Hablemos de millones
Por Juan Pegoraro
07 de mayo de 2018
Se está viviendo en la mayoría de los países de América bajo el modelo económico-político del neoliberalismo una situación paradojal: la ciudadanía se está acostumbrando a considerar abstractamente cifras multimillonarias de dinero, dólares, pesos o euros, con una naturalidad que neutraliza su significado en y para la vida social.
En el caso de nuestro país, funcionarios del Ejecutivo aparecen en investigaciones internacionales fidedignas sobre sus sociedades off shore en cuevas fiscales y/o sus cuentas bancarias multimillonarias en diversos países del mundo occidental; estas incluyen sus familiares, socios y/o “amigos”.
07 de mayo de 2018
Se está viviendo en la mayoría de los países de América bajo el modelo económico-político del neoliberalismo una situación paradojal: la ciudadanía se está acostumbrando a considerar abstractamente cifras multimillonarias de dinero, dólares, pesos o euros, con una naturalidad que neutraliza su significado en y para la vida social.
En el caso de nuestro país, funcionarios del Ejecutivo aparecen en investigaciones internacionales fidedignas sobre sus sociedades off shore en cuevas fiscales y/o sus cuentas bancarias multimillonarias en diversos países del mundo occidental; estas incluyen sus familiares, socios y/o “amigos”.
La paradoja es que solo se considera que esos dineros millonarios son solo dinero, billetes, sin tener en cuenta su generación, la historia creadora de esos dineros y su apropiación privada. De esta manera se asemeja a una fotografía de una pila de papeles.
Es tanta la cantidad de casos y tantas las cifras millonarias que se enuncian, que se ha logrado (mediante el accionar de los medios y numerosos periodistas afines al gobierno neoliberal) naturalizarla, banalizarla de forma tal que esas cifras tienen el mismo significado hasta para un indigente o un pobre o un clasemediero: solo son números. De esta manera, se omite considerar que ese “número” es el revés o la contracara de carencias y sufrimientos vivenciales de seres humanos, que también son presentados y considerados como un número. Así, estos son presentados como otras cifras, otros números millonarios, pero ahora de seres humanos: 17 millones de pobres e indigentes, 15 millones de semipobres y/o semiricos y 2 o 3 millones de multimillonarios. En realidad, sobre esos 400.000 millones de dólares (según diversas investigaciones internacionales) que ciudadanos argentinos ricos millonarios tienen depositados en el exterior (bancos o sociedades lucrativas o fondos de inversión) se ignora o no se considera cómo se han originado; ¿es posible que el trabajo humano produzca esa cantidad inmensa de dinero sin que lo sea por medio de diversos negocios ilícitos como coimas (pasivas/activas) evasión, fraudes y otros? Estas maniobras ilegales son las que han contribuido a generar la pobreza de los muchos millones de argentinos, de los otros argentinos.
Es importante señalar que esos miles de millones de dineros existentes en “cuevas” no son como aquella de Alí Baba de Las mil y una noches sino que estas cuevas (para algunos paraísos fiscales) lo activan, lo prestan, lo introducen en el circuito financiero que permite producir con ese dinero más dinero por medio del interés pagadero por los prestatarios-productores o no productores.
Podemos agregar a esto la función política que cumplen tales sociedades off shore o fondos de inversión en la forma de “empréstitos” con la complicidad de funcionarios gubernamentales: el condicionamiento político al “país prestatario” que debe devolverlo hasta con “una libra de carne” traducido de manera benévola como políticas de “ajuste”. Esto lleva a preguntarse si se mantendrían estos “números” de pobreza e indigencia, estas situaciones sociales inhumanas, si ese dinero transferido o escapado con diferentes grados de ilegalidad y complicidad de bancos y empresas financieras se hubiera invertido o se invirtiera en nuestro país en actividades productivas, en el desarrollo industrial, desarrollo energético, desarrollo científico, en el desarrollo social.
* Investigador del Gino Germani. Profesor consulto-UBA.
Es tanta la cantidad de casos y tantas las cifras millonarias que se enuncian, que se ha logrado (mediante el accionar de los medios y numerosos periodistas afines al gobierno neoliberal) naturalizarla, banalizarla de forma tal que esas cifras tienen el mismo significado hasta para un indigente o un pobre o un clasemediero: solo son números. De esta manera, se omite considerar que ese “número” es el revés o la contracara de carencias y sufrimientos vivenciales de seres humanos, que también son presentados y considerados como un número. Así, estos son presentados como otras cifras, otros números millonarios, pero ahora de seres humanos: 17 millones de pobres e indigentes, 15 millones de semipobres y/o semiricos y 2 o 3 millones de multimillonarios. En realidad, sobre esos 400.000 millones de dólares (según diversas investigaciones internacionales) que ciudadanos argentinos ricos millonarios tienen depositados en el exterior (bancos o sociedades lucrativas o fondos de inversión) se ignora o no se considera cómo se han originado; ¿es posible que el trabajo humano produzca esa cantidad inmensa de dinero sin que lo sea por medio de diversos negocios ilícitos como coimas (pasivas/activas) evasión, fraudes y otros? Estas maniobras ilegales son las que han contribuido a generar la pobreza de los muchos millones de argentinos, de los otros argentinos.
Es importante señalar que esos miles de millones de dineros existentes en “cuevas” no son como aquella de Alí Baba de Las mil y una noches sino que estas cuevas (para algunos paraísos fiscales) lo activan, lo prestan, lo introducen en el circuito financiero que permite producir con ese dinero más dinero por medio del interés pagadero por los prestatarios-productores o no productores.
Podemos agregar a esto la función política que cumplen tales sociedades off shore o fondos de inversión en la forma de “empréstitos” con la complicidad de funcionarios gubernamentales: el condicionamiento político al “país prestatario” que debe devolverlo hasta con “una libra de carne” traducido de manera benévola como políticas de “ajuste”. Esto lleva a preguntarse si se mantendrían estos “números” de pobreza e indigencia, estas situaciones sociales inhumanas, si ese dinero transferido o escapado con diferentes grados de ilegalidad y complicidad de bancos y empresas financieras se hubiera invertido o se invirtiera en nuestro país en actividades productivas, en el desarrollo industrial, desarrollo energético, desarrollo científico, en el desarrollo social.
* Investigador del Gino Germani. Profesor consulto-UBA.