Victoria Korn
Dic 21, 2025


Donald Trump, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, saludan a los soldados
En su empeño por derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro, EEUU ha hundido barcos extranjeros, ha asesinado a sus tripulaciones, ha bloqueado por aire y mar al país latinoamericano y ha secuestrado un barco. Ya suma cinco violaciones al derecho internacional
En su empeño por derrocar al presidente venezolano Nicolás Maduro, EEUU ha hundido barcos extranjeros, ha asesinado a sus tripulaciones, ha bloqueado por aire y mar al país latinoamericano y ha secuestrado un barco. Ya suma cinco violaciones al derecho internacional
El Caribe está cerca del punto de ebullición. La última amenaza del presidente de EEUU, Donald J. Trump, al Gobierno de Venezuela, liderado por Nicolás Maduro, ha subido un grado más la presión contra el mandatario latinoamericano dejando al Caribe en estado de ebullición.
El 16 de diciembre, Trump anunció a través de su red Truth Social que, a partir de ese día, ordenaba «un bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela». En el mismo mensaje aclaró que seguiría enviando barcos de guerra al Caribe hasta que Venezuela «devuelva todo el petróleo, la tierra y otros activos que anteriormente» les «robaron».
El 16 de diciembre, Trump anunció a través de su red Truth Social que, a partir de ese día, ordenaba «un bloqueo total y completo de todos los petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela». En el mismo mensaje aclaró que seguiría enviando barcos de guerra al Caribe hasta que Venezuela «devuelva todo el petróleo, la tierra y otros activos que anteriormente» les «robaron».
Para variar, Trump está mal informado o tergiversa la realidad para amoldarla a sus delirios de grandeza. El Estado venezolano ya compensó a las empresas extranjeras que operaban en su territorio, incluidas las estadounidenses, cuando nacionalizó su industria petrolera en 1976, dos décadas antes del surgimiento del chavismo. Es decir, no tiene ninguna deuda pendiente con las empresas de EEUU.
El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva señaló en la Cumbre del Mercosur y de los Estados Asociados el viernes 20: «Pasadas más de cuatro décadas desde la guerra de las Malvinas, el continente sudamericano vuelve a ser asombrado por la presencia militar de una potencia extrarregional. Los límites del Derecho Internacional están siendo testados. Una intervención armada en Venezuela sería una catástrofe humanitaria para el Hemisferio y un precedente peligroso para el mundo».

El secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio dijo en rueda de prensa que el gobierno del presidente Nicolás Maduro es “intolerable para Estados Unidos”, acusándolo de cooperar con terroristas. La inmediata respuesta fue del canciller venezolano Yvan Gil, quien afirmó que el cubanoestadounidense es un “mentiroso y acomplejado” que profesa odio por América Latina y el Caribe y señaló que «pasó 14 años como senador y un año como secretario de Estado sin exhibir un solo logro en política exterior”.
Además, Gil dijo que es un experto en promover golpes de Estado, intervenciones, guerras eternas y cambios de régimen, y que pretende arrastrar a Estados Unidos por ese camino, “ignorando la opinión mayoritaria del propio pueblo estadunidense, que rechaza estas aventuras”. Gil aludía a la reciente encuesta publicada por la televisora CBS, en la que 63 por ciento de los participantes estadounidenses rechazó una guerra contra Venezuela. “Esa política ha hecho fracasar a EEUU en el mundo y ha dejado sangre y muerte en todo el planeta”, sentenció.
“La verdad ya quedó expuesta (…) Todos sus ataques y fake news buscan robar el petróleo, la tierra, los minerales y los recursos de Venezuela”, concluyó
Trump quiere el petróleo
Además, Gil dijo que es un experto en promover golpes de Estado, intervenciones, guerras eternas y cambios de régimen, y que pretende arrastrar a Estados Unidos por ese camino, “ignorando la opinión mayoritaria del propio pueblo estadunidense, que rechaza estas aventuras”. Gil aludía a la reciente encuesta publicada por la televisora CBS, en la que 63 por ciento de los participantes estadounidenses rechazó una guerra contra Venezuela. “Esa política ha hecho fracasar a EEUU en el mundo y ha dejado sangre y muerte en todo el planeta”, sentenció.
“La verdad ya quedó expuesta (…) Todos sus ataques y fake news buscan robar el petróleo, la tierra, los minerales y los recursos de Venezuela”, concluyó
Trump quiere el petróleo
Además, actualmente son 18 los petroleros venezolanos sancionados por Washington. Esto no impide que otros continúen operando en la región o que la petrolera estadounidense Chevron mantenga todavía varios contratos con Petróleos de Venezuela (PDVSA), la empresa estatal venezolana que extrae, procesa y comercializa con el crudo del país caribeño, lo que Trump se abstiene de considerar.

Las constantes amenazas de invasión y ataques contra territorio venezolano que lanzan los líderes políticos estadounidenses también podrían ser consideradas una violación del derecho internacional. El artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas establece que los miembros del organismo multilateral «se abstendrán de recurrir a la amenaza o a la violencia» contra un tercer país. En el caso de Venezuela, esta amenaza no solo consiste en un mensaje intimidatorio, sino de un bloqueo por mar y aire y el asesinato de casi un centenar de personas.
«Se aferran a la frase de independencia política para justificar que, si se atacara a Venezuela, no se estaría atacando su independencia, sino reinstaurando la soberanía popular». Es decir, aquella que daría el poder a la oposición, supuestamente liderada por María Corina Machado, a la que EEUU ungió como Nobel de la Paz, quizá por reclamar una intervención militar estadounidense a su país.. Esto ya se dijo en 1989 para justificar la invasión de Panamá.
Sin embargo, también hay quienes encuentran que en este mismo artículo de la Carta una justificación para que EEUU ataque Venezuela pese a que no se cumplan ninguna de las condiciones por las que la ONU permite utilizar la fuerza -en defensa propia y con el permiso del Consejo de Seguridad-. La clave se encuentra en el concepto de «independencia política» nombrado en el artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas.

El bloqueo total es el último paso que Trump ha ordenado en el marco de la operación Lanza de flecha, con la que dice querer acabar con el narcotráfico en el Caribe (quizá para que se consolide en Estados Unidos) y, de paso, acabar con el gobierno de Nicolás Maduro, como no pudo con su antecesor Hugo Chávez. El anuncio fue acompañado de un despliegue militar en las aguas de Centroamérica, seguido de varios ataques contra barcos y tripulaciones extranjeras, en violaciones al derecho internacional.
El pasado 2 de septiembre, EEUU anunció que había lanzado un ataque con misiles contra un navío que, según Trump, había salido desde Venezuela cargado de drogas. Ni Trump ni su gabinete han mostrado ninguna prueba que confirme esta hipótesis, quizá creyendo que para el mundo la palabra del presidente estadounidense alcanza y sobra. Tampoco lo ha hecho en la veintena de ocasiones más en las que ha atacado, en aguas internacionales, a los barcos que supuestamente provenían de Venezuela o de Colombia y que asesinaron a más de 95 personas.
En una ocasión, dos de los tripulantes sobrevivieron inicialmente al ataque. Minutos después fueron atacados de nuevo y asesinados por un misil estadounidense. Este caso, ocurrido el 2 de setiembre, generó un fuerte revuelo en EEUU debido, sobre todo, a la situación de indefensión en la que se encontraban los dos hombres, que tras el primer ataque flotaban en alta mar sujetos a los restos del barco en el que minutos antes navegaban.
El pasado 2 de septiembre, EEUU anunció que había lanzado un ataque con misiles contra un navío que, según Trump, había salido desde Venezuela cargado de drogas. Ni Trump ni su gabinete han mostrado ninguna prueba que confirme esta hipótesis, quizá creyendo que para el mundo la palabra del presidente estadounidense alcanza y sobra. Tampoco lo ha hecho en la veintena de ocasiones más en las que ha atacado, en aguas internacionales, a los barcos que supuestamente provenían de Venezuela o de Colombia y que asesinaron a más de 95 personas.
En una ocasión, dos de los tripulantes sobrevivieron inicialmente al ataque. Minutos después fueron atacados de nuevo y asesinados por un misil estadounidense. Este caso, ocurrido el 2 de setiembre, generó un fuerte revuelo en EEUU debido, sobre todo, a la situación de indefensión en la que se encontraban los dos hombres, que tras el primer ataque flotaban en alta mar sujetos a los restos del barco en el que minutos antes navegaban.

El artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas establece que la defensa propia es una de las dos excepciones por las que un país puede hacer uso de la fuerza contra otro, pero para ello tienen que cumplirse cuatro requisitos básicos: un ataque armado previo o inminente, la imposición de la necesidad, la proporcionalidad y la temporalidad -esto es, hasta que el Consejo de Seguridad de la ONU actúe-. Ninguno de estos requisitos se dieronen el caso de EEUU.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que el general que ordenó el ataque «estaba autorizado para hacerlo» por el Gobierno federal. Esta narrativa se asienta en el mandato de EEUU de proteger a sus ciudadanos del «veneno» que suponen las drogas ilegales que entran en el país y que remiten a la idea de «defensa propia» que continuamente esgrime Washington para justificar estos ataques.
Aunque las palabras de Trump fueran ciertas y todos los barcos atacados portaran drogas, EEUU sigue sin tener ninguna potestad para hundirlos. La regulación del control de drogas en alta mar se estableció en la Convención de la ONU contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas (título original), también conocida como Convención de Viena de 1988, que estableció el protocolo que debía seguir un país en el caso de que detectara una embarcación en aguas internacionales sospechosa de transportar drogas. Obviamente Trump lo ignora
La convención establece que el Estado que detecte al navío debe ponerse en contacto con el pabellón bajo el que navega dicho barco -es decir, con el país cuya bandera ondee en el mástil de la embarcación-. Las autoridades de este otro país deben autorizar al primero para que este pueda abordar, inspeccionar y confiscar el material ilícito que pudiera cargar. Luego, deben transferir a la tripulación a sus países de origen para que la justicia correspondiente los procese.
Pero en la trumpista operación Lanza de flecha, ni se han abordado las embarcaciones, ni se ha confiscado el material, ni se ha transferido a la justicia a quienes supuestamente cometían el delito: el ejército estadounidense ha llevado a cabo los ataques «negándoles a los presuntos delincuentes el derecho a un juicio justo».
La segunda excepción es que el Consejo de Seguridad de la ONU autorice a un país a atacar a otro. Esto tampoco se ha dado en el caso de los ataques de EEUU a barcos venezolanos. Por ello, la norma que prima debe ser la que recoge el punto 2.4 de la Carta, en la que se establece que los países de la ONU, «en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas».
Hay que tener en cuenta que el territorio de un país no acaba donde lo hace su tierra, sino que se extiende unos kilómetros bajo el mar, en el caso de que sea un país costero, y abarca el pedazo de cielo o aire que cubre todo ese territorio. El límite de la frontera de un país en el mar se estableció en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) de 1982, que establecía que las primeras 12 millas náuticas desde el límite de la costa hacia dentro del mar, constituía el mar territorialdel país costero.
Asimismo, establecía que las 12 millas siguientes -es decir, desde la línea de playa hasta 22,2 kilómetros mar adentro- suponían la zona contigua. Sobre el mar territorial, el país costero tiene una soberanía casi plena. En la zona contigua las prebendas se reducen, aunque el estado costero sigue teniendo bastante control sobre ella. Tras la zona contigua aparece la zona económica exclusiva (ZEE), en las que el país costero tiene algunas ventajas comerciales.
El cuarto y último espacio marítimo sería alta mar, un territorio que es de todos y de nadie a la vez.. Tanto la ZEE como el alta mar son lo que en el lenguaje popular se conoce como aguas internacionales. Tanto en las aguas territoriales -mar territorial y zona contigua-, como en las internacionales está permitida la libre navegación, si bien es cierto que este cuenta con algunas excepciones en el caso de quienes naveguen en el mar territorial. Ningún estado tiene derecho a prohibir la libre navegación en aguas internacionales de un barco que navegue bajo la bandera de otro estado.

Pero en la trumpista operación Lanza de flecha, ni se han abordado las embarcaciones, ni se ha confiscado el material, ni se ha transferido a la justicia a quienes supuestamente cometían el delito: el ejército estadounidense ha llevado a cabo los ataques «negándoles a los presuntos delincuentes el derecho a un juicio justo».
La segunda excepción es que el Consejo de Seguridad de la ONU autorice a un país a atacar a otro. Esto tampoco se ha dado en el caso de los ataques de EEUU a barcos venezolanos. Por ello, la norma que prima debe ser la que recoge el punto 2.4 de la Carta, en la que se establece que los países de la ONU, «en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas».

Hay que tener en cuenta que el territorio de un país no acaba donde lo hace su tierra, sino que se extiende unos kilómetros bajo el mar, en el caso de que sea un país costero, y abarca el pedazo de cielo o aire que cubre todo ese territorio. El límite de la frontera de un país en el mar se estableció en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (Convemar) de 1982, que establecía que las primeras 12 millas náuticas desde el límite de la costa hacia dentro del mar, constituía el mar territorialdel país costero.
Asimismo, establecía que las 12 millas siguientes -es decir, desde la línea de playa hasta 22,2 kilómetros mar adentro- suponían la zona contigua. Sobre el mar territorial, el país costero tiene una soberanía casi plena. En la zona contigua las prebendas se reducen, aunque el estado costero sigue teniendo bastante control sobre ella. Tras la zona contigua aparece la zona económica exclusiva (ZEE), en las que el país costero tiene algunas ventajas comerciales.
El cuarto y último espacio marítimo sería alta mar, un territorio que es de todos y de nadie a la vez.. Tanto la ZEE como el alta mar son lo que en el lenguaje popular se conoce como aguas internacionales. Tanto en las aguas territoriales -mar territorial y zona contigua-, como en las internacionales está permitida la libre navegación, si bien es cierto que este cuenta con algunas excepciones en el caso de quienes naveguen en el mar territorial. Ningún estado tiene derecho a prohibir la libre navegación en aguas internacionales de un barco que navegue bajo la bandera de otro estado.

Por ello, el bloqueo de petroleros venezolanos por parte del ejército de EEUU supone una violación del derecho internacional. Cabe recordar que EEUU no ratificó la Convemar. Sin embargo, dado que esta formalizaba el derecho consuetudinario, se puede aceptar «que EEUU ha violado esta Convención», señalan los especialistas.
Lo mismo ocurre en el caso del espacio aéreo, cuyas normas rigen la Convención de Chicago de 1944. De acuerdo a este texto, un estado tiene plena soberanía sobre su espacio aéreo. Todo el cielo que cubre las llamadas aguas internacionales es, como éstas, de libre circulación. Aunque a Trump no le guste.
**Analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
**Analista de temas de Centroamérica y el Caribe, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
