Nicolás Centurión
Jun 10, 2021
El Presidente derechista Luis Lacalle Pou anunció este 7 de junio una nueva suba de tarifas de combustibles del 12%, y es el segundo en este 2021, que no solo afectará a camioneros, automovilistas y motociclistas y a los productoes agrarios, sino también a la población de menores recursos que utiliza el supergás para calentarse en el invierno que ya llega.
La nafta (gasolina) super pasó de 58,35 a 65,45 pesos (de 1,34 a 1,50 dólares). En los últimos cinco meses aumentó un 19%. El gasoil aumentó de 40,04 a 45,25 pesos (de 0,92 a 1,04 dólares) y el Supergás (que implica las garrafas para cocinar o calefaccionar los hogares) de 50,14 a 56,17 pesos (de 1,15 a 1,29 dólares)
El Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Jose María Uriarte, que apenas asumió se confesó representante dentro del gobierno de los sectores empresarios que abarca su cartera; destacó el “esfuerzo” del gobierno de retrasar el aumento.
Walter Sosa, director de Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP), en representación del centroizquierdista Frente Amplio, se posicionó en contra del aumento y agregó que el gobierno podría haber evitado el ajuste. “Era posible evitarlo pero prefirió no tocar su recaudación impositiva”, señaló.
El tercer socio de la Coalición Multicolor, Cabildo Abierto, en voz de su líder el general Guido Manini Ríos, también se sumó a las voces discordantes y dijo no ser partidario de subas del gasoil y el supergas (gas en garrafas de consumo domiciliario). Indicó que el aumento del supergás en la «entrada del invierno afecta principalmente a todos los sectores más frágiles de la economía».
Las estadísticas señalan que con los gobiernos neoliberales de la década del 90 la cantidad de litros de nafta que podía comprar un ciudadano con su sueldo, fue disminuyendo permanentemente. Cuando asumió el Frente Amplio en 2005 se pudo visualizar un alza en los litros adquiridos llegando a un máximo de 296 litros en 2019.
Walter Sosa, director de Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (ANCAP), en representación del centroizquierdista Frente Amplio, se posicionó en contra del aumento y agregó que el gobierno podría haber evitado el ajuste. “Era posible evitarlo pero prefirió no tocar su recaudación impositiva”, señaló.
El tercer socio de la Coalición Multicolor, Cabildo Abierto, en voz de su líder el general Guido Manini Ríos, también se sumó a las voces discordantes y dijo no ser partidario de subas del gasoil y el supergas (gas en garrafas de consumo domiciliario). Indicó que el aumento del supergás en la «entrada del invierno afecta principalmente a todos los sectores más frágiles de la economía».
Las estadísticas señalan que con los gobiernos neoliberales de la década del 90 la cantidad de litros de nafta que podía comprar un ciudadano con su sueldo, fue disminuyendo permanentemente. Cuando asumió el Frente Amplio en 2005 se pudo visualizar un alza en los litros adquiridos llegando a un máximo de 296 litros en 2019.
Ahora en 2021 el poder de compra ha descendido y con el mismo sueldo se consiguen 274 litros y la tendencia apunta a que seguirá descendiendo. Esto se extrae de anuncios del propio gobierno, donde se manifestó que mes a mes se irá ajustando el precio de los combustibles según precios internacionales.
También se puede analizar la relación del precio de los combustibles y los salarios en los últimos cuatro gobiernos (de 60 meses cada uno) incluyendo a la actual administración.). El gobierno en funciones transita por sus primeros 16 meses, pero ya se visualiza la tendencia a la que apunta, más en el contexto de pandemia donde el Presidente ha priorizado la economía (de los sectores concentrados) por encima de la salud.
En el gráfico publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se observa que en los tres gobiernos del Frente Amplio la nafta y el gasoil nunca aumentaron por encima de los salarios. Incluso los salarios ganaron por amplio margen a tales subas. Arribando al primer año y medio de gestión de Lacalle Pou, la nafta aumentó un 19% cuando los salarios sólo un 16%. El gasoil no sobrepasó los salarios, pero alcanzó un porcentaje bastante próximo al de los salarios (12%).
Este aumento no sólo afecta a las personas con vehículos sino que el aumento se traslada al precio de todos los productos que se consumen. Uruguay es un país caro. El costo de vida es alto y se amortigua con determinados servicios públicos y gratuitos como la salud y la educación.
Un país pequeño territorialmente hablando, pero con un nivel alto de fertilidad en sus tierras, que produce alimentos para 30 millones de personas en un país que lo habitan menos de tres millones y medio de personas; sigue priorizando ser un país agroexportador de materias primas.
Archivo mata relato
Las redes sociales no demoraron en ser inundadas por imágenes y videos de archivo que mostraban las contradicciones o más bien el incumplimiento de las promesas electorales por parte del Partido Nacional.
El 30 de marzo de 2019 en un acto multitudinario en un estadio de fútbol, el entonces candidato a la presidencia Luis Lacalle Pou decía: “Si gana el Partido Nacional se acabó el aumento de impuestos, de las tarifas y los combustibles. ¡Se terminó!” En otros pasajes de su discurso alegaba que el bolsillo de los uruguayos no aguantaba más, refiriéndose a la suba de impuestos.
También se puede analizar la relación del precio de los combustibles y los salarios en los últimos cuatro gobiernos (de 60 meses cada uno) incluyendo a la actual administración.). El gobierno en funciones transita por sus primeros 16 meses, pero ya se visualiza la tendencia a la que apunta, más en el contexto de pandemia donde el Presidente ha priorizado la economía (de los sectores concentrados) por encima de la salud.
En el gráfico publicado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) se observa que en los tres gobiernos del Frente Amplio la nafta y el gasoil nunca aumentaron por encima de los salarios. Incluso los salarios ganaron por amplio margen a tales subas. Arribando al primer año y medio de gestión de Lacalle Pou, la nafta aumentó un 19% cuando los salarios sólo un 16%. El gasoil no sobrepasó los salarios, pero alcanzó un porcentaje bastante próximo al de los salarios (12%).
Este aumento no sólo afecta a las personas con vehículos sino que el aumento se traslada al precio de todos los productos que se consumen. Uruguay es un país caro. El costo de vida es alto y se amortigua con determinados servicios públicos y gratuitos como la salud y la educación.
Un país pequeño territorialmente hablando, pero con un nivel alto de fertilidad en sus tierras, que produce alimentos para 30 millones de personas en un país que lo habitan menos de tres millones y medio de personas; sigue priorizando ser un país agroexportador de materias primas.
Archivo mata relato
Las redes sociales no demoraron en ser inundadas por imágenes y videos de archivo que mostraban las contradicciones o más bien el incumplimiento de las promesas electorales por parte del Partido Nacional.
El 30 de marzo de 2019 en un acto multitudinario en un estadio de fútbol, el entonces candidato a la presidencia Luis Lacalle Pou decía: “Si gana el Partido Nacional se acabó el aumento de impuestos, de las tarifas y los combustibles. ¡Se terminó!” En otros pasajes de su discurso alegaba que el bolsillo de los uruguayos no aguantaba más, refiriéndose a la suba de impuestos.
En una entrevista televisiva en el programa Santo y Seña, al ser consultado sobre su promesa de no subir impuestos Lacalle Pou prometió que “no”. Al ser re preguntado por el conductor del programa dijo que iba a resistir el archivo y que la garantía que daba era su palabra.
Surgió del pasado un tuit del actual Ministro del Interior Luis Alberto Heber, del 6 de diciembre de 2017, que decía: “Otro ajuste fiscal en las tarifas, terrible para la gente humilde que verá nuevamente subir el costo de vida. Después tenemos que soportar a los frentistas decir que son los que defienden a los más pobres. Por favor, basta de mentiras.”
Esta suba de los combustibles estaba prevista para ser ejecutada al menos dos meses atrás. Pero las patronales rurales, sobre todo asociadas al negocio de la soja y su exportación, hicieron lobby con el gobierno para frenarla y así poder liquidar su cosecha con un gasoil más barato de lo que marcaban los precios internacionales. El gobierno accedió a dicha propuesta y los grandes productores rurales obtuvieron cientos de miles de dólares más por dicha diferencia. Más aún cuando la soja está cotizando a más de 600 dólares la tonelada.
El grupo de estancieros autoconvocados del campo denominado “Un Solo Uruguay” ha brillado por su ausencia. Los que otrora realizaban marchas hacia la capital Montevideo y cortaban rutas por aumentos de un peso el litro de combustible hoy se han llamado a silencio. Es que los sectores exportadores se han beneficiado con las políticas de este gobierno y a pesar que al inicio de la gestión actual hubo fricciones, el saldo para estos sectores es positivo.
El historiador Washington Reyes Abadie decía que Uruguay es “pradera, puerto y frontera”. Lacalle Pou ya entregó el puerto de Montevideo. La frontera se ha desdibujado con Brasil para que ingresen turistas a los free shops. Parece que solo queda la pradera. ¿Queda?
Nicolás Centurión
Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)