Por Aram Aharonian
NODAL, 10 mayo, 2019
NODAL, 10 mayo, 2019
¿Se terminó la privacidad?: Los algoritmos de inteligencia artificial, además de manipular los perfiles de los cibernautas y facilitar fraudes electorales, podrán analizar microexpresiones de transeúntes con la excusa de anticipar eventuales situaciones delictivas, para preocupación de millones de inocentes.
Toda esta realidad, hace necesario analizar las estrategias de control social basadas en el ciberespionaje, la bigdata, los llamados fake news, la publicitada posverdad y las eternas campañas sucias.
Fraude electoral
El especialista informático argentino Ariel Garbarz confirmó ante el Ministerio Público argentino la denuncia sobre la posibilidad real de que en las próximas elecciones presidenciales y legislativas de octubre se concrete un fraude electrónico y denunció que el software adquirido por el Ministerio del Interior a la empresa trasnacional Smartmatic, denominada Election-360, facilita las posibilidades de manipulación y fraude.
El Election-360, denunciado por fraude en distintos países donde se utilizó, es un software cerrado y propietario, lo que significa que los fiscales informáticos asignados a los comicios no podrán auditarlo ya que sus códigos fuentes son secretos. Los programas o software utilizados deben ser transparentes a los efectos de que puedan ser auditados por especialistas locales e internacionales que usualmente asisten a este fin y en este caso será imposible realizar.
Los medios hegemónicos insisten en que Smartmatic es una empresa venezolana y que gracias a ella los gobiernos chavistas han logrado sumar sucesivas victorias desde 1999. Pero la realidad es que no operan en Venezuela y que el mandamás de la empresa es Lord Mark Malloch-Brown, presidente del Grupo Empresarial SGO, con el que se asoció Smartmatic en noviembre del 2014.
Este lord inglés ha sido “vicepresidente de los fondos de inversión del especulador, promotor de revoluciones de colores y controlador de la izquierda George Soros, así como de su Open Society Institute (Instituto Sociedad Abierta), vicepresidente del Banco Mundial y el principal socio internacional en Sawyer Miller, una firma de consultoría política”, según la página oficial de Smartmatic.
A las dudas que genera el sistema de voto electrónico de Smartmatic respecto de la violación del secreto y la posible adulteración de resultados, se suman los riesgos del sistema de identificación biométrica por huellas digitales de la misma empresa. El registro de cada votante es informado en tiempo real a un centro de cómputos: así el gobierno podría disponer de dicha información para optimizar el manejo de su sistema clientelar, incluso decidiendo en qué establecimientos prolongar la votación si fuese necesario.
Las cámaras de vigilancia
Las empresas tecnológicas trasnacionales trabajan en inteligencia artificial para, a través de análisis de imágenes de cámaras de vigilancia con algoritmos, poner la data recopilada al servicio de la seguridad y supuestamente la detección de delitos, lo que habitualmente se traduce en menos derechos ciudadanos y más represión.
Según los expertos, el lenguaje no verbal indica si el ciudadano captado por las cámaras está nervioso o si da muestras de agresividad. Fruncir el ceño, apretar los dientes o los puños son algunas de las indicaciones. Y crean algoritmos para analizar y aislar ese tipo de patrones por medio de sistemas de inteligencia artificial, señala Imnovation-hub.com.
Tanto Chile como Argentina adelantan la implementación del sistema de reconocimiento facial con inteligencia artificial (IA) supuestamente para detectar a personas con pedido de captura, pero el potencial de esta tecnología vulnerará la privacidad de millones de ciudadanos inocentes y la falta de controles. Medida muy controversial en términos de seguridad democrática y más cercanas a la demagogia y el efectismo.
Anteriormente, Argentina anunció la compra de globos aerostáticos de vigilancia con cámaras con capacidad de grabar en 360 grados, visión diurna y nocturna, video en tiempo real y capacidad de identificar y seguir objetivos por kilómetros. Fundamentalmente para uso en eventos masivos, desde manifestaciones políticas a partidos de fútbol.
Quedan muchas interrogantes: ¿Cómo es el tratamiento de las imágenes grabadas en espacios privados, quiénes operan las imágenes, cómo son los procesos de custodia y guarda y cuál el tiempo de conservación de las mismas? Lo cierto es que ningún protocolo es estudiado, y ningún debate acerca de la protección de datos personales explicitado.
El laboratorio israelí Cortica, especializado en inteligencia artificial autónoma, basa su software en patrones de aprendizaje neuronales detectados en el cerebro de los ratones y traducidos a fórmulas matemáticas. De este modo, sus sistemas son capaces de aprender y predecir eventos futuros a partir de los datos recabados.
Desarrolló un software de análisis de imágenes de cámaras de seguridad para detectar movimientos y conductas asociados a crímenes violentos o hurtos. La herramienta es lo suficientemente poderosa para analizar terabytes de información y va afinando sus capacidades a medida que procesa todos estos datos. Su capacidad de anticipar delitos se basa en las llamadas “microexpresiones”, que delatan al supuesto criminal.
Análisis de redes sociales
El análisis de las imágenes de cámaras CCTV es solo unas de las muchas aplicaciones de la IA aplicada a la seguridad ciudadana. El Departamento de Justicia estadounidense financió un programa de la Universidad de Cardiff para el desarrollo de un software de análisis de redes sociales para detectar zonas donde pueden producirse incidentes.
La mecánica se basa en el análisis de Twitter y los estallidos de violencia verbal y datos de crímenes de odio de la policía de Los Ángeles para contrastarlos con las situaciones de violencia desatadas en la ciudad. Posteriormente, un algoritmo será capaz de aprender de las correlaciones pasadas para predecir las futuras y así destinar recursos a cubrir áreas potencialmente peligrosas.
Por internet y las llamadas redes sociales, la mentira se esparce rápidamente, imponiendo imaginarios colectivos de una realidad virtual, y resulta que las grandes corporaciones, como Google o Facebook, sin transparencia alguna ni criterio legal o control ciudadano, buscan imponer su censura. Google se arroga la potestad sobre qué se puede encontrar en Internet, y para ello ha cambiado sus algoritmos, invisibilizando medios, censurando fotografías o videos.
Las grandes corporaciones trasnacionales de la comunicación y la información (Google, Microsoft, Facebook y Amazon) exigen el acceso a todos los datos (que luego manipulan o venden a terceros, sean éstos países u otras empresas). Los países en desarrollo siempre reivindicaron que toda inversión tecnológica incluya transferencias para desarrollar capacidad propia, pero las grandes corporaciones se niegan.
A la vez que rechazan toda obligación de almacenamiento local de datos o la apertura del código fuente de los programas y los algoritmos. Saber cómo funcionan es fundamental para poder explicar sus resultados.
Estamos en el medio de una guerra de cuarta-quinta generación, donde la imposición de imaginarios colectivos se cimenta en bombardeos a las percepciones y el sistema neuronal de los ciudadanos, utilizando para ello la inteligencia artificial, el bigdata, las llamadas redes digitales. Y donde, a través de análisis de imágenes de cámaras de vigilancia con algoritmos, la data recopilada al servicio de la seguridad y supuestamente la detección de delitos, significa la pérdida definitiva de la privacidad del individuo.
Sin una internet ciudadana, que garantice neutralidad y soberanía ciudadana, que pueda controlar la manipulación monopolizada por las megaempresas, el control social gestionado por las grandes corporaciones trasnacionales de la comunicación y la información en alianza con unos pocos estados (en especial EEUU, Gran Bretaña e Israel) seguirá promoviendo sociedades vigiladas, a través del ciberespionaje, los llamados fake news, los fraudes electorales, los datos biométricos.
* Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www.estrategia.la)
Toda esta realidad, hace necesario analizar las estrategias de control social basadas en el ciberespionaje, la bigdata, los llamados fake news, la publicitada posverdad y las eternas campañas sucias.
Fraude electoral
El especialista informático argentino Ariel Garbarz confirmó ante el Ministerio Público argentino la denuncia sobre la posibilidad real de que en las próximas elecciones presidenciales y legislativas de octubre se concrete un fraude electrónico y denunció que el software adquirido por el Ministerio del Interior a la empresa trasnacional Smartmatic, denominada Election-360, facilita las posibilidades de manipulación y fraude.
El Election-360, denunciado por fraude en distintos países donde se utilizó, es un software cerrado y propietario, lo que significa que los fiscales informáticos asignados a los comicios no podrán auditarlo ya que sus códigos fuentes son secretos. Los programas o software utilizados deben ser transparentes a los efectos de que puedan ser auditados por especialistas locales e internacionales que usualmente asisten a este fin y en este caso será imposible realizar.
Los medios hegemónicos insisten en que Smartmatic es una empresa venezolana y que gracias a ella los gobiernos chavistas han logrado sumar sucesivas victorias desde 1999. Pero la realidad es que no operan en Venezuela y que el mandamás de la empresa es Lord Mark Malloch-Brown, presidente del Grupo Empresarial SGO, con el que se asoció Smartmatic en noviembre del 2014.
Este lord inglés ha sido “vicepresidente de los fondos de inversión del especulador, promotor de revoluciones de colores y controlador de la izquierda George Soros, así como de su Open Society Institute (Instituto Sociedad Abierta), vicepresidente del Banco Mundial y el principal socio internacional en Sawyer Miller, una firma de consultoría política”, según la página oficial de Smartmatic.
A las dudas que genera el sistema de voto electrónico de Smartmatic respecto de la violación del secreto y la posible adulteración de resultados, se suman los riesgos del sistema de identificación biométrica por huellas digitales de la misma empresa. El registro de cada votante es informado en tiempo real a un centro de cómputos: así el gobierno podría disponer de dicha información para optimizar el manejo de su sistema clientelar, incluso decidiendo en qué establecimientos prolongar la votación si fuese necesario.
Las cámaras de vigilancia
Las empresas tecnológicas trasnacionales trabajan en inteligencia artificial para, a través de análisis de imágenes de cámaras de vigilancia con algoritmos, poner la data recopilada al servicio de la seguridad y supuestamente la detección de delitos, lo que habitualmente se traduce en menos derechos ciudadanos y más represión.
Según los expertos, el lenguaje no verbal indica si el ciudadano captado por las cámaras está nervioso o si da muestras de agresividad. Fruncir el ceño, apretar los dientes o los puños son algunas de las indicaciones. Y crean algoritmos para analizar y aislar ese tipo de patrones por medio de sistemas de inteligencia artificial, señala Imnovation-hub.com.
Tanto Chile como Argentina adelantan la implementación del sistema de reconocimiento facial con inteligencia artificial (IA) supuestamente para detectar a personas con pedido de captura, pero el potencial de esta tecnología vulnerará la privacidad de millones de ciudadanos inocentes y la falta de controles. Medida muy controversial en términos de seguridad democrática y más cercanas a la demagogia y el efectismo.
Anteriormente, Argentina anunció la compra de globos aerostáticos de vigilancia con cámaras con capacidad de grabar en 360 grados, visión diurna y nocturna, video en tiempo real y capacidad de identificar y seguir objetivos por kilómetros. Fundamentalmente para uso en eventos masivos, desde manifestaciones políticas a partidos de fútbol.
Quedan muchas interrogantes: ¿Cómo es el tratamiento de las imágenes grabadas en espacios privados, quiénes operan las imágenes, cómo son los procesos de custodia y guarda y cuál el tiempo de conservación de las mismas? Lo cierto es que ningún protocolo es estudiado, y ningún debate acerca de la protección de datos personales explicitado.
El laboratorio israelí Cortica, especializado en inteligencia artificial autónoma, basa su software en patrones de aprendizaje neuronales detectados en el cerebro de los ratones y traducidos a fórmulas matemáticas. De este modo, sus sistemas son capaces de aprender y predecir eventos futuros a partir de los datos recabados.
Desarrolló un software de análisis de imágenes de cámaras de seguridad para detectar movimientos y conductas asociados a crímenes violentos o hurtos. La herramienta es lo suficientemente poderosa para analizar terabytes de información y va afinando sus capacidades a medida que procesa todos estos datos. Su capacidad de anticipar delitos se basa en las llamadas “microexpresiones”, que delatan al supuesto criminal.
Análisis de redes sociales
El análisis de las imágenes de cámaras CCTV es solo unas de las muchas aplicaciones de la IA aplicada a la seguridad ciudadana. El Departamento de Justicia estadounidense financió un programa de la Universidad de Cardiff para el desarrollo de un software de análisis de redes sociales para detectar zonas donde pueden producirse incidentes.
La mecánica se basa en el análisis de Twitter y los estallidos de violencia verbal y datos de crímenes de odio de la policía de Los Ángeles para contrastarlos con las situaciones de violencia desatadas en la ciudad. Posteriormente, un algoritmo será capaz de aprender de las correlaciones pasadas para predecir las futuras y así destinar recursos a cubrir áreas potencialmente peligrosas.
Por internet y las llamadas redes sociales, la mentira se esparce rápidamente, imponiendo imaginarios colectivos de una realidad virtual, y resulta que las grandes corporaciones, como Google o Facebook, sin transparencia alguna ni criterio legal o control ciudadano, buscan imponer su censura. Google se arroga la potestad sobre qué se puede encontrar en Internet, y para ello ha cambiado sus algoritmos, invisibilizando medios, censurando fotografías o videos.
Las grandes corporaciones trasnacionales de la comunicación y la información (Google, Microsoft, Facebook y Amazon) exigen el acceso a todos los datos (que luego manipulan o venden a terceros, sean éstos países u otras empresas). Los países en desarrollo siempre reivindicaron que toda inversión tecnológica incluya transferencias para desarrollar capacidad propia, pero las grandes corporaciones se niegan.
A la vez que rechazan toda obligación de almacenamiento local de datos o la apertura del código fuente de los programas y los algoritmos. Saber cómo funcionan es fundamental para poder explicar sus resultados.
Estamos en el medio de una guerra de cuarta-quinta generación, donde la imposición de imaginarios colectivos se cimenta en bombardeos a las percepciones y el sistema neuronal de los ciudadanos, utilizando para ello la inteligencia artificial, el bigdata, las llamadas redes digitales. Y donde, a través de análisis de imágenes de cámaras de vigilancia con algoritmos, la data recopilada al servicio de la seguridad y supuestamente la detección de delitos, significa la pérdida definitiva de la privacidad del individuo.
Sin una internet ciudadana, que garantice neutralidad y soberanía ciudadana, que pueda controlar la manipulación monopolizada por las megaempresas, el control social gestionado por las grandes corporaciones trasnacionales de la comunicación y la información en alianza con unos pocos estados (en especial EEUU, Gran Bretaña e Israel) seguirá promoviendo sociedades vigiladas, a través del ciberespionaje, los llamados fake news, los fraudes electorales, los datos biométricos.
* Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE,www.estrategia.la)