11 ago 2017
Un miembro del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) de Brasil reacciona durante una protesta contra el Presidente de Brasil, Michel Temer, en Sao Paulo, Brasil, el 2 de agosto de 2017.Leonardo Benassatto / Reuters
Tras aprobarse la legislación en la economía más importante de Sudamérica, en Argentina crece la preocupación por los derechos de los trabajadores. El pasado 11 de julio el Senado brasilero aprobó la reforma laboral con 50 votos a favor y 26 en contra, generando grandes manifestaciones en las calles, huelgas generales y el repudio generalizado hacia el mandatario Michel Temer, quien se quedó con la presidencia tras el impeachment y destitución de Dilma Rousseff el 31 de agosto de 2016. El pueblo no lo votó.
Después de 13 años en los cuales gobernó el Partido de los Trabajadores, ahora los obreros de Brasil deben enfrentar las modificaciones en muchos de sus derechos. Entre los puntos más importantes, se destaca que de ahora en más los acuerdos salariales fijados entre empleadores y empleados -es decir, en desigualdad de condiciones-prevalecerán por encima de los convenios colectivos de trabajo.
También posibilitan la extensión de una jornada simple hasta las 12 horas y se reduce el típico descanso de una hora a tan solo 30 minutos. Uno de los aspectos polémicos, entre otras vulneraciones, es que las vacaciones podrán dividirse en tres tramos. Además, los trabajadores autónomos, aunque tengan siempre un mismo patrón, no tendrán una relación laboral normal.
A pesar de ser empleados, estarán bajo una incesante inestabilidad y muchos gastos extras, como la cobertura médica, saldrán de sus bolsillos. Por otro lado, le quitan fuerza a los sindicatos: la contribución de los trabajadores deja de ser obligatoria y pasa a ser optativa.
¿Habrá un 'efecto dominó' en Sudamérica?
"No creo, más allá de que las derechas locales en cada país le harán eco", responde el coordinador del Programa de Política Internacional del Laboratorio de Políticas Públicas, Gabriel Puricelli. El sociólogo añade:"En la mayoría de los países sudamericanos, con la excepción de Argentina y Uruguay, las condiciones para los trabajadores no son de mayor calidad que en Brasil".
El Presidente de Brasil, Michel Temer, interviene en una ceremonia para sancionar la ley que regula la diferenciación de precios, en el Palacio del Planalto, Brasilia, Brasil, 26 de junio de 2017. / Ueslei Marcelino / Reuters
El problema es que la reforma brasilera podría ser el techo para las naciones con los trabajadores más vulnerados y el piso para aquellos lugares con legislaciones consagradas. Se trata del territorio más extenso de América del Sur, con 207 millones de habitantes y, ahora, mano de obra más flexible. Su influencia en el mercado internacional es enorme.
Alertas en el Cono Sur
El principal socio comercial de Argentina es Brasil, por ello no es extraño que desde el Cono Sur se observe de reojo lo que sucede en la economía más importante de la región. El director de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz, expresó a Cadena 3 que hace falta una reforma "porque no se puede competir contra sueldos bajos", y sumó: "Tenemos salarios altos para ser un país en vías de desarrollo".
El empresariado local muestra sintonías con las medidas de Temer, a pesar de que el mandatario no fue legitimado con una elección democrática. Consultados para este artículo, desde la UIA dijeron que no van a hablar sobre el tema porque "todavía no hay una reforma".
La intención patronal de reducir los costos es clara, pero Puricelli sostiene: "La reforma laboral brasileña, que borra de un plumazo el legado varguista, no debería impactar directamente sobre Argentina, al menos desde el punto de vista de los inversores". En muchos medios de esta nación se difunde la idea de que los inversores extranjeros preferirán hacer sus negocios en el país vecino por sus nuevas y ventajosas condiciones.
Sin embargo, el experto en coyuntura internacional añade que "los derechos de los trabajadores ya eran mucho más débiles allí que aquí, las potenciales inversiones no tienen incentivos para elegir Brasil antes que Argentina a raíz de este retroceso". Por otro lado, destaca que "el Gobierno de derecha argentino sí va a intentar servirse de ese retroceso como un ejemplo a seguir para tratar de imponer el tema en la agenda política local".
Puricelli también destaca que "dada la condición de minoría en el parlamento que tiene la derecha en Argentina, es poco probable, aunque no imposible", que Mauricio Macri impulse una reforma laboral. "A ello hay que sumarle que Michel Temer no solo es inmensamente impopular en su país, sino que es un ejemplo poco edificante para la opinión pública de los países vecinos", considera el especialista en geopolítica.
"El principal temor es que Macri introduzca la reforma por decreto"
Desde el Ejecutivo argentino ya nadie habla al respecto; este domingo se disputa la primera ronda de las elecciones legislativas y es preferible no perder seguidores. Los partidos que no obtengan un mínimo del 1,5% de los votos no podrán participar del sufragio definitivo de octubre y, lógicamente, tampoco colocarán representantes en el Congreso. La composición del parlamento será fundamental para la continuidad del Gobierno.
A pesar de las trabas burocráticas que tendría el macrismo para alterar la regulación laboral, el sistema político local, altamente presidencialista, le otorga capacidades para impulsar normas salteándose el Congreso, cualquier tipo de debate y la voluntad de 44 millones de ciudadanos.
El Presidente de Argentina, Mauricio Macri, habla durante una entrevista en la Casa Rosada de Buenos Aires, Argentina 8 de agosto de 2017 / Marcos Brindicci / Reuters
"Mi temor es que quieran introducir la reforma por decreto", advierte Héctor Recalde, el jefe del bloque de diputados del Frente Para la Victoria (FPV), la fuerza que gobernó el país bajo los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner. La única forma de lanzar este mecanismo sería que existiera una necesidad nacional, real e inminente, de implementar una norma evitando la lentitud burocrática en su aplicación, por eso su nombre: Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). Hasta enero de este año, Macri ya había firmado 18 de ellos, pero el número sigue en aumento.
"Hasta hoy, no hay avances legislativos presentados por el Ejecutivo nacional que tengan contenido flexibilizador", continúa Recalde, y hace una pregunta retórica: "¿Por qué? Por las elecciones, no quieren demostrar ahora lo que van a hacer". De todas formas, ¿no es necesario hacer cambios en la ley sancionada en 1974 para regular las innovaciones tecnológicas y de otra índole? El trabajo a distancia ("home office") es un claro ejemplo de ello. "Podemos modificar cosas, siempre y cuando no se perjudiquen a los obreros", contesta.
"Quienes quieran imitar la legislación brasilera, ni lo sueñen"
El político opositor cree que después de los comicios el oficialismo presentará un proyecto formal, aunque tiene esperanzas de que no prospere. Pero destaca: "Hasta ahora la única que aprobaron fueron los cambios en las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART), pero con la complicidad de dirigentes de la Confederación General del Trabajo (CGT)", recuerda el letrado, que fue abogado laboralista en aquella central obrera -la más importante del país- desde 1964 hasta 2012.
Miembros del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST) de Brasil ocupan la entrada del Aeropuerto de Congonhas durante una protesta contra la propuesta del Presidente Michel Temer de reformar el sistema de seguridad social de Brasil, en San Pablo, el 30 de junio de 2017. / Leonardo Benassatto /Reuters
Sobre las barreras que tiene el macrismo, resalta: "Antes presentaron un proyecto flexibilizador sobre el empleo joven, pero ni salió de la cámara de diputados". En cuanto al contexto latinoamericano, expresa que "la región sufre el embate de la derecha y el neoliberalismo, eso es claro", y se explaya: "Si hay algo que profundizó la desprotección de los trabajadores, fue la reforma de Brasil. Ponen al empleado en paridad de condiciones con el empleador. Es como si un obrero cualquiera, Juan Pérez, del rubro automotor, tiene que discutir su salario con General Motors. Es absurdo".
Por último señala que los derechos de los trabajadores "no pueden ser entendidos como privilegios", y sentencia: "A quienes quieren imitar la legislación brasilera, les advierto que ni lo sueñen. Los gremios también van a resistir, porque para avanzar deberían aniquilar los colectivos de organización sindical".
La izquierda argentina pide una respuesta internacional
"Los sindicatos argentinos deberían llamar a un frente común con los brasileros contra la aplicación de la reforma", le dice a RT el candidato a diputado nacional por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Marcelo Ramal. También vocifera: "La lucha contra la reforma laboral debería ser continental".
El postulante a representar a la Ciudad de Buenos Aires en el parlamento agrega que aunque hoy existe una legislación vigente, en Argentina "hay precarización laboral de hecho". Sobre los pedidos empresariales, Ramal replica: "Reclaman una competencia entre trabajadores,el problema de la falta de competencia de la industria argentina tiene otros factores de fondo".
Y ejemplifica: "Tenemos los aumentos de tarifas (luz, gas y agua) que golpearon la capacidad de competencia industrial. Hay una serie de desequilibrios económicos cuyo costo quiere ser trasladado a los obreros".
"Despojo de los trabajadores en favor del capital"
"Para todo el empresariado alto de Latinoamérica, la reforma anti trabajadores de Brasil es como un modelo a imitar", dice Ricardo Aronskind, economista de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Magíster en Relaciones Internacionales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
El docente también considera que sería difícil aplicar la reforma en Argentina, porque hay "una tradición bastante más fuerte de lucha sindical y social, y aunque haya un gobierno de derecha electo de forma legítima, el panorama es diferente". Y detalla: "En Brasil hay una grieta enorme entre lo que pasa en el Congreso y la opinión pública. Hay mucho rechazo a la reforma laboral, aunque no se refleje en el sistema político".
Aronskind coincide con el sociólogo sobre las falencias regulatorias, incluso antes de la normativa de Temer: "En muchos países de América Latina, por la precariedad del mercado laboral, las cosas implementadas en Brasil ya ocurren de hecho. La falta de respeto a los derechos de los trabajadores, con contratos flexibles acomodados a las necesidades empresarias, ya estaba vigente. Perú es un claro ejemplo de ello, pero en toda la región la ley en materia laboral es muy relativa".
Un trabajador pinta un automóvil en la línea de montaje del Complejo Industrial de Nissan en Resende, 160 km al oeste de Río de Janeiro, Brasil, el 3 de febrero de 2015. / Yasuyoshi Chiba / AFP
Para el experto, el contexto de cada país es casi tan importante como los marcos regulatorios, y menciona: "En Argentina en la década de los '90, con el proceso de flexibilización, si bien la legislación laboral no cambió, su cumplimiento se redujo fuertemente". Y va más allá:"Además de las leyes, hay que tener en cuenta la capacidad del Estado de cumplir las normas y el contexto del mercado, como las condiciones laborales concretas, la informalidad y el desempleo. Aún con los Kirchner acá teníamos a un tercio de los trabajadores en condiciones informales, imaginate ahora en condiciones más desfavorables"."Se busca aumentar las ganancias empresariales, con cualquier excusa"
Mientras en los medios se repite la idea de que las inversiones ahora se van a dirigir a Brasil por las últimas modificaciones, el académico replica que "es una excusa porque Brasil históricamente suele tener salarios más bajos que Argentina". Y profundiza: "No existe una estrategia para una competitividad real. No se habla de inversión en nuevas tecnologías, solo existe una táctica de despojo de los trabajadores en favor del capital".
Aronskind ridiculiza los argumentos típicos que proponen recortar salarios para sumar productividad: "Un sueldo promedio en Bangladesh es el equivalente a 1000 pesos (55 dólares), si se baja el sueldo a ese nivel, el trabajador argentino se muere hambre, no hay forma de bajar el costo laboral, la estrategia debe ser otra. Cuando hablan de bajar el costo laboral, solo se busca aumentar las ganancias empresariales, con cualquier excusa".
Si bien es cierto que en comparación con América Latina los salarios argentinos medidos en dólares "son relativamente altos", también hay que considerar el elevado costo de vida. ¿Se puede reducir el tan mencionado costo laboral sin achicar salarios? "La mejor forma es bajar los costos de los alimentos, el transporte o el alojamiento, para mejorar el nivel de vida de los trabajadores y alivianar los gastos de las patronales", responde el especialista, y concluye: "Esto sería una verdadera revolución económica".
Leandro Lutzky