Rafael Bautista S.
On Ene 13, 2023
Si el infierno es un invento cristiano, lo prueba su propia historia –que es la historia de Occidente–, derramando toda la sangre que sea posible “en nombre del amor”. Pero aquella religión de origen hebreo-semita (no occidental), que anunciaba las “buenas nuevas” a los pobres, es decir, que todos somos hijos de Dios, fue siendo adulterada por el dualismo neoplatónico y el maniqueísmo gnóstico para convertirse, una vez invertida por los mismos apologetas convertidos en “santos” por la Iglesia, en la nueva base ideológica de un Imperio romano en decadencia.
Si el infierno es un invento cristiano, lo prueba su propia historia –que es la historia de Occidente–, derramando toda la sangre que sea posible “en nombre del amor”. Pero aquella religión de origen hebreo-semita (no occidental), que anunciaba las “buenas nuevas” a los pobres, es decir, que todos somos hijos de Dios, fue siendo adulterada por el dualismo neoplatónico y el maniqueísmo gnóstico para convertirse, una vez invertida por los mismos apologetas convertidos en “santos” por la Iglesia, en la nueva base ideológica de un Imperio romano en decadencia.