Mike Pence, el perro de ataque de Trump (y los Koch) contra Latinoamérica
Por Álvaro Verzi Rangel
16 mayo, 2018
Las recientes declaraciones injerencistas del vicepresidente estadounidense Mike Pence, que fueron ademas agresivas y falsas, contra Venezuela, Cuba y Nicaragua, reafirman la concepción de que Washington considera a América latina su patio trasero, donde, como en décadas anteriores, quiere quebrar sus intentos de soberanía para convertirla en la región primordial de los negocios de las megacorporaciones trasnacionales y zona de seguridad ante los avances comerciales y geoestratégicos chino, ruso e incluso europeo.
En general, un vicepresidente de EEUU no es una figura que salga a la luz pública haciendo declaraciones ni fijando políticas y su principal tarea es la de sustituir al presidente en caso de que éste muera(o lo maten) en el cargo. Desconocido fuera de EEUU, Pence es un político ultraconservador. Donald Trump dijo en su momento que buscaba un “perro de ataque” en su vicepresidente. Alguien “experto en el combate cuerpo a cuerpo”. Soy cristiano, conservador y republicano, en ese orden, suele decir él.
Hoy la posible sustitución no es una idea ni remota ni descabellada. Está en el candelero y mucho dependerá de las elecciones parlamentarias de noviembre: la pérdida de algunas bancas hoy en poder de los republicanos puede adelantar un juicio político (impeachment) o que Trump tenga que comparecer ante el Gran Jurado debido la investigación realizada por el Fiscal Especial, Robert Muller.
Pence, ex gobernador de Indiana es un opositor declarado al aborto y al matrimonio gay. Abogado y locutor, tiene la elegancia al hablar que a Trump le falta. Es la carta de los republicanos para una sucesión. La importancia del cargo pasa algo inadvertida, pero su trascendencia es grande ya que además de presidir el Senado, tiene la función de ser portavoz de la política del Gobierno.
Pence actúa como balance de Trump y el tándem funciona bien. Sus posiciones conservadoras sobre el aborto y la homosexualidad, entre otros temas, le han valido fuertes críticas durante su gestión en Indiana. Con una homofóbica ley de libertad religiosa que abría las puertas a la discriminación de los homosexuales se granjeó especial repulsa pública y debió dar marcha atrás.
Muchos de los excolaboradores de Trump, además de senadores y diputados republicanos, plantearon su desacuerdo sobre políticas propuestas por Trump, un autoritario quien no se acostumbra al trabajo en equipo , lo que impide en muchas ocasiones las coordinaciones necesarias con el Congreso.
También en el campo internacional Trump ha rechazado caprichosamente las obligaciones asumidas por su país en convenios y acuerdos con otros países, sin dar una explicación lógica y sin medir las consecuencias: los acuerdos sobre el Cambio Climático, las sanciones económicas y financieras, las tarifas a China y otros países (sin medir las consecuencias para la propia economía de EEUU), sus constantes amenazas de salir del TLCAN y el abandono de los acuerdos nuclear con Irán, pese a la oposición de sus aliados europeos.
La negativa de Trump de asistir la reunión de la OEA en Perú fue una demostración más de su pensamiento hegemónico hacia América Latina, y le dio la oportunidad a Pence de contactar y adelantar acuerdos con los presidentes asistentes y proclamar públicamente la política que considera debe seguirse con Venezuela, Nicaragua y Cuba, lo que lo hizo lucir “presidenciable” a los ojos de los estadounidenses. También adelantó que tomará medidas con las deportaciones de los inmigrantes, cuyas remesas representa una parte importante de los ingresos de los países de la región.
Algunos analistas políticos estadounidenses plantean que de asumir Pence la presidencia, el partido republicano se fortalecerá, muchas de las medidas tomadas por Trump se anularán y mejorarán las relaciones con la Unión Europea, China y Rusia… pero los cambios en la relación con América Latina son mucho menos probables.
Venezuela
Para atacar a Venezuela, Pence emplea los mismos argumentos que los dirigentes opositores -prointervención extranjera- venezolanos Julio Borges y Carlos Vecchio, que se reunieron con el en Lima durante la cumbre de la OEA. Antes criticó a esta organización por no aplicar la Carta Democrática Interamericana a Venezuela. No disimula su plan imperial contra Venezuela y el deseo de aislarla económica y diplomáticamente, además de la prepotente amenaza continua de nuevas sanciones y el empleo de la fuerza.
El vicepresidente pidió que se suspenda a Venezuela de la OEA por considerar que el Maduro ha convertido al país es una “dictadura”, que revoque las visas a los funcionarios del gobierno venezolano, que se realice el embargo de activos que son frutos de actividades corruptas y que se impida que las autoridades del gobierno puedan “lavar dinero en sus sistemas financieros”.
Pence -como ya han hecho otros políticos como Marco Rubio y Bob Menendez, están manufacturando consensos en la sociedad estadounidense al colocar a Venezuela como un país en total colapso, que significa un riesgo para la sociedad norteamericana: “Un Estado fallido en Venezuela amenaza la seguridad y la prosperidad de todo nuestro hemisferio y del pueblo de los Estados Unidos de América”, señaló Pence en Colombia.
Las visitas de Pence a Colombia, Argentina y Chile han tenido también una posición clara por parte de los mandatarios de esos países sobre la opción militar contra Venezuela. Desde Santos a Macri, han reconocido que la acción militar no sólo complicaría la situación de Venezuela, sino que además colocaría a la región entera en un ciclo de gran inestabilidad y amenaza bélica, una verdadera amenaza a la seguridad del hemisferio.
El gobierno venezolano rechazó las “agresiones” y “ataques” de Pence, y dijo que la actitud “arrogante” de ese país, “no hace más que reafirmar la decisión de Venezuela de renunciar a su membresía en la OEA” (solicitada 28 de abril de 2017) y acusó al organismo continental de “colonialista” y de estar “al servicio” de Washington.
Mientras, factores políticos del antichavismo, -que hasta hace poco se enmarcaron en una escalada violenta e intento de golpe de Estado- han dado al traste con la matriz de la “dictadura” al sumarse al proceso de elecciones regionales y presidenciales, desmoronando además la supuesta falta de legitimidad y transparencia del Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela y, el flojo argumento de la falta de elecciones en el país.El cese progresivo del ciclo violento infiere una baja en los niveles de inestabilidad y tensión en Venezuela, y esa es una mala noticia para los factores que esperan una caída abrupta de Maduro.
“Al pretender dictar órdenes a los Estados miembros para que se sumen a la campaña de agresiones contra Venezuela, los voceros guerreristas de EEUU violan flagrantemente el derecho internacional en el seno de un organismo multilateral que debería velar por su respeto”, indicó.
La cancillería venezolana dijo también que Pence “pretende encubrir los daños” que ha provocado el gobierno estadounidense “en la sociedad venezolana a través de medidas coercitivas unilaterales, con una falsa preocupación humanitaria cuyo objetivo es torcer la voluntad de pueblo”.
Las palabras de Pence recuerdan la tristemente famosa Doctrina Monroe –América para los (norte) americanos-: Los Estados Unidos es el principal socio comercial de nuestro hemisferio y somos la principal fuente directa de inversión extranjera en la región. Pero (…) debemos recordar que la seguridad es la base de la prosperidad. Con el Presidente Trump, EEUU ha tomado medidas decisivas para garantizar la seguridad y protección de nuestro pueblo, y fortalecer nuestra colaboración en el tema de seguridad con aliados y socios en toda la región.
Y en seguida se recuerda que mientras Trump se ocupa de agredir a Corea y el Medio Oriente, en la división de tareas a él le toca Latinoamérica. Y trata de imponer un imaginario colectivo a través de las fake news, como que el colapso de Venezuela a manos de Nicolás Maduro ha perjudicado a naciones y economías en todo el hemisferio, ha propagado enfermedades que habían sido totalmente erradicadas, y ha dado a los narcotraficantes y organizaciones criminales nuevas oportunidades para poner en peligro a nuestra gente.
En su discurso de la posverdad, Pence “olvidó” decir que 1.500 millones de dólares trasferidos por Venezuela para adquisición de alimentos, fueron bloqueados en EEUU, o hablar del bloqueo financiero contra Corpoelect: una deuda de 7 millones de dólares que Brasil pagaba a Venezuela, que el Wells Fargo Bank los retuvo y regresó a Brasil. Estas acciones –que signidicaron el cierre de operaciones de 19 cuentas en el exterior- impidieron el acceso de los venezolanos a alimentos, medicinas y materias primas.
“Ya hemos cortado la moneda digital Petro de nuestro sistema financiero y le hemos impuesto sanciones estrictas a más de 50 funcionarios y exfuncionarios venezolanos. Nuestro gobierno designó a tres venezolanos con vínculos directos con el régimen de Maduro como testaferros del narcotráfico; hemos congelado sus activos y bloqueado su acceso a nuestra nación”, señaló.
Y, sin tapujos, dijo haber entregado en el último año más de 39 millones de dólares en supuesta ayuda humanitaria, dinero que administran los dirigentes opositores venezolanos que siguen el libreto de Washington, mientras presionaba a los gobiernos de la región a emitir restricciones en visas para obstruir el paso de sus líderes corruptos, y a defender la democracia al iniciar el proceso para suspender a Venezuela de la OEA.
El representante de Venezuela en la OEA, Samuel Moncada, anticipó que en realidad, lo que busca esta ofensiva es generar un piso para una “operación más grande contra el país”, enfocada en desconocer las elecciones presidenciales en la próxima Asamblea General en julio y establecer a Venezuela como un “Estado fallido”, con la intención de continuar agrediéndolo con medidas violatorias de la legislación internacional, como un embargo petrolero y reconocimiento de un gobierno paralelo en el exilio.
Las operaciones psicológicas o guerra de cuarta generación–ininterrumpidas desde 1999- tuvieron como meta imponer en el imaginario público internacional un cambio de régimen por la fuerza tras la elección de una Asamblea Constituyente, el 30 de julio de 2017. Lo cierto es que la posibilidad de un ataque militar nunca había sido tan propicia, y el presidente de EEUU, Donald Trump no lo excluyó, y le toca al sistema cartelizado de terror mediático convencer la opinión pública de la pertinencia de una intervención extranjera.
Las excusas son varias: una intervención para restablecer la democracias, una contra un Estado canalla (rogue state) o fallido (failed state) y/o una “humanitaria”. El tema de la crisis humanitaria es alimentado por toda una serie de ONG con objetividad dudosa -y financiamiento cierto- y retomado por el sistema mediático hegemónico para legitimar una intervención militar extranjera “con fines humanitarios”.
Siguiendo el mismo argumento de la crisis económica y las recomendaciones de Pence, el gobierno de facto brasileño ordenó un despliegue militar en la frontera con Venezuela, mientras Colombia, decidió construir campamentos para refugiados en las ciudades fronterizas.
La internacional capitalista
La internacional capitalista existe, la moviliza el movimiento libertario de extrema derecha (en inglés los llaman libertarians) y, obviamente, está muy bien financiada: funciona a través de un inmenso conglomerado de fundaciones, institutos, ONGs, centros y sociedades, unidos entre sí por hilos poco detectables, entre los que se destaca la Atlas Economic Research Foundation, o la Red Atlas.
Cabe destacar que varios líderes ligados a Atlas consiguieron ganar notoriedad últimamente: varios ministros del gobierno conservador argentino, senadores bolivianos y dirigentes del Movimento Brasil Livre (MBL), que ayudaron a derrocar a la presidenta constitucional Dilma Rousseff, según señala Lee Fang en un exhaustivo informe en The Intercept.
La red, que ayudó a alterar el poder político en diversos países, es una extensión tácita de la política exterior de EEUU – los think tanks asociados a Atlas son financiados por el Departamento de Estado y la National Endowment for Democracy (Fundación Nacional para la Democracia – NED), brazo crucial del soft power estadounidense y directamente patrocinada por los hermanos Koch, poderosos billonarios ultraconservadores.
La NED y el Departamento de Estado, que cuentan con entidades públicas que funcionan como centros de operación y despliegue de líneas y fondos como la Fundación Panamericana para el Desarrollo (PADF), Freedom House y la Agencia del Desarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid), son los principales entes actores que reparten directrices y recursos, a cambio de resultados concretos en la guerra asimétrica en la que participan.
Atlas cuenta con 450 fundaciones, ONGs y grupos de reflexión y presión, con un presupuesto operativo de cinco millones de dólares (2016), aportados por sus fundaciones “benéficas, sin fines de lucro” asociadas, que apoyaron, entre otras al MBL y a organizaciones que participaron de la ofensiva en Argentina, como las fundaciones Creer y Crecer y Pensar, un think tank de Atlas que se incorporó al partido (Propuesta Republicana, PRO) creado por Mauricio Macri; a las fuerzas de oposición en Venezuela y al candidato de derecha en las elecciones presidenciales chilenas, Sebastián Piñera.
La red tiene 13 entidades afiliadas en Brasil, 12 en Argentina, once en Chile, ocho en Perú, cinco en México y Costa Rica, cuatro en Uruguay, Venezuela, Bolivia ,y Guatemala, dos en República Dominicana, Ecuador y El Salvador, y una en Colombia, Panamá, Bahamas, Jamaica y Honduras.
Los líderes del MBL y los de la Fundação Eléutera – un grupo de “expertos” neoliberales extremadamente influyente en el escenario posgolpe hondureño– recibieron financiamiento de Atlas y forman parte de la nueva generación de actores políticos que pasaron por sus seminarios de entrenamiento en EEUU.
La extrema derecha “moderna” es el movimiento libertario de extrema derecha que hoy navega con pabellón republicano, que basa su accionar en una deliberada estrategia de desinformar a las mayorías para imponer sus políticas plutocráticas y que tiene en la Red Atlas a su principal propulsor en América Latina.
El impulsor de este movimiento es el multimillonario Charles Koch, quien adoptó la tesis de James McGill Buchanan –economista de la Universidad de Chicago y Premio Nobel- para desarmar el Estado progresista, con una estrategia operativa en defensa de la santidad de los derechos de la propiedad privada y para doblegar al modelo de gobierno: para que prospere el capitalismo, sostenía, hace falta ponerle cadenas a la democracia.
Entre las quince organizaciones más importantes financiadas por Koch están Americans for Prosperity, el Cato Institute, la Heritage Foundation, el American Legislative Exchange Council, el Mercatus Center, Americans for Tax Reform, Concerned Veterans of America, el Leadership Institute, Generation Opportunity, el Institute for Justice, el Independent Institute, el Club for Growth, el Donors Trust, Freedom Partners, Judicial Watch… A ellas hay que agregar las más de sesenta organizaciones de la State Policy Network (Red de Políticas de los Estados Unidos). (1)
Ahora los Koch podrían estar bien posicionados para convertirse en los nuevos magnates de los medios de comunicación conservadores, tras la compra de l casa editorial Times. Si bien Trump ha demostrado estar algo obsesionado con el premio “la persona del año” de la revista Time, todo parece indicar que los Koch tienen una relación más estrecha con el vicepresidente, Mike Pence.
Pence es el candidato que ha recibido más donativos (oficiales) de David Koch. Destacan los 200.000 dólares que recibieron Pence y su candidata a vicegobernadora cuando él se postuló como gobernador de Indiana en 2012 y los 100.000 que dio a Pence a título individual antes de que se postulara para la vicepresidencia.
Estas sumas no tienen en cuenta las donaciones que se pueden hacer a través del Comité para la Campaña del Partido Republicano, ya que se pueden ocultar de forma legal. La relación entre el vicepresidente y los hermanos Koch es muy estrecha. Pence les hizo un favor político (y financiero) importante en la primavera de 2009, cuando el Congreso iba a aprobar medidas para controlar las emisiones de carbono y Pence apoyó una propuesta impulsada por los Koch y conocida como “la promesa de no crear un impuesto climático”.
La secretaria de Educación de Trump Betsy DeVos es de Atlas, liderando el Acton Institute, un grupo de reflexión de Michigan que desarrollaba argumentos religiosos a favor de las políticas de los libertarios de ultraderecha, que ahora mantiene una filial en Brasil, el Centro Interdisciplinario de Ética y Economía Personalista. Pero la figura principal del entramado es hoy Judy Shelton, economista y miembro principal de la Red Atlas, quien se hizo cargo de la NED, tras ser consejera de la campaña de Trump
Calmo pero imperial, el ultraconservador Pence, con el apoyo de los Koch y la Red Atlas, piensa que su camino hacia la Casa Blanca debe cimentarse en la destrucción de Venezuela, Cuba, Nicaragua, y cualquier país que intente políticas soberanas o que no favorezca la entrega de sus riquezas y recursos naturales a las megacorporaciones trasnacionales y estadounidenses en especial.
Nota.
1.- Ver Red Atlas, libertarios de ultraderecha, trama seudoacadémica en la ofensiva capitalista en Latinoamérica, http://estrategia.la/2017/10/12/red-atlas-libertarios-de-ultraderecha-trama-seudoacademica-en-la-ofensiva-capitalista-en-latinoamerica/
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico
CLAE, www.estrategia.la