Alberto Rodríguez García
5 mar 2021
Y entonces llegó Biden. El justiciero, el bonachón, ese señor de la guerra que apoyó destruir a Yugoslavia, invadir Irak y bombardear Libia, ahora reconvertido en una especie de ser de luz venido al mundo para repartir paz, sonrisas y cosas bonitas. O al menos eso nos quiere hacer creer la propaganda demócrata; una propaganda destinada a un público con una mentalidad tan infantil, un nivel intelectual tan paupérrimo, que Barrio Sésamo les parecería una reunión de ingenieros planificando viajar a Marte.