Cuatro testigos, miembros de la comunidad de Cushamen, declararon ante el juez Guido Otranto por la desaparición de Santiago Maldonado“Maten a uno, indios de mierda, los vamos a cazar”
Por Adriana Meyer06 de septiembre de 2017
Matías Santana habló con los medios luego de dar su testimonio ante la Justicia.
Matías Santana aseguró que vio cuando a Santiago Maldonado “lo golpearon y lo metieron en una camioneta”. Tres mujeres confirmaron la presencia del joven desaparecido en la Pu Lof el 1º de agosto. Señalaron que Prefectura pudo hacer el rastrillaje en el lugar sin obstáculos.
A la misma hora que Mauricio Macri decía estar “preocupado” y ocupándose “todos los días” de la desaparición de Santiago Maldonado, se corrió el velo de la sospecha que pesaba sobre los principales testigos que declararon haber visto cómo la Gendarmería se llevó al joven el 1 de agosto tras reprimir a la comunidad mapuche de Cushamen.”A Santiago se lo llevó Gendarmería, tenía puesta la campera celeste que yo le había prestado, vi cómo lo golpearon y lo metieron en una camioneta que salió rumbo a Esquel”, dijo Matías Santana ante la justicia y lo repitió a los cronistas en la puerta de los tribunales de Esquel. “Si existía un miedo ya se rompió”, agregó en alusión a su anterior declaración bajo reserva de identidad. Además de Santana, ayer declararon Soraya Maicoño Guitart y Neri Garay, las dos mujeres que salieron de la Lof para denunciar la represión pero fueron detenidas durante seis horas en la ruta. Tanto al entrar como al salir de la comunidad vieron a Maldonado en la casilla de guardia. También se presentó ante el juez federal Guido Otranto una mujer de nombre Claudina, quien llevó a Maldonado a la Pu Lof el día anterior y estuvo con él durante la balacera de la represión, donde por muy poco no recibe una herida de bala en la cabeza. Esta mujer declaró sin reserva de identidad pero a pedido de sus abogados este diario mantiene su nombre con las iniciales con que fue publicado en su momento.
“Gendarmería avanzaba por toda la ruta, todos los lamienes (hermanos y hermanas) estaban del lado de adentro, pero luego hicieron autodefensa con hondas de revoleo, escuché el grito de ‘la tranquera’, los gendarmes que forman una fila y la camioneta unimog, hay un ruido como de choque. En ese momento fui corriendo a la guardia porque estaban mis hijos y ahí veo a Santiago que agarra la mochila y se va corriendo hacia abajo, para el río. Un gendarme completamente alterado llegó preguntando a dónde lo teníamos escondido (en referencia a alguien que se les había escapado, que sería Santiago) y mientras el tipo gritaba órdenes de acá para allá pude ver a la unimog que estaciona con la parte trasera hacia el río”, volvió a relatar ayer Claudina, esta vez ante el juez Otranto, tal como ya lo había hecho frente a los fiscales de la Procuvin (Procuración contra la Violencia Institucional).
Ella había conocido al “Brujo” a fines del verano, a través de la amistad que tenía con uno de sus hijos, cuando apenas había llegado desde Chile. Poco a poco Maldonado fue conociendo la movilización de la comunidad mapuche por las tierras y le pidió que quería ir a Cushamen. En Esquel conoció a algunos de sus miembros. El viaje se concretó el 31 de agosto y varios fueron los que llegaron para pedir por la liberación de lonko de la Pu Lof, Facundo Jones Huala. Desde Bariloche llegó la noticia de que había nueve personas detenidas por la represión a una manifestación con el mismo reclamo, así fue que comenzaron a hacer el corte parcial de la ruta 40. En su relato, afirmó que Maldonado pasó la noche en la casilla de madera de la guardia de la comunidad.
Durante la declaración de Claudina intervino el abogado de la Gendarmería, dado que el juez Otranto los tuvo como parte en el expediente. El letrado hizo preguntas pero se habría manejado de manera correcta con la testigo. Una fuente que presenció las audiencias destacó ante PáginaI12 que los testimonios fueron muy precisos y persuasivos, a pesar de que los declarantes expresaron su dolor por la ausencia de Santiago y hubo que superar “aspectos culturales” para que estuvieran en condiciones de hablar ante la justicia.
Soraya Maicoño y Neri Garay, voceras de la Pu Lof de Cushamen, declararon el jueves en forma espotánea en una tercera causa, de la que hasta hoy nadie habló, en la están imputadas por el delito de cortar rutas. Junto a Nicolás Daniel Huala Hernández salieron de la comunidad en un auto gris, para denunciar la represión, fueron detenida durante seis horas por la Gendarmería sobre la ruta 40 luego de quitarle documentos y teléfonos celulares. Allí es que mantuvieron un diálogo con el jefe de Gabinete del ministerio de Seguridad, Pablo Noceti. “Podemos tenerlas detenidas hasta seis horas si queremos”, las increpó el funcionario, en horas del mediodía, antes de irse hacia el sur. Desde allí volvió seis horas más tarde, bajó a saludar uno a uno a los gendarmes y se retiró.
Ayer hicieron otra vez el detalle de lo que vivieron aquel día, como habían hecho ante el defensor Fernando Machado. Al igual que Claudina, tampoco fueron convocados por el juzgado federal de Esquel, pero acompañadas por abogados de organismos de derechos humanos tomaron la decisión de presentarse a una declaración testimonial para respaldar sus dichos sobre la presencia de Santiago en el lugar, y con el objetivo de evitar que se incremente la campaña de demonización en su contra, tal como anticipó el lunes PáginaI12. Al salir del juzgado explicaron que sus temores y la consecuente demora en declarar con su identidad tiene que ver con que son los mismos funcionarios judiciales que dan las órdenes a la Gendarmería “para que nos persigan, nos baleen, torturen y encarcelen”.
Al salir del juzgado, el peñi Matías Santana, acompañado por Maicoño dijo que “Gendarmería, y el poder político y judicial están ocultando muchas cosas, por eso tuvieron que levantar el secreto de sumario, por las irregularidades que hay. Es chocante que el mismo juez que manda a reprimirnos sea el que lleva adelante el habeas corpus, nos da mucha impotencia que el estado se presente como querellante defendiendo a esos uniformados que entraron ilegalmente al territorio para cazar a un mapuche”. Ante las preguntas de los cronistas, enfatizó: “No somos el enemigo interno, no somos terroristas ni delincuentes, acá hay una persecusión política a nuestra propuesta de ser un pueblo autónomo a la cual el compañero Santiago respetaba y adhería. Pedimos que no digan más mentiras, sólo queremos reclamar nuestro derecho a la tierra”. Sobre la vereda, también le preguntaron sobre las críticas de la fiscal Silvina Ávila a la comunidad. “Nosotros no obstaculizamos, tenemos nuestras pautas culturales”, dijo. Soraya y él se trenzaron con algunos periodistas a quienes acusaron de hacer preguntas capciosas y de mentir. “Vayan a buscar a Bullrich, a Noceti, o a (el periodista Ricardo) Bustos, que es otro que aquí tiene responsabilidad en lo que está pasando, es un testigo clave y no lo han llamado”, se quejó el peñi. “Llamo al poder popular, sigamos en la calle por la libertad de Facundo y la aparición de Santiago”, agregó.
Santana describió también cómo fue el rastrillaje. “Apareció Prefectura y los gendarmes, dijeron: ´venimos a buscar al pibe éste´, pero no tenían ninguna orden por eso no pasaron. Cuando vino el juez quiso meter un dron, y eso era para hacer inteligencia y saber cómo es nuestro territorio, no les importaba nada por Santiago. El rastrillaje se hizo ese día y el perro hizo el mismo camino que habíamos marcado nosotros, en tres ocasiones. Los prefectos hicieron su búsqueda en ambas márgenes del río y determinaron que si el compañero se hubiese ahogado el cuerpo estaría ahí por todo el ramerío que hay. El territorio sagrado es todo, los prefectos pudieron hacer su trabajo. En ningún momento se les dijo que no fueran del otro lado, la fiscal diciendo eso nos está buscando culpabilizar. El 17 el juez Otranto vino con helicópteros, un gomón, seis perros y los dejamos trabajar tranquilos. El juez y la fiscal no quieren esclarecer este tema, por eso llamamos al pueblo conciente que son los que nos van a cuidar en todo momento”.
Ante el juez Otranto, Santana había declarado:
“Vengo a sentar testimonio de lo que fue la brutal represión del 1º de agosto por parte de las fuerzas federales y la desaparición forzada de nuestro compañero Santiago Maldonado, que estuvo con nosotros el 31 y el 1º reclamando por la liberación de nuestro lonko Facundo Jones Huala que está detenido en la Unidad 14. Teníamos nueve detenidos en Bariloche, y en ese contexto seguimos con la acción del corte parcial de la ruta 40, informativo. Allí es donde las fuerzas represivas inician el ataque a la comunidad, el 1º a las 4.30 de la madrugada y durante toda la mañana”
“Luego entraron al Lof, sufrimos las balas de estas fuerzas de inseguridad que nos hicieron replegar muy rápido, fuimos escapando desesperados hacia el río, yo me monto un caballo y cuando voy llegando escucho la guardia que me dice ‘alto, estás detenido’. Así apreté más fuerte la cincha del caballo, subí a un cerro más alto y ahí logro ver que había tres efectivos de Gendarmería que golpeaban un bulto negro, con una campera celeste, la misma que yo le había prestado (a Santiago Maldonado) esa mañana cuando decidimos cambiarnos la ropa. Ahí me lanzo cuesta abajo, cruzo el río y con unos binoculares pude observar que sale una unimog muy rápido hacia la Ruta 40, estaciona frente a una camioneta blanca de Gendarmería, hacen una pantalla, descienden el mismo bulto que yo vi, que habían estado golpeando, lo introducen en la camioneta y se van rumbo a Esquel”.
“Después de juntarnos todos los que habíamos sufrido la represión nos damos cuenta que quien faltaba era él. No alcanzó a cruzar el río, se mete pero se vuelve porque era impresionante la balacera mientras los chicos cruzaban nadando con balas de escopeta y nueve milímetros mientras gritaban ‘agarren a uno, tirale, tirale’ o ‘maten a uno, indios de mierda, los vamos a cazar’, como ya pasó en todos los contextos de represión que hemos sufrido”.
En su testimonio Neri Garay, declaró: “Llegamos cerca de las nueve a la Pu Lof. Ya había camiones de Gendarmería, y con mis lamienes (hermanas) me quedo en la guardia conversando con Santiago, charlamos de que había habido hostigamiento durante toda la noche por las balas que tiraron, por eso cuando pasa así mucha gente se acerca a colaborar, ese día compartí unos mates con él. Luego de las seis horas que estuvimos demoradas en la ruta, los otros también decían que faltaba él, y por las fotos me di cuenta que era él, el cabello largo, la barba, las rastas”.