ARGENTINA
Los desequilibrios económicos del gobierno de MacriPor Santiago Fraschina y Sergio Soloaga *
14 DE ENERO DE 2018
Imagen: AFP
La economía transita un sendero que se asemeja a la calma que antecede a la tormenta. Las exportaciones se mantienen estancadas y las importaciones se aceleran notablemente. La salida de divisas por fuga y turismo se dispara. La mayor parte de los desbalances se financia con emisión de deuda. Transcurridos dos años del gobierno de Macri, casi nadie discute que el nivel y el ritmo de endeudamiento externo no son sustentables.
La economía local transita un sendero macroeconómico que se asemeja a la calma que antecede la tormenta. Las exportaciones se mantienen prácticamente estancadas, las importaciones se aceleran notablemente, la salida de divisas por fuga y turismo se disparan, y la mayor parte de los desbalances se financia con emisión de nueva deuda.
Con el paso de los meses, es cada vez mayor la preocupación, entre diferentes economistas de diferentes vertientes ideología y corriente de pensamiento, sobre la evolución de la economía nacional. Y en particular, sobre la dinámica negativa de las cuentas externas.
Casi nadie discute que el nivel y el ritmo de endeudamiento externo que se gestó desde el cambio de gobierno no es sustentable.
Este diagnóstico se refuerza aún más por la inexistencia de modificaciones en la matriz económica que permita auspiciar la convergencia a una dinámica acorde con un marco de crecimiento económico sustentable en el mediano y largo plazo. Más allá del déficit comercial récord o la tendencia galopante de la fuga de capitales, existe una diversidad de riesgos sistémicos “aguas abajo” que refuerzan la presunción de un panorama sombrío en materia externa.
Cuenta Corriente
De los informes de Cuentas Internacionales que publica el Indec se desprende que el déficit de la balanza de pagos acentuó marcadamente en 2017 respecto al año anterior. El déficit de Cuenta Corriente –incluye la entrada neta de divisas por comercio de bienes, de servicios y rentas del trabajo y la inversión– llegó a un rojo de 22.476 millones de dólares en el acumulado de los primeros nueve meses de 2017. Es decir que duplicó el resultado negativo del mismo período de 2016 (-10.535 millones de dólares).
Este déficit se explica principalmente por resultados negativos derivados del comercio de bienes (-3012 millones de dólares), del comercio de servicios (-7996 millones de dólares) y por salidas de divisas en concepto de rentas del trabajo y la inversión (-11.941 millones de dólares).
Dentro de los informes de Cuentas Internacionales, algunas cifras son particularmente alarmantes. Al interior del saldo comercial de servicios, y en el acumulado enero–noviembre del año pasado, han salido del país unos 4700 millones de dólares por erogaciones por viajes al exterior. Este resultado surgió de ingresos en concepto de Viajes por 3637 millones de dólares y gastos por 8338 millones de dólares.
En un país donde la actividad agropecuaria se constituye como el sector de mayor competitividad, los gastos en concepto de Viajes ya están siendo superiores a las entradas por exportaciones de Cereales y Frutos y de Semillas de Oleaginosos (que llegaron a 8074 millones dólares en ese período).
Balanza comercial
Respecto del saldo comercial de bienes, y en base a las estadísticas del Intercambio Comercial Argentino, las exportaciones y las importaciones exhibieron el año pasado dos tendencias claramente desacopladas. Por un lado, en el consolidado de los primeros once meses de 2017, las exportaciones aumentaron levemente en relación al año previo (1,2 por ciento) llegando a 53.881 millones de dólares en dicho lapso. Por otro lado, las importaciones crecieron a una tasa elevada (19,9 por ciento), alcanzando los 61.538 millones de dólares en el mismo período.
Este diagnóstico se refuerza aún más por la inexistencia de modificaciones en la matriz económica que permita auspiciar la convergencia a una dinámica acorde con un marco de crecimiento económico sustentable en el mediano y largo plazo. Más allá del déficit comercial récord o la tendencia galopante de la fuga de capitales, existe una diversidad de riesgos sistémicos “aguas abajo” que refuerzan la presunción de un panorama sombrío en materia externa.
Cuenta Corriente
De los informes de Cuentas Internacionales que publica el Indec se desprende que el déficit de la balanza de pagos acentuó marcadamente en 2017 respecto al año anterior. El déficit de Cuenta Corriente –incluye la entrada neta de divisas por comercio de bienes, de servicios y rentas del trabajo y la inversión– llegó a un rojo de 22.476 millones de dólares en el acumulado de los primeros nueve meses de 2017. Es decir que duplicó el resultado negativo del mismo período de 2016 (-10.535 millones de dólares).
Este déficit se explica principalmente por resultados negativos derivados del comercio de bienes (-3012 millones de dólares), del comercio de servicios (-7996 millones de dólares) y por salidas de divisas en concepto de rentas del trabajo y la inversión (-11.941 millones de dólares).
Dentro de los informes de Cuentas Internacionales, algunas cifras son particularmente alarmantes. Al interior del saldo comercial de servicios, y en el acumulado enero–noviembre del año pasado, han salido del país unos 4700 millones de dólares por erogaciones por viajes al exterior. Este resultado surgió de ingresos en concepto de Viajes por 3637 millones de dólares y gastos por 8338 millones de dólares.
En un país donde la actividad agropecuaria se constituye como el sector de mayor competitividad, los gastos en concepto de Viajes ya están siendo superiores a las entradas por exportaciones de Cereales y Frutos y de Semillas de Oleaginosos (que llegaron a 8074 millones dólares en ese período).
Balanza comercial
Respecto del saldo comercial de bienes, y en base a las estadísticas del Intercambio Comercial Argentino, las exportaciones y las importaciones exhibieron el año pasado dos tendencias claramente desacopladas. Por un lado, en el consolidado de los primeros once meses de 2017, las exportaciones aumentaron levemente en relación al año previo (1,2 por ciento) llegando a 53.881 millones de dólares en dicho lapso. Por otro lado, las importaciones crecieron a una tasa elevada (19,9 por ciento), alcanzando los 61.538 millones de dólares en el mismo período.
Por lo tanto, en los últimos dos años se pasó de tener un superávit comercial en 2016 a un déficit record histórico en 2017.
En el subconjunto de bienes terminados para el consumo, que compiten directamente con la producción local, se presenta una suba interanual cercana al 20 por ciento en los primeros once meses de 2017. Dentro de este rubro, las partidas que más crecieron fueron Material de Transporte (80,4 por ciento), Animales Vivos y Productos del Reino Animal (32,7), Productos Alimenticios, Bebidas y Tabaco (29,2) y Materias Textiles y sus Manufacturas (24,8 por ciento).
Si el análisis se realiza por capítulo de la Nomenclatura Común del Mercosur se advierte que el de mayor crecimiento hasta noviembre de 2017 fue Vehículos Automotores de pasajeros (34,3 por ciento en el mes de noviembre y 44,6 por ciento en el acumulado interanual). Esto también pone en perspectiva las mayores ventas del sector automotriz de los últimos meses en la medida en que gran parte de las mismas corresponden a automóviles producidos en el exterior.
Además crecieron notablemente (25,5 por ciento) las importaciones de Bienes de Capital, alza que a priori podría asociarse con un proceso virtuoso cimentado en la incorporación de máquinas para dinamizar la producción local. No obstante, incluso esta mirada presenta algunas debilidades: en primer término, las importaciones de Bienes de Capital con regularidad compiten y desplazan a bienes de producidos localmente (máquinas argentinas). En segundo lugar, dentro de la clasificación “Bienes de Capital” se incluyen determinados bienes que tienden a asociarse más bien con productos de consumo masivo y no tanto con inversiones productivas, como es el caso de los celulares portátiles, que de hecho fue uno de los ítems que más se importó en este rubro.
En el acumulado de los primeros once meses del año pasado la importación de celulares subió 186,1 por ciento, en relación al mismo período de 2016. Es evidente que este tipo de artículos tecnológicos no puede encuadrarse como una importación de bienes que ponen en marcha la producción local, sino más bien deberían englobarse como bienes de consumo masivo. La continuidad de su importación indiscriminada no hace más que poner en jaque la fabricación nacional de teléfonos celulares de la provincia de Tierra del Fuego.
Capitales especulativos
Como se mencionó, el saldo negativo de la Cuenta Corrientes se duplicó y ese desajuste fue solventado con un mayor ingreso neto de capitales financieros. La Cuenta Financiera tuvo un superávit en los primeros tres trimestres de 2017 de 22.341 millones de dólares.
En el subconjunto de bienes terminados para el consumo, que compiten directamente con la producción local, se presenta una suba interanual cercana al 20 por ciento en los primeros once meses de 2017. Dentro de este rubro, las partidas que más crecieron fueron Material de Transporte (80,4 por ciento), Animales Vivos y Productos del Reino Animal (32,7), Productos Alimenticios, Bebidas y Tabaco (29,2) y Materias Textiles y sus Manufacturas (24,8 por ciento).
Si el análisis se realiza por capítulo de la Nomenclatura Común del Mercosur se advierte que el de mayor crecimiento hasta noviembre de 2017 fue Vehículos Automotores de pasajeros (34,3 por ciento en el mes de noviembre y 44,6 por ciento en el acumulado interanual). Esto también pone en perspectiva las mayores ventas del sector automotriz de los últimos meses en la medida en que gran parte de las mismas corresponden a automóviles producidos en el exterior.
Además crecieron notablemente (25,5 por ciento) las importaciones de Bienes de Capital, alza que a priori podría asociarse con un proceso virtuoso cimentado en la incorporación de máquinas para dinamizar la producción local. No obstante, incluso esta mirada presenta algunas debilidades: en primer término, las importaciones de Bienes de Capital con regularidad compiten y desplazan a bienes de producidos localmente (máquinas argentinas). En segundo lugar, dentro de la clasificación “Bienes de Capital” se incluyen determinados bienes que tienden a asociarse más bien con productos de consumo masivo y no tanto con inversiones productivas, como es el caso de los celulares portátiles, que de hecho fue uno de los ítems que más se importó en este rubro.
En el acumulado de los primeros once meses del año pasado la importación de celulares subió 186,1 por ciento, en relación al mismo período de 2016. Es evidente que este tipo de artículos tecnológicos no puede encuadrarse como una importación de bienes que ponen en marcha la producción local, sino más bien deberían englobarse como bienes de consumo masivo. La continuidad de su importación indiscriminada no hace más que poner en jaque la fabricación nacional de teléfonos celulares de la provincia de Tierra del Fuego.
Capitales especulativos
Como se mencionó, el saldo negativo de la Cuenta Corrientes se duplicó y ese desajuste fue solventado con un mayor ingreso neto de capitales financieros. La Cuenta Financiera tuvo un superávit en los primeros tres trimestres de 2017 de 22.341 millones de dólares.
No obstante, y dado el actual esquema macroeconómico, la mayor parte de los capitales financieros que ingresaron al país fueron capitales especulativos de corto plazo y poco de lo ingresado corresponde a inversión productiva genuina.
Esto se verifica del análisis de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en comparación a los de inversión de cartera. En los primeros nueve meses de 2017 el ingreso de fondos golondrina se incrementó en un 790 por ciento con respecto al mismo período de 2015, mientras que la IED se contrajo un 14 por ciento en el igual lapso.
Las inconsistencias de la actual política económica, en función a los resultados observables, son la mera consecuencia de un sistema de desequilibrio, cuya causa fundamental gravita en la desregulación del comercio exterior y los flujos de capitales, en adición a la pérdida de competitividad por la erosión del tipo de cambio real
* Docentes de la Universidad Nacional de Avellaneda y del colectivo de Economistas EPPA.
Esto se verifica del análisis de flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) en comparación a los de inversión de cartera. En los primeros nueve meses de 2017 el ingreso de fondos golondrina se incrementó en un 790 por ciento con respecto al mismo período de 2015, mientras que la IED se contrajo un 14 por ciento en el igual lapso.
Las inconsistencias de la actual política económica, en función a los resultados observables, son la mera consecuencia de un sistema de desequilibrio, cuya causa fundamental gravita en la desregulación del comercio exterior y los flujos de capitales, en adición a la pérdida de competitividad por la erosión del tipo de cambio real
* Docentes de la Universidad Nacional de Avellaneda y del colectivo de Economistas EPPA.
La trampa tasa vs. dólar
Por Alejandro Vanoli *
Imagen: Guadalupe Lombardo
La conferencia de prensa del Día de los Inocentes fue una foto. Fecha apropiada para mostrar un equipo “unificado”. Que la inocencia nos valga si no vemos dos variaciones de la misma melodía en el equipo económico, que expresan a dos fracciones del Equipo del Capital Concentrado:
Por Alejandro Vanoli *
Imagen: Guadalupe Lombardo
La conferencia de prensa del Día de los Inocentes fue una foto. Fecha apropiada para mostrar un equipo “unificado”. Que la inocencia nos valga si no vemos dos variaciones de la misma melodía en el equipo económico, que expresan a dos fracciones del Equipo del Capital Concentrado:
los que quieren seguir valorizando renta financiera en pesos con una súper tasa y los que quieren una gran devaluación y que un dólar alto multiplique sus ingresos.
Más allá de que la foto sea por ahora la muy tibia rebaja de la tasa de interés, que refleja un equilibrio precario e inestable entre la fracción monetarista del BCRA, que tuvo que bajar la tasa en momentos de aceleración inflacionaria sin quererlo y la “entente cordiale” de la Jefatura de Gabinete y los ministros de Hacienda, Finanzas y Producción que pretendía una baja mayor, lo importante es ver la película.
La economía está en una vieja y conocida trampa, película que ya vimos en blanco y negro en la dictadura del ‘76 y en color en los ‘90. La liberalización comercial y financiera generó un déficit fiscal creciente y un déficit externo récord. Ese desequilibrio produjo una fuerte devaluación, que junto a los tarifazos alimenta una alta inflación que produce un retraso cambiario que se come cualquier devaluación.
Este círculo vicioso es un lastre para la economía productiva y hace que los ciudadanos seamos actores de reparto que relojean la pulseada de dos viejos protagonistas, que mueven los directores del gran capital, actores que representan una puja: la tasa y el dólar.
Si prevalece la tasa, se logra una estabilidad de corto plazo al costo elevado de generar más apreciación del peso y una grave crisis del aparato productivo. Algo menos de inflación, alivio solo temporal para los endeudados en UVA y enfriamiento de la economía. Si bajan las tasas los grandes inversores reducen sus tenencias de activos en pesos y dolarizan sus carteras. En este contexto hay una mayor devaluación e inflación.
Elegir entre la espada o la pared nos conduce a una agonía que se prolonga mientras el suero del endeudamiento no se detenga.
¿Cómo se sale de esta trampa? Al igual que de los laberintos, se sale por arriba. Los problemas financieros expresan la punta del iceberg de los problemas de la economía real. Poder bajar las tasas de interés sin que se dispare el dólar, es necesario revertir la apertura importadora, tener una política que aliente a la producción y terminar con la economía de especulación financiera.
Ello requiere volver a una flotación administrada donde sea el Banco Central y no los capitales especulativos, quienes determinen las tasas de interés y el tipo de cambio, que permitan conciliar la estabilidad, crecimiento, empleo y equidad social como impone la Carta Orgánica del BCRA. Sólo políticas de Estado y no el pseudo libre mercado de los capitales especulativos pueden determinar tasas de interés que promuevan el ahorro en moneda local sin penalizar la producción y un tipo de cambio que evite grandes apreciaciones y devaluaciones.
Para ello es esencial desalentar los ingresos de capital especulativo y restablecer mecanismos prudenciales que eviten maniobras de endeudamiento y fuga que han caracterizado los procesos neoliberales que siempre desembocaron en una crisis.
Más allá de que la foto sea por ahora la muy tibia rebaja de la tasa de interés, que refleja un equilibrio precario e inestable entre la fracción monetarista del BCRA, que tuvo que bajar la tasa en momentos de aceleración inflacionaria sin quererlo y la “entente cordiale” de la Jefatura de Gabinete y los ministros de Hacienda, Finanzas y Producción que pretendía una baja mayor, lo importante es ver la película.
La economía está en una vieja y conocida trampa, película que ya vimos en blanco y negro en la dictadura del ‘76 y en color en los ‘90. La liberalización comercial y financiera generó un déficit fiscal creciente y un déficit externo récord. Ese desequilibrio produjo una fuerte devaluación, que junto a los tarifazos alimenta una alta inflación que produce un retraso cambiario que se come cualquier devaluación.
Este círculo vicioso es un lastre para la economía productiva y hace que los ciudadanos seamos actores de reparto que relojean la pulseada de dos viejos protagonistas, que mueven los directores del gran capital, actores que representan una puja: la tasa y el dólar.
Si prevalece la tasa, se logra una estabilidad de corto plazo al costo elevado de generar más apreciación del peso y una grave crisis del aparato productivo. Algo menos de inflación, alivio solo temporal para los endeudados en UVA y enfriamiento de la economía. Si bajan las tasas los grandes inversores reducen sus tenencias de activos en pesos y dolarizan sus carteras. En este contexto hay una mayor devaluación e inflación.
Elegir entre la espada o la pared nos conduce a una agonía que se prolonga mientras el suero del endeudamiento no se detenga.
¿Cómo se sale de esta trampa? Al igual que de los laberintos, se sale por arriba. Los problemas financieros expresan la punta del iceberg de los problemas de la economía real. Poder bajar las tasas de interés sin que se dispare el dólar, es necesario revertir la apertura importadora, tener una política que aliente a la producción y terminar con la economía de especulación financiera.
Ello requiere volver a una flotación administrada donde sea el Banco Central y no los capitales especulativos, quienes determinen las tasas de interés y el tipo de cambio, que permitan conciliar la estabilidad, crecimiento, empleo y equidad social como impone la Carta Orgánica del BCRA. Sólo políticas de Estado y no el pseudo libre mercado de los capitales especulativos pueden determinar tasas de interés que promuevan el ahorro en moneda local sin penalizar la producción y un tipo de cambio que evite grandes apreciaciones y devaluaciones.
Para ello es esencial desalentar los ingresos de capital especulativo y restablecer mecanismos prudenciales que eviten maniobras de endeudamiento y fuga que han caracterizado los procesos neoliberales que siempre desembocaron en una crisis.
La actual política económica ha minado la credibilidad del Banco Central y de un Gobierno que fijó metas alejadas de la realidad e insiste con un diagnóstico y estrategia antinflacionaria que es un sonoro fracaso. La inflación no bajará aunque se mantengan tasas de interés elevadas, si se siguen generando aumentos de costos en servicios que afectan directa e indirectamente a todos los precios de la economía, incluido el tipo de cambio.
El problema es que las metas inflacionarias o reflejan una súper tasa de interés que hace inviable producir o en realidad “el mercado” descuenta una inflación superior al 20 por ciento en abierto descrédito a la meta oficial.
El problema es que las metas inflacionarias o reflejan una súper tasa de interés que hace inviable producir o en realidad “el mercado” descuenta una inflación superior al 20 por ciento en abierto descrédito a la meta oficial.
A pesar de que muchas "consultoras" difunden pronósticos cerca de la meta oficial tratando de congraciarse con el gobierno, el “mercado” exige tasas del 28 por ciento anual más cercanas a la inflación real para 2018.
Ese divorcio entre las expectativas reveladas y la realidad esperada, sirve también para intentar tirar las paritarias a la baja, pretendiendo reducir la inflación mediante una baja del salario real.
Un ajuste es el camino que proponen quienes denuncian por derecha la inconsistencia de políticas y los riesgos del endeudamiento. Enfriar la economía bajando salarios, mas allá de las objeciones por inequidad, no baja la inflación si se aumentan otros costos. Menor actividad económica aumenta el déficit y el endeudamiento. La experiencia en Argentina es contundente respecto a la vulnerabilidad a que conllevan estas políticas.
Durante 2018 se espera una serie de subas de la tasa de interés en Estados Unidos, que aprobó una reforma fiscal similar a la aprobada en nuestro país, que baja impuestos a las grandes empresas, lo que aumentará el déficit fiscal y propulsará mayores tasas.
Un ajuste es el camino que proponen quienes denuncian por derecha la inconsistencia de políticas y los riesgos del endeudamiento. Enfriar la economía bajando salarios, mas allá de las objeciones por inequidad, no baja la inflación si se aumentan otros costos. Menor actividad económica aumenta el déficit y el endeudamiento. La experiencia en Argentina es contundente respecto a la vulnerabilidad a que conllevan estas políticas.
Durante 2018 se espera una serie de subas de la tasa de interés en Estados Unidos, que aprobó una reforma fiscal similar a la aprobada en nuestro país, que baja impuestos a las grandes empresas, lo que aumentará el déficit fiscal y propulsará mayores tasas.
Cada vez que Estados Unidos sube la tasa, como ocurrió a fines de los ‘ 70 o en el ‘94 con el Efecto Tequila (crisis mexicana), los países que tienen déficits fiscales y externos con endeudamiento como Argentina, sufren crisis financieras y cambiarias.
El gobierno aduce que la libre flotación de la moneda marca una diferencia respecto a la tablita de Martínez de Hoz y el tipo de cambio fijo de la convertibilidad. Lo cierto es que existe amplio consenso acerca de que Argentina es uno de los países más vulnerables a los shocks externos. Esta visión incluye no sólo a los economistas críticos sino también a sectores ortodoxos y a los propios voceros de los financistas globales como el Instituto de Finanzas Internacionales.
Con la libre flotación de la moneda y sin mínimos controles prudenciales sobre capitales especulativos admitidos por el Banco de Basilea y el propio FMI, el poder de fuego de los especuladores globales es mayor que el de un país endeudado, vulnerable al corte del crédito global y expuesto a la fuga de capitales. Quedamos entonces inermes a una Supertasa que luego de erosionar la economía aún con menguante poder de fuego deja lugar al Sr. Dólar que en el nuevo western de la era Trump tiene todas las balas cargadas.
* Ex presidente del Banco Central.
El gobierno aduce que la libre flotación de la moneda marca una diferencia respecto a la tablita de Martínez de Hoz y el tipo de cambio fijo de la convertibilidad. Lo cierto es que existe amplio consenso acerca de que Argentina es uno de los países más vulnerables a los shocks externos. Esta visión incluye no sólo a los economistas críticos sino también a sectores ortodoxos y a los propios voceros de los financistas globales como el Instituto de Finanzas Internacionales.
Con la libre flotación de la moneda y sin mínimos controles prudenciales sobre capitales especulativos admitidos por el Banco de Basilea y el propio FMI, el poder de fuego de los especuladores globales es mayor que el de un país endeudado, vulnerable al corte del crédito global y expuesto a la fuga de capitales. Quedamos entonces inermes a una Supertasa que luego de erosionar la economía aún con menguante poder de fuego deja lugar al Sr. Dólar que en el nuevo western de la era Trump tiene todas las balas cargadas.
* Ex presidente del Banco Central.