23 dic 2023

TODOS UNIDOS SAQUEAREMOS

Entre el síndrome de Estocolmo (y el de Milei), la represión y los cacerolazos

Álvaro Verzi Rangel

On Dic 22, 2023





Pese a la prometida represión, decenas de miles de personas salieron con cacerolas a las calles de las principales ciudades de Argentina para protestar contra el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), que deroga o modifica más de 300 normativas que desregularán la economía del país y sumirán en la miseria a las grandes mayorías.

El silencio de las calles fue interrumpido por los cacerolazos y el mismo grito de diciembre de 2001, cuando el estallido social terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa: “¡La patria no se vende!, ¡Que se vayan todos!”.

Y es que, por más que desde los primeros momentos de su mandato debió desistir de dos de sus promesas más disparatadas –la dolarización y el cierre del Banco Central–, es claro que el gobierno de Milei está sembrando un desbarajuste político, económico y social muchísimo más grave que el que enfrentó su antecesor Alberto Fernández, quien heredó la crisis provocada por el presidente anterior, el neoliberal Mauricio Macri, hoy socio político de Milei.

Se trata de la demolición del Estado y de las instituciones puesta en práctica desde la Presidencia, y según Milei, quienes se oponen a ello, padecen el Síndrome de Estocolmo. Muchos de ellos sienten que hoy no es necesario sentir nostalgia por el kirchnerismo para percibir que Milei está conduciendo el país al despeñadero.

¿La Patria no se vende?

Las protestas callejeras, pacíficas aunque efectuadas bajo un impresionante acoso policial, fueron la primera respuesta al proyecto ultraderechista, que a espaldas del poder Legislativo impone una serie de medidas que liquida prácticamente todos los elementos con sentido social de la legislación argentina, elimina los derechos laborales, da paso a la privatización de los principales bienes públicos, empezando por Yacimientos Petrolíferos Argentinos (YPF) y Aerolíneas Argentinas.

Asimismo estimula la conversión generalizada de organizaciones no lucrativas en sociedades anónimas: incluso entregar a los grupos empresariales los clubes de fútbol, hoy fortaleza de sus socios. En síntesis, fomenta la más pura ley de la selva, que amenaza con destruir la convivencia, la paz y la gobernabilidad en Argentina, en favor de los negociados de las grandes empresas y fondos de inversión.




Los apoyos a su campaña se van pagando, y lo demuestra el guiño de Milei a Starlink, que cambia el panorama de la internet satelital en el país. “»la provisión de facilidades de los sistemas satelitales de comunicaciones será libre», señala el DNU. La empresa del multimillonario Elon Musk tiene en sus planes comenzar a brindar sus servicios en la Argentina en los próximos meses. El nuevo decreto facilitará su llegada.



El síndrome de Estocolmo

El ultraderechista presidente señaló que quienes se movilizan contra sus medidas sufren del síndrome de Estocolmo y están abrazados y enamorados del modelo que los empobrece.”Hay gente que mira con nostalgia, amor y cariño al comunismo”, añadió. Este síndrome supone una respuesta mental y emocional “en la que un cautivo (por ejemplo, un rehén) muestra aparente lealtad e incluso afecto hacia el secuestrador.

Demasiada imaginación y manipulación de los sesentistas libretistas del discurso oficial: nadie puede creer que la (pésima) administración de Alberto Fernández pueda entrar en la clasificación de socialismo, fascismo, comunismo.

La gravísima crisis…aún no llegó



Estamos ante la versión radicalizada de toda una retahíla de ajustes liberales previos. Sólo es nueva la velocidad de su aplicación. Se trata de programas duros amparados conceptualmente en la “gravísima crisis” recibida por sus impulsores y en la debilidad argumental del peronismo para refutar esos diagnósticos feroces, señala Gabriel Fernández.

La novedad radica en que por primera vez, debido al panorama internacional, la Argentina realmente corre el riesgo de fragmentarse sin contar con la opción de reconstrucción que por lo habitual siguió a cada embestida de la derecha. La aplicación firme de lo anunciado derivará en la privatización y extranjerización del Sur patagónico y de los recursos y empresas más valiosas del mismo, en el marco de un Estado central ultradebilitado y sin capacidad de intervención en ningún rubro.

Así se corre el riesgo al establecimiento de satrapías o miniestados -todos agitando falsas banderas federales-,un paso más corto de lo que puede suponerse hacia la disgregación. Ese es el espíritu de las primeras medidas anunciadas y, por lo visto, de las que vendrán, añade el director de Radio Gráfica.


Milei busca una ruptura con la manera de hacer las cosas de siempre, para seguir haciéndolas, pero rompiendo cristales. Donald Trump, Jair Bolsonaro y ahora Javier Milei, en esta parte del mundo, son resultados exitosos de esa estrategia de ventas. Hay que tener en cuenta que esta estrategia fue (y es) potenciada por un progresismo, aún más timorato y dubitativo que la socialdemocracia, que se mira al espejo y se ve como equilibrada y, por ende no hace nada comprometedor.

Irracionalismo y política

¿Por qué soportan los hombres desde siglos la explotación, la humillación, la esclavitud, hasta el punto de quererlas no solo para los demás, sino también para sí mismos..?, me preguntan. No tengo respuesta.

El gobernador de Buenos Aires, el peronista Axel Kicillof, aseveró que “a espaldas de la división de poderes anuncia un decreto que, sin necesidad ni urgencia, plantea privatizar todo, desregular todo, destruir derechos de los trabajadores, arrasar con sectores completos de la producción, rifar los clubes de fútbol y el patrimonio de los argentinos”.

¿Puede hablarse ya de una pandemia de salud mental colectiva como componente del doloroso ascenso del irracionalismo en la esfera política..? Hay quienes hablan de siete mil años vividos entre las máscaras de la ideología y sus tutelajes sobre las sociedades. Otros, de la aplicación del llamado pensamiento disruptivo, una estrategia surgida del mundo empresarial con el objetivo de darle un nuevo impulso a la competencia capitalista.



“Para los ultraderechistas neo-neoliberales, el mundo es plano.No hay clases sociales, no hay naciones hegemónicas, no hay imperios ni hay parásitos opresores. Todo lo que pasa en un país, sobre todo en un país de la periferia, es simple y pura responsabilidad de los zurdos resentidos”, señala Jorge Majfud.

Los gobiernos hacen una diferencia, pero solos no deciden su propio contexto, como puede hacerlo un país capitalista del centro, un país imperial. O llamémoslo hegemónico, si la palabra imperio puede herir sensibilidades.

El Observatorio del Derecho a la Ciudad hizo la primera presentación judicial contra el DNU por considerar que es inconstitucional y es un ejercicio de facultades extraordinarias equivalentes a la suma de todo el poder público.

La demanda, que respaldaron la Central de Trabajadores Autónoma y la Asociación Trabajadores del Estado, tiene por objetivo que se dicte una medida cautelar que suspenda los efectos del decreto que todavía no entró en vigencia, y que finalmente se declare la inconstitucionalidad del texto que el jueves se publicó en el Boletín Oficial.


Además de las trabas que podría encontrar Milei en el Parlamento para aprobar el paquete de recortes, la normativa también podría ser rechazada por la justicia. Expertos aclararon que los cambios deberían realizarse mediante leyes aprobadas por el Congreso y no por decretos.

La “experiencia” Milei preocupa a Latinoamérica toda. Un editorial del diario mexicano La Jornada señala que “la desaforada fobia del mandatario argentino a todo lo que tenga que ver con interés público, bien común y sentido social, aunada a ese abuso sistemático de la hipérbole, el oxímoron y la mentira a secas, bien podría calificarse de síndrome de Milei, un padecimiento mucho más agudo y peligroso que la simple demagogia”.

*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)