La marcha del 23: “No es por plata, es por poder”Por: Gustavo Carabajal
Ene 21, 2018
De a poco se empiezan a ver los hilos. Si alguna vez esto comenzó como un reclamo de los productores agropecuarios, olvídense, ya quedó en la historia. Ahora es otra cosa, el discurso se radicaliza y “cualquiera” mete la cuchara para adueñarse del plato.
Las consignas son cada día más políticas. Primero fueron contra los “vagos” que cobran planes sociales y no trabajan. Después, anunciaron “el fin del gobierno” y, de paso, defenestraron a los “comunistas”, que siempre la ligan. Ahora, dicen que puede correr sangre y advierten que no quieren políticos oficialistas en la marcha, para evitar “mártires imbéciles”.
No hay duda que el discurso de los promotores del acto del 23 se radicaliza por las redes sociales y se convierte en una peligrosa “bola de nieve” que crece a medida que se acerca la fecha. Y mientras tanto, los “colados” se apoderan de la fiesta, y del discurso, y lo que no consiguen por su cuenta, lo buscan ahora escondidos en la multitud de las redes sociales.
Y no es solo la oposición, son sectores industriales y empresarios que poco a poco empiezan a “blanquear” su solidaridad con una causa que hacen suya, sin explicar bien por qué. (El colmo, es el de los inmobiliarios de Punta del Este que, entre millones de turistas, golpeando sus puertas, se hacen un “tiempito” para tirar leña al fuego).
Pero lo novedoso no es el reclamo, ni los descontentos. Tampoco el rechazo total de algunos sectores contra las políticas de la izquierda. Ni la cercanía entre los grandes terratenientes y empresarios con determinados colores políticos tradicionales; y mucho menos, el ataque estratégico contra algunas figuras clave del Frente Amplio. Todo eso es bastante viejo y no sorprende a nadie.
Lo realmente nuevo, es el método. Nuevo en Uruguay, pero eficazmente utilizado en varios países de la región últimamente. Armar un circuito perfectamente pensado y organizado bajo el mote de “autoconvocado, independiente y espontáneo” para convertirlo en un “tsunami” virtual que arrastre a todos los descontentos y le dé forma a una idea política diferente a la del gobierno.
Muchas veces se dijo que la oposición no aparecía en el país, que estaba ausente de los grandes temas, que carecía de auténticos líderes y que algunos medios eran la verdadera oposición. Olvídense también de eso, porque ya es historia. Habrá que acostumbrarse a una nueva manera de hacer política y de manejar la opinión pública.
Lo más sensato que se escuchó en estos días de locura lo dijo Dardo Pérez de la Unatra: “los trabajadores no somos abombaos, esto no es por plata, es por poder”.
De a poco se empiezan a ver los hilos. Si alguna vez esto comenzó como un reclamo de los productores agropecuarios, olvídense, ya quedó en la historia. Ahora es otra cosa, el discurso se radicaliza y “cualquiera” mete la cuchara para adueñarse del plato.
Las consignas son cada día más políticas. Primero fueron contra los “vagos” que cobran planes sociales y no trabajan. Después, anunciaron “el fin del gobierno” y, de paso, defenestraron a los “comunistas”, que siempre la ligan. Ahora, dicen que puede correr sangre y advierten que no quieren políticos oficialistas en la marcha, para evitar “mártires imbéciles”.
No hay duda que el discurso de los promotores del acto del 23 se radicaliza por las redes sociales y se convierte en una peligrosa “bola de nieve” que crece a medida que se acerca la fecha. Y mientras tanto, los “colados” se apoderan de la fiesta, y del discurso, y lo que no consiguen por su cuenta, lo buscan ahora escondidos en la multitud de las redes sociales.
Y no es solo la oposición, son sectores industriales y empresarios que poco a poco empiezan a “blanquear” su solidaridad con una causa que hacen suya, sin explicar bien por qué. (El colmo, es el de los inmobiliarios de Punta del Este que, entre millones de turistas, golpeando sus puertas, se hacen un “tiempito” para tirar leña al fuego).
Pero lo novedoso no es el reclamo, ni los descontentos. Tampoco el rechazo total de algunos sectores contra las políticas de la izquierda. Ni la cercanía entre los grandes terratenientes y empresarios con determinados colores políticos tradicionales; y mucho menos, el ataque estratégico contra algunas figuras clave del Frente Amplio. Todo eso es bastante viejo y no sorprende a nadie.
Lo realmente nuevo, es el método. Nuevo en Uruguay, pero eficazmente utilizado en varios países de la región últimamente. Armar un circuito perfectamente pensado y organizado bajo el mote de “autoconvocado, independiente y espontáneo” para convertirlo en un “tsunami” virtual que arrastre a todos los descontentos y le dé forma a una idea política diferente a la del gobierno.
Muchas veces se dijo que la oposición no aparecía en el país, que estaba ausente de los grandes temas, que carecía de auténticos líderes y que algunos medios eran la verdadera oposición. Olvídense también de eso, porque ya es historia. Habrá que acostumbrarse a una nueva manera de hacer política y de manejar la opinión pública.
Lo más sensato que se escuchó en estos días de locura lo dijo Dardo Pérez de la Unatra: “los trabajadores no somos abombaos, esto no es por plata, es por poder”.