Por Eduardo Febbro
20 de junio de 2021
Imagen: AFP
Los Republicanos es hoy la fuerza más votada en el país. Los candidatos y candidatas ultraderechistas sufrieron muchos reveses en regiones o departamentos donde se los consideraba ganadores.
Perdieron las urnas, ganó la derecha, resistieron los socialistas y se hundieron la extrema derecha de Marine Le Pen y el partido presidencial de Emmanuel Macron, La República en Marcha (LRM). La primera vuelta de las elecciones regionales francesas que se celebraron este domingo 20 de junio reiteró la tendencia del vacío de las últimas consultas: una abstención jamás alcanzada selló la elección con un abanico que oscila entre 66,1% y el 68,6%. Los porcentajes son mucho mayores a los records de abstención de 2010 (53,67%), de 2011 (55,68% en esa época se llamaban cantonales) y de 2015 (50%). 47 millones de electores estaban convocados a renovar los mandatos de las regiones y de los departamentos en el curso de una elección que respetó la tradición de castigar al partido gobernante, en este caso LRM, LA República en Marcha del presiente Emmanuel Macron y que, al mismo tiempo, atenuó el impacto de la extrema derecha francesa y su partido RN, Reagrupamiento Nacional, dirigido por la candidata presidencial Marine Le Pen.
Fallaron los pronósticos
Sondeos y analistas erraron en todo. La ruleta electoral cayó en otro número muy distinto al apostado: la ultraderecha de Reagrupamiento Nacional no se comió las urnas, la derecha LR consiguió excelentes resultados y las izquierdas, en su conjunto, tampoco se hunden como se calculó. El próximo domingo se celebrará la segunda vuelta en lo que constituye las ultimas elecciones antes de la consulta presidencial de 2022. Un año y medio de crisis sanitaria, económica y social precipitaron la abstención y al mismo tiempo corrigieron la tendencia ascendente del partido lepenista.
De cara al 2022
La victoria de la derecha no es anecdótica porque detrás de estos buenos resultados emergen figuras fuertes (Xavier Bertrand, Laurent Wauquiez, Valérie Pécresse) que podrán perfectamente colocarse en lo más alto en 2022. La reiteración del duelo de 2017 entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la segunda vuelta de la presidencial del año que viene es a partir de ahora una probabilidad más y no una certeza. El único rival amenazante de Emmanuel Macron ha dejado de ser Marine Le Pen. Para los socialistas, las perspectivas tampoco son desastrosas. Son el tercer partido, pero la diferencia con el lepenismo es mucho menor que en años anteriores (19% para el RN, 17% para el PS). Si esta dinámica se mantiene o se acentúa en los próximos meses el retorno de los partidos con tradición de gobierno y presidencia (PS y LR) remueve las bases de la estrategia macronista. El jefe del Estado venia haciendo una suerte de “campaña encubierta” con la idea fija de que, en 2022, su rival sería Le Pen.
Ni Macron ni Le Pen irrumpen reforzados de las urnas, muy por el contrario. Son la derecha y los socialistas, cuyas listas son las más votadas en las 5 regiones bajo su administración, quienes apuntalan inesperadamente su crédito político. Ello trae otro desmentido: la política existe, los viejos partidos persisten, izquierda y derecha quieren decir algo y no todo se juega, como lo presentó Macron a partir de 2016, entre un centro liberal, europeísta y globalizador y un par de fuerzas populistas. Los viejos enemigos han vuelto a sentarse a la mesa. Le Pen y Macron ya no están solos ente el banquete.
efebbro@pagina12.com.ar
Los Republicanos es hoy la fuerza más votada en el país. Los candidatos y candidatas ultraderechistas sufrieron muchos reveses en regiones o departamentos donde se los consideraba ganadores.
Perdieron las urnas, ganó la derecha, resistieron los socialistas y se hundieron la extrema derecha de Marine Le Pen y el partido presidencial de Emmanuel Macron, La República en Marcha (LRM). La primera vuelta de las elecciones regionales francesas que se celebraron este domingo 20 de junio reiteró la tendencia del vacío de las últimas consultas: una abstención jamás alcanzada selló la elección con un abanico que oscila entre 66,1% y el 68,6%. Los porcentajes son mucho mayores a los records de abstención de 2010 (53,67%), de 2011 (55,68% en esa época se llamaban cantonales) y de 2015 (50%). 47 millones de electores estaban convocados a renovar los mandatos de las regiones y de los departamentos en el curso de una elección que respetó la tradición de castigar al partido gobernante, en este caso LRM, LA República en Marcha del presiente Emmanuel Macron y que, al mismo tiempo, atenuó el impacto de la extrema derecha francesa y su partido RN, Reagrupamiento Nacional, dirigido por la candidata presidencial Marine Le Pen.
No es sin embargo el tibio Partido Socialista ni la izquierda de Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) quien le frenó el ímpetu a Le Pen sino la derecha clásica francesa representada por el LR (Los Republicanos). La sorpresa es tanto más elocuente cuanto que elucubraciones editoriales y encuestas habían puesto a la ultraderecha por las nubes y a la derecha y los socialistas bajo la línea de flote. Ocurrió todo lo contrario. Ambas salieron restauradas.
Las estimaciones que circulaban luego de la consulta cambian totalmente la configuración anterior: con un porcentaje que se mueve entre el 27% y el 29,5%, LR es hoy la fuerza más votada en el país, muy por encima de la ultraderecha y su 19,1%. El partido de Marine Le Pen se sitúa incluso muy por debajo del histórico 27,7% que sacó en las regionales de 2015, cuando surgió de las urnas como el primer partido de Francia. Las listas socialistas aparecen en el tercer lugar con alrededor del 17% y las del partido presidencial en cuarto con algo más del 11%. La primera lección de este voto apunta hacia un reforzamiento o el mantenimiento de las fuerzas políticas tradicionales, es decir, la derecha de Los Republicanos y el Partido Socialista.
Las estimaciones que circulaban luego de la consulta cambian totalmente la configuración anterior: con un porcentaje que se mueve entre el 27% y el 29,5%, LR es hoy la fuerza más votada en el país, muy por encima de la ultraderecha y su 19,1%. El partido de Marine Le Pen se sitúa incluso muy por debajo del histórico 27,7% que sacó en las regionales de 2015, cuando surgió de las urnas como el primer partido de Francia. Las listas socialistas aparecen en el tercer lugar con alrededor del 17% y las del partido presidencial en cuarto con algo más del 11%. La primera lección de este voto apunta hacia un reforzamiento o el mantenimiento de las fuerzas políticas tradicionales, es decir, la derecha de Los Republicanos y el Partido Socialista.
Los candidatos respaldados por LR ganaron ampliamente en Los Altos de Francia, en Auvernia-Ródano-Alpes y el partido del ex presidente Nicolas Sarkozy fue la opción con mayor numero de votos en Provenza-Alpes-Costa Azul, donde los sondeos previos a la primera vuelta daban a la ultraderecha como favorita. La sorpresa es enorme por cuanto los candidatos y candidatas ultraderechistas sufrieron muchos reveses en regiones o departamentos donde se los consideraba ganadores. El batacazo electoral no tuvo lugar y ello cambia todas las perspectivas de cara a las elecciones presidenciales de 2022.
Fallaron los pronósticos
Sondeos y analistas erraron en todo. La ruleta electoral cayó en otro número muy distinto al apostado: la ultraderecha de Reagrupamiento Nacional no se comió las urnas, la derecha LR consiguió excelentes resultados y las izquierdas, en su conjunto, tampoco se hunden como se calculó. El próximo domingo se celebrará la segunda vuelta en lo que constituye las ultimas elecciones antes de la consulta presidencial de 2022. Un año y medio de crisis sanitaria, económica y social precipitaron la abstención y al mismo tiempo corrigieron la tendencia ascendente del partido lepenista.
El fracaso de Marine Le Pen es categórico. Para ella, estas elecciones eran como el certificado de que su estrategia de moderación la llevaría a cosechar votos mucho más allá de su electorado cautivo y que, con ello, estaba más preparada que nunca para una nueva disputa presidencial. Ya no sería la Francia de algunos pueblitos desperdigados por el territorio o la de ciudades pequeñas en las cuales el RN gobierna, sino toda la Francia de las regiones la que se inclinaría por ella. No se hizo real. Esa Francia votô a la derecha y la los socialistas.
De cara al 2022
La victoria de la derecha no es anecdótica porque detrás de estos buenos resultados emergen figuras fuertes (Xavier Bertrand, Laurent Wauquiez, Valérie Pécresse) que podrán perfectamente colocarse en lo más alto en 2022. La reiteración del duelo de 2017 entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la segunda vuelta de la presidencial del año que viene es a partir de ahora una probabilidad más y no una certeza. El único rival amenazante de Emmanuel Macron ha dejado de ser Marine Le Pen. Para los socialistas, las perspectivas tampoco son desastrosas. Son el tercer partido, pero la diferencia con el lepenismo es mucho menor que en años anteriores (19% para el RN, 17% para el PS). Si esta dinámica se mantiene o se acentúa en los próximos meses el retorno de los partidos con tradición de gobierno y presidencia (PS y LR) remueve las bases de la estrategia macronista. El jefe del Estado venia haciendo una suerte de “campaña encubierta” con la idea fija de que, en 2022, su rival sería Le Pen.
Ni Macron ni Le Pen irrumpen reforzados de las urnas, muy por el contrario. Son la derecha y los socialistas, cuyas listas son las más votadas en las 5 regiones bajo su administración, quienes apuntalan inesperadamente su crédito político. Ello trae otro desmentido: la política existe, los viejos partidos persisten, izquierda y derecha quieren decir algo y no todo se juega, como lo presentó Macron a partir de 2016, entre un centro liberal, europeísta y globalizador y un par de fuerzas populistas. Los viejos enemigos han vuelto a sentarse a la mesa. Le Pen y Macron ya no están solos ente el banquete.
efebbro@pagina12.com.ar