El informe sobre el desempleo que se dio a conocer el viernes 3 de junio fue una gran decepción: solo se agregaron 38.000 empleos, un enorme paso hacia atrás respecto del promedio mensual de más de 200.000 desde enero del 2013.
PAUL KRUGMAN
13 jun 2016
Foto: Archivo El País
Factores especiales, notablemente la huelga en Verizon, explican parte de las malas noticias y, en cualquier caso, el crecimiento en el empleo es una serie ruidosa, así es que no se debería interpretar demasiado con los datos de un mes. No obstante, toda la evidencia señala hacia una disminución en el crecimiento. No es una recesión, al menos no todavía, pero definitivamente es una pausa en el progreso de la economía.
¿Debería preocupar esta pausa? Sí. Porque si se convierte en una recesión o, incluso, se prolonga mucho tiempo, es muy difícil imaginar una respuesta política efectiva.
¿Por qué está disminuyendo la economía? Hay quienes no perdieron el tiempo para culpar al presidente Barack Obama. Sin embargo, es necesario recordar que estas mismas personas han ido advirtiendo del desastre inminente desde que se eligió a Obama, y han estado equivocados en todo. Pronosticaron que la Ley de atención asequible aniquilaría muchos empleos; los años posteriores a que entrara en vigor estuvieron marcados por la mejor creación de empleos en el sector privado desde los 1990.
Entonces, ¿qué está provocando que se frene la economía? Yo supongo que el factor más grande es el marcado aumento reciente en el dólar, lo cual ha hecho que los bienes estadounidenses sean menos competitivos en los mercados mundiales. A su vez, el aumento del dólar reflejó, en gran medida, conversaciones erróneas de la Reserva Federal sobre la necesidad de aumentar las tasas de interés.
En cierta forma, no se puede decir que importe el por qué la economía está perdiendo vapor. Después de todo, siempre pasan cosas. Estados Unidos ha estado experimentando importantes recesiones económicas, a intervalos irregulares, al menos desde los 1870, por diversas razones. Cualquiera que sea la causa de una recesión, la economía puede recuperarse rápidamente si los formuladores de las políticas pueden actuar en forma útil y lo hacen. Por ejemplo, a las recesiones de 1974 y 1975, y de 1981 y 1982 les siguieron recuperaciones rápidas, en forma de V, porque la Reserva relajó drásticamente la política monetaria y rebajó las tasas de interés. Sin embargo, eso no sucederá esta vez; de hecho, no puede pasar. Las tasas de interés a corto plazo, que más o menos controla la Reserva, siguen siendo muy bajas, a pesar de que aumentaron un poco en diciembre. Ahora sabemos que es posible que las tasas bajen ligeramente por debajo de cero, pero, con todo, no hay mucho espacio para una reducción en ellas.
Dicho lo cual, hay otras políticas que fácilmente podrían revertir una recesión económica. Y, si Hillary Clinton gana las elecciones, el gobierno estadounidense entenderá perfectamente bien cuáles son las opciones. (Da horror pensar en la respuesta probable de un gobierno de Trump. ¿Quizá una serie de insultos en Twitter dirigidos contra China y México?) El problema es la política.
Ya que la respuesta más simple y más efectiva a una crisis económica sería los estímulos fiscales —de preferencia, el gasto gubernamental en la infraestructura muy necesaria— pero, quizá, también reducciones fiscales temporales para los hogares de ingresos más bajos y medios, que gastarían el dinero. El gasto en infraestructura tiene especialmente mucho sentido dados los costos increíblemente bajos de los préstamos que pida el gobierno: la tasa de interés de los bonos protegidos contra la inflación apenas está por encima del cero.
Sin embargo, solo si las próximas elecciones le dan a los demócratas el control de la Cámara de Representantes, lo cual es poco probable, lo más seguro es que los republicanos bloquearían cualquier cosa por ese estilo. En parte, ello reflejaría ideología: si bien sus pronósticos económicos han estado totalmente equivocados, hay pocos indicios de que cualquiera en ese campo haya aprendido de la experiencia. También reflejaría poca disposición a hacer cualquier cosa que pudiera ayudar a un demócrata en la Casa Blanca. Hay que recordar que cada republicano en la Cámara de Representantes votó en contra del estímulo durante los días más oscuro de la crisis, cuando Obama estaba en el punto máximo de su popularidad.
¿Si no hay un estímulo fiscal, entonces, qué? Durante gran parte de los últimos seis años, la Reserva, sin poder reducir más las tasas, ha tratado de reforzar a la economía por medio de adquisiciones a gran escala de cosas como deuda gubernamental de largo plazo y valores respaldados por hipotecas. Sin embargo, no está claro qué tanto cambiaron las cosas con eso. Podemos adivinar que la Reserva será profundamente renuente a reanudar el programa y encarar acusaciones de que está en el bolsillo de una "Hillary corrupta".
Así es que debería preocuparles la evidencia de una desaceleración estadounidense. No veo nada parecido a la crisis del 2008 en el horizonte (lo dice con los dedos cruzados a la espalda), pero hasta el impacto negativo más pequeño podría convertirse en muy malas noticias, dado nuestro atascamiento político.
Foto: Archivo El País
Factores especiales, notablemente la huelga en Verizon, explican parte de las malas noticias y, en cualquier caso, el crecimiento en el empleo es una serie ruidosa, así es que no se debería interpretar demasiado con los datos de un mes. No obstante, toda la evidencia señala hacia una disminución en el crecimiento. No es una recesión, al menos no todavía, pero definitivamente es una pausa en el progreso de la economía.
¿Debería preocupar esta pausa? Sí. Porque si se convierte en una recesión o, incluso, se prolonga mucho tiempo, es muy difícil imaginar una respuesta política efectiva.
¿Por qué está disminuyendo la economía? Hay quienes no perdieron el tiempo para culpar al presidente Barack Obama. Sin embargo, es necesario recordar que estas mismas personas han ido advirtiendo del desastre inminente desde que se eligió a Obama, y han estado equivocados en todo. Pronosticaron que la Ley de atención asequible aniquilaría muchos empleos; los años posteriores a que entrara en vigor estuvieron marcados por la mejor creación de empleos en el sector privado desde los 1990.
Entonces, ¿qué está provocando que se frene la economía? Yo supongo que el factor más grande es el marcado aumento reciente en el dólar, lo cual ha hecho que los bienes estadounidenses sean menos competitivos en los mercados mundiales. A su vez, el aumento del dólar reflejó, en gran medida, conversaciones erróneas de la Reserva Federal sobre la necesidad de aumentar las tasas de interés.
En cierta forma, no se puede decir que importe el por qué la economía está perdiendo vapor. Después de todo, siempre pasan cosas. Estados Unidos ha estado experimentando importantes recesiones económicas, a intervalos irregulares, al menos desde los 1870, por diversas razones. Cualquiera que sea la causa de una recesión, la economía puede recuperarse rápidamente si los formuladores de las políticas pueden actuar en forma útil y lo hacen. Por ejemplo, a las recesiones de 1974 y 1975, y de 1981 y 1982 les siguieron recuperaciones rápidas, en forma de V, porque la Reserva relajó drásticamente la política monetaria y rebajó las tasas de interés. Sin embargo, eso no sucederá esta vez; de hecho, no puede pasar. Las tasas de interés a corto plazo, que más o menos controla la Reserva, siguen siendo muy bajas, a pesar de que aumentaron un poco en diciembre. Ahora sabemos que es posible que las tasas bajen ligeramente por debajo de cero, pero, con todo, no hay mucho espacio para una reducción en ellas.
Dicho lo cual, hay otras políticas que fácilmente podrían revertir una recesión económica. Y, si Hillary Clinton gana las elecciones, el gobierno estadounidense entenderá perfectamente bien cuáles son las opciones. (Da horror pensar en la respuesta probable de un gobierno de Trump. ¿Quizá una serie de insultos en Twitter dirigidos contra China y México?) El problema es la política.
Ya que la respuesta más simple y más efectiva a una crisis económica sería los estímulos fiscales —de preferencia, el gasto gubernamental en la infraestructura muy necesaria— pero, quizá, también reducciones fiscales temporales para los hogares de ingresos más bajos y medios, que gastarían el dinero. El gasto en infraestructura tiene especialmente mucho sentido dados los costos increíblemente bajos de los préstamos que pida el gobierno: la tasa de interés de los bonos protegidos contra la inflación apenas está por encima del cero.
Sin embargo, solo si las próximas elecciones le dan a los demócratas el control de la Cámara de Representantes, lo cual es poco probable, lo más seguro es que los republicanos bloquearían cualquier cosa por ese estilo. En parte, ello reflejaría ideología: si bien sus pronósticos económicos han estado totalmente equivocados, hay pocos indicios de que cualquiera en ese campo haya aprendido de la experiencia. También reflejaría poca disposición a hacer cualquier cosa que pudiera ayudar a un demócrata en la Casa Blanca. Hay que recordar que cada republicano en la Cámara de Representantes votó en contra del estímulo durante los días más oscuro de la crisis, cuando Obama estaba en el punto máximo de su popularidad.
¿Si no hay un estímulo fiscal, entonces, qué? Durante gran parte de los últimos seis años, la Reserva, sin poder reducir más las tasas, ha tratado de reforzar a la economía por medio de adquisiciones a gran escala de cosas como deuda gubernamental de largo plazo y valores respaldados por hipotecas. Sin embargo, no está claro qué tanto cambiaron las cosas con eso. Podemos adivinar que la Reserva será profundamente renuente a reanudar el programa y encarar acusaciones de que está en el bolsillo de una "Hillary corrupta".
Así es que debería preocuparles la evidencia de una desaceleración estadounidense. No veo nada parecido a la crisis del 2008 en el horizonte (lo dice con los dedos cruzados a la espalda), pero hasta el impacto negativo más pequeño podría convertirse en muy malas noticias, dado nuestro atascamiento político.