OTHER NEWS (Por Javier Vadell* – Tektónikos)
18.04.2024
Buscando márgenes de autonomía en los intersticios de la rivalidad China-EE.UU.
La geopolítica está directamente relacionada al control de mercados y recursos estratégicos por parte de las grandes potencias. En el continente africano, Angola se transformó en una pieza crucial del tablero geopolítico inmerso en la rivalidad sinoestadounidense ¿Cuál es la particularidad de Angola?, ¿qué está en juego hoy en día? y ¿en qué medida la política exterior del gobierno del presidente João Lourenço puede aprovechar una coyuntura global crítica y navegar en las hendiduras de las rivalidades mundiales?
La guerra civil angoleña fue el conflicto más largo de África: perduró por 27 años y culminó en 2002. A partir de esta nueva realidad pacificada, se puede afirmar que el socio comercial y diplomático extrarregional más confiable fue la República Popular de China (RPC) que estimuló el comercio y promovió las inversiones en infraestructura. Angola, un importante productor de petróleo, también se tornó una fuente de abastecimiento para la economía de China, oscilando entre 7% y 9% del total de petróleo que la RPC importa del mundo. Hubo, así, una gran sociedad sino-angolana post colonial.
China fue un actor crucial desde la reconstrucción post Guerra Civil y el principal socio comercial de Angola en este siglo XXI. Los números son realmente impactantes. En 2022, según datos oficiales sistematizados por la Agencia de Cooperación Internacional de Japón, el comercio internacional de Angola con la RPC representó el 57,5% del total de las exportaciones seguido por la India con 7,7%. Estados Unidos fue el tercer socio comercial con 5,3%.
La asimetría en el comercio es evidente a favor de China y ello se relaciona también con la falta de diversificación exportadora de Angola, ya que en la estructura del PBI prevalece la producción del petróleo con casi 29% del total. Según los mismos datos, en la composición de los productos exportados por Angola en 2021, el petróleo representó 83%. En importaciones, aunque con socios comerciales más diversificados, China también lidera con el 15% del total, seguido por Portugal con el 12% y muy lejos EE.UU. con el 5%.
La hermandad de China con los países africanos se refuerza con la creación del Fórum de Cooperación China-África (FOCAC), inaugurado en 2000 como una plataforma minilateral para estrechar las relaciones de cooperación en sentido holístico, ya que el paradigma chino de cooperación, a diferencia del occidental de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), incluye el comercio y las inversiones. Al año siguiente, la RPC ingresó en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y en abril de 2002 se firmó la paz en Angola, después de una cruenta guerra civil. Esta sociedad bilateral sino-angoleña se reforzó con la firma del Memorándum de Entendimiento de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) durante la reunión ministerial del FOCAC, llevada a cabo en Beijing en el año 2018.
El timing fue oportuno para ambos lados: para China, debido a la necesidad imperiosa por recursos naturales y energéticos y de estrechamiento de vínculos diplomáticos con los países africanos; para Angola, debido a la necesidad prioritaria en reconstruir la nación. En este escenario, China fue crucial para la reconstrucción de Angola y comenzó a participar en muchos proyectos significativos.
En aproximadamente veinte años, la RPC participó en: a) la construcción del nuevo aeropuerto de Luanda con inversiones de 450 millones de dólares; b) la rehabilitación del ferrocarril de Luanda (444 km.) por un valor de 90 millones de dólares; c) la expansión de la red eléctrica de Luanda con la China National Machinery & Export Corporation, con la obligación de subcontratación del 30% del valor para empresas angolanas; d) la rehabilitación del ferrocarril de Namibe-Menongue (900 km.) con una inversión de 2.000 millones de dólares; e) importantes inversiones en transportes colectivos urbanos por aproximadamente 500 millones de dólares para las provincias de Luanda, Benguela, Huambo, Uíge y Malange, con la adquisición de 5.500 vehículos -con la exigencia del gobierno angolano que parte de los vehículos sea montados en el país; f) la construcción en 2006 del actual Hospital General de Luanda con un costo total de 8 millones de dólares, de los cuales 6 fueron otorgados por China y los 2 millones restantes financiados por Angola; g) la construcción, equipamiento y transferencia de conocimientos en 53 instituciones de enseñanza tecnológica; entre ellos se destacan la construcción de 13 institutos politécnicos secundarios -gestión agrícola, administración, etc.- en 2007 y más de 21 en 2009.
Finalmente, nos detenemos en la obra de interconectividad más importante de la geopolítica regional, con la que elegimos titular este artículo. La recuperación de la línea ferroviaria Lobito (Benguela)-Luau (Moxico) con más de 1.300 km ligando al puerto de Lobito en el Atlántico con la frontera de Angola con la República Democrática del Congo (RDC) y Zambia. El costo de la inversión fue de aproximadamente de 1.800 millones de dólares. En esta obra trabajaron 3000 trabajadores angolanos y unos 1500 chinos.
El Corredor de Lobito y la política externa pendular de Angola
En 2017, el flamante presidente de Angola, João Lourenço tuvo dos grandes objetivos: 1) aplicar políticas públicas para diversificar la economía orientada a la explotación del petróleo e invertir en la agricultura y la autosuficiencia alimentar; 2) diversificar la política exterior para reducir la dependencia de China. Es decir, ampliar el radar de socios comerciales para ganar márgenes de autonomía. El impulso de esta doble diversificación tuvo vaivenes e impacto en la política macroeconómica de Angola; no obstante, fue durante el segundo mandato de Lourenço que el ambiente geopolítico cambia a favor del país africano.
En tiempos de narrativas de "Guerra Fría", como reflejo de una compleja rivalidad entre China y EE.UU., los países del Sur Global se encuentran en una encrucijada. Por añadidura, el conflicto en Ucrania y el fracaso de las sanciones a la Federación Rusa dispararon el interés de EE.UU. en acercarse a los grandes productores de recursos energéticos y minerales.
El guiño angoleño hacia Occidente se entiende en este contexto condicionado por factores domésticos e internacionales. Algunos analistas no solo elogiaron el cambio en la política externa angoleña de Lourenço, como también afirmaban, en 2022, que la luna de miel con China había terminado ¿Fueron afirmaciones prematuras?
El conflicto en Ucrania, que involucra además de ese país a la Federación Rusa y a los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), disparó dos procesos que estaban latentes. El primero fue una especie de insubordinación del Sur Global, negándose a aplicar sanciones a Rusia, que acabó dejándolas estériles y, por otro lado, una preocupación cada vez mayor de EE.UU. para acercarse a países del Sur Global productores de petróleo y minerales estratégicos.
En este contexto, el presidente João Lourenço, reelecto en 2022, realizó una visita al país norteamericano en noviembre de 2023. El encuentro con el presidente Joe Biden promovió las relaciones diplomáticas y de cooperación bilateral en un alto nivel. Además de prometer estímulos al comercio y a las inversiones, el foco de interés fue el corredor de Lobito. Este complejo de interconectividad comprende el puerto de Lobito y un ferrocarril de más de 1.300 kilómetros cuya reconstrucción estuvo a cargo de China, como fue destacado anteriormente. Esta línea férrea liga Angola a la RDC y a Zambia y los catapulta a los mercados globales. El objetivo de su revitalización es mejorar el acceso a los minerales estratégicos de ambos países a los mercados estadounidense y europeo.
Los dirigentes de Angola son conscientes de que su país es un territorio clave y un eje geopolítico crucial del África subsahariana y no solo por sus reservas de petróleo. El corredor de Lobito garantiza el flujo de recursos minerales estratégicos desde la RDC hacia el puerto del Atlántico con un potencial extraordinario. El ferrocarril no solo se conecta con el interior de la RDC, sino también tiene un trayecto proyectado para su ligación con Zambia, un país mediterráneo muy interesado en ligar el océano Atlántico, vía Angola, con el Pacífico, vía Tanzania. (Es importante recordar que en la década de 1960, la RPC financió la mayor obra de infraestructura en África, el ferrocarril Tanzania-Zambia, conocido como gran ferrocarril Uhuru o Tanzara, que permite a Zambia una salida al océano Índico). Vale la pena destacar que los cuatro países subsaharianos mencionados son signatarios del Memorándum de Entendimiento de la IFR, plataforma de infraestructura liderada por China.
En este escenario, la apuesta de EE.UU. en Angola es osada y va más allá de los anuncios rimbombantes a que nos tiene acostumbrados Washington. Biden y Lourenço discutieron importantes inversiones económicas estadounidense en Angola, concretamente a través de la emblemática Asociación para la Infraestructura y la Inversión Global (PGI) anunciada por el mandatario norteamericano en el Corredor Lobito, con más de mil millones de dólares en financiamiento estadounidense.
Estas inversiones incluyen el apoyo a más de 180 puentes rurales, la modernización de la conectividad digital 4G y 5G en todo el país, la introducción de la primera aplicación de dinero móvil, la entrega de 500 megavatios de energía solar a la red nacional y 1.000 millones de dólares adicionales movilizados para la mayor inversión ferroviaria en África.
En enero de este 2024, la apuesta de EE.UU. fue redoblada con la visita del secretario de Estado Anthony Blinken a Angola. En esa oportunidad, ambos países firmaron un conjunto de 15 instrumentos de cooperación que incluyeron: asociaciones sustentables en sectores como la agricultura, el comercio, las telecomunicaciones, las energías renovables, la refinación de petróleo, la exploración espacial y la defensa y seguridad.
La equidistancia pragmática parece ser la receta angoleña en estas épocas turbulentas. Durante la visita de Blinken, el ministro de Relaciones Exteriores de Angola, Tete Antonio, expresó: "Angola es un país abierto al mundo y las necesidades son tantas que hay espacio para la cooperación". Asimismo, se preocupó por dejar claro que, según dijo, "es erróneo pensar que la visita de Blinken significa un alejamiento de Rusia, que durante décadas fue el principal apoyo del Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), el partido gobernante, o incluso de China".
China da el último golpe, pero Angola maneja el péndulo
El contrato de concesión del corredor de Lobito fue firmado por el gobierno de Angola y una empresa de capital mixto europeo, el consorcio Lobito Atlantic Railway (Trafigura, Mota Engil y Vecturis) en julio de 2023. Su duración es de 30 años, pudiendo extenderse por 50 años, en caso de que el concesionario opte por construir el ramal de Luacano (Mixico, frontera con la RDC) y Jimbé (Zambia). En enero de 2024, arribó al puerto de Lobito el primer cargamento de mineral desde la región de Katanga, RDC, con 16 vagones.
Paralelamente al éxito del emprendimiento del corredor Lobito, en este mismo año de 2024 se produce el gran reencuentro entre Angola y China, que comenzó con el acuerdo de protección recíproca de inversiones en diciembre de 2023 (por el cual Beijing anuló las tarifas de importación a 98 productos angoleños que comenzaron a entrar en el mercado chino a partir de esa misma fecha, un beneficio que luego fue extendido a otros países africanos) y se consumó con la visita del presidente João Lourenço al país asiático en marzo de 2024. Durante el encuentro, los líderes de los dos países anunciaron que llevarán las relaciones bilaterales a un nuevo nivel. El resultado fue variado y muy promisor para el país africano. Ambas naciones firmaron convenios en las áreas de intercambio y cooperación en desarrollo económico, ecológico verde y proyectos de bajo carbono. Además, se prevé también el perdón de deudas y trabajar conjuntamente para diversificar la economía angoleña. En definitiva, el encuentro entre Xi Jinping y Lourenço en Beijing consolidó las relaciones bilaterales para establecer una asociación estratégica integral.
En un escenario de incerteza típica de un período transicional, la disputa por recursos y mercados es crucial en el tablero geopolítico mundial y esta disputa está atravesada por una rivalidad cada vez más clara entre China y la Federación Rusa con EE.UU. y sus seguidores occidentales de Europa, Israel y aliados históricos del Pacífico. En este contexto, algunas potencias medias regionales se pueden dar el lujo de navegar en los intersticios de la rivalidad, sacando provecho de su potencial y diversificando su dependencia para ganar márgenes de autonomía en este enredado mundo multicéntrico. Angola parece ser un claro ejemplo de esta arriesgada jugada.
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*Especialista en temas internacionales. Profesor del Departamento de Relaciones Internacionales y Coordinador de la especialización en China contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais. Licenciado en Relaciones Internacionales de la UNR y Doctor en Ciencias Sociales en la UNICAMP, Brasil.
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