22 abr 2015

Donde el gobierno sobresale


PAUL KRUGMAN | DESDE NUEVA YORK

A medida que aspirantes republicanos a la presidencia de Estados Unidos promueven sus agendas estratégicas —que siempre involucran reducción de impuestos a los ricos al tiempo de abatir las prestaciones para los pobres y la clase media— un poco del nuevo pensamiento real está surgiendo en el otro extremo. 

lun abr 20 2015


Plan público de salud

Parece que muchos demócratas han decidido romper con la ortodoxia del Beltway, el circuito de Washington, que siempre se pronuncia por recortes a "programas de derechohabientes".Más bien, están proponiendo que las prestaciones del Seguro Social sean acrecentadas efectivamente. Este es un progreso bienvenido por dos frentes.

En primer lugar, el argumento específico por la expansión del Seguro Social es bastante bueno. Segundo, y de manera más fundamental, todo parece indicar que los demócratas finalmente están haciendo frente a la propaganda antigubernamental y reconociendo la realidad de que hay algunos aspectos que el gobierno lleva a cabo mejor que el sector privado.

Como todas las naciones industrializadas, Estados Unidos depende principalmente de mercados e iniciativas privadas para suministrarles a sus ciudadanos las cosas que ellos necesitan, y difícilmente alguien en nuestro discurso político propondría cambiarlo. Los días en que sonaba como una buena idea hacer que el gobierno administrara grandes partes de la economía ya pasaron largo tiempo atrás.

Lo público.

Sin embargo, sabemos también que el gobierno debe hacer más o menos algunas cosas. Cada libro de texto sobre economía habla acerca de "bienes públicos" como la defensa nacional y el control de tráfico aéreo, que no pueden ponerse a disposición de cualquiera sin ponerse a disposición de todos, y que empresas en busca de ganancias, por tanto, no tienen incentivo para proveer. Sin embargo, ¿son los bienes públicos la única área en que el gobierno supera el desempeño del sector privado? De ninguna manera.

Un clásico ejemplo del gobierno mostrando un mejor desempeño está en la cobertura de salud. Sí, los conservadores causan agitación constante por más privatización —en particular, quieren convertir el programa de salud Medicare en nada más que vales para la compra de un seguro privado—, pero la evidencia indica que esto nos llevaría por la dirección equivocada. Los programas Medicare y Medicaid son bastante más baratos y eficientes que el seguro privado. En términos internacionales, el sistema de salud estadounidense es único en la medida en que depende del sector privado, siéndolo también en su increíble ineficiencia y altos costos.
Además, existe otro ejemplo de superioridad pública: suministra seguridad para el retiro.
Racionalidad.

Quizá no necesitaríamos al Seguro Social si la gente ordinaria fuera realmente el agente perfectamente racional y visionario que a los economistas les gusta asumir en sus modelos. En un mundo idealizado, trabajadores de 25 años de edad fundamentarían sus decisiones con respecto a cuánto ahorran en una realista evaluación de lo que necesitarán para vivir cómodamente cuando ronden por los 70 años.

También actuarían con inteligencia y sofisticación en la forma de invertir esos ahorros, buscando cuidadosamente los mejores intercambios entre riesgo y rédito. Sin embargo, en el mundo real, quizá la mayoría de los estadounidenses que trabajan, están ahorrando muy poco para su retiro. También están invirtiendo mal estos ahorros.

Por ejemplo, un reciente informe de la Casa Blanca arrojó que se están perdiendo miles de millones de dólares cada año debido a asesores de inversiones que intentan maximizar sus propias cuotas en vez del bienestar de sus clientes.

Podría decirse que si los trabajadores ahorran muy poco e invierten mal, es su propia responsabilidad. En cualquier caso, se supone que la economía debe trabajar para gente real que lleva vidas reales; no debería ser un obstáculo que solo algunos pueden navegar.

Además, en el mundo real del retiro, el Seguro Social es un ejemplo de un sistema que funciona. Es simple y prolijo, con bajos costos operativos y burocracia mínima. Suministra a los estadounidenses mayores que trabajaron arduamente durante toda su vida una oportunidad de vivir decentemente en el retiro, sin requerir de ellos que demuestren una capacidad inhumana de pensar por adelantado varias décadas e, igualmente, ser genios de la inversión.

El único problema es que el descenso de las pensiones privadas, y su reemplazo con inadecuados planes han dejado un hueco que es demasiado grande para que el Seguro Social lo llene. ¿Entonces, por qué no hacerlo más grande?

No hace falta decir que las sugerencias siguiendo estos parámetros ya están provocando reacciones casi histéricas, no solo de la derecha, sino de autoproclamados centristas.

Como escribí hace algunos años, pronunciarse por recortes a la Seguridad Social ha sido en el Beltway algo similar a "una manera de demostrar cuán estadista y de mentalidad dura es la persona". Aunado a esto, tan solo ha pasado una década desde que el ex-presidente George W. Bush intentó privatizar el programa, con mucho apoyo del centro.

Sin embargo, la verdadera seriedad significa ver lo que funciona y lo que no. Los planes de retiro privatizados funcionan muy mal; el Seguro Social funciona muy bien. Además, deberíamos construir sobre ese éxito.

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