Mitos y certezas sobre la inflación
Cómo impacta en los precios la tasa de interés, el gasto público, los impuestos, la emisión monetaria y el tipo de cambio
Por Federico Glodowsky
13 de febrero de 2022
"El nivel de la tasa de interés de la política monetaria es una de las múltiples causas que explican la inflación", señala Federico Glodowsky. Imagen: Sandra Cartasso
Que el gasto público genera inflación. Que su consecuente déficit genera inflación. Que la emisión con la que se cubre parte del gasto genera inflación. Que los impuestos que no llegan a cubrir el gasto generan inflación y que todo se resuelve liberando el tipo de cambio. Estos son los argumentos reiterados que la ortodoxia repite en los medios masivos de comunicación. El análisis fáctico de cada uno de esos factores los desmiente.
La tasa de interés establece un piso para el incremento de los precios. El nivel de la tasa es una de esas múltiples causas que explican la inflación y que se ha mantenido incólume no sólo en las políticas económicas, sino incluso en el debate público. Quizá porque ello implicaría discutir de manera directa la rentabilidad del capital.
Claro que es deseable que el gasto público sea bajo porque hay un mercado que funciona eficientemente sin fallas; el déficit nulo porque los impuestos son consistentes con el nivel de gasto; y las cuentas ordenadas porque no es necesario recurrir a la emisión. Pero lo deseable no puede ser enemigo de lo necesario.
Gasto público
De la comparación internacional surge que en 2020 los 10 países con mayor gasto público como porcentaje del PIB fueron Francia (62,44 por ciento), Grecia (60,69 por ciento), Bélgica (60,18 por ciento), Noruega (58,36 por ciento), Austria (57,87 por ciento), Italia (57,29 por ciento), Finlandia (58,68 por ciento), Dinamarca (53,99 por ciento), Canadá (53,28 por ciento) y Suecia (52,92 por ciento). Lista similar al 2019, aunque con porcentajes más altos por la crisis Covid. Muy por encima de lo que destinó Argentina (43,07 por ciento)
La inflación en esos países fue -0,02 por ciento en Francia, -1,26 por ciento en Grecia, 0,41 por ciento en Bélgica, 1,29 por ciento en Noruega, 1,38 por ciento en Austria, -0,13 por ciento en Italia, 0,23 por ciento en Finlandia, 0,49 por ciento en Dinamarca, 0,71 por ciento en Canadá y 0,49 por ciento en Suecia. Mientras que para Argentina fue del 36,1 por ciento.
Que el gasto público genera inflación. Que su consecuente déficit genera inflación. Que la emisión con la que se cubre parte del gasto genera inflación. Que los impuestos que no llegan a cubrir el gasto generan inflación y que todo se resuelve liberando el tipo de cambio. Estos son los argumentos reiterados que la ortodoxia repite en los medios masivos de comunicación. El análisis fáctico de cada uno de esos factores los desmiente.
La tasa de interés establece un piso para el incremento de los precios. El nivel de la tasa es una de esas múltiples causas que explican la inflación y que se ha mantenido incólume no sólo en las políticas económicas, sino incluso en el debate público. Quizá porque ello implicaría discutir de manera directa la rentabilidad del capital.
Claro que es deseable que el gasto público sea bajo porque hay un mercado que funciona eficientemente sin fallas; el déficit nulo porque los impuestos son consistentes con el nivel de gasto; y las cuentas ordenadas porque no es necesario recurrir a la emisión. Pero lo deseable no puede ser enemigo de lo necesario.
Gasto público
De la comparación internacional surge que en 2020 los 10 países con mayor gasto público como porcentaje del PIB fueron Francia (62,44 por ciento), Grecia (60,69 por ciento), Bélgica (60,18 por ciento), Noruega (58,36 por ciento), Austria (57,87 por ciento), Italia (57,29 por ciento), Finlandia (58,68 por ciento), Dinamarca (53,99 por ciento), Canadá (53,28 por ciento) y Suecia (52,92 por ciento). Lista similar al 2019, aunque con porcentajes más altos por la crisis Covid. Muy por encima de lo que destinó Argentina (43,07 por ciento)
La inflación en esos países fue -0,02 por ciento en Francia, -1,26 por ciento en Grecia, 0,41 por ciento en Bélgica, 1,29 por ciento en Noruega, 1,38 por ciento en Austria, -0,13 por ciento en Italia, 0,23 por ciento en Finlandia, 0,49 por ciento en Dinamarca, 0,71 por ciento en Canadá y 0,49 por ciento en Suecia. Mientras que para Argentina fue del 36,1 por ciento.
Déficit
Entre los países con mayor déficit público como porcentaje del PIB en 2020 se destacaron Estados Unidos (-14,85 por ciento), Brasil (-13,37 por ciento), India (-12,78 por ciento), Reino Unido (-12,53 por ciento), España (-10,95 por ciento), Canadá (-10,88 por ciento), Grecia (-10,10 por ciento), Italia (-9,60 por ciento), Bélgica (-9,40 por ciento) y Francia (-9,10 por ciento). Por encima -8,50 por ciento de Argentina. Sin embargo, la inflación en aquellos países fue 1,4 por ciento en Estados Unidos, 5,5 por ciento en Brasil, 6,6 por ciento en India, 0,8 por ciento en Reino Unido, -0,5 por ciento en España, 0,71 por ciento en Canadá, -1,26 por ciento en Grecia, -0,13 por ciento en Italia, 0,41 por ciento en Bélgica y -0,02 por ciento en Francia.
Impuestos
Los países con mayor presión tributaria del mundo como porcentaje del PIB en 2020 fueron Dinamarca (47,40 por ciento), Francia (47,30 por ciento), Bélgica (45,40 por ciento), Suecia (43,30 por ciento), Italia (42,80 por ciento), Austria (42,40 por ciento), Finlandia (42,10 por ciento), Alemania (41,30 por ciento). Muy por encima del 29,41 por ciento de Argentina. Y otra vez, nadie duda que la inflación en la Europa desarrollada es una cuestión controlada.
Dinero
Entre los países con mayor oferta monetaria amplia respecto del PIB de 2020 se destacan Japón (282,89 por ciento), China (213,78 por ciento), Reino Unido (157,51 por ciento), India (133,36 por ciento), Chile (133 por ciento), Australia (123,84 por ciento), Brasil (108,06 por ciento), Estados Unidos (91,37 por ciento) y Bolivia (86,45 por ciento)
Argentina cerró 2021 con una oferta monetaria amplia equivalente al 22,3 por ciento del PIB, mientras que en 2020 había sido de 22,8. Empero, la inflación de un año a otro se incrementó en 14,8 puntos porcentuales. Es cierto que la emisión jugó un papel importante, pero en 2018 y 2019 por disposición del Fondo Monetario Internacional el gobierno de Macri no recurrió a la emisión monetaria para financiarse, sin embargo, la inflación fue 47,6 por ciento y 53,8 por ciento, respectivamente.
Tipo de cambio
Tanto las importaciones como el endeudamiento en moneda extranjera presionan sobre el tipo de cambio. La competencia por las divisas ocurre tanto en el plano comercial como en el plano financiero y esa presión que aumenta la cotización se traslada a los precios internos. Cuando escasean los dólares para importar insumos, producir se vuelve más caro y, por ende, se termina sintiendo en el poder adquisitivo. El elevado endeudamiento en moneda extranjera es causal de un nivel de precios más alto.
En el mediano y largo plazo, la sustitución de importaciones amplía la capacidad exportadora y quita presión sobre las divisas, mientras que la deuda que fue a la especulación y no a ampliar la capacidad productiva, la mantiene constante. Pretender que la disputa que se resuelva mediante la no intervención o quitando controles es olvidarse del traslado a precios de los saltos devaluatorios de 2015-2019 y más específicamente de la liberalización posPASO 2019.
Tasa de interés
El nivel actual tiene una incidencia directa sobre el nivel de los precios. Este elevado nivel de tasa reproduce la nominalidad del proceso inflacionario y explica en gran medida la histéresis del fenómeno en la economía argentina.
"Para inducir a realizar nuevas inversiones, la tasa de rendimiento sobre costo debe exceder a la tasa de interés", señala Fisher en La teoría del interés. Coincide Keynes en su Teoría general que “El efecto estimulante de la expectativa de precios mayores no se debe a que eleven la tasa de interés (lo que sería un medio paradójico de estimular la producción -en la que la tasa de interés sube, el incentivo queda neutralizado en la misma extensión-), sino que eleva la eficiencia marginal de un volumen dado de capital”.
Dicho de otro modo, si la tasa de interés anual que paga un empresario para realizar una inversión es del 50 por ciento, el precio de venta de su nueva oferta necesariamente estará por encima de ese nivel, para repagar esos fondos y obtener un beneficio positivo. Caso contrario, para que el ahorro existente se convierta en inversión productiva, el incentivo del empresario está ligado a precios que superen el rendimiento de colocar su capital a plazo.
Los países con mayor tasa de interés en 2021 fueron: Zimbabue (60 por ciento), Venezuela (52,7 por ciento), Argentina (38 por ciento), Angola (20 por ciento), Turquía (14 por ciento), Ghana (13,5 por ciento), Nigeria (11,5 por ciento), Georgia (10,5 por ciento) y el Líbano (10 por ciento). Consecuentemente, los países con mayor inflación del mundo.
En el otro extremo están Suiza, Austria, Bélgica, Estonia, Finlandia, Alemania, Grecia, Irlanda, con tasas de política monetaria de cero por ciento o incluso en terreno negativo. Y con niveles de inflación bajísimos.
Proceso inflacionario
Tanto el período que va desde la puesta en marcha de la convertibilidad en 1991 al 2000 como el que va del 2003 al 2012 se caracterizan por una baja inflación y por una tasa de referencia promedio menor a los dos dígitos: 9,09 por ciento y 7,09 por ciento, respectivamente. Si bien son períodos que se contraponen desde lo económico, ambas décadas coinciden en que el proceso inflacionario no fue un problema.
Luego de la estabilidad observada en 2017, en pleno auge del modelo de valorización financiera, con una estrategia de atraso cambiario para el ingreso de capitales extranjeros vía endeudamiento privado e instrumentos en pesos con alta rentabilidad, el modelo se tornó insostenible hacia abril de 2018 cuando el mercado financiero cortó abruptamente el financiamiento.
Los capitales emprendieron su partida con la misma velocidad con la que habían ingresado (diría Jorge Schvarzer) y, tras el acuerdo con el FMI, el Poder Ejecutivo decidió liberar la tasa de interés al juego de la oferta y la demanda, en un intento infructuoso por contener la salida de capitales al exterior.
La inflación comenzó a acelerarse en la misma medida en que lo hacían el tipo de cambio y la tasa de interés de política monetaria, que alcanzó un pico del 86 por ciento el 10 de septiembre de 2019.
Los manuales ortodoxos indican que dicha medida hubiera más que alcanzado para contener los precios. No fue lo que se constató.
Demanda y oferta
La presunción de que una suba en la tasa de interés se traduce en un descenso de la inflación se basa en el supuesto de que la demanda es la responsable de los aumentos de precios. Mal podría ser ese el motivo con niveles subóptimos de consumo. Ha de ser una estrategia útil cuando la economía se encuentra en niveles plenos de utilización de sus recursos, pero cuando está en un subóptimo se encarece aún más el crédito, producir se vuelve más oneroso, disminuye la oferta y se espiraliza la inflación.
Bajar la tasa de interés y dejar de ser el patio trasero de las finanzas internacionales que consiguen rentabilidades extraordinarias debería ser prioridad. Pese a los avances en los últimos años, desarmar el modelo de valorización financiera del capital resulta más complicado de lo que parece, pero la necesidad es acuciante.
Una nueva legislación que regule las entidades financieras y que permita direccionar los fondos hacia un sistema económico productivo y socialmente inclusivo sigue siendo una cuenta pendiente.
Una economía con demanda agregada insatisfecha no puede volver a soportar un proceso con tasas de interés reales positivas. La tasa de interés es el precio del dinero y en Argentina el dinero es caro en extremo.
La inflación tiene múltiples causas, es cierto. Pero una de esas causas centrales es el nivel de la tasa de interés, poco frecuente en el abordaje cotidiano. Los controles de precios pueden ser útiles y coyunturalmente necesarios pero no resuelven la inflación. El problema es principalmente macroeconómico.
* Economista. Auxiliar docente de Historia Económica y Social Argentina (UBA).