Italia cierra sus fronteras, España no. La ultraderechista Liga prohibió el ingreso de 629 migrantes; en Valencia serán recibidos y asistidos
Por Elena Llorente
12 de junio de 2018
Cientos de migrantes fueron rescatados el sábado por la nave Aquarios de las ONG humanitarias. Imagen: AFP
El ministro de Interior italiano Matteo Salvini se jactó de haber levantado la voz contra los migrantes. El gobierno socialista español ofreció recibir a los cientos de africanos que fueron rescatados por las ONG humanitarias.
Ayer, el ministro del Interior italiano Matteo Salvini, de la ultraderechista Liga, creyó haber conseguido su primer gran triunfo contra los migrantes después que España se ofreció a recibir a 629 africanos que él había rechazado cerrando los puertos de Italia. Los migrantes habían sido rescatados el sábado en el Mediterráneo por la nave Aquarius de las organizaciones no gubernamentales SOS Mediterranèe y Médicos sin Fronteras. “Basta. Salvar vidas es un deber pero transformar a Italia en un enorme campo de prófugos, no. Italia ha dejado de bajar la cabeza y obedecer. Esta vez hay quien dice: cerremos los puertos”, escribió Salvini en Facebook. Y más tarde explicó que hay que cuidar las fronteras por el peligro de infiltración de terroristas, un argumento que ha levantado durante toda la campaña electoral creando el pánico en mucha gente.
Algunos alcaldes de zonas portuarias sin embargo, se habían manifestado dispuestos a recibir a los migrantes africanos. Entre ellos el de Nápoles, el progresista Luigi de Magistris, quien escribió una carta dirigida al primer ministro italiano Giuseppe Conte y a otras autoridades, manifestando la disponibilidad de Nápoles a recibir a los migrantes. “Nápoles tiene un gran corazón, un gran espíritu de solidaridad pese a las dificultades económicas. Estamos listos para recibir a mujeres, niños, ancianos, porque consideramos que si se pierde el corazón no hay motivación para trabajar en la creación de una comunidad solidaria, como siempre ha sido el pueblo italiano”.
Otro de esos alcaldes en cambio, el del puerto toscano de Livorno, Filippo Nogarin, militante del Movimiento Cinco Estrellas (M5E) aliado de Salvini en el gobierno, tuvo que volverse atrás y borró su oferta de recibir a los migrantes que había hecho en Facebook. Tal vez los dirigentes de su partido le llamaron la atención.
Pero a estas ofertas y otras, Salvini hizo oídos sordos, y decidió cerrar los puertos. “De todas las organizaciones no gubernamentales que están dando vueltas por el Mediterráneo, no hay ni una con bandera italiana. Hay media Europa metida en el Mediterráneo pero después, somos nosotros lo que tenemos que hacernos cargo”, comentó Salvini. Indicó además que hablaría con sus colegas de Francia, Austria, Alemania y Bélgica, “para construir una nueva Europa basada en la protección de las fronteras externas, en la solidaridad verdadera y no hecha de palabras”.
No todos en Europa de todas maneras, la piensan como Salvini. La gloria se la llevó ayer España. Primero la alcaldesa de Barcelona y el alcalde de Valencia, dos ciudades portuarias, que se dijeron dispuestos a recibir a los migrantes. Y luego fue el primer ministro socialista, Pedro Sánchez, quien dio la autorización para que Aquarius anclara en Valencia donde los africanos serán recibidos y asistidos.
El primer ministro italiano Conte, que convocó una reunión de gabinete urgente sobre el tema migrantes, agradeció la decisión española. “Yo había pedido un gesto de solidaridad de parte de la Unión Europea sobre esta emergencia. No puedo menos que agradecer a las autoridades españolas por haber aceptado nuestro pedido”, declaró.
Pero también Europa se sintió conmovida por la actitud española. “Damos la bienvenida a la decisión del gobierno español que permitirá que la nave Aquarius desembarque en Valencia. Esta es la verdadera solidaridad”, escribió en un Twitter el comisario Europeo Dimitris Avramopoulus.
La discusión sobre los migrantes del Aquarius había comenzado el sábado, cuando fueron rescatados en las aguas del Mediterráneo. Viajaban en varios gomones inflables super llenos. El salvataje había ocurrido cerca de las costas de la isla de Malta –una nación que es sólo una isla pequeña al sur de Italia– y de las costas italiana. Salvini pidió que Malta se hiciera cargo. Pero el gobierno maltés dijo que no.
Mientras tanto la nave Aquarius había hecho saber que los víveres en la nave bastaban sólo para dos días y que era urgente encontrar una solución. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) por su parte, hizo una llamado para que los gobiernos europeos tomaran urgentes decisiones porque, dijo ACNUR, “se trata de personas en dificultad que necesitan ayuda urgente”.
La organización humanitaria Médicos sin Fronteras, dijo de su lado que ninguno de los migrantes estaba en condiciones graves pero que se trataba de personas que han pasado por un largo y doloroso período de residencia en Libia, desde donde partieron, sufriendo torturas y violencias de todo tipo. A bordo se encuentran entre otros, siete mujeres embarazadas, 11 niños pequeños y 123 menores no acompañados.
La travesía hasta Valencia, desde el sur de Italia, tampoco será fácil ni rápida. Se trata de cerca de 1.500 km que todavía no se sabe si la nave Aquarius estaría en condiciones de cumplir, ya que se trata de una vieja nave que perteneció a la Guardia Costera alemana.
Mientras tanto en Cagliari, en la isla de Cerdeña, jóvenes, estudiantes, grupos políticos, salieron ayer a manifestar contra Salvini: “Abran los puertos” gritaban, los miembros de esta ciudad cuyo intendente había dado su visto bueno para recibir a los migrantes.
Pero Salvini –que durante la campaña electoral prometió expulsar a 500 mil migrantes “clandestinos” y no permitir la llegada de migrantes a tierras italianas– ya siente, como lo hizo saber, que se trata de su primer gran logro. “Evidentemente, levantar la voz sirve. Algo que Italia no hacía desde hace años. Hemos abierto con esto un frente de discusión a nivel continental”, comentó luego de saber de la disposición española.
Si bien ha sido la primera verdadera batalla contra los inmigrantes dada por el ministro del Interior, la guerra promete ser larga y difícil. Y depende en parte también de lo que decidan los demás países de la Unión Europea. De hecho unos 900 migrantes más, rescatados en estos últimos días en el mar por naves comerciales y naves de la marina italiana, esperaban una decisión. Se supo después –pero de esto Salvini no hizo ningún comentario– que desembarcarían en Catania (Sicilia), tal vez porque el rescate había sido en parte obra de naves italianas o bien porque Salvini se dio cuenta que pedir ayuda a los europeos, otra vez en tan poco tiempo, no iba a dar resultado y su teoría de que “levantar la voz sirve” se hubiera venido abajo.