23 Marzo 2019
La bandera de los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias, en la aldea de Baghuz.
El "califato" autoproclamado por la organización yihadista más temida del mundo cayó este sábado, cuando las fuerzas kurdoárabes apoyadas por Estados Unidos conquistaron el último territorio controlado por el grupo Estado Islámico (EI) en Siria.
Para celebrar la victoria, los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), punta de lanza de la lucha antiyihadista en Siria, izaron su bandera amarilla en la aldea de Baghuz, donde los yihadistas opusieron resistencia hasta el final.
A unos metros del río, una bandera negra del EI estaba en el suelo, enganchada entre ramas secas, constató un equipo de la AFP.
Cerca de Baghuz, hombres y mujeres que integran las FDS, en las que predominan los kurdos, bailaban la dabke, una danza tradicional. Una fanfarria militar tocó himnos, como el de Estados Unidos, delante de comandantes y autoridades kurdas.
La pérdida de lo que les quedaba en su último reducto en el este de Siria, cerca de la frontera con Irak, significa el final territorial del EI en Siria, tras su derrota en el vecino Irak en 2017.
Tras haberse apoderado de extensas regiones en Siria y en Irak, el EI proclamó en junio de 2014 un "califato" en un territorio del tamaño de Reino Unido, en el que instauró su propia administración, recaudó impuestos y lanzó una campaña de propaganda para atraer a extranjeros.
Esta organización yihadista, la más brutal de la historia contemporánea, hizo reinar el terror con decapitaciones, ejecuciones masivas, raptos y violaciones. Eso sin contar los secuestros de extranjeros y los atentados reivindicados en Siria, en otros países árabes o asiáticos e incluso en Occidente, o la destrucción de tesoros arqueológicos.
Una victoria proclamada después de una enésima campaña militar, de seis meses. Una fecha importante en la lucha contra los movimientos yihadistas en el mundo.
"Las FDS anuncian la total eliminación del supuesto califato y una derrota territorial del EI al 100%", declaró un portavoz, Mustefa Bali, en un comunicado.
Prometió "perseguir lo que queda de los yihadistas y aniquilarlos". Sigue habiendo combatientes del EI desperdigados por el desierto que se extiende del centro de Siria hasta la frontera iraquí, y en zonas desérticas de Irak.
Los combates fueron encarnizados frente a yihadistas obstinados que al final estaban arrinconados en una pequeña franja territorial a orillas del río Éufrates, en la provincia de Deir Ezzor.
Al pie de una colina se ven los restos del campamento improvisado en el que se atrincheraban los yihadistas.
Mecidas por el viento, las sábanas, alfombras de yute o mantas están extendidas sobre barras de hierro o arbustos a modo de tiendas de campaña. Todo ello en medio de carcasas de coches calcinados.
Algunas de estas carpas improvisadas ocultan trincheras profundas. Hay ollas, barreños de plástico, un brasero y prendas rotas entre ramas secas de arbustos.
Unos combatientes de las FDS, algunos con parte del rostro cubierto por un pañuelo, están encaramados a los tejados de casas.
Los últimos yihadistas se escondían en túneles subterráneos y en bodegas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).
El asalto de las FDS contra Baghuz, lanzado a principios de febrero, es la última fase de una operación iniciada en septiembre de 2018 para expulsar al EI de los sectores bajo su control en Siria.
La campaña militar, apoyada con bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, tuvo que aminorar la marcha por la salida del enclave de decenas de miles de personas, entre ellas miles de yihadistas que se rindieron y muchos de sus familiares.
Desde enero más de 67.000 personas salieron del reducto del EI, entre ellas 5.000 yihadistas que fueron detenidos, según las FDS. Los civiles, sobre todo familiares de yihadistas, fueron trasladados a campamentos, principalmente al de Al Hol (nordeste), donde viven en condiciones difíciles.
La repatriación de yihadistas y de sus familias es motivo de debate en países occidentales.
La bandera de los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias, en la aldea de Baghuz.
El "califato" autoproclamado por la organización yihadista más temida del mundo cayó este sábado, cuando las fuerzas kurdoárabes apoyadas por Estados Unidos conquistaron el último territorio controlado por el grupo Estado Islámico (EI) en Siria.
Para celebrar la victoria, los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), punta de lanza de la lucha antiyihadista en Siria, izaron su bandera amarilla en la aldea de Baghuz, donde los yihadistas opusieron resistencia hasta el final.
A unos metros del río, una bandera negra del EI estaba en el suelo, enganchada entre ramas secas, constató un equipo de la AFP.
Cerca de Baghuz, hombres y mujeres que integran las FDS, en las que predominan los kurdos, bailaban la dabke, una danza tradicional. Una fanfarria militar tocó himnos, como el de Estados Unidos, delante de comandantes y autoridades kurdas.
La pérdida de lo que les quedaba en su último reducto en el este de Siria, cerca de la frontera con Irak, significa el final territorial del EI en Siria, tras su derrota en el vecino Irak en 2017.
Tras haberse apoderado de extensas regiones en Siria y en Irak, el EI proclamó en junio de 2014 un "califato" en un territorio del tamaño de Reino Unido, en el que instauró su propia administración, recaudó impuestos y lanzó una campaña de propaganda para atraer a extranjeros.
Esta organización yihadista, la más brutal de la historia contemporánea, hizo reinar el terror con decapitaciones, ejecuciones masivas, raptos y violaciones. Eso sin contar los secuestros de extranjeros y los atentados reivindicados en Siria, en otros países árabes o asiáticos e incluso en Occidente, o la destrucción de tesoros arqueológicos.
Una victoria proclamada después de una enésima campaña militar, de seis meses. Una fecha importante en la lucha contra los movimientos yihadistas en el mundo.
"Las FDS anuncian la total eliminación del supuesto califato y una derrota territorial del EI al 100%", declaró un portavoz, Mustefa Bali, en un comunicado.
Prometió "perseguir lo que queda de los yihadistas y aniquilarlos". Sigue habiendo combatientes del EI desperdigados por el desierto que se extiende del centro de Siria hasta la frontera iraquí, y en zonas desérticas de Irak.
Los combates fueron encarnizados frente a yihadistas obstinados que al final estaban arrinconados en una pequeña franja territorial a orillas del río Éufrates, en la provincia de Deir Ezzor.
Al pie de una colina se ven los restos del campamento improvisado en el que se atrincheraban los yihadistas.
Mecidas por el viento, las sábanas, alfombras de yute o mantas están extendidas sobre barras de hierro o arbustos a modo de tiendas de campaña. Todo ello en medio de carcasas de coches calcinados.
Algunas de estas carpas improvisadas ocultan trincheras profundas. Hay ollas, barreños de plástico, un brasero y prendas rotas entre ramas secas de arbustos.
Unos combatientes de las FDS, algunos con parte del rostro cubierto por un pañuelo, están encaramados a los tejados de casas.
Los últimos yihadistas se escondían en túneles subterráneos y en bodegas, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).
El asalto de las FDS contra Baghuz, lanzado a principios de febrero, es la última fase de una operación iniciada en septiembre de 2018 para expulsar al EI de los sectores bajo su control en Siria.
La campaña militar, apoyada con bombardeos aéreos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, tuvo que aminorar la marcha por la salida del enclave de decenas de miles de personas, entre ellas miles de yihadistas que se rindieron y muchos de sus familiares.
Desde enero más de 67.000 personas salieron del reducto del EI, entre ellas 5.000 yihadistas que fueron detenidos, según las FDS. Los civiles, sobre todo familiares de yihadistas, fueron trasladados a campamentos, principalmente al de Al Hol (nordeste), donde viven en condiciones difíciles.
La repatriación de yihadistas y de sus familias es motivo de debate en países occidentales.