A solo cuatro días del hallazgo del nieto de Estela Carlotto la verdad tiene un solo destino: el camino que hizo el bebé arrrancado de los brazos de Laura, 1978. Treinta y seis años despues el nombre del supuestro entregador, Carlos Francisco Aguilar, se consolida como la punta del iceberg para avanzar hacia la trama criminal detras de la connmovedora hisotria de Guido Carloto Montoya, la misma que investiga la jueza federal Servini de Cubria.
En su lejana juventud, Carlos Francisco Aguilar fue un buen nadador pero sobre todo un jinete eximio. Sus proezas en el salto a caballo le dieron cierta celebridad en Olavarría. Tanto le gustaba montar, que colaboró en la fundación de uno de los primeros clubes hípicos de Olavarría y supo transmitir esa afición a sus hijos: Jerónimo Aguilar, el “Pipa”, dirige hoy el Centro de Equitación del que “Pancho” fue primer presidente.
A través de la hípica conoció a varios militares. En las competiciones de salto, participaban jinetes del Regimiento de Caballería de Tanques (ReCTan 2), bajo el mando del Coronel Ignacio Verdura, señalado como el “hombre fuerte de Olavarría” en el informe final de la Comisión Especial por la Memoria, una suerte de Conadep local.
—Con los militares era muy compinche.
Lo dice un íntimo amigo de Aguilar, que aceptó hablar para Infojus Noticias a cambio del anonimato.
—Cenaba con todos los militares de su generación — repone su amigo.Tiene más de 70 años, campo, y una reconocida trayectoria profesional.
En esos círculos también se movía Verdura, por entonces jefe del Área 124 –Olavarría- hasta octubre de 1977. El ahora excoronal tenía a su cargo el Regimiento de Caballería de Tanques 2 (RCTan2) y el Escuadrón de Ingenieros Blindados 1 (EIBl1). Verdura, además, compartió destino con uno de los rondaban la sala de parto clandestina en la que nació Guido Montoya Carlotto. Quienes siguen el hilo de esta historia revisan la posible relaciòn de Aguilar con el procesado Verdura, que desde setiembre será juzgado por 21 crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención Monte Peloni.
Aguilar murió el 26 de marzo de este año. En un obituario pomposo, el diario Popular se condolió de la pérdida de un “reconocido y apreciado vecino olavarriense” y un “padre y abuelo muy dedicado a su familia”. Un conocido suyo fue quien le hizo llegar a Ignacio la versión de que no era hijo biológico y había llegado a la casa de Juana y Clemente, sus padres adoptivos, en manos del patrón de estancia. Eso lo decidió a ir a Abuelas de Plaza de Mayo y hacerse el estudio de ADN.
Ignacio –ahora Ignacio Guido- llevó el mismo nombre que Verdura, el padre castrense de la comarca. Otros hijos de desaparacidos apropiados han pasado por cosas similares: Eugenia Sampallo Barragán se llamaba Violeta, como la madre de su entregador. En el caso de María Natalia Suarez Nelson, el marino Juan Herzberg figuraba como su padrino.
Francisco Aguilar
En la sede recreativa de la Sociedad Rural de Olavarría, fundada en 1945, la atiende un cabo uniformado: la entidad ganadera presta una parte del predio para el Comando de Prevención Rural. El subcomisario Aguirre llama por handy al presidente José María Ortiz, pero no está. En la sede social, en el microcentro, espera Alberto Zulaica, maratonista y gerente de la entidad. La sala de reuniones tiene una alfombra gris, paredes revestidas en madera y los retratos solemnes de todos los presidentes.
- Aguilar no fue presidente, como leí por ahí. Fue un vocal desde 1994 hasta 1999, y no venía nunca- dice Zulaica. Y ríe.
Zuliaca dice que no llevaba una vida ostentosa, que tenía una camioneta y no un auto carísimo, que no viajaba constantemente a Europa y que ésas 300 hectáreas eran toda su tierra. Hoy funciona ahí la cantera Cerro del Águila, que extrae roca volcánica.
-Ese suelo sale un fangote de plata- dice Zulaica. Y vuelve a reír.
- ¿Le dijo algo Aguilar sobre el niño que trajo?- preguntó Infojus Noticias.
- Conmigo nunca habló de eso, yo apenas lo conocí. Quizás con otros que tenía más confianza.
- ¿Hay fotos de Aguilar?
- No hay fotos de él porque, aunque era de ir a fiestas sociales, era por el club Estudiantes o el Centro de Equitación. A él le gustaban mucho los caballos.
El teniente coronel Ignacio Aníbal Verdura, un entrerriano de 46 años, llegó a Olavarría en octubre de 1975. Además de ser responsable de dos centros clandestinos –Monte Peloni y el que funcionó en el propio RCTan2-, Verdura se vinculó rápidamente a la oligarquía local. “Tenía muy buenos contactos con toda la alta sociedad”, dice una escritora olavarriense. “Tuvo mucho consenso en Olavarría, era un tipo campechano y popular. Iba a las reuniones del Rotary”, completa.
“En uno de los campos de Amalita, había asados entre militares como Verdura, empresarios y gente vinculada al campo”, dice Matías Moreno, hijo del abogado laboralista asesinado por defender a los obreros de la zona. Es la tríada que dejó en Olavarría 29 desaparecidos y asesinados, según el informe de la Comisión por la Memoría. Por eso circula el pálpito en el pueblo de que Guido no será el único.
En 2009, el juez Juan José Comparato procesó a Verdura por dos homicidios y 21 privaciones ilegales de la libertad y tormentos, con prisión domiciliaria. En 2010 se lo vio caminando por la plaza a la hora de la siesta en Santo Tomé, Corrientes. El 22 de septiembre comenzará el juicio oral por Monte Peloni, donde será por fin juzgado.
Laura Carlotto fue secuestrada el 26 de noviembre en capital federal. La llevaron a La Cacha, un centro clandestino en Olmos –cerca de La Plata- donde pasó nueve meses. Una de las posibilidades es que el 26 de junio de 1978, haya parido en la maternidad clandestina de la cárcel de mujeres de Olmos, que estaba en el mismo predio, como otras secuestradas. La otra es el Hospital Militar Central. Tres sobrevivientes relataron que Laura dijo haber parido en el séptimo u octavo piso de un hospital cuando volvió al chupadero sin su hijo. Un conscripto testificó que la vio allí durante una guardia, vendada y esposada a la cama, y que quién daba las órdenes era un militar de apellido Minicucci. También vio a una persona espigada, de civil, llevarse un bulto en brazos por los pasillos de la nursery. Hay tres militares con ese apellido: Guillermo (muerto), el médico Silvio y Federico Antonio, que participó en otras apropiaciones.
Para entonces, Verdura había dejado Olavarría por el ascenso –en octubre de 1977- a la Comisión de Asuntos Legislativos (CAL), pero mantenía su influencia en la zona. Según el abogado marplatense César Sivo, que lo imputó en la causa del asesinato del abogado Carlos Moreno, seguía viviendo en la ciudad.
Tres años después, Federico Antonio Minicucci e Ignacio Aníbal Verdura compartirían destino en el comando Zona 4 de Campo de Mayo, que se dividía en ocho jefaturas de área. El primero asumió como director de la Escuela de Infantería (área 450) en septiembre de 1980. Verdura llegó un año después a conducir el área 430. Un destino que él y su paisano Aguilar conocían de sobra: La Escuela de Caballería.
—Aguilar era un típico petitero de los '60: iba al café de moda, se peinaba a la gomina, vivía de lo heredado y no laburaba ni necesitaba hacerlo. Se empilchaba con ropa de marca, campera de gamuza o carpincho de “El Cencerro”, zapatos de López Taibo o de Guido, que eran los de moda en ese entonces—dice una militante peronista de Olavarría.
Esa frivolidad no le impidió en democracia escalar en la vida pública local: fue vicepresidente del club Estudiantes de Olavarría, titular del Consejo de Promoción Agropecuaria del INTA de Balcarce y dirigente de la Sociedad Rural. También prosperó en los negocios. En 2007 se asoció con sus hijos Jerónimo y Francisco en la firma agropecuaria Los Aguilares SRL y con Jerónimo en el Centro de Equitación de Olavarría SRL, para comerciar, adiestrar y experimentar genéticamente en la cría de caballos. La acumulación de poder lo animó a volver a probar en la política, después de su menemismo confeso de los años ‘90. Ese mismo año integró la lista de concejales por Unión-Pro.
En febrero de 1985, el pliego de ascenso a general de Verdura fue al Senado. La APDH de Olavarría se opuso denunciando su actuación en la dictadura. En el diario El Popular, las “fuerzas vivas” colocaron una solicitada. “Como amigos que somos del coronel Verdura, cuyas calidades personales, más allá de sus aptitudes profesionales pudimos valorar durante su actuación en Olavarría al frente del Regimiento 2 de Tanques”, hacían oír esa “reivindicación ante el agravio” del organismo por la “amistad y respeto ganado en el ámbito local por su caballerosidad e integración a la comunidad olavarriense”. La firmaban cuarenta nombres propios: comerciantes, empresarios, abogados, ganaderos, banqueros y proveedores de seguros.
El linaje distinguido de los Aguilar no murió con el jefe de hogar. Susana Clara Mozotegui, su viuda, es de familia patricia y vocal de la “Asociación Damas Vicentinas de Olavarría”, que apadrina un asilo de ancianos. Son, en su mayoría, esposas de hacendados, martilleros, profesionales y comerciantes. Varios apellidos de casada de la comisión directiva coinciden con lo de la carta de “Amigos de Verdura”.
Jerónimo Aguilar, el hijo mayor, es técnico en Producción Agropecuaria y se casó con Guillermina Teresa Dirazar, hija de quien presidió 25 años el Automóvil Moto Club Olavarría. Francisco, cuatro años menor, se casó con María del Pilar Andreu, una mujer de la clase alta olavarriense. La ceremonia fue en familia: el cura lleva su mismo apellido. Mercedes, su hija mujer, murió hace muchos años.
El campo donde se crió Guido está enclavado en las afueras de Colonia San Miguel, uno de los pueblos de alemanes del Volga que circundan Olavarría. Por las canteras repetidas, hay tramos que parecen una geografía lunar: montañas de piedra gris y un polvo permanente que cubre las casas y chamusca los campos. A pocos kilómetros está la empresa cementera de Loma Negra, que legó a sus entenados Amalita Fortabat.
Cerca de ahí, en Sierras Bayas, está Monte Pelloni: guarecido del polvo de las canteras, arbolado y húmedo, aún resiste en pie la edificación que fue una cárcel clandestina entre septiembre y noviembre de 1977. El juicio oral comenzará el 22 de septiembre tiene a Verdura y a otros cuatro imputados. Entre ellos Omar “pájaro” Ferreyra, el violador de Araceli Gutiérrez y un torturador sádico.
La genealogía familiar de Susana Clara Mozotegui, la viuda de Aguilar, tiene un camino hasta los círculos más íntimos del jefe policial Ramón Camps. Mozotegui tenía parientes de apellido Presa que es, a su vez, el apellido materno de las distinguidas hermanas Fassina. Raquél, Perla y Clara Fassina pertenecen a la alta sociedad que ve con muy buenos ojos el matrimonio con un militar. Dos de ellas lo cumplieron: Clara Fassina estuvo casada con un militar de apellido Avalos. Raquel, se casó con el Teniente Coronel de Caballería Filiberto Salcerini, que terminó siendo asesor de Camps.
Cuando la Comisión Especial por la Memoria recibió en Olavarría el testimonio de un testigo protegido que había sido policía en una comisaría de la ciudad. M.A.F. dijo que “en los años mencionados comprobó secuestros y detenciones clandestinas de personas jóvenes” que eran cometidos por “policías locales de alta graduación, militares de la Guarnición local y hombres de la Jefatura de Policía, que generalmente eran comandados por el Teniente Coronel Filiberto Salcerini que era a su vez, asesor del General Ramón Camps”.
Salcerini murió en julio de 2008. En los tiempos en que eran familia política, compartían la pasión por montar. Cuando Aguilar murió, hace tres meses, las hermanas Fassina enviaron sus condolencias a través de los obituarios del diario a la familia del “primo Aguilar”.
Mozotegui es actualmente vocal de la “Asociación Damas Vicentinas de Olavarría”, que apadrina un asilo de ancianos. Son, en su mayoría, esposas de hacendados, martilleros, profesionales y comerciantes. Varios apellidos de casada de la comisión directiva coinciden con lo de la carta en la que se declaraban “amigos de Verdura”, el mismo que hoy está a punto de ser juzgado.
Colaboraron: Pablo Waisberg, Juan Carrá y Victoria Ennis