29 abr 2015

Tras Le Pen y el HSBC

FRANCIA INVESTIGA UNA SUPUESTA CUENTA SECRETA


El portal informativo Mediapart reveló que el fundador del ultraderechista Frente Nacional habría tenido una cuenta bancaria escondida en Suiza con unos 2,2 millones de euros.
 Por Eduardo Febbro

Página/12 En Francia
Desde París
Las nubes hostiles se acumulan en el cielo del presidente de honor y fundador del partido de extrema derecha Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen. A mediados de abril, luego de una dura disputa con su hija y actual dirigente del FN, Marine Le Pen, el papá tuvo que retirar su candidatura a las elecciones regionales de fin de año. Más tarde se supo que estuvo hospitalizado por problemas de salud y que ello no le permitirá pronunciar el tradicional discurso del 1º de Mayo frente a la estatua Jeanne D’Arc, en el centro de París ni tampoco sentarse en la tribuna de honor. Los frentistas han hecho de esa estatua su lugar de encuentro cada Día del Trabajador. El por ahora último bombazo lo lanzó el portal de información Mediapart. Según este medio, Jean-Marie Le Pen tuvo una cuenta de banco escondida en Suiza con unos 2,2 millones de euros, de los cuales 1,7 millón era en lingotes y monedas de oro.
A nadie le asombrará saber que la cuenta estaba abierta en esa gran máquina de lavar dinero que es el banco HSBC, suerte de supermercado planetario para limpiar plata sucia de todos los orígenes. Mediapart afirma que Le Pen primero puso el dinero en el HSBC y después lo trasladó a la Compañía Bancaria Helvética (CBH), a través de un “trust que estaba bajo la responsabilidad de su mayordomo, Gérald Gérin”, a su vez tesorero de dos asociaciones con las cuales se financia el Frente Nacional. Los 2,2 millones de euros estuvieron en esa institución hasta el año 2014 y luego fueron transferidos a las Bahamas por medio de su abogado en Ginebra, Marc Bonnant.
La fiscalía de París confirmó la información adelantada por el portal francés sin precisar no obstante si los montos y las fechas evocadas por Mediapart eran ciertas. La Justicia viene investigando con cierto celo las cuentas de Jean-Marie Le Pen así como el financiamiento de su partido y de las campañas electorales. La alta autoridad para la transparencia de la vida pública está examinando actualmente las declaraciones fiscales de Le Pen y, según medios locales, ya habría encontrado un “diferencial entre las capacidades de ahorro de Le Pen y sus ganancias”. El octogenario líder francés evitó responder las preguntas de la prensa o dar explicaciones. Con ese arte tan consumado que tienen los dirigentes políticos del mundo cuando se les descubre una infracción, Le Pen aseguró que estas revelaciones “forman parte de la ofensiva general lanzada contra nosotros. No tengo por qué explicarme sobre lo que dice cualquiera, en particular los órganos parapoliciales encargados de sembrar perturbación en la clase política”. El Frente Nacional tomó distancias ante el escándalo que se avecina. Su vicepresidente, Florian Philippot, dijo que le “corresponde a Jean-Marie Le Pen dar explicaciones, pero no creo que sea verdad”. La misma fuente dio muestras de cierta ironía cuando afirmó que la hija de Le Pen “está muy sorprendida, ella no sabía nada”.
Por lo pronto, las revelaciones sobre la cuenta en Suiza servirán sin dudas de argumento contra Le Pen padre cuando, el próximo 4 de mayo, el bureau ejecutivo del Frente Nacional se reúna para adoptar sanciones contra el líder por sus provocativas salidas del mes pasado. A principios de abril, Le Pen había reiterado en una entrevista difundida por el canal de televisión Bfmtv que las cámaras de gas que los nazis usaron para exterminar a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial eran “un detalle de la historia”. Unos días después, en otra entrevista publicada por el diario monarquista y de extrema derecha Rivarol, Le Pen trató a su hija de traidora y sacó del cajón todos los valores que siempre defendió la extrema derecha y que Marine Le Pen, ahora a la cabeza del partido, intenta borrar del catálogo ideológico del Frente Nacional. Marine Le Pen parece tener en adelante un doble trabajo: difuminar la herencia ideológica de su padre y asumir la herencia fiscal dudosa recién revelada por la prensa.