informó de las tres.
La más polémica fue contra Nicaragua. La guerra de los contras contra el gobierno sandinista nunca fue popular entre la opinión pública estadounidense o el Congreso, pero Reagan la persiguió, sin inmutarse. Él creía que los sandinistas eran marxistas-leninistas y que Estados Unidos no podía tolerar un régimen marxista-leninista en Centroamérica. Mientras la administración emprendió una guerra económica en Nicaragua, la CIA nutrió un ejército anti-sandinista – los Contras. Los armó, les pagó y les proporcionó santuarios en la vecina Honduras. Miles acudieron a unirse a los Contras creyendo que la victoria era inevitable porque Ronald Reagan estaba detrás de ellos y, si era necesario, enviaría tropas estadounidenses. Esta confianza – en que Estados Unidos iba a ganar la guerra para ellos – hinchó las filas de la contra pero evisceró su voluntad de luchar.
Muy pronto, en 1982, la prensa estadounidense comenzó a informar sobre el papel de Estados Unidos en la guerra de los contras. Por primera vez en la historia de los Estados Unidos hubo un debate -un vigoroso debate – sobre una operación paramilitar mientras se desarrollaba (no después de que había fracasado, como había sido el caso de Bahía de Cochinos). El debate tuvo lugar en los medios de comunicación, entre amplios sectores de la opinión pública, y en el Congreso de Estados Unidos. Había amargos enfrentamientos entre los Comités de Inteligencia del Congreso y la CIA. El DCI Casey y sus colaboradores más cercanos disimularon y se ofuscaron cuando informaron al Congreso de lo que la CIA estaba haciendo por los Contras.
Después de la aplastante reelección de Reagan en noviembre de 1984, muchos estadounidenses temían que podría aprobar una invasión de Nicaragua, y tal vez lo habría hecho, tuvo el escándalo Irán-Contras que no lo debilitó. Cuando Reagan dejó la Casa Blanca, los sandinistas estaban todavía en el poder.
Las operaciones paramilitares de la CIA durante la Guerra Fría no tensaron a la tesorería de Estados Unidos; Afganistán, con mucho, la más cara, costó alrededor de dos mil millones de dólares repartidos en más de una década – una pequeña suma para un país tan rico como los Estados Unidos. Tampoco fueron costosas en vidas estadounidenses. La CIA mantuvo el personal estadounidense lejos de las zonas de combate. No más de una docena de estadounidenses murieron en las operaciones examinadas en este ensayo.
Varias de estas operaciones fracasaron, pero el fracaso implicó un bajo costo para los Estados Unidos, incluso en términos diplomáticos. Las relaciones con Albania, por ejemplo, habrían sido execrables incluso sin la operación paramilitar de Truman. El ser una superpotencia ayudó a amortiguar el precio de la derrota. El asalto de la CIA sobre Cuba en la década de 1960 envenenó las relaciones entre los dos países, pero Cuba siguió reclamando un modus vivendi con los gobiernos de Kennedy y Johnson – sólo para ser rechazada. Desde la perspectiva del gobierno de Estados Unidos el fracaso más costoso puede haber sido la operación de 1975 en Angola, ya que atrajo 36.000 soldados cubanos a ese país. Y, sin embargo, en retrospectiva, las tropas cubanas, que permanecieron quince años, no hirieron significamente el interés importante de los Estados Unidos; protegieron a Angola de la Sudáfrica del apartheid y forzaron a Pretoria a conceder la independencia a Namibia.
El éxito – la consecución de los objetivos fijados por los políticos estadounidenses – fue a menudo más caro que el fracaso. El hecho de que la CIA podría resolver un problema a bajo costo hace que sea fácil para los políticos estadounidenses evitar la reflexión. Muchos estadounidenses fechan el comienzo de la enemistad entre EE.UU . e Irán por el triunfo de la revolución iraní de 1979 y la captura de los rehenes. Sería más exacto, sin embargo, citar 1953 – el derrocamiento de Mohammad Mossadegh. Él no representaba una amenaza para los Estados Unidos. Un modus vivendi con él podría haber servido mejor a los intereses a largo plazo de Washington. Pero ¿por qué molestarse cuando era tan fácil acabar con él?
Las operaciones paramilitares encubiertas de la CIA eran rara vez un secreto fuera de los Estados Unidos. En el Tercer Mundo, reforzaron la imagen de Estados Unidos como un matón machista. Pero ellas hicieron más. Al hacer el pedido a la agencia para lanzar operaciones paramilitares, las autoridades estadounidenses no tenían la intención de hacer daño a la gente de los países a los que se dirigían – creían que estaban actuando en el interés nacional de Estados Unidos, y cualquier daño colateral era desafortunado. Con demasiada frecuencia, sin embargo, estas operaciones no sirvieron al interés nacional de los Estados Unidos e infligieron un efecto devastador en la población de los países que fueron blanco. Esta es la más grave responsabilidad de las operaciones paramilitares que la CIA lanzó durante la Guerra Fría, y es una mancha en el expediente de los Estados Unidos, aunque la mayoría de los estadounidenses sean felizmente inconscientes de ello. (TraducciónLa pupila insomne)
Fuentes:
[1] Roy Godson, Dirty Tricks or Trump Cards: U.S. Covert Action and Counterintelligence, New Brunswick, 2008, p. 158.
[2] Nancy Mitchell, “The Cold War and Jimmy Carter,” in Melvyn Leffler and Odd Arne Westad, eds., Cambridge History of the Cold War, New York, 2010, 3:67.
[3] H.W. Brands, The Devil We Knew: Americans and the Cold War, New York, 1993, p.60.
[4] Interview with Richard Helms, Washington DC, Sept. 7, 1989.
[5] See Michael Dravis, “Storming Fortress Albania: American Covert Operations in Microcosm, 1949-54,”Intelligence and National Security, 7: 4 (1992), pp. 425-42; Stephen Dorril, MI6: Inside the Covert World of Her Majesty’s Secret Intelligence Service, New York, 2000, pp. 355-403; Michael Burke, Outrageous Good Fortune: A Memoir, Boston, 1984.
[6] Robin Winks, Cloak and Gown: Scholars in the Secret War, 1939-1961, New York, 1987, p. 399.
[7] Memcon (Gen. Doolittle and President Eisenhower), Oct. 19, 1954, Whitman File, Adm. Series, Box 13, Dwight D. Eisenhower Library, Abilene, KS (hereafter DDEL).
[8] See Nick Cullather, Secret History: The CIA’s Classified Account of Its Operations in Guatemala 1952-1954, Stanford, 1999; US Department of State. Foreign Relations of the United States, 1952-1954: Guatemala, Washington DC, 2003.
[9] The analysis that follows is based on my book, Shattered Hope: The Guatemalan Revolution and the United States, 1944-1954, Princeton, 1991.
[10] Clemente Marroquín Rojas, “Y usted: ?Qué deduce, señor ministro?” La Hora (Guatemala City), Jan. 14, 1954, p. 1.
[11] Assistant to the head of the CIA unit working on Cuban operations quoted in US Senate, Select Committee,Alleged Assassination Plots Involving Foreign Leaders, Washington DC, 1975, p. 141.
[12] Memo TelCon, Nixon and Kissinger, Sept. 16, 1973, The Declassified Record, National Security Archive, Washington DC.
[13] Herter quoted in National Security Council meeting, Mar. 24, 1960, p. 9, WF, NSC Ser., box 12, DDEL
[14] See Piero Gleijeses, Conflicting Missions: Havana, Washington, and Africa, 1959-1976. Chapel Hill, NC, 2002, pp. 57-184
[15] Ibid., pp. 230-396.
[16] Robert Gates, From the Shadows: The Ultimate Insider’s Story of Five Presidents and How They Won the Cold War, New York, 1996. p. 251.
[17] Interview with Lyman Kirkpatrick, who in 1954 was the Inspector General of the CIA, Middleburg, VA, June 2, 1989.
[18] See Gleijeses, Shattered Hope, pp. 258-62, 367-70; Gleijeses, Conflicting Missions, pp. 128-32, 362-65; interview with Sam Halpern, a CIA officer who participated in the 1957-58 operation against Indonesia (St. Simons Island, GA, June 1, 1996).
[19] The best book on Reagan and Nicaragua is William Leogrande, Our Own Backyard: The United States in Central America, 1977-1992, Chapel Hill, 1998.
[20] See Piero Gleijeses, Visions of Freedom: Havana, Washington and Pretoria and the Struggle for Southern Africa, 1976-1991, Chapel Hill, NC, 2013.

Colombia: excandidato uribista, Iván Zuluaga, será citado a declarar por supuesta utilización de hacker para infiltrar proceso de paz

En medio de una entrevista con W Radio, el fiscal general, Eduardo Montealegre, les notificó a Óscar Iván Zuluaga, a su hijo David y a Luis Alfonso Hoyos que serían citados a interrogatorio para explicar de dónde salieron las supuestas órdenes para que el hacker Andrés Sepúlveda infiltrara, saboteara y atacara por redes sociales el proceso de paz. 


Hoyos, quien el pasado domingo viajó a Estados Unidos, al parecer buscando asilo, fue citado para el 29 de enero para ampliar su interrogatorio. David Zuluaga, quien está en la Universidad de Princeton, EE.UU., hará lo propio al día siguiente. Mientras que el excandidato del Centro Democrático cerrará la tanda de citaciones el 30 de este mes.
Los tres hombres han sido salpicados en las declaraciones del hacker Sepúlveda, quien aceptó su responsabilidad en filtrar los correos electrónicos de algunos negociadores de paz y en comprar información clasificada de las Fuerzas Armadas. Según la Fiscalía, en su poder ya tiene un arsenal de pruebas que demostrarían que los dirigentes del Centro Democrático conocían cada movimiento que Sepúlveda realizaba y cómo consiguió, al parecer de forma ilegal, material de inteligencia.
Entre las pruebas contra Hoyos están las declaraciones del hacker, quien admitió que el exasesor de la campaña fue quien impartió la orden directa de filtrar el correo del exvicepresidente Francisco Santos, quien para la época era precandidato del Centro Democrático. En cuanto a la situación de David Zuluaga, se precisó que su llamado se debe a las recientes declaraciones que entregó el contador Carlos Andrés Álvarez. Este último señaló que en las cuentas de la campaña presidencial se registró un pago de $230 millones, al parecer a favor de Luis Carlos Sepúlveda, hermano del hacker, quien había firmado con el mencionado partido político para el manejo de redes sociales, pero ante el escándalo cancelaron el contrato y pagaron los honorarios para evitar demandas.
En el caso de Óscar Iván Zuluaga, la prueba reina es un video en el que se le ve junto a Sepúlveda hablando sobre lo que sería información de inteligencia del proceso de paz y las Farc. Para el abogado defensor del excandidato presidencial, Jaime Granados, esto hace parte de un bombardeo mediático en el que se están violando los derechos al debido proceso y a la defensa y, además, se está presionando a la administración de justicia para que tome decisiones a favor de la Fiscalía.
Granados, al ser consultado sobre la permanencia de Zuluaga en el país, respondió: “Todas las posibilidades están contempladas”. Agregó que “se está pretendiendo judicializar a un candidato presidencial que sacó siete millones de votos y que se utilizó este mecanismo para sabotear las elecciones del año pasado. No es un asunto de poca monta. ¿Por qué no esperar a que la Corte se pronunciara? ¿Por qué presionar al juez que definirá el preacuerdo del hacker al que la Procuraduría se opuso? ¿Por qué tener una campaña mediática en la que incluso hablan de reuniones que se van hacer? Es obvio que hay un trasfondo político”.
Aún son varias las incógnitas que surgen alrededor de la hipótesis de la Fiscalía, porque no se ha establecido qué delitos pudieron haber cometido los indiciados. Fuentes cercanas al proceso advirtieron que si bien hacer propaganda negra por redes sociales no es un crimen, lo que se está buscando es establecer si hay pruebas para determinar el grado de participación de los líderes del Centro Democrático en los hechos cometidos por el hacker y “si hubo algún favorecimiento”, como dijo el fiscal general.
“Soy opositor, no criminal”, decían los carteles de la bancada del Centro Democrático en la plenaria del Senado del 26 de agosto de 2014, queriendo dar a entender que estaban siendo objeto de persecución política. En medio de la discusión en ese momento, el senador Ernesto Macías precisó: “Usted, ministro Juan Fernando Cristo, como representante del Gobierno, dio por hecho que el hacker representa la política del Centro Democrático. Ojo con eso, esa no es la forma de tratar a la oposición, aquí estamos diciendo: somos opositores pero no criminales”.
Tras el llamado a interrogatorio a Óscar Iván Zuluaga, David Zuluaga y Luis Alfonso Hoyos, el exvicepresidente Francisco Santos manifestó en su cuenta de Twitter: “Fiscal anuncia por radio decisiones institucionales. Después se preguntan si hay garantías judiciales. Lo que hay es persecución política”. Igualmente, el representante a la Cámara Samuel Hoyos enfatizó en que lo que hay que ver es “si la gente se está yendo para evadir la justicia o evitar la injusticia”, refiriéndose a los cuestionamientos hechos desde diferentes sectores por la salida del país de Hoyos y las ausencia también de otras personas del uribismo involucradas en procesos judiciales, como es el caso de Andrés Felipe Arias, el excomisionado de Paz Luis Carlos Restrepo y la exdirectora del DAS María del Pilar Hurtado.
En la otra orilla, quienes critican las actuaciones del uribismo exigen explicaciones. “Ya está bien de que el uribismo deje de evadir a la justicia. Espero que las personas implicadas comparezcan, porque se ha tornado en una práctica que ante cualquier asomo de que la justicia va a tener alguna actuación en relación con miembros del uribismo, inmediatamente toman acciones para evadir a la justicia. Así que espero que haya una actuación pronta”, expresó el senador del Polo Democrático Iván Cepeda.
“¿Qué pasó en la campaña de Zuluaga? ¿Hubo o no chuzadas al proceso de paz? El país necesita respuestas”, indicó la representante Ángela María Robledo, de la Alianza Verde. Un escenario de disputa política y judicial en el que el uribismo dice que va a dar la batalla. “Hay un aparato judicial al servicio de un régimen y ha puesto en marcha procesos políticos que tienen como objetivo la destrucción del Centro Democrático”, agregó José Obdulio Gaviria.

Ayotzinapa: austríacos no logran identificar restos y Alemania ofrece ayuda

La Universidad de Innsbruck envió un informe a la Procuraduría General de la República (PGR) en el que indicó que fue imposible identificar los 16 restos encontrados en el río Cocula, al menos a través de la técnica de ADN mitocondrial, debido a que “el calor excesivo ha destruido el ADN y el ADN mitocondrial en los restos”, informó este martes 20 de enero la dependencia.

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De acuerdo con un comunicado de la PGR, los médicos forenses de la universidad, ubicada en Austria, determinaron que no se encontró una cantidad suficiente y útil de ADN para obtener un perfil genético, por lo que “los métodos rutinarios no pueden emplearse para un análisis exitoso“.
La dependencia precisó, de acuerdo con la información enviada por los científicos del Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck, que aún existe la posibilidad de utilizar una tecnología novedosa llamada “Secuenciación Masivamente Paralela” (Massively Parallel Sequencing, MPS, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, aunque “hay oportunidades de que la MPS proporcione resultados útiles para ayudar a identificar víctimas. No podemos proporcionar un estimado sobre el éxito, pero las especificaciones técnicas de la MPS son más prometedoras que cualquier otro método de identificación genética molecular existente”, informaron los científicos a las autoridades mexicanas.
“El principal riesgo es que los extractos de ADN sean consumidos sin obtener ningún resultado adicional de ADN que ayudaría en el proceso de identificación (…) Ofrecemos analizar el ADN mitocondrial usando MPS sobre los restos sin costo adicional. Esperamos que estos análisis tomen tres meses, pero no podemos proporcionar una fecha de terminación definitiva”, detallaron.
La tarde de este 20 de enero, la PGR autorizó al Instituto de Medicina Forense de la Universidad de Innsbruck hacer todo lo que sea necesario para obtener pruebas en los restos hallados en Cocula.
El titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, explicó que la autorización es necesaria porque es posible que en el nuevo procedimiento pudiera desaparecer una parte importante de evidencia. “Pero si la evidencia no nos da pruebas, realmente no es evidencia, entonces ya autorizamos a que se haga todo lo que sea necesario”, afirmó.
Rechazó que el anuncio de la Universidad debilite la investigación, al contrario, dijo, la fortalece. En ese sentido recordó que una muestra ya fue corroborada. “Desde el principio se dijo que era muy difícil, por el grado de calcinación, que pudieran corroborarse todas las pruebas, el hecho de que se haya corroborado una es una comprobación plena de que ahí uno de los estudiantes fue asesinado”, dijo.
Hace dos meses, el gobierno mexicano envió a Austria los restos humanos hallados en el río Cocula, en Guerrero, como parte de la búsqueda de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Desde entonces, laspruebas de AND mitocondrial le han costado al gobierno mexicano 16 mil 830 euros (290 mil pesos), de acuerdo con un reporte del sitio de noticias CNNMéxico.
En estos dos meses, las autoridades sólo han reportado la identificación de uno de los normalistas. El 6 de diciembre pasado, integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAG) confirmaron a los familiares de Alexander Mora Venancio, uno de los 43 normalistas desaparecidos, que restos encontrados en Cocula, Guerrero, corresponden con el ADN del joven informaron estudiantes normalistas.

Alemania ofrece apoyo para identificar a los 43 normalistas

El titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), José Antonio Meade, promovió ayer durante una visita a Berlín el polémico acuerdo de seguridad que su país negocia con Alemania y defendió a la Policía Federal mexicana.
“La violencia en México alcanzó su punto máximo en 2011. Desde entonces ha venido reduciéndose”, señaló junto a su par alemán, Frank-Walter Steinmeier, antes del encuentro que ambos mantuvieron en el Ministerio de Exteriores en Berlín.
Meade describió la inseguridad en México como problema regional. “Hay algunas regiones del país donde los niveles de violencia son como los de Canadá. Sólo hay un estado con violencia superior a la que se observa en Colombia”, sostuvo, en referencia a Guerrero.
El acuerdo de seguridad entre ambos países quedó en entredicho después de que 43 estudiantes al parecer fueron masacrados en septiembre en Iguala, Guerrero, tras ser detenidos por la policía municipal.
“Quienes han estado involucradas en estos ilícitos fueron fuerzas municipales, que de ninguna manera reflejan la calidad de nuestras fuerzas federales”, añadió Meade, quien reiteró el argumento que ofreció en entrevista con la agencia Dpa antes de viajar a Alemania.
Steinmeier insistió en la “consternación” que causó en Alemania el crimen de los estudiantes y aseguró a Meade que Berlín “ayudará al esclarecimiento de lo ocurrido en la medida de lo posible; por ejemplo, en la identificación de las víctimas”.
Además de la seguridad, ambos ministros dialogaron sobre la relación comercial, los preparativos para los años de Alemania en México y de México en Alemania en 2016 y 2017, y la evolución en los vínculos entre Estados Unidos y Cuba, que “ofrecerá nuevas oportunidades no sólo para la isla, sino para toda la región”, dijo Steinmeier.
“La relación es buena, pero tiene un potencial mayor que puede seguir desarrollándose”, agregó el canciller el alemán. Ambos países trabajan en una comisión binacional que se reunirá por primera vez en junio con la finalidad de tratar temas de medio ambiente y energía, entre otros.
Meade definió la relación de México con Alemania como “una de las más importantes” para su país debido a los vínculos comerciales, las inversiones recíprocas o la afluencia del turismo.

Nisman, el fiscal en Argentina de EE.UU. e Israel

MARTIN HACTHOUN / 

El proceder del fiscal Alberto Nisman contra la presidenta Cristina Fernández y las aristas que emergen a su alrededor, aparte de la implicación política que encierra, parece hoy el guión del más común filme de espionaje.

1/20/15


La controversia gira en torno al atentado en 1994 contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que provocó 85 muertos, cuyo esclarecimiento primero se vio entorpecido por maniobras de ocultamiento en época del Gobierno de Carlos Menen.

Esa es una prolongada causa que aún no se llega a ventilar en tribunales adonde dicen que podría llegar en 2016.

Después, como se hizo evidente en los últimos días, por el desvío de la investigación que ejecutó Nisman, quien en vez de centrar la pesquisa en quienes acusaba, se dedicó a investigar clandestinamente según se puso ahora de manifiesto, a la mandataria y otros funcionarios del Ejecutivo.

Y lo que resulta peor aún, lo estuvo realizando en contubernio con Antonio Stiusso, alias Jaime, quien fue hasta diciembre el director de Operaciones de la Secretaria de Inteligencia, denunció el canciller Héctor Timerman, uno de los blancos en la impugnación del controversial procurador.

El fiscal acusó a la Presidenta, al canciller y otros funcionarios de intentar encubrir a ciudadanos iraníes presuntamente implicados en el atentado, luego que la causa AMIA tomó esa segunda dirección.

En un comentario el diario Página 12 sostiene que documentos confidenciales de la Embajada de Estados Unidos revelados por Wikileaks, muestran que Stiusso trabajaba más para el servicio israelí de inteligencia Mossad y la CIA que para la Casa Rosada.

Y que Nisman laboraba más para esa embajada y esos servicios secretos, y para Stiuso, que para la propia Justicia argentina. “La culminación del proceso terminó de confirmarlo”, remarcó la publicación.

Desde una óptica más amplia, la impugnación del fiscal constituye un traspié para el Gobierno, pero no por la historia inverosímil sobre la que se basa, sino porque Nisman fue designado por Néstor Kirchner para el esclarecimiento del atentado a la mutual judía.

Ese fue un objetivo al que el extinto mandatario le asignó importancia similar a la realización de los juicios a los represores de la dictadura, recuerda el comentarista Luis Bruchstein.

El fiasco del Gobierno en el esclarecimiento del atentado -señala Bruchstein-, está también signado por la permanencia de Stiuso, como director de Inteligencia, que era el responsable del contacto con la CIA y el Mossad, que proporcionaron la mayor parte de la información sobre la supuesta pista iraní que presentó Nisman.

La controversia tiene también su condimento mediático, calentado por el hegemónico diario Clarín que en la manipulación de la información presenta al Gobierno de Cristina Fernández como cómplice del terrorismo antisemita de París y del atentado en la AMIA.

En su comentario, Bruchstein aclara que si eso fuera cierto, resultaría paradójico porque se trata del único gobierno que convirtió en parte central de su política exterior, junto con Malvinas, la búsqueda de la verdad ”No hubo otro que expresara mayor interés por el esclarecimiento del atentado”, recalca.

Recuerda que el historial del kirchnerismo sobre la AMIA empieza mucho antes de su llegada a la Casa Rosada.

En 1996, dos años después de la bomba contra la mutual judía, Cristina Fernández, entonces senadora, integró la comisión investigadora que se creó en el Congreso y fue la principal impulsora de la investigación de las maniobras de encubrimiento que había realizado la administración menemista.

Bruchstein, quien pertenece a la comunidad judía argentina, alerta que sería un gran error de esta colectividad y los familiares de las víctimas “dejarse arrastrar por una campaña que los enfrente al único Gobierno que asumió y militó la causa AMIA sin hacer especulaciones políticas”.

Proisraeli Ros-Lehtinen admite “contactos frecuentes” con Nisman





La legisladora cubano-israeli Ileana Ros-Lehtinen, presidente del Subcomité del Medio Oriente y África del Norte en el Congreso norteamericano, se refirió este lunes a la muerte del Fiscal argentino encargado del caso AMIA, Alberto Nisman.

“El pueblo de Argentina ha perdido a un gran defensor del Estado de derecho y un luchador contra la corrupción y el terrorismo”, afirmó la congresista Ileana Ros-Lehtinen en un comunicado.

Asimismo, afirmó que “como Fiscal de la AMIA, Alberto estuvo comprometido con firmeza a llevar a la Justicia a aquellos responsables de los ataques terroristas de la AMIA”.

La legisladora urgió que “una entidad independiente transparente y neutral haga una investigación exhaustiva de la realidad que rodea esta muerte”.

Ros-Lehtinen es conocida por su defensa sistematica de los intereses de Israel en Washington y su complicidad con la mafia cubanoamericana.

En el texto, la republicana revela que el fiscal Alberto Nisman “estuvo en contacto frecuente” con su oficina para discutir “el caso de la AMIA y la amenaza que Irán y sus agentes de Hezbollah significan para la seguridad hemisférica”.

“Durante años he sido autora de legislación que condena los ataques de la AMIA y he mencionado los reportes de Alberto en nuestras resoluciones. Alberto apreciaba ser mencionado en nuestras notas de prensa, ya que temía que la gente olvidara estas terribles atrocidades de terror perpetradas por Hezbollah”, concluye el comunicado.

El fiscal a cargo del caso AMIA fue encontrado sin vida en su departamento de Puerto Madero. El cuerpo habría sido hallado en el baño. Hoy debía presentar ante el Congreso las pruebas sobre un supuesto “pacto oficial” para exonerar a los iraníes acusados.


El desplome del rublo ruso amenaza las economías de nueve países

Las economías de Armenia, Georgia, Ucrania, Uzbekistán y al menos cinco países más dependen en gran medida de las remesas de dinero de Rusia. En algunos de estos lugares la pérdida de valor del rublo puede provocar una crisis política, pronostica el diario 'The Guardian'.

19 ene 2015


REUTERS/Shamil Zhumatov


El pronóstico se fundamenta en los cálculos del Banco Mundial, según los cuales esos países pueden perder un total de al menos 10.000 millones de dólares en 2015. Ante los problemas que implica la devaluación de la divisa local, muchos inmigrantes se plantean abandonar Rusia en búsqueda de un destino mejor.


Un operario uzbeko de un taller de reparación de vehículos se quejó al corresponsal de 'The Guardian' de que el valor de sus remesas a familiares se redujo de aproximadamente 1.000 dólares estadounidenses a unos cuantos centenares de dólares al mes. Y el periódico asegura que no es un caso único.


Esta lógica ya ha provocado la devaluación del manat de Turkmenistán y puede profundizar el desplome del tengue de Kazajistán, creen en el periódico. Asimismo, según el Banco Mundial, el 42% de la economía de Tayikistán, el 31,5% de la economía de Kirguistán, el 25% de la economía de Moldavia, el 21% de la economía de Armenia, el 5% de la de Ucrania y el 12% de las deUzbekistán y Georgia dependen de las transferencias entre particulares desde Rusia.

A principios de la semana pasada el precio de la moneda rusa alcanzó su mínimo histórico. A pesar de que posteriormente el rublo restableció un poco su valor, en general, desde inicios del año perdió alrededor de un 30% de su valor.

No obstante, no es solamente Rusia la que sufre por la crisis de la divisa y por las sanciones, sino también los bancos y empresas europeas.

Durante años de relaciones financieras estables entre Rusia y Europa, las empresas y los bancos rusos acumularon muchos préstamos en los bancos europeos, obviamente no en rublos. Considerando el tipo de cambio actual entre un rublo y un euro, la cantidad de dinero que deben las entidades rusas casi se duplicó, y es solo una parte del problema.

Las sanciones antirusas impiden a varias compañías y bancos pedir más préstamos en Europa, así que no podrán utilizar esta herramienta para saldar las deudas anteriores.

"Si el rublo se desvaloriza como lo ha hecho en los últimos días, las empresas rusas van a tener problemas con la devolución de sus deudas en dólares y euros, y en ese punto vamos a tener un problema aún más grande", explicó a RTMichael Mross, editor en jefe del portal 'MMNews.de'.
Según él, entonces Europa tendrá una "crisis bancaria", provocada por las sanciones y por la desvalorización del rublo.

Pero otro problema son las pérdidas que sufren las empresas europeas que operan en Rusia. Las cadenas gigantes, como Ikea, Metro, Stockman, en pleno furor navideño han tenido que frenar sus ventas para reestimar los precios por la caída del rublo frente al euro. Y la subida de los precios podría significar la caída de las ventas.
Otra industria que también sufre por lo mismo es la automovilística.

Ria Novosti / Ilya Pitalev

¿Por qué Alemania sigue repatriando su oro de EE.UU. y Francia?

El Banco Central de Alemania, el Bundesbank, sigue repatriando sus reservas de oro depositadas en la Reserva Federal de EE.UU. y en el Banco de Francia.

20 ene 2015



AFP PHOTO / FRANK RUMPENHORST


El Banco Central de Alemania, el Bundesbank, sigue repatriando sus reservas de oro depositadas en la Reserva Federal de EE.UU. y en el Banco de Francia.

Según un comunicado de prensa publicado por el Bundesbank, en el 2014 un total de 120 toneladas de oro fueron repatriadas a Fráncfort del Meno. De ellas, 35 toneladas de oro fueron retiradas del Banco de Francia en París y 85 toneladas de la Reserva Federal de Nueva York.

La repatriación del oro alemán tiene lugar de acuerdo con el plan del Bundesbank presentado en enero del 2013, según el cual para el año 2020 Alemania tiene la intención de mantener la mitad de sus reservas de oro en sus bóvedas.

Para finales del 2014, la volumen total de las reservas oficiales de oro alemán en el Bundesbank se estimaba en el 35,2% (1.192 toneladas). En las bóvedas de la Reserva Federal de EE.UU., el Banco de Inglaterra y el Banco de Francia se mantienen el 42,8% (1.447 toneladas), el 12,9% (438 toneladas) y 9,1% (307 toneladas) del oro alemán, respectivamente.

Los expertos destacan que la decisión de Alemania de repatriar sus reservas de oro se debió a sus temores de que la Reserva Federal de EE.UU. pudierautilizarlas en sus operaciones bancarias.

Además, el almacenamiento de oro dentro del país puede ser cierto tipo de seguro en caso del retorno a las monedas nacionales en Europa. El hecho de que numerosos países quieran tener un seguro de este tipo significa que estos Estados consideran que hay una posibilidad real del colapso de la eurozona. La tendencia de la repatriación del oro al país es una clara evidencia de que la desconfianza está creciendo, sostienen diversos economistas.

21 ene 2015

La inteligencia argentina, niño prodigio


El Estado es también la gestión de los secretos. Argumentos para la resolución de internas de palacio, estrategas de la diplomacia internacional, operadores de tapas de diarios, disparadores de la represión. Las capas de la inteligencia militar y civil son un agujero negro de la política. No sólo por la oscuridad de su funcionamiento sino porque descose lo público con su potencia absorvente.

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Foto: Santiago Haffor­d

Piso seis. Oficina 602. Edificio Alfredo Palacios, ex Caja Nacional de Ahorro y Seguro, actual anexo del Senado Nacional. Detrás de sus puertas blindadas trabajan siete empleados que según la ley deben reportar a los catorce senadores y diputados que integran la Comisión Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia. El ente más importante de todo el Congreso Nacional. La ventanilla que más denuncias recibe por los abusos de los espías argentinos, lleva trece años sin funcionamiento formal y es la última frontera constitucional entre el poder civil y la autonomía del espionaje repartido en una decena de organismos policiales y militares de inteligencia que nadie logra controlar.
Según el presupuesto votado para este año por el Congreso, la Secretaría de Inteligencia (SI), ex SIDE, considerada la zona más visible de todas las áreas de espionaje interior y exterior de la Argentina, tiene un presupuesto de 1.874 millones de pesos, con 1.492 millones destinados a pagar los salarios de un número desconocido de agentes. Las planillas oficiales de esos gastos reservados solo mencionan a dos empleados: al jefe y subjefe de la SI. El resto, tal como lo convalida la Ley de Inteligencia Nacional, es secreto y no puede ser revelado. Sin embargo, la cueva de la calle 25 de Mayo yace desde hace medio siglo en el viejo edificio Martínez de Hoz, frente a la Casa Rosada y dicen que cuenta con unos dos mil empleados, en su mayoría reclutados a partir de recomendaciones y vínculos familiares de los antiguos habitantes de ese mundo recóndito. Otros casos son por designaciones políticas de cada gobierno. Pero en ese mundo ningún número es concreto, gracias a la ley secreta 17.112, que establece el estatuto “para el personal civil de la secretaría de informaciones de estado y de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas”. Su artículo 14 define que solo cuatro categorías del “personal civil de inteligencia” de la SI y del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea cobrarán su salario “por partida pública del presupuesto”, aunque otras tres lo harán “por partida secreta, en planillas aparte, y utilizará nombre de encubrimiento”. Es decir, que una parte del presupuesto nacional tendrá todos los años una parte oculta, con nombre ficticio, para pagar los salarios de una cantidad desconocida y sin control de agentes en cuatro organismos del Estado.
Sin embargo para los conocedores solo se trata de una norma básica de cualquier organismo similar en el mundo. En algunos pocos casos, no en Argentina, los controles constitucionales echan luz sobre esa ausencia de contornos entre lo público y lo secreto, pero por encima de esa norma fundacional, transcurre un sistema basado en lo oculto, estructuras verticales, compartimentadas, extremadamente autoritarias, pero también sofisticadas y perfeccionadas al cobijo de la tecnología. Desde las transmisiones secretas por radio de la Segunda Guerra Mundial, pasando por los códigos de CIA que descifró el periodista Rodolfo Walsh para evitar la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, hasta la nueva guerra fría que provocó la filtración de documentos secretos del Departamento de Estado, a manos de la organización Wikileaks. En ese contexto navega la poco explorada relación actual de la democracia argentina con sus catacumbas secretas.
lista negra
El actual jefe de la SI es el santacruceño Héctor Icazuriaga. El “vasco” es el vigésimo “señor Cinco” de la historia de ese organismo, desde que Juan Domingo Perón lo creó como Coordinación de Informaciones de la Presidencia (CIPE), bajo la batuta del agente nazi Rodolfo Ludovico Freude. Poco después pasó a llamarse Coordinación de Informaciones del Estado (CIDE) y funcionó con ese nombre hasta 1966. La dictadura del general Juan Carlos Onganía la bautizó como Secretaría (SIDE), un nombre que duró hasta la sanción de la nueva Ley de Inteligencia Nacional (25.520), aprobada por el Congreso el 27 de noviembre de 2001 y promulgada 17 días antes de que su impulsor, el radical Fernando De la Rúa, huyera en helicóptero de la Casa Rosada.
En medio de esa tragedia nació el nuevo ordenamiento del aparato nacional de espionaje que finalmente fue reglamentado por el decreto 950/2002. Firmado por el mandatario interino Eduardo Duhalde el 6 de junio, tres semanas antes del operativo conjunto que protagonizaron la Bonaerense, la Federal y la Prefectura para reprimir la protesta que cortó el Puente Pueyrredón y terminó con las vidas de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. El operativo contó con la sibilina intervención del entonces titular de la SI, Carlos Soria, quien según la versión del periodista Ricardo Ragendorfer habría alertado al gobierno nacional sobre la elaboración por parte de los movimientos sociales de un “plan insurreccional que ya estaba en marcha y que tenía prevista la toma del poder el 9 de julio”. El comisario Alfredo Fanchiotti, actualmente preso por el asesinato de ambos jóvenes, cumplía las funciones de enlace con “La Casa” de la calle 25 de mayo a través de la Jefatura Departamental del distrito.
Según esa norma vigente, la “secretaría” nunca dejó de depender en forma directa del presidente, bajo la sigla SI, pero desde entonces es la cabeza del “Sistema de Inteligencia Nacional”, compuesto también por la “Dirección Nacional de Inteligencia Criminal”, que depende de la Secretaría de Seguridad Interior, y por la “Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar”, bajo la órbita del Ministerio de Defensa. La lista de entes secretos no termina ahí. Hay otros tres, que reportan a Defensa, y por su intermedio, al menos en la letra de la ley, a la SI: la Armada cuenta con su Servicio de Inteligencia Naval (SIN), la Fuerza Aérea con el SIFA y el Ejército con su viejo servicio secreto militar, que se llamó Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) desde el 45 hasta el 69. Por entonces, la dictadura de Onganía lo reinauguró para la Doctrina de Seguridad Nacional y lo bautizó Batallón 601. Funcionó hasta el 31 de diciembre del 86. Desde comienzos del 87 se llamó Centro de Reunión de Inteligencia Militar, bajo la órbita de la Jefatura II del Ejército, hasta el año pasado conducida por el General César Milani, quien también tuvo bajo su órbita a la División de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa J-2, la Compañía de Comandos 601 y el desmantelado Batallón 601.
A esa red del secreto castrense se suman los aparatos de espionaje criminal de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, y las tristemente célebres superintendencias de Seguridad Federal y de Interior de la Policía Federal Argentina, dos áreas que contienen los restos de Coordinación Federal, organismo creado en 1944 y originalmente diseñado por la Escuela de Informaciones del Ejército para perseguir al espionaje extranjero. Al principio quedó dividida en antinazis y pronazis, pero después del fin de la Segunda Guerra Mundial y con el gobierno de Juan Domingo Perón se transformó en una estructura de espionaje interior, la temida “Sección Especial”.
Si entre 1946 y el 55 la Policía Federal fue la mayor fuerza civil armada que tuvo Perón, a partir de su derrocamiento fue el brazo ejecutor de la nueva dictadura, esta vez, bajo el comando del temible SIN de la Libertadora del Almirante Isaac Rojas. A partir de 1966 pasó a llamarse Superintendencia de Coordinación Federal y tuvo a su cargo toda la persecución política, gremial y estudiantil en el área metropolitana, y en las delegaciones del interior del país. La dimensión de su letalidad pasa inadvertida por las intrigas que rodean a la ex SIDE y a la corrupción de la inteligencia militar, pero la Federal cuenta con un cuerpo de espías bajo órdenes de sus jefes y sin intervención de ningún juez, desde la misma época en que Juan Perón potenció a la fuerza. Son las “plumas” del gallo que simboliza a la Federal. Esos agentes, según reflejó con precisión la periodista de Página 12 Adriana Meyer, pasaron a formar parte del Cuerpo de Informaciones de la PFA, mediante el decreto ley 9.021 de 1963. “Un verdadero servicio paraestatal de informaciones e inteligencia no sujeto a ningún tipo de contralor administrativo, judicial y parlamentario más allá que el ejercido por algunos pocos miembros del comisariato superior de la fuerza”, detalló Marcelo Saín sobre el organismo que, desde 1970 gracias a la ley 18.895, también cuenta con el Cuerpo de Auxiliares de Investigaciones, el cual incluye un estatuto secreto propio para los plumas y que les permite tener cualquier empleo público en forma paralela a las funciones de espía interior estatal.
a desalambrar, a desalambrar
Toda la arquitectura legal que sostiene a la vieja osamenta de los espías argentinos se mantuvo en secreto hasta 2003, cuando Kirchner comenzó un lento proceso de desclasificación de archivos. Fue el paso previo a la ley 26.134 que desde agosto de 2006 dejó sin efecto el carácter secreto de todas las leyes reservadas. Esa decisión abrió la puerta para la desclasificación a partir de 2008 de los nombres del Personal Civil de Inteligencia que se desempeñó en los tres servicios secretos de las fuerzas armadas entre 1976 y 1983. Los que siguieron trabajando para la misma estructura desde 1984 siguen siendo un secreto bien guardado. La revelación ocupó tres veces la primera plana de la revista Veintitrés. Primero con los empleados del Batallón 601, luego con los miembros del SIFA y finalmente con la nómina de 1265 agentes del SIN. La caída del secreto sobre la identidad de unos 7 mil espías civiles de las tres fuerzas, solo permitió conocer la estructura del personal asalariado que cumplió tareas criminales, y también servicios generales durante la dictadura. Entre ellos zafó el actual secretario general de la UOCRA Gerardo Martínez. Pero hubo algunos mandos militares y policiales que siempre zafaron de la desclasificación y fueron descubiertos por periodistas y organismos de derechos humanos, como el ex miembro del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA, Ricardo Miguel Cavallo, descubierto cuando llevaba años como titular del Registro Nacional de Vehículos, con una identidad similar. El capitán de navío Jorge Raúl Vildoza tuvo una suerte aún mayor: jamás cayó preso, su mujer cumple reclusión, pero sostiene que ya murió. En rigor, gozó de una compleja protección en el exterior hasta hace pocos años. Otro espía con éxito e impunidad en el exterior es Mario Alfredo Sandoval, ex oficial de Coordinación Federal que, según indagó la periodista Nora Veiras en 2008, llegó a trabajar como asesor del presidente francés Nicolás Sarkozy hasta que el juez federal Sergio Torres pidió su detención en la causa que investiga la desapariciones cometidas por “Coordina”, regidora de un centro clandestino propio en el 1417 de la calle Moreno.
letra chica
La desclasificación permitió la publicación de normas y documentos que muy pocos miran, como los informes diarios sobre actividades políticas que producía Coordinación. En los archivos del Congreso Nacional yacen, desde hace diez años, las listas diarias que realizaba la Federal, hora por hora, de lunes a lunes, sobre lo que ocurrió en cada punto del país entre 1973 y 1976, cuando parte de su estructura, en forma orgánica, integró la Alianza Anticomunista Argentina. Esa valiosa pieza de documentación revela un funcionamiento informativo que nunca dejó de realizarse, pero que fue cambiando de formatos con el correr del tiempo y la tecnología. El destape hace un año del mayor de inteligencia de la Federal Américo Balbuena, que infiltró a la agencia alternativa Rodolfo Walsh, es la muestra viva de esa presencia secreta en la vida política argentina desde hace por lo menos medio siglo. Actualmente esa red de informantes secretos y auxiliares de investigaciones de la Federal superaría los mil agentes. Sus tareas de vigilancia ideológica se han mantenido en el tiempo, pero fueron acompañadas desde fines de los noventa por la inteligencia interior de la Gendarmería Nacional. A pesar de su bajo perfil, comenzó intervenir activamente en la represión del conflicto social a partir de la represión de los cortes de ruta en Tartagal y Cutral Có en 1997.
Las tareas de seguimiento político del viejo organismo de control de fronteras, que tiene servicio propio de inteligencia desde fines de los 30, fueron conocidas en su real dimensión con las denuncias que revelaron la existencia del Proyecto X.
La lista de organismos secretos se completaría con el Servicio de Inteligencia Penitenciario Federal, creado el 18 de mayo de 1973, cinco días antes de la partida de la dictadura de Lanusse, que sigue vigente y cuenta con 16 escalafones de agentes. Una norma que, al igual que los demás estatutos de los otros servicios, establece presupuestos y nóminas ocultas. Los memoriosos recuerdan que su inauguración “técnica” estuvo en manos de dos viejos torturadores del batallón 601 y de la ex SIDE: el criminal común Aníbal Gordon y el espía Eduardo Alfredo Ruffo. El primero murió en los ochenta y el segundo está preso en el penal de Marcos Paz por crímenes de Lesa Humanidad. Luego de asesinar y torturar para la Triple A desde una patota promovida por el Batallón 601, ambos fueron designados en uno de los primeros centros clandestinos de detención del Plan Cóndor: Automotores Orletti. Tan activa fue la participación de Ruffo que, como inorgánico del aparato de espionaje, siguió manteniendo contactos con las redes activas de 25 de mayo para negociar la entrega de información sobre el paradero de hijos de desaparecidos a cambio de protección. La maniobra duró hasta el 25 de octubre de 2006, cuando se entregó en la coqueta calle Juez Tedín al 2600, en Barrio Parque, muy cerca de los calabozos que tiene la División Antiterrorista de la Federal en la calle Cavia.
el ojo de la patria
Los aparatos de inteligencia deben ser auxiliares de la justicia para las investigaciones que requieran los magistrados y para las intervenciones que consideren necesarias. Esos pedidos van a parar a la Dirección de Observaciones Judiciales, históricamente conocida como la Ojota.
Antes de tener un Gran Hermano con acceso a todos los cableados telefónicos del país, “La Casa” mandaba agentes a cada una de las centrales e instalaba grabadores en las terrazas. Los datos surgen de la escasa literatura sobre el espionaje nacional y de SIDE, la Argentina Secreta, un libro publicado por Planeta en 2006, que llegó a las tres ediciones, y se agotó con la velocidad de quien manda a comprar todos los ejemplares. Su autor, Gerardo Young, ex redactor de Clarín, sacó del secreto a Antonio Horacio Stiusso, alias Jaime, o Aldo Stiles, y contó parte de su pasado. Actual Director de Contrainteligencia del organismo y dueño de la tecnología dedicada a la intercepción de comunicaciones, a un paso de cumplir los 61, es considerado uno de los jefes más “viejos” de 25 de Mayo.
Según Young está en el organismo desde 1972 y pertenece a la casta de espías de carrera. Trabajó para dos dictaduras, el radicalismo, el menemismo, y también para el kirchnerismo, hasta el último cisma ocurrido hace pocos años por el cambio de enfoque respecto al atentado de la AMIA, que puso en tela de juicio la tesis del coche bomba, construida bajo la persistencia de los servicios de inteligencia norteamericanos e israelíes, poseedores de una excelente relación con la SI y con Stiuso, quienes suelen realizar espionaje a pedido de ambas centrales extranjeras. Esa práctica se ha mantenido durante décadas, en dictadura o democracia, pero entró en una compleja inflexión a partir de los atentados contra la Embajada de Israel, que dejó 29 muertos y 300 heridos el 17 de marzo de 1992, y contra la AMIA, el 18 de Julio de 1994 que mató a 85 personas e hirió a otras 300. A pesar de la intervención de toda la autodenominada “comunidad de inteligencia”, nadie cayó preso en forma definitiva, mientras que la interpretación sobre ambos ataques siempre evolucionó bajo la tutela de Washington y de Tel Aviv. La investigación tuvo dos pistas principales: una adjudicó la autoría del atentado a la organización islámica Hezbollah, presuntamente apoyada por Irán; y otra, la llamada pista siria, apunta a los vínculos entre el ex presidente Carlos Menem y el traficante de armas sirio Monzer Al Kassar. El caso sigue abierto y algunas indagatorias centrales dependen del “Memorandum de entendimiento” firmado por Argentina con Irán para que declaren en Teherán.
Pero no fue la única puja que “Stiles” libró con el kirchnerismo. La primera estalló el 25 de julio de 2004, en el programa Hora Clave, conducido por Mariano Grondona. El invitado especial era Gustavo Béliz que había cumplido más de un año en el Ministerio del Interior cuando Néstor Kirchner le aceptó la renuncia. Tras el portazo Béliz guardó silencio, hasta sentarse ante las cámaras para vengarse del hombre al que sindicó como jefe en las sombras del organismo secreto. “Me echaron por nombrar la palabra maldita de la política argentina: SIDE”, dijo y mostró el rostro de Antonio Horacio Stiusso a la televisión. Nervioso pero seguro, Beliz buscó resumir el papel de ese organismo: “Es una especie de agujero negro, se manejan fondos sin rendición de cuentas. Constituye un Estado paralelo, una policía secreta sin ningún tipo de control: la maneja un señor al que todo el mundo le tiene miedo porque dicen que es peligroso y te puede mandar a matar. Ese hombre participó de todos los gobiernos y se llama Jaime Stiusso”. Y terminó la denuncia con una despedida: “Dejo la política, estoy desilusionado”. Se fue con su familia a Estados Unidos y desde entonces afronta una causa penal por “revelar secretos políticos o militares concernientes a la seguridad”.
La ferretería técnica, controlada desde una base ubicada en el 4100 de la calle Estados Unidos, prosperó con los años. Con la llegada de Internet y los celulares, sumó nuevas generaciones de espías. También nuevos equipos. Una de las mayores inflexiones sucedió a comienzos de los noventa, cuando Menem privatizó ENTel y la vendió a France Telecom y a Telefónica de España. Ambas multinacionales tuvieron que garantizarle al Estado el monopolio de las escuchas legales (e ilegales) que realizaba la SIDE por medio de la Dirección de Observaciones Judiciales. Ambas acordaron financiar y equipar un edificio para las orejas del Estado. Desde entonces un inmueble ubicado al 3832 de Avenida de Los Incas, en pleno barrio de Belgrano, es la sede de la Ojota. Desde la existencia de los celulares, Stiusso fue comprando una enorme cantidad de valijas interceptoras. Esa tecnología contó con la creciente presencia de competidores privados. Hace dos años, los dos gerentes de las telefónicas confiaron a la Comisión Investigadora de la Legislatura Porteña que intervienen “un promedio de 250 líneas por mes a pedido de la SI”. El promedio real superaría las seis mil líneas pinchadas por año con el escuálido control de algunos jueces. Un rastrillaje telemático que también promueven los “grandes” del fisgoneo corporativo como Kroll, Stratfor y The Ackerman Group, tres multinacionales del espionaje con sucursal en Buenos Aires que cuentan con el gerenciamiento de ex agentes de la CIA y el FBI.
El rompecabezas siempre será incompleto para comprender el nivel del acecho estatal en la política argentina. Pero es muy posible que algo entenderíamos si pudiéramos acceder a las 20 mil carpetas rebosantes de información secreta que la SI poseería en los subsuelos de su sede principal.

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La Pax Americana

EMIR SADER / 

La revista The Economist anuncia que el próximo “Estado fallido” seria Libia. ¿Próximo? Si ellos mismos confiesan que no hay Estado en el país, hay dos gobiernos, dos parlamentos, disputa para ver quien dirige el banco central, la compañía de petróleo, ni hay policía, ni ejército nacional, varios grupos de milicias disputan el territorio nacional, la infraestructura del país está en ruinas, los pozos de petróleo, disputados por distintas milicias, están siempre en riesgo inminente de explotar, torturas y ejecuciones proliferan, por todo lo cual ya fue llamado un país bajo el nombre de Licia. Turquía, Qatar y Sudán apoyan a un bando, mientras Emiratos Árabes Unidos y Egipto apoyan al otro. Si esto no es un Estado fallido, ¿que más es necesario para que lo sea?

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EMIR SADER / ALAINET / REBELION – 
¿Quién es responsable por la destrucción de un país más en la región? ¿Ya no basta lo que pasa en Afganistán, en Irak, en Siria, en Yemen?
Hay que recordar que los bombardeos que tuvieron como resultado la destrucción de Libia fueron autorizados por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para “proteger a la población civil”, cuando ya se habían desatados combates generalizados por el poder en el país. Valiéndose de esa decisión e interpretándole a su manera, la OTAN bombardeó sistemáticamente al país, no para dar algún tipo de protección a la población civil – ¿quién puede estar protegido de los bombardeos de la OTAN?-, sino para derrumbar el gobierno de Gadafi. Tanto es así, que tan pronto como cayó el régimen y fue asesinado de forma vergonzosa el hasta entonces jefe del Estado, masacrado públicamente en manos de milicias, la OTAN dio por cumplida su misión de “protección de la población civil” de Libia, suspendió los bombardeos, al parecer Naciones Unidas pensó lo mismo, y Libia fue entregada a una brutal guerra civil entre milicias armadas. A la vez que otros bandos se valían de los armamentos en manos de esas milicias, para perpetrar atentados en otros países –como los realizados en Argelia y en Yemen– y organizar nuevos grupos fundamentalistas en toda la región. Libia no solo no se ha estabilizado, sino que se ha vuelo un foco activo de desestabilización de varios países de la región.
En el período de “guerra fría” había zonas de influencia de las dos superpotencias, aun cuando había conflictos graves –como la sangrienta guerra entre Irak e Irán-, el conflicto no se generalizaba al conjunto de la región, como sería el caso de hoy en día, en caso de que ocurriera un enfrentamiento entre dos potencias entonces fuertísimas en la región. Terminada la guerra fría, con la victoria del campo occidental bajo el liderazgo de los Estados Unidos, se dieron las condiciones para que se impusiera la Pax Americana, ya sin límites. Pasábamos de un mundo bipolar a un mundo unipolar, bajo hegemonía imperial norteamericana.
Desde entonces pasó a existir una modalidad de invasión y destrucción de países, de la que Afganistán e Irak son casos iniciales, pero cuyo efecto destructor se ha diseminado a países como Libia, Siria, Yemen, con potencial de extenderse hacia el conjunto de la región. Nunca el panorama fue tan desalentador y sin control en toda la región, con perspectivas de empeoramiento, conforme la acción militar y política de EUA se intensifica, arrastrando a sus aliados – europeos, de América del Norte, de Oceanía – hacia nuevas aventuras militares.
Como consecuencia de las desastrosas y belicistas intervenciones lideradas por los EUA, el Talibán se ha fortalecido como nunca en Afganistán, Al Qaeda retorna con fuerza, el Estado Islámico avanza en Irak y en Siria. Como respuesta, EUA lleva a sus aliados a comprometerse con una nueva ofensiva militar, que tiene como uno de sus efectos, atentados terroristas en Canadá, en Australia, ahora en Francia, haciendo que se extienda como rastrillo de pólvora los riesgos por todo el mundo.
Esa es la Pax Americana, el mundo prometido por EUA victorioso en la guerra fría, a su imagen y semejanza. Un mundo, como nunca antes, tan víctima de los tentáculos imperialistas y tan en riesgo por la multiplicación de los epicentros de guerra.
Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas de la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).

Correa denuncia la traición de coronel “infiltrado de la CIA”

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha asegurado este domingo que existen pruebas sobre la infiltración de la CIA en el país a través del coronel Mario Pazmiño, que habría ejercido de enlace con los servicios de Inteligencia estadounidense, según ha informado el diario ‘Ecuador Inmediato’.

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El mandatario ha recalcado que Pazmiño estuvo relacionado con la ‘Operación Fénix’, llevada a cabo en 2008 por el Ejército colombiano en Angostura, que se saldó con la muerte de 22 milicianos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre ellos el ‘número dos’ del grupo, Edgar Devia, alias ‘Raúl Reyes’.
Correa ha advertido de que las pruebas facilitadas por el antiguo jefe del Comando Conjunto, Ernesto González, podrían tener implicaciones legales para Pazmiño. “Esto es gravísimo, esto confirma el país que encontramos. Totalmente infiltrado por la CIA, por traidores a la patria que vendían información”, ha dicho.
González ha relatado que el Ejército del país recibía apoyo de la CIA a cambio de información. “Después de la firma de la paz, las Fuerzas Armadas, por falta de recurso y de atención de los diferentes gobiernos, nos vimos obligados a pedir ayuda al grupo militar de Estados Unidos.”
“Ahí entra el coronel Pazmiño. Él era quien tenía contacto con ellos y era la persona que tenía que compartir información, porque los norteamericanos no nos van a dar lanchas, medios de comunicación por nada. Ellos también exigían algo a cambio”, ha agregado, antes de asegurar que los infiltrados compartían información que no estaba siquiera en manos de la Presidencia.