PABLO RUIZ
Las protestas comenzaron en 1990 con un ayuno frente al regimiento militar y donde participaron unas diez personas lideradas por el sacerdote Roy Bourgeois quien comprendió el vínculo directo entre el entrenamiento que reciben los militares latinoamericanos en la Escuela de las Américas del Ejército de EEUU y los miles de asesinatos, desapariciones y torturas que han sucedido.
Hoy son miles los que llegan a la protesta y se congregan en el frontis de la academia militar para demandar su cierre definitivo como el cambio de la política exterior estadounidense.
Conversamos con María Luisa Rosal, de SOA Watch, el Observatorio de la Escuela de las Américas.
– ¿En que contexto se realizarán las protestas contra la Escuela de las Américas este año?
-Este año se cumple el 25 aniversario de la masacre de la Universidad Centroamericana, la UCA, en El Salvador, y nos vamos a reunir nuevamente para denunciar a la Escuela de las Américas. Vamos a recordar el martirio de los padres jesuitas y también de Elba y Celina Ramos quienes trabajaban con ellos. En este 25 aniversario, queremos seguir articulando y profundizando las luchas, haciendo las conexiones con otras luchas importantes, que se están dando contra el militarismo. Situamos a la Escuela de las Américas en un marco mucho más grande que es el militarismo. Queremos seguir haciendo esas conexiones no sólo para denunciar a la escuela y la práctica sistemática de violaciones a los derechos humanos que generaron en todo el continente, exigir su cierre y al mismo tiempo exigir un cambio en la política exterior de EEUU hacia América latina. Dentro de las mismas comunidades de acá, se ha estado viendo en los últimos años, hay represión y criminalización de la protesta social y la militarización en las comunidades.
– Las autoridades intentaron limitar este año la protesta…
-No es la primera vez que han intentado impedir la realización de esta convergencia. Ya sería como la tercera o cuarta vez que tratan de impedir esta movilización que es un derecho constitucional. Derecho contemplado por la misma Constitución a la protesta, a la libertad de expresión. Intentaron quitarnos este derecho. Querían limitarnos a tener solamente 200 personas en un espacio determinado lo que es prácticamente imposible dado que nuestro movimiento viene siendo una de las convergencias y uno de los movimientos antimilitaristas más grandes en EEUU que desborda el número de 200 personas. Por ejemplo, el 2006 llegamos a ser más de 20.000 personas. Entonces estaban pidiendo algo que es imposible y que no se puede limitar ya que tenemos ese derecho constitucional.
– ¿Cómo lograron revertir esa decisión?
-Tras una campaña que lanzamos, para buscar apoyo, logramos entregar una carta a la policía de Columbus con más de 7000 firmas de ciudadanos estadounidenses, además, más de 85 firmas de organizaciones de EEUU y una carta de nuestros aliados de América latina, incluyendo la firma del Premio Nobel de la paz, Adolfo Pérez Esquivel. A esto debemos agregar el apoyo de 12 congresistas de EEUU. Entonces todo este esfuerzo se va sumando y lleva mucho peso. La policía y los oficiales de la ciudad de Columbus finalmente decidieron retroceder en su postura porque en realidad sabían que lo que estaban haciendo no era ni justo ni legal. Entonces, a partir de allí, pudimos continuar con la organización de la vigilia. Fue una victoria para el movimiento, pero también demuestra las capacidades organizativas de las organizaciones de base, se debe reconocer en esto que la gente cuenta. Cuando las voces se van sumando se puede lograr cambios importantes, entonces hay que rescatar eso.
– ¿Tienes tú razones personales para estar protestando contra la Escuela de las Américas?
-Cada persona tiene un por qué. En mi caso, hicieron desaparecer a mi padre el 12 de agosto de 1983 y esa fecha nunca se olvida. Yo sólo tenía 8 meses, pero es algo que forma parte de la memoria histórica de mi familia y de la memoria colectiva de tantos familiares que en el caso de Guatemala cuenta con más de 50 mil desaparecidos. Me mueve, me conmueve, tener presencia ahí para unir mi voz a otras voces que están clamando por justicia, que están denunciando desde su espacio. Entonces, para mí, sí es muy importante recordar, compartir y denunciar. Tengo la posibilidad de usar mi voz. Siempre digo que como ciudadana guatemalteca y ciudadana estadounidense me tienen que aguantar, tanto allá como acá, porque tengo derechos y los voy a ejercer.
– ¿Qué significado tiene para ti decir los nombres de tantos hermanos y hermanas asesinados en toda América Latina?
-En lo personal creo que decir sus nombres le da ese lado humano a la protesta. Es difícil ver eso cuando uno sólo nombra las cifras. Al decir los nombres eso también da cuenta de la magnitud del horror. Nombrar los nombres, con apellidos, con sus edades, con los rostros de esa realidad, al tener las cruces con los nombres, uno puede ir visualizando. Imagínate que haya miles de personas frente a la base y cada una llevando una cruz con un nombre. Sin embargo, esas cruces no alcanzan a dar cuenta de todas las personas que han sido asesinadas.
Entonces encuentro que decir los nombres en una forma de acercarnos a esa realidad y también tenerlos presentes. Cada vez que decimos sus nombres, decimos presente y eso es algo simbólico y muy representativo de las luchas que se dan en América latina.
– Nos puedes contar qué actividades tienen contempladas durante los días de protesta en Fort Benning…
-Arrancamos el viernes 21 de noviembre con talleres, con foros. Este año habrán muchos talleres y foros, conversaciones sobre Colombia, que es el país que sigue enviando más soldados a la Escuela de las Américas. También se realizaran muchos otros sobre México. No solamente por la desaparición de los 43 estudiantes, sino también sobre la guerra contra las drogas, la política de EEUU, los tratados neoliberales, los tratados de libre comercio. Entonces va a haber muchos talleres, cerca de 50 talleres este año, tratando otros temas como la lucha por la tierra, contra las hidroeléctricas, contra la explotación de los recursos naturales, la lucha de los movimientos sociales, las luchas campesinas, también las luchas de acá en los mismos EEUU contra el racismo, contra la militarización de la policía.
También está contemplada una plenaria de bienvenida el viernes por la noche acompañada por un concierto. Este año contamos con la presencia de una compañera hondureña, Carla Lara, y también un grupo de rock maya, que se llama Sobrevivencia y también de un grupo de hip-hop llamado Olmecas que vienen de Los Ángeles. Entonces, hay muchos artistas que también son parte importante para el movimiento y el arte en si como una manifestación de afirmación a la vida y a la resistencia.
El sábado 22 de noviembre, vamos a tener la octava vigilia en “Stewart” que queda al sur de la base militar de Fort Benning. Es el centro de detención de inmigrantes más grande de EEUU. Ahí hay alrededor de 1800 inmigrantes detenidos. En realidad, no es un centro, es una prisión porque no hay mucha diferencia entre un centro de detención de inmigrantes y una prisión. Es un centro de lucro, es privado, y con todas las violaciones a los derechos humanos que esto pueda representar para las personas detenidas ahí.
Estamos en solidaridad con las familias que tienen familiares detenidos, que están esperando un proceso de deportación. Cada año se reportan más de 400 mil inmigrantes. Entonces tenemos esta vigilia para denunciar estas prácticas de exclusión y criminalización al inmigrante.
El sábado también, vamos hacer un plantón, una manifestación, una afirmación a la vida, frente a la base, con un concierto. Vamos a tener a personas de toda América Latina ahí para hablar, incluyendo a jóvenes que participaron en el encuentro en Venezuela, en julio pasado, incluyendo también a jóvenes de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Colombia, México y de acá de los EEUU.
El domingo 23 de noviembre se realizará la convergencia más simbólica que vamos a tener. Un espacio para conmemorar a los mártires y aquellas personas que han sido desaparecidas, torturadas, asesinadas, masacradas por egresados de la Escuela de las Américas. Vamos a tener un cortejo fúnebre para recordar y también para decir los nombres de esos ausentes presentes frente a la base que es donde se entrenan estos asesinos. No por nada seguimos diciendo que aunque haya cambiado de nombre sigue siendo para muchos la escuela de asesinos, la escuela de golpes de Estado, de dictaduras. Y este año la lista sigue creciendo, seguimos agregando nombres porque sabemos que aunque hayan cambiado el nombre y hayan clasificado los nombres de los egresados, las violaciones a los derechos continúan, en países como México, Colombia, Guatemala, Honduras, etc.
– A 24 años de las protestas contra la Escuela de las Américas ¿Crees que sigue valiendo la pena estas manifestaciones?
-Definitivamente sí. Hay mucha gente que cuestiona esto diciendo: “bueno, son más de 200 centros de entrenamiento en EEUU para soldados, no solamente de América Latina, sino de todo del mundo. ¿Qué impacto puede tener el cierre de una de estas instituciones?”. Agreguemos a eso, que ya hay escuelas como la Escuela de las Américas en países como Colombia. Cuando hablamos sobre el efecto multiplicador hablamos de esas nuevas escuelas que existen.
Para mi sería una victoria muy grande el cierre de la Escuela de las Américas. Una victoria simbólica, pero a partir de esto debemos ir cambiando, profundizando, luchando por una cultura de paz y no una cultura donde predomine la militarización. Una cultura de paz acompañada de justicia. Entonces simbólicamente importa porque todavía la Escuela de las Américas es la institución más emblemática para América Latina de la política de EEUU hacia la región. No es por nada que no han querido cerrar esa escuela, sigue existiendo. Hasta le cambiaron el nombre para limpiar la imagen que tiene pero no han podido hacerlo y nosotros nos hemos encargado de que no se olvide que sigue siendo la misma institución, que no respeta el estado de derecho, no respeta la vigencia de los derechos humanos, la soberanía.
En concreto, hay que cerrar la Escuela de las Américas y hay que seguir luchando. El día que se cierre esta escuela se va a poner más duro el trabajo porque ahí tenemos que ir cerrando otras escuelas semejantes a la Escuela de las Américas en todo el continente.
Parar la impunidad
– En enero del 2015 se retoma el juicio a Ríos Montt en Guatemala. ¿Qué opinión tienes de este caso?
-La sentencia que se dio en mayo del 2013 pasado fue muy importante para la memoria histórica de Guatemala porque, más allá de la sentencia, rompe con un silencio muy grande, muy fuerte. En Guatemala se maneja mucho el miedo. Entonces muchas personas fueron a declarar las violaciones que habían sufrido por primera vez y esto fue muy importante para cambiar el discurso oficial que niega que hubo genocidio en Guatemala.
De hecho uno de los primeros actos que hizo Otto Pérez Molina, el actual Presidente de Guatemala, que también es egresado de la Escuela de las Américas, y quien fue una de las personas que supervisaron las campañas de “tierra arrasada”, fue decir que en Guatemala no hubo genocidio.
Entonces que hayan anulado la sentencia para las personas que sufrieron las violaciones, que en realidad fue en todo el país, no se puede revertir esta sentencia. Sin embargo, en el ámbito legal es importante que se de este proceso con todas las complicaciones que esto implica y reiniciar este caso. No sólo para hacerle frente a las personas que niegan que hubo genocidio, sino también para hacer una contra memoria, para hacerle frente a la impunidad que existe en Guatemala y en Guatemala existe mucha impunidad. Según las cifras es de un 98%. Vale decir, de 100 casos se resuelven 2. Entonces, es muy importante. No solamente ese caso, sino también otros casos que son igualmente importantes
– Finalmente, ¿Crees que hay condiciones en este nuevo juicio para que se condene a Ríos Montt?
-Yo creo que sí. Creo que la sociedad poco a poco está abriendo esa oportunidad, de tener esas conversaciones. Yo creo que el acceso a la justicia en Guatemala es muy complicado, es muy difícil, pero sí, yo creo que sí, y aunque no hubieran las condiciones son cosas que se tienen que dar y como muchos otros casos ante la denegación de la justicia en Guatemala se tiene que seguir luchando y buscando cómo judicializar los casos; ya sea en un ámbito regional como sería llevar este caso a la Comisión Interamericana o a la Corte.