HABLA RICARDO RAVELO, AUTOR MEXICANO DE EJECUCIONES DE PERIODISTAS: LOS EXPEDIENTES
“El Chapo estaba financieramente libre”
El autor toma nueve casos de periodistas asesinados y desde allí desenvuelve la madeja de la complicidad entre el crimen organizado y el poder político en México. Las conexiones entre ambos son múltiples y la prensa paga un alto tributo.
“A los periodistas los está matando el crimen organizado,” asegura Ravelo.
Por Eduardo Febbro
Desde Ciudad de México
Hay profesiones que matan. La del periodismo es una de ellas y México es el país más peligroso para ejercerlo. A lo largo de 2015, unos 14 periodistas fueron asesinados en México. Sin embargo, no se trata únicamente de crímenes contra la libertad de expresión sino de algo a la vez mucho más complejo y oscuro: detrás de la mayoría de esos asesinatos se mueve una trama de complicidades entre el poder político y el crimen organizado. Esa es justamente la llaga donde el investigador mexicano Ricardo Ravelo ha puesto sus manos en el último libro que acaba de publicar: Ejecuciones de periodistas: Los expedientes (Editorial Debate). El autor toma nueve casos de periodistas asesinados y desde allí desenvuelve la madeja de la complicidad entre el crimen organizado y el poder político en México. Las conexiones entre ambos son múltiples y la prensa paga un ato tributo.
Pocos investigadores han trabajado e investigado el mundo del narcotráfico y la violencia en México como Ricardo Ravelo. Este autor y periodista mexicano tiene una trayectoria poco común. Dirige la revista Variopinto y ha publicado media docena de libros donde investigó la violencia y al crimen organizado: Narcomex. Historia e historias de una guerra (Editorial Debate, 2012), Los capos. Las narco-rutas de México (Plaza/Jánes, 2005), Los narcoabogados (Editorial Grijalbo, 2006), Crónicas de sangre. Cinco historias de Los Zetas. Herencia maldita (Random House Mondadori), El reto de Calderón y el nuevo mapa del narcotráfico (Grijalbo, 2000), Osiel. Vida y tragedia de un capo (Grijalbo, 2008). En 2012, Ravelo fue galardonado en Gijón con el Premio Rodolfo Walsh por el extraordinario trabajo periodístico que desplegó en su libro Narcomex: Historia e Historias de una Guerra. Nunca está lejos de las investigaciones duras y comprometidas. En este momento donde las aguas aguas profundas del narcotráfico están revueltas, su voz resulta clave para entender tanto los procesos internos del crimen organizado como los políticos. El momento es especial. Un hecho inédito vino a poner un término más que simbólico al poderío del narcotraficante y jefe del Cartel de Sinaloa, El Chapo Guzmán. El bastión del hoy arrestado Chapo Guzmán en Sinaloa, situado en las localidades de La Palma, Arroyo Seco y la Tuna –estas tres localidades que forman parte del Municipio de Badiraguato– fueron atacados por unos 150 hombres armados que, según distintas versiones, hasta saquearon la casa de la madre de El Chapo Guzmán, Consuelo Loera. Fuentes periodísticas aseguran también que la madre de El Chapo abandonó La Tuna a bordo de un avión con destino desconocido. Algunos analistas interpretan esta incursión como un signo de descomposición interna del Cartel de Sinaloa, otros, en cambio, ponen de relieve que El Chapo Guzmán está hoy fuera de juego
En esta entrevista con Página/12, con su estilo a la vez agudo y humano, Ricardo Ravelo analiza el ya incierto destino de El Chapo Guzmán, revela las implicaciones entre los distintos poderes que conducen a los crímenes contra la prensa al tiempo que desmonta las múltiples formas en que trabaja el crimen organizado, la guerra perdida de antemano contra el crimen organizado y la siempre ambivalente posición de Estados Unidos en esa guerra donde es más un controlador que un adversario.
–En México, el trabajo de periodista es un espanto. Mueren asesinados cada año sin que los criminales sean hallados. En su libro, sin embargo, usted demuestra ciertas irregularidades. La prensa no siempre es inocente, aunque no se sepa muy bien el por qué de su implicación con el crimen organizado.
–Se trata de un fenómeno único en el mundo, sobre todo en el Estado de Veracruz. Por eso me dediqué a indagar qué estaba pasando en Veracruz y me di cuenta de que es un fenómeno que se está multiplicando en todo el país. A los periodistas los está matando el crimen organizado. Algunos casos tienen que ver con el trabajo periodístico. Han sido como consecuencia de lo que han publicado sobre las vinculaciones de los políticos con el crimen organizado, vinculaciones de policías con él narcotráfico. Pero también hay un fenómeno que llama mucho la atención: es el de la corrupción periodística. En muchos casos estamos hablando de periodistas que han estado al servicio del crimen organizado y que, cuando un nuevo grupo del crimen organizado llega a disputar la plaza, se enteran de que muchos periodistas tienen relación con el grupo que está afincado en ese territorio y lo empiezan a señalar como enemigo. Cuando se lleva a cabo lo que comúnmente se llama “la limpieza de la plaza” barren con todo, incluso con los periodistas involucrados. Hasta ahora las autoridades no lo han analizado a fondo y, por consiguiente, no se sabe si esta vinculación de los reporteros con el narcotráfico es forzada o es voluntaria. Yo me atrevo a pensar que hay de todo, casos forzados y casos voluntarios.
–Esto significa que el crimen organizado tiene bajo su manto el control de todos los poderes, incluso el famoso “cuarto poder”, el periodístico.
–Si, incluso el cuarto poder. Hoy, para salvar la vida ya no basta con no firmar la nota. El narcotráfico ha reclutado a correctores de estilo, ha reclutado a correctores, que con solo echar un vistazo a la nota, saben quién la escribió aunque esté firmada con seudónimo. Realmente, para poder pasar desapercibido ante los ojos del crimen organizado hay que trabajar desde las redacciones de los periódicos. Lo que el editor de una redacción está obligado a hacer es despersonalizar al reportero en la estructura misma de la nota para que el crimen organizado no se entere quién la escribió. De lo contrario, ellos lo saben. Ya no basta un pseudónimo ni tampoco no firmar la nota.
–Ese crimen organizado no solo es una fuerza mundial sino que, además, trabaja con los métodos de una autentica empresa multinacional.
–Sin dudas, reclutan a todos, a empresarios, contadores, abogados. Todo lo que pueda estar a su servicio lo compran. Es como un holding que tiene presencia en muchos países y opera igual que una multinacional. Contratan a muchos abogados y la gran mayoría mueren asesinados. Algunos pierden la vida porque ofrecen solucionar el caso en un corto plazo y cobran por ello cantidades multimillonarias, pero no cumplen. Todo narcotraficante, todo delincuente, tiene ojos y oídos por todas partes. Se trata de verdaderas narcoempresas, sobre todo el cartel de Sinaloa, el cual tiene presencia en 50 países del mundo. El Cartel de Sinaloa es una organización que recurre mucho menos a la violencia. Son menos beligerantes que otros carteles, pero corrompen a todo nivel.
–En el caso del Chapo Guzmán y sus reiteradas fugas y detenciones, queda flotando una fuerte sospecha sobre la veracidad de los relatos que figuran. Ahora están a punto de extraditarlo pero su imperio material está intacto.
–Sí, desde luego. Con el tema de El Chapo llama poderosamente la atención el hecho de que solamente se lo privó de la libertad física, pero no de la financiera. El Chapo estaba financieramente libre. Hasta se dio el lujo de mandar a construir un túnel para fugarse. Ahí está la prueba de la colusión con las autoridades. ¡Logró construir un túnel sin que nadie se diera cuenta! Lo volvieron a arrestar pero no se le ha decomisado ni una sola propiedad, ni un sólo dólar. No sabemos si esto equivale a un acuerdo con el poder, o a una estrategia pactada con Estados Unidos. ¿Por qué al Chapo Guzmán no se le decomisa la fortuna? Según Forbes esta asciende a más de 1000 millones de dólares.
–Todo parece indicar que el Chapo Guzmán ha dejado de ser útil.
–Sí yo creo que es así. El Chapo dejó de ser una pieza útil para el cartel de Sinaloa. Desde el momento en que se aceleró la persecución en su contra, la estructura de poder, tanto la del crimen organizado como la del poder político, se dieron cuenta de que el Chapo tenía que ser reemplazado, y así ocurrió. Hoy, el jefe del Cartel de Sinaloa es Ismael El Mayo Zambada. Es un capo de la vieja guardia que garantiza que la organización criminal continúe su marcha sin mayores contratiempos. El Chapo Guzmán era un jefe que había atraído los reflectores de todo el mundo. Ya no convenía.
–¿En qué momento se sitúa el quiebre en la historia de México, es decir, cuándo el crimen organizado se convirtió en un actor público con influencia decisiva ?. Muchas versiones señalan al ex presidente Felipe Calderón y a su fallida guerra contra el narcotráfico como responsable de la hecatombe. Sin embargo, Calderón sólo parece ser el último que aplicó una estrategia errónea.
–Creo que la descomposición del país viene desde los tiempos de Carlos Salinas. Ahí se rompieron muchas estructuras importantes. La descomposición prosiguió con el ex presidente Vicente Fox –ahí se escapó el Chapo y nunca se lo detuvo a lo largo de seis años. Por último, Felipe Calderón desató una guerra infructuosa. Lo que provocó la narco guerra fue la internacionalización del narcotráfico mexicano. Hizo que los grupos adquieran más poder, ocuparan más territorios, todo se internacionalizó a tal punto que el crimen organizado mexicano terminó desplazando al colombiano. El reflector está ahora en México y no en Colombia. Los narcos mexicanos asumen todo el transporte de la droga. La gran parte entra por Chiapas y el Caribe, por eso en esas regiones no hay violencia de alto impacto. No hay violencia en esas regiones porque por ahí circula todo y hay pactos de impunidad. La guerra del pasado resultó finalmente infructuosa porque hubo demasiados muertos. Se habla de más de 120 mil muertos y no tienen que ver con el crimen organizado. Muchos murieron porque en esa guerra no se respetaron los Derechos Humanos. Hay miles de narcofosas. Todo el país es un cementerio. Con el paso del tiempo se seguirán encontrando restos humanos.
–¿Cuál es la situación actual con el retorno del PRI y la presidencia de Peña Nieto?
–El Estado mexicano ya no está en una guerra abierta contra el crimen organizado. El Estado mexicano tiene instituciones muy débiles y no puede garantizarle a nadie ni vida ni patrimonio. Hay despojos de tierras, desapariciones forzadas, asesinatos de periodistas y funcionarios. De alguna manera la ola de violencia no ha parado. ¿ Acaso el presidente Peña Nieto hizo bien en parar la guerra contra el narcotráfico ?. Me parece que hubo un cambio de proyecto. La guerra de Calderón no tuvo ningún beneficio para México. Lo único que provocó esa guerra es que los carteles se fortalecieran e internacionalizaran, pero no terminó con el consumo de drogas, ni con el tráfico. Habría que preguntarle a Calderón qué es lo que combatió porque los grupos criminales están todos ahí. En México operan 14 carteles, y todos tienen presencia internacional, incluso en Europa.
–Al mismo tiempo de esa guerra se plasmó otra entre los mismos carteles, que también fue muy costosa en vidas humanas. ¿Ese conflicto narco interno se calmó?
–La guerra interna se calmó porque hay algunos grupos como el Cartel de Sinaloa y los Zetas que llegaron a una negociación, lo mismo ocurre con el Cartel del Golfo. La disputa ha disminuido porque hubo acuerdos y porque el narco entendió que no podían seguir asesinándose ni estar en pie en guerra porque ponían en peligro el negocio. La guerra bajó de intensidad, pero eso no quiere decir que la sociedad esté a salvo. Hoy, la violencia se centra en la gente. Hay municipios del país donde a la seis de la tarde nadie sale a la calle. El crimen organizado ya no opera sólo con las drogas. Tiene 24 tipologías delictivas que les genera muchos ingresos.
–Estados Unidos tiene en estas tierras una responsabilidad aplastante sin que se pueda deslindar con claridad qué papel juega. ¿Esta en guerra contra el narcotráfico o acaso Washington no es un actor que forma parte de ese eslabón fatal? La DEA norteamericana aparece como un regulador antes que como un adversario.
–A Estados Unidos le interesa controlar el negocio que les importa, que es el tráfico de drogas. Les conviene mantener todo bajo control, tener el dinero fiscalizado. Su postura en el mundo es esa. Hoy se dieron cuenta de que se les salió de control la Argentina, Uruguay, Brasil. De ahí la visita de Obama a esos países. Todo tiene que ver con el tema del crimen organizado. Estados Unidos dice “ya no quiero más droga”, pero también tiene claro una realidad: la necesita. Pero no la necesita con violencia, sino con pueblos pacificados. El crimen organizado es un poder real y nadie lo puede combatir. Cuando se habla de combate al crimen organizado se habla de una utopía. La mafia nunca fue derrotada, en ningún país, ni en ningún momento de la historia. Todo se hizo a través de la negociación.
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