28 abr 2018

NO, PERO SI

Gobierno dejó de enviar delegados a espacios de trabajo de la Unasur. Aunque dijo que no se irá, Uruguay acompaña en los hechos el desmembramiento del bloque


Abril 28, 2018 



A. SARTOROTTI

Ante la decisión de Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Chile y Paraguay de "no participar en las distintas instancias" de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el gobierno uruguayo dijo que no piensa salirse del bloque regional.

Pero, en los hechos, el abandono en esa organización comenzó hace algunos años cuando, lejos de poder cumplir con el propósito para la cual fue creada, ingresó en una fase de declive de la cual no pudo salir. De hecho, incluso Uruguay dejó de tener representación en espacios de trabajos creados por la organización.

El Ministerio de Defensa ya no tiene un representante en el Centro de Estudios Estratégicos con sede en Buenos Aires ni un delegado (que siempre fue virtual) para la Escuela Sudamericana de Defensa en Quito. Estos dos organismos dependen del Consejo de Defensa Sudamericano que debería tener dos reuniones ejecutivas por año y que se reunió por última vez en Montevideo en setiembre de 2016.

La parálisis del Consejo de Defensa –una de las novedades que había traído la creación de la Unasur– es apenas un ejemplo que ilustra la situación del organismo, que además tiene otros once consejos sectoriales.

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Un estudio realizado por Isabel Clemente, investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, concluyó que la "Unasur atraviesa una fase de estancamiento institucional y pérdida de capacidades de ejecución de su misión como foro de cooperación intra-regional, concertación política y solución de conflictos regionales sudamericanas".

Clemente dijo a El Observador que en los últimos dos años no se convocaron a las reuniones periódicas y que en la sede de la Unasur en Quito hoy solo quedan funcionarios burocráticos que no tienen la jerarquía política para logar una reorganización de esa institución.

Es decir, el gobierno uruguayo decidió quedarse en una institución en vías de extinción que ni siquiera pudo reunir consenso para nombrar un nuevo secretario general.


El origenLa idea de un bloque sudamericano tiene sus antecedentes a lo largo de dos siglos pero se consolidó en el inicio del siglo XXI en Brasil, durante el segundo gobierno de Fernando Henrique Cardoso. Itamaraty buscaba convertirse en un actor central en el continente y desafiar el liderazgo de México, explicó Clemente.

La diplomacia brasileña procuraba desarrollar la noción de Sudamérica en base a dos componentes esenciales. Por un lado se veía a la Unasur "como marco para la concertación regional de políticas de integración energética y desarrollo de infraestructura física" y, por otro lado, como una organización capaz de desarrollar mecanismos de resolución de conflictos en el continente.

Luego de un proceso de ocho años de intercambios y discusiones, en enero de 2008 doce países aprobaron el tratado constitutivo de la organización. Pero el tiempo de gracia de la organización fue demasiado corto y sus insuficiencias demasiado pronunciadas.

Pronto quedó claro que el proyecto de integración energética no tendría andamiaje por las inmensas inversiones que se requerían para financiar la idea de de construir un gasoducto que atravesara todo el continente. Los proyectos de infraestructura también quedaron paralizados.

En su trabajo Clemente reconoce que durante sus primeros años de vida la Unasur aportó "significativamente a la renovación del regionalismo" con la incorporación de nuevo temas de carácter política en la agenda de integración. Temas de seguridad y defensa o problemas vinculados al consumo y tráfico de drogas se abrieron camino con un abordaje de carácter regional que no había tenido antes.En el seno de la Unasur se declaró a sudamerica como una zona de paz en la que está prohibido el uso de armas de destrucción masiva, al tiempo que condenó el uso de la fuerza entre Estados.

La gestión de crisis regionales tuvo algunos resultados exitosos en Bolivia (2008) y con la superación de la crisis entre Colombia, Venezuela y Ecuador originada en el ataque a un campamento de las FARC.

Pero, tal como reconoce Clemente, a partir del 2014 el desempeño de Unasur comenzó a revelar signos importantes de "desinstitucionalización" e "inconsistencias respecto de su mandato original".

El decliveLa imposibilidad de los estados parte de lograr un consenso para elegir a un nuevo secretario general en reemplazo del colombiano Ernesto Samper emergió en 2017 como el problema institucional más grave del bloque.

El veto de Venezuela y los aliados del chavismo a una propuesta argentina –que propuso a su embajador en Chile, José Octavio Bordón– llevó a que el cargo aún esté vacante con serias implicancias para el funcionamiento de la institución.

La Secretaría General es el organismo responsable de la ejecución de los mandatos que le confieren los órganos de la Unasur. Sin alguien que ejerza el cargo la función queda bloqueada y la Unasur sin el timón que la hacía funcionar. El resultado es notorio: inacción.

Al finalizar su período, Samper hipotetizó que dos o tres países intentarían prolongar la acefalía de la Unasur para evitar que se adopten sanciones contra Venezuela. De hecho, el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, responsabilizó en más de una ocasión a Venezuela por la parálisis del bloque sudamericano y en dos encuentros con su par venezolano, Jorge Arreaza, le solicitó que su país facilitara la elección de un secretario general.

Independientemente de los trancazos políticos que inhiben la posibilidad de poner en marcha al bloque, la Unasur tampoco logró un cumplimiento cabal de su mandato.

Clemente ilustró esta situación con dos casos recientes: el proceso de paz en Colombia y la crisis política en Venezuela.

A pesar de los intentos de participación y apoyo al proceso de paz en Colombia, la Unasur fue un actor lateral en la resolución de este conflicto debido al veto que el gobierno colombiano le impuso a Samper.

La Unasur también intentó interponer una mediación entre oposición y gobierno en Venezuela pero su gestión obtuvo muy poca receptividad, sobre todo de parte de la oposición venezolana que veían al expresidente colombiano al mando de la Unasur con "poca representatividad y credibilidad".

Por razones propias o ajenas, lo cierto es que la Unasur fue incapaz de desempeñar un lugar de liderazgo en la resolución de dos conflictos importantes que se dieron dentro de su área de influencia lo cual habla de cierta debilidad institucional.

No es casualidad que a la hora de acercarse a la región China haya escogido el camino de la Celac antes de un organismo que en la actualidad solo sirve para hacer modelos de aprendizaje para estudiantes de Relaciones Internacionales.