China tiene que superar una serie de reformas estructurales pues entre las fragilidades de su economía se encuentran la todavía limitada integración financiera internacional, su aislamiento y control del aparato estatal en el ámbito interno, así como una asignación de recursos económicos poco eficiente provocada por el paternalismo público y un insuficiente nivel de desarrollo de las redes de distribución, marketing y venta. Los desafíos están centrados en vencer la alta dependencia de China respecto de la demanda de las economías desarrolladas y la incierta capacidad de la demanda privada para tomar el relevo una vez que se agoten los estímulos públicos.
Factores de riesgo de la economía china
China siempre ha adolecido de un desarrollo económico suicida y poco respetuoso con el medio ambiente, con crecimientos desmesurados de macrourbes y megacomplejos industriales y la consiguiente reducción de superficie dedicada al cultivo agrícola. Sin duda, los casos de Linfen y Tianying, ubicadas en el centro del país, llaman la atención por el grado extremo de polución, pero salvo las regiones de Tíbet y Xinjiang, todo el territorio de China es perjudicial para la salud. Así, Según el último estudio realizado por científicos chinos, el 40% de los mamíferos y el 76% de la flora están en peligro de extinción y la Academia China de Ciencias Sociales asegura que ha desaparecido ya la mitad de los pantanos que existían en el país y según un informe del Banco Mundial, China cuenta con 16 de las 20 ciudades con más polución del globo e incluso un estudio del Gobierno chino reconoce que en dos de cada cinco urbes la calidad del aire oscila entre “contaminada” y “peligrosa”. El carbón cubre el 70% de las necesidades energéticas de un país que consume hoy casi cinco veces más recursos que en 1980 y continúa creciendo a un ritmo del 9% y si continúa la tendencia actual, y a pesar de los titánicos esfuerzos por introducir las renovables, la combustión actual de carbón se duplicará en 15 años. Así, según la Agencia Internacional de la Energía, China sería ya el principal emisor de CO2 del planeta,con un volumen superior a los 6.000 millones de toneladas métricas por año, lo que obligará a China a costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación, mejorar los parámetros de calidad y medidas filosanitarias adicionales tras una virulenta campaña de los medios occidentales para defender la etiqueta ECO como medida de proteccionismo encubierto.
Reorientar el modelo de crecimiento hacia la demanda interna
China ya tiene una potente clase media que supera los 230 millones de personas, pero la tasa de ahorro de los chinos es muy alta (42%), y para lograr que consuman más el gobierno tiene que buscar la forma de que se reduzca ese ahorro por lo que expertos occidentales proponen el desarrollo de una red de protección social (salud, educación y pensiones), que hiciera que los ciudadanos no se preocupasen tanto por ahorrar como medida de precaución ante imprevistos y asimismo una reforma del sector agrario que permitiría elevar las rentas de las zonas rurales, las menos beneficiadas por el desarrollo económico. Asimismo, la continuación de las políticas de incrementos salariales ayudaría a alimentar y sostener ese boom de consumo,(que actualmente supone el 25% del PIB de la nación frente al 70% de EEUU), pero para ello sería preciso que la renta per cápita de los chinos se incrementara notablemente (3.300 dólares anuales en la actualidad) y reducir el abismo que existe entre las zonas costeras y las interiores..
Recalentamiento de la economía china
Los bancos chinos, además de los cuatro billones de yuanes (580.000 millones de dólares) del programa estatal de gasto, concedieron otros 7,73 billones de yuanes (1,13 billones de dólares) en créditos en un espectacular estímulo financiero para apoyar una economía afectada por la caída de las exportaciones pero la agencia internacional de calificación Fitch ya ha advertido a China que “su crédito es insostenible y que los gastos de estímulo en respuesta a la crisis bursátil corren el riesgo de generar problemas serios”. Parte de ese dinero fue a parar al mercado bursátil y al inmobiliario, proporcionando un auge inesperado, pero la burbuja podría estallar pronto pues muchos inversores son conscientes de que la inyección de dinero no podrá mantenerse a largo plazo, por lo que no sería descartable el estallido de la burbuja inmobiliaria que causaría un impacto a nivel global 10 veces superior al que provocó el colapso del emirato petrolero de Dubai.
Depreciación del yuan
La sorpresiva devaluación del yuan por el Banco Popular chino (4,6 %) debido a un preocupante descenso de la exportaciones en un 8,3 % interanual, habría provocado una tormenta bursátil en el resto de mercados mundiales así como una carrera devaluacionista de las economías emergentes y del área de influencia china. Así, muchos países están buscando devaluar sus monedas para incrementar sus exportaciones y salir así de la crisis actual” ante la imposibilidad de adoptar medidas como el “quantitative easing “, utilizado por EEUU, el Reino Unido y la UE para incrementar la masa monetaria y debilitar sus monedas. Sin embargo, el FMI aboga por una devaluación coordinada y esperan que esta guerra de las divisas consiga frenar el proceso deflacionista en el que se encuentra sumergido buena parte del mundo, pues “una inflación ordenada sería la tabla de salvación de las economías al producirse una enorme transferencia de riqueza de los ahorradores a los prestatarios”. Así, las autoridades bancarias han dejado bien claro que seguirán manteniendo un control estricto sobre la evolución de su moneda., pues si la divisa china se fortalece en exceso asistiríamos a una severa constricción de sus exportaciones y al consiguiente descenso de su Superávit , agravado por el aumento de los costes laborales y el previsible riesgo de deslocalización hacia India o Vietnam, cuyos salarios mensuales rondan los 60 euros.
Estallido de la burbuja bursátil china
Los inversores han empezado a sentir el vértigo de la altura y a cuestionarse el estado de solvencia de las compañías y se espera que bajará el porcentaje de los resultados empresariales que se destinarán a dividendos así como el número de empresas que repartirán el mismo y la volatilidad es la nota dominante pues desde el pasado 21 de junio, el principal índice bursátil chino, el Shanghai Composite ha perdido un 30%, descenso que ha puesto fin a una capitalización de mercado valorada en 1,25 billones de dólares ante los temores de la comunidad inversora de que el Gobierno intente enfriar un repunte alimentado por la deuda que dura ya un año. Shanghai había ganado un 60% con respecto a principios de año porque los inversores creyeron que Pekín respaldaría el repunte para contribuir a luchar contra la ralentización de la economía que se ha contraído con respecto al crecimiento de dos dígitos de hace unos años y rozaría el 5%, por lo que es previsible una severa corrección de los índices bursátiles chinos hasta alcanzar el nivel suelo real .Dicho crash tendría como efectos benéficos el obligar a las compañías a redefinir estrategias, ajustar estructuras, restaurar sus finanzas y restablecer su crédito ante el mercado y como daños colaterales la ruina de millones de pequeños inversores todavía deslumbrados por las luces de la estratosfera, la inanición financiera de las empresas y el consecuente efecto dominó en la declaración de quiebras.
¿Libre fluctuación de las divisas?
Asistiremos pues a una devaluación progresiva de las diferentes divisas por parte de los Bancos Centrales Mundiales ,la ruptura del sistema de paridad de las divisas internacionales y la posterior Libre fluctuación de las mismas, lo que unido a la posible implementación por EEUU y la UE de medidas proteccionistas (Fomento del Consumo de Productos nacionales), en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas, subvenciones a la industria agroalimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados, elevación de los Parámetros de calidad exigidos a los productos manufacturados del exterior y la imposición de medidas fitosanitarias adicionales a los productos de países emergentes que obligarían a estos países ( especialmente China e India) a costosísimas inversiones para reducir sus niveles de contaminación y mejorar los parámetros de calidad, terminará por dibujar en el horizonte del próximo quinquenio un escenario en el que se pasará de las guerras comerciales al proteccionismo económico, con la subsiguiente contracción del comercio mundial, posterior finiquito a la globalización económica y ulterior regreso a los compartimentos estancos en la economía mundial.