16 jun 2016

DE BOBOS NO TIENEN NADA

CORRUPCION EN ARGENTINA
Sospechas en el mercado por operaciones de “clientes bobos”
EN LAS MESAS SEÑALAN A CAJAS PROVINCIALES Y PROFESIONALES, QUE COMPRAN A PRECIOS EXORBITANTES Y VENDEN BARATO

Por: Ignacio Olivera Doll



El movimiento pasa pocas veces inadvertido para quien sigue de cerca las pantallas y los precios de cada mercado. Y es casi un comentario habitual entre los ejecutivos con más años en las mesas: un grupo nutrido y conocido de cajas provinciales, profesionales y de sindicatos asoma desde hace tiempo con compras y ventas de bonos a precios muy alejados de los que negocia el resto (a veces muy por encima, cuando se trata de adquisiciones; o muy por debajo, cuando se trata de una oferta). Son los nuevos "clientes bobos" del mercado: grandes cajas provinciales, que manejan presupuestos con dinero público o de algún sector profesional en particular, y que en las pantallas aparecen diariamente como jugadores que malvenden sus activos o compran demasiado caro. Rara vez parece haber una justificación de fondo. Y la transacción termina por sugerir, de algún modo, que podría haber diferencias demasiado generosas para quienes tienen el beneficio de participar en la operación. Del otro lado, alguna contraparte podría salir favorecida con un monto que puede llegar hasta los $ 8 millones en sólo dos pasos.

"El modelo de negocio parece ser éste: un agente, que opera para alguna caja provincial, compra un bono a precio de mercado en la Bolsa (donde las operaciones son competitivas y transparentes) y luego lo vende al precio que se le antoja en otro mercado, donde la negociación es bilateral (como el MAE o el Senebi)", describieron a este diario en una mesa.

Un caso emblemático, comentado en su momento entre algunos operadores, es el del Consejo Federal de Inversiones (CFI), un organismo que pertenece a todas las provincias argentinas y se nutre del 0,45% de la coparticipación federal que ellas reciben. El 21 de abril del año pasado, su aparición en el mercado hizo saltar el precio del Discount en dólares en el Mercado Abierto Electrónico (MAE): compró $ 136 millones en este título (sobre un volumen total de $ 197 millones negociados) y generó un desarbitraje de precios que llamó la atención. El MAE mostró ese día un precio de cierre para ese bono de $ 1.683; casi un 4% más alto que el de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires ($ 1.620).

Si hay algo que sabe el mercado es que las comisiones por este tipo de transacciones, especialmente cuando se trata de especies líquidas y a gran escala, no suelen moverse de una franja de entre el 0,5% y el 1%. Si se considera que, ese mismo día, el CFI se desprendió por un monto similar de Bonar X en el MAE, a un precio 27 centavos más bajo que en la Bolsa (-2,4%), la "pérdida" por haber comprado a precios alejados de las cotizaciones de mercado habría llegado a los $ 8 millones.

El mal negocio del CFI se repitió unos meses después. 

La entidad eligió el MAE para hacerse de Bonar 2024 a fines de septiembre de 2015, a un precio que se ubicó cercano a los $ 1.380, 50 pesos por encima de la cotización en la Bolsa ($ 1.331). En el mismo día vendió Discount en dólares, a un valor 2,5% más bajo que el del mercado bursátil.

En las mesas suelen comentar también, de vez en cuando, las compras que realiza el Fonfipro, el fondo fiduciario de la provincia de Formosa. La caja de los formoseños estuvo en boca de muchos cuando el 23 de noviembre pasado compró Bonar 2024 a $ 1.532 en el MAE, a pesar de que en la Bolsa su valor era de $ 1.490. Y más aún cuando, en esos mismos días, vendió allí Bonar X a $ 1.410, a un precio que se ubicó 28 pesos más bajo que el de la otra plaza local ($ 14,38).

Este diario se comunicó ayer con el CFI, en busca de alguna explicación. En la entidad comentaron que desconocían las operaciones y que "nunca habían generado una variación de precios de mercado". Lo mismo se intentó, pero sin suerte, con el Fonfipro.

Con todo, en el mercado se sabe que no son las únicas entidades que despiertan atención con este tipo de movimientos. La lista de "clientes bobos" es interminable e incluye, por ejemplo, a cajas de profesionales de determinado sector (economistas, médicos, odontólogos) y de sindicatos. El desmanejo parece repetirse, casualidad o no, cuando el dinero no es propio.